LOS JUDÍOS Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA – Milim Cultural
Se considera que luego de los franceses, los judíos fueron el grupo más numeroso. Los criterios para definir el judaísmo de los involucrados, especialmente de quienes eran comunistas, fueron definidos por el origen familiar, y en numerosos casos por la auto identificación de los combatientes de esas Brigadas Internacionales, que dando esta lucha comprendieron que lo que se avecinaba era tan peligroso y letal como se mostró luego en la orgía de fin que se desató. Esta fue una investigación muy pormenorizada, basada en los textos de historia, pero a fuer de ser sinceros, debemos decir que una de las razones que nos empujó a esta investigación fue un texto hallado en ese rico mundo virtual y que nos acercó al texto de la Exposición titulada NO PASARAN realizada en la Biblioteca Nacional y Universitaria de Guivat Ram, Israel, por la Universidad Hebrea de Jerusalém del Instituto Avraham Harman de Judaísmo Contemporáneo. Más allá de lo que sabíamos y conocíamos en el prólogo de ese texto, el Prof. Haim Avni, y la Dra. Raquel Ibáñez-Sperber, nos cuentan entre otras cosas que la exposición se ocupó de los extranjeros que participaron en las Brigadas Internacionales, especialmente se ocuparon de la contribución de los judíos y de los que acudieron de Eretz Israel.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2022-02-19/guerra-civil-fin-republicanos-franco_3376792/
Con la necesidad imperiosa de cruzar el Jarama en mente, el mando sublevado dio la orden a una pequeña unidad de dar un «golpe de mano», un ataque rápido con el que superar a un enemigo desprevenido, y conquistar el Pindoque. La misión recayó en el I Tabor de Tiradores de Ifni, una unidad formada en su mayoría por soldados marroquíes, aunque con mandos españoles, al frente de la cual se hallaba el comandante Molero. Estos hombres, calificados como «la extrema vanguardia» de las tropas de Fernando Barrón, tendrían dos ventajas: su mayor entrenamiento en el arte de la guerra y el uso de la noche como aliada para cruzar el puente sin ser vistos.
En la noche del 10 al 11 de febrero, a eso de las tres de la mañana, los marroquíes partieron de La Marañosa en dirección a su objetivo, ubicado a pocos kilómetros de distancia. Junto con ellos dejó también el campamento una compañía de zapadores de Larache. Serían los encargados de dar buena cuenta de las cargas de demolición antes de que fueran detonadas por los republicanos.
Los marroquíes fueron los primeros en atacar. Al poco ya habían degollado a varios
Los defensores del André Marty no podían imaginarse que la fin estaba a punto de cernirse sobre ellos. Entre las tres y las cuatro de la madrugada ocurrió el desastre para los republicanos. Al amparo de la oscuridad, un pequeño grupo de combatientes se separó del contingente principal y logró cruzar el Pindoque. Nadie les vio. No se dio la voz de alarma. Una vez en la orilla contraria, comenzó la lucha. Los marroquíes fueron los primeros en atacar. Al poco ya habían degollado a varios miembros del André Marty. Mientras, los zapadores cortaron los cables de encendido de las cargas explosivas. Poco después, y ya sin las molestas y peligrosas Maxim al acecho, el resto del tabor cruzó a la carrera el Pindoque y atacó con granadas de mano a las tropas atrincheradas en las cercanías. Bayac explica así el golpe:
Estallan granadas, los hombres gritan, otros corren en la noche. Marc Perrin, de pie, no tiene tiempo de enterarse de lo que pasa. Su jefe de pieza, Pecqueur, le grita: «¡Pronto! ¡Dejamos el campo!». La Maxim es demasiado pesada para un solo hombre. Perrin quita la culata móvil y se la lleva. Camina sin dirección fija con Pecqueur y otros cinco o seis se refugian en los edificios de una antigua azucarera a unos trescientos metros del Pindoque". Otros se unen a la 3.ª compañía mandada por Boursier, excontramaestre de marina.
En poco tiempo la misión había terminado. Solo hubo una contrariedad: a los zapadores debió de pasárseles por alto un cable, pues algunos minutos después los republicanos activaron las cargas y una gran explosión resonó en todo el valle del Jarama. Una vez más la diosa Fortuna se alió con los hombres de Franco, ya que, aunque uno de los extremos de la construcción se elevó en el aire por la fuerza de la detonación, cayó de nuevo casi intacto sobre su apoyo original. Los republicanos que no fueron pasados a cuchillo fueron hechos prisioneros. Otros, como ya se ha especificado, lograron huir.