ESTAMPAS DE ANNUAL-JULIO DE 1921

7 - Correr monte abajo en Igueriben con dos pesetas en los bolsillos.

Igueriben..el primer desastre (en realidad el segundo, tras Abarrán).
Incapacidad de un ejército, desastre de armamento, envalentonamiento de los jovenlandeses cuando vieron que se podía derrotar a los españoles.
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El gran espolón que protegía la llanura de annual por el sur. Una colina desertica, sin sombra ni agua. De frente, la llanura de Annual, donde estaban el grueso de las tropas. Al fondo el mar, con las posiciones de los fuertes, a ambos lados, de Sidi-Dris y Afrau.
En la foto, restos de fortificación.
A la izquierda, la "loma de los árboles" (hoy no existen) donde tomaron posiciones los jovenlandeses.

El 7 de Junio Silvestre decide tomarla, para protegerse por detrás en su avance hacia el mar. Pero no pueden mantenerse en la "loma de los árboles", hostigados.
El 9 de Julio los jovenlandeses empiezan a construir arpilleras y a medio-fortificar la loma de los árboles. Llegan noticias de Sidi-Dris y los puestos de que se encienden hogueras llamando a la lucha a la Harka del Amesauro. El 17 de Julio llega el primer ataque...diecisiete muertos. Antes se ha hecho con el mando el Comandante Benítez, procedente de Sidi-Dris.
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Un veterano. Lleva años en Africa y está "quemado", por lo que se lee en las cartas que le envia a su mujer. Es ya derrotista. Pero ni por un momento piensa en rendirse. Manda sobre unos 244 hombres, incluyendo una veintena de artilleros.

Se cortan las comunicaciones con Annual. Se les ve, pero no se puede llegar a ellos. Distintos convoyes lo intentan, fracasando. En el mes de Junio Silvestre ha licenciado a los veteranos del 18 y 19. Son sustituidos por el 20...bisoños, con pavor a los jovenlandeses y mal entrenados. Flojean.
Una columna de artilleros mandados por el teniente Nougués logra meter proyectiles de artillería, con la mitad de muertos y heridos, arrastrando los proyectiles a mano, con los mulos muertos. Al llegar la tarde ardiente — temperaturas de 55° al sol—, sus cuerpos muertos estallan. Convertidos en monstruosos globos de carne y excrementos, expiden oleadas pestíferas que hacen vomitar a los defensores. Pero lo peor es
que forman una escalera de putrefacción adosada a la rampa de entrada. Por ella subirán los rifeños.
Nougués quedará dentro, con sus artilleros supervivientes para morir.
Se suceden intentos. Los regulares, cargados de cantimploras llegan casi a las alambradas y mueren. Los defensores ven desesperados perderse el agua. Alguno salta para intentar recuperar alguna.
Los asaltos tienen lugar sobre todo de noche. Se rechazan a granadazos, a bayoneta...Durante el día, tiroteos constantes, infiltraciones..que obligan a los hombres a estar en las posiciones, sin sombra, bajo un sol bestial..sin agua.
Silvestre de desespera. El 15 de Julio se corta todo contacto con Igueriben. Otro intento de convoy..y otro. Fracaso.

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Igueriben desde annual

El 21 de julio amanece sobre Igueriben. La posición es un revoltijo inextricable de cuerpos extenuados, de heridos faltos de cuidados —no hay medicinas, se han acabado las vendas—, y de muertos cubiertos con sus propias guerreras empapadas en sangre. Los defensores han soportado la
noche como han podido: masajeando la pulpa de las pocas patatas que aún les quedaban; bebiéndose la colonia (los heridos), y hasta la tinta de escritorio; y engañando a la horrible sed con los consabidos orines mezclados con azúcar.
Las alambradas están deshechas, y las tiendas yacen en el suelo, desventradas por los tiros, las bombas de mano y los cañonazos. Los rifeños han emplazado dos piezas, de las tomadas en Abarran, en la loma denominada Amar U-Said, a 1.300 metros. Sus primeros tiros ni llegaban ni
explotaban. Pero el rifeño aprende rápido. Y al poco sus granadas entraban en Igueriben y explotaban todas. De los 244 hombres que formaban en los inicios del asedio; apenas queda un centenar capaz de sostener un arma. Ni quieren rendirse, ni lo piensan.

El más fuerte convoy. Lo manda el general Navarro. Se abre en dos,..pero los jovenlandeses cada vez son más, cada vez más osados. Se paran...Benitez, desesperado, tras*mite por el heliógrafo. «Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros.»
Silvestre enloquece. Ordena formar para hacer una carga "suicida" monte arriba. Consiguen convencerlo de que no llegará nadie y no servirá de nada.
Y manda a Benítez su autorización para parlamentar con el enemigo. Es un error, pues el que se enrabieta ahora es Benítez, que replica: «Los oficiales de Igueriben mueren pero no se rinden.»
Las avanzadillas del convoy está a un kilómetro y no pueden seguir. La última opción: Llegar a ellas a la carrera.

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Maqueita del campamento de Igueriben

Se organizan tres columnas. Benitez queda con la retaguardia y los heridos, pero tenía que saber que no llegaría a ningún lado. La rapidez era lo único que podía salvarlos,
Se distribuyen las municiones: veinte cartuchos por cabeza. También se reparte el dinero de la caja: quince mil pesetas, que Benítez distribuye entre la estupefacta tropa «con el encargo de reintegrarlas en el regimiento si se abren camino.


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Foto de Igueriben, en años posteriores al desastre.

Lanza el último mensaje: Sólo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues jovenlandeses y españoles estaremos envueltos en la posición.»
Los jovenlandeses les tienen controlados y apenas empiezan a salir, les cercan. Se acabó..es una carrera a fin. Benitez forma grupo con otros oficiales y se queda en la posición, intentado proteger la huida. Hay constancia de varios suicidios. El capitán de Paz, artillero, tras disparar los últimos proyectiles, se queda para inutilizar los cañones y se vuela la cabeza.
A Annual llegan, en un esfuerzo supremo, los escapados de los espantos de Igueriben, corriendo, enloquecidos, pidiendo agua. No son hombres, son espectros. Y son doce o dieciséis —. No parecen seres humanos: ojos desorbitados, rostros terrosos, muecas dementes. Cuatro mueren, entre
violentísimos espasmos, tras atracarse de agua, desoyendo los consejos que reciben.
La guarnición a la vista del cuadro, enmudece. Algunos se indignan; los más, abaten su ánimo. En el espolón quedan dos supervivientes: un soldado (cuyo nombre ignoramos) y el teniente Casado. Heridos ambos e inconscientes, los rifeños les dan por muertos. Quedarán cautivos.

El desastre había comenzado.
 
7 - Correr monte abajo en Igueriben con dos pesetas en los bolsillos.

Igueriben..el primer desastre (en realidad el segundo, tras Abarrán).
Incapacidad de un ejército, desastre de armamento, envalentonamiento de los jovenlandeses cuando vieron que se podía derrotar a los españoles.
Ver archivo adjunto 464075



Ver archivo adjunto 464076

El gran espolón que protegía la llanura de annual por el sur. Una colina desertica, sin sombra ni agua. De frente, la llanura de Annual, donde estaban el grueso de las tropas. Al fondo el mar, con las posiciones de los fuertes, a ambos lados, de Sidi-Dris y Afrau.
En la foto, restos de fortificación.
A la izquierda, la "loma de los árboles" (hoy no existen) donde tomaron posiciones los jovenlandeses.

El 7 de Junio Silvestre decide tomarla, para protegerse por detrás en su avance hacia el mar. Pero no pueden mantenerse en la "loma de los árboles", hostigados.
El 9 de Julio los jovenlandeses empiezan a construir arpilleras y a medio-fortificar la loma de los árboles. Llegan noticias de Sidi-Dris y los puestos de que se encienden hogueras llamando a la lucha a la Harka del Amesauro. El 17 de Julio llega el primer ataque...diecisiete muertos. Antes se ha hecho con el mando el Comandante Benítez, procedente de Sidi-Dris.
Ver archivo adjunto 464107

Un veterano. Lleva años en Africa y está "quemado", por lo que se lee en las cartas que le envia a su mujer. Es ya derrotista. Pero ni por un momento piensa en rendirse. Manda sobre unos 244 hombres, incluyendo una veintena de artilleros.

Se cortan las comunicaciones con Annual. Se les ve, pero no se puede llegar a ellos. Distintos convoyes lo intentan, fracasando. En el mes de Junio Silvestre ha licenciado a los veteranos del 18 y 19. Son sustituidos por el 20...bisoños, con pavor a los jovenlandeses y mal entrenados. Flojean.
Una columna de artilleros mandados por el teniente Nougués logra meter proyectiles de artillería, con la mitad de muertos y heridos, arrastrando los proyectiles a mano, con los mulos muertos. Al llegar la tarde ardiente — temperaturas de 55° al sol—, sus cuerpos muertos estallan. Convertidos en monstruosos globos de carne y excrementos, expiden oleadas pestíferas que hacen vomitar a los defensores. Pero lo peor es
que forman una escalera de putrefacción adosada a la rampa de entrada. Por ella subirán los rifeños.
Nougués quedará dentro, con sus artilleros supervivientes para morir.
Se suceden intentos. Los regulares, cargados de cantimploras llegan casi a las alambradas y mueren. Los defensores ven desesperados perderse el agua. Alguno salta para intentar recuperar alguna.
Los asaltos tienen lugar sobre todo de noche. Se rechazan a granadazos, a bayoneta...Durante el día, tiroteos constantes, infiltraciones..que obligan a los hombres a estar en las posiciones, sin sombra, bajo un sol bestial..sin agua.
Silvestre de desespera. El 15 de Julio se corta todo contacto con Igueriben. Otro intento de convoy..y otro. Fracaso.

Ver archivo adjunto 464156
Igueriben desde annual

El 21 de julio amanece sobre Igueriben. La posición es un revoltijo inextricable de cuerpos extenuados, de heridos faltos de cuidados —no hay medicinas, se han acabado las vendas—, y de muertos cubiertos con sus propias guerreras empapadas en sangre. Los defensores han soportado la
noche como han podido: masajeando la pulpa de las pocas patatas que aún les quedaban; bebiéndose la colonia (los heridos), y hasta la tinta de escritorio; y engañando a la horrible sed con los consabidos orines mezclados con azúcar.
Las alambradas están deshechas, y las tiendas yacen en el suelo, desventradas por los tiros, las bombas de mano y los cañonazos. Los rifeños han emplazado dos piezas, de las tomadas en Abarran, en la loma denominada Amar U-Said, a 1.300 metros. Sus primeros tiros ni llegaban ni
explotaban. Pero el rifeño aprende rápido. Y al poco sus granadas entraban en Igueriben y explotaban todas. De los 244 hombres que formaban en los inicios del asedio; apenas queda un centenar capaz de sostener un arma. Ni quieren rendirse, ni lo piensan.

El más fuerte convoy. Lo manda el general Navarro. Se abre en dos,..pero los jovenlandeses cada vez son más, cada vez más osados. Se paran...Benitez, desesperado, tras*mite por el heliógrafo. «Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros.»
Silvestre enloquece. Ordena formar para hacer una carga "suicida" monte arriba. Consiguen convencerlo de que no llegará nadie y no servirá de nada.
Y manda a Benítez su autorización para parlamentar con el enemigo. Es un error, pues el que se enrabieta ahora es Benítez, que replica: «Los oficiales de Igueriben mueren pero no se rinden.»
Las avanzadillas del convoy está a un kilómetro y no pueden seguir. La última opción: Llegar a ellas a la carrera.

Ver archivo adjunto 464165
Maqueita del campamento de Igueriben

Se organizan tres columnas. Benitez queda con la retaguardia y los heridos, pero tenía que saber que no llegaría a ningún lado. La rapidez era lo único que podía salvarlos,
Se distribuyen las municiones: veinte cartuchos por cabeza. También se reparte el dinero de la caja: quince mil pesetas, que Benítez distribuye entre la estupefacta tropa «con el encargo de reintegrarlas en el regimiento si se abren camino.


Ver archivo adjunto 464167
Foto de Igueriben, en años posteriores al desastre.

Lanza el último mensaje: Sólo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues jovenlandeses y españoles estaremos envueltos en la posición.»
Los jovenlandeses les tienen controlados y apenas empiezan a salir, les cercan. Se acabó..es una carrera a fin. Benitez forma grupo con otros oficiales y se queda en la posición, intentado proteger la huida. Hay constancia de varios suicidios. El capitán de Paz, artillero, tras disparar los últimos proyectiles, se queda para inutilizar los cañones y se vuela la cabeza.
A Annual llegan, en un esfuerzo supremo, los escapados de los espantos de Igueriben, corriendo, enloquecidos, pidiendo agua. No son hombres, son espectros. Y son doce o dieciséis —. No parecen seres humanos: ojos desorbitados, rostros terrosos, muecas dementes. Cuatro mueren, entre
violentísimos espasmos, tras atracarse de agua, desoyendo los consejos que reciben.
La guarnición a la vista del cuadro, enmudece. Algunos se indignan; los más, abaten su ánimo. En el espolón quedan dos supervivientes: un soldado (cuyo nombre ignoramos) y el teniente Casado. Heridos ambos e inconscientes, los rifeños les dan por muertos. Quedarán cautivos.

El desastre había comenzado.

El titular del comentario y la aritmética no se compadecen.

En la posición de Igueriben estaban la 2ª compañia del I Batallón y la 4ª compañia del II Batallón del regimiento de infanteria Ceriñola nº 42 y la 1ª bateria del III grupo del regimiento mixto de Artilleria, con una fuerza total de 304 hombres.

Aunque a la hora de intentar la retirada hubiesen estado todos disponibles (que ni muchisimo menos era asi) al dividir las 15.000 pesetas entre 300 tocan a 50 pesetas por cabeza no a 2 pesetas.
 
El titular del comentario y la aritmética no se compadecen.

En la posición de Igueriben estaban la 2ª compañia del I Batallón y la 4ª compañia del II Batallón del regimiento de infanteria Ceriñola nº 42 y la 1ª bateria del III grupo del regimiento mixto de Artilleria, con una fuerza total de 304 hombres.

Aunque a la hora de intentar la retirada hubiesen estado todos disponibles (que ni muchisimo menos era asi) al dividir las 15.000 pesetas entre 300 tocan a 50 pesetas por cabeza no a 2 pesetas.

Correcto. Lo hice de memoria.....con un dato que me vino a la cabeza, pero que NO es de aquí. Es de otro de los vergonzosos hechos de Annual, en días posteriores. La rendición del Coronel Araujo y la matanza de sus hombres en Quebdani.

No es ése todo el dinero que hay en Quebdani. El sargento Francisco Basallo Becerra recordará que «el capitán iba pagando un duro por cada dos (hombres), diciéndoles que era para que llevaran dinero en el bolsillo a fin de que, cuando formaran fuera, los jovenlandeses les encontraran dinero por si se
evacuaba la posición». A la tropa se le ha ordenado que «se cambiase de ropa y se pusiese las mejores prendas». Luego fueron «dadas las órdenes o avisos para dejar las armas y depositarlas en el suelo, con los correajes, o arrimarlas al parapeto, cual deponen los testigos...» Dos pesetas
cincuenta céntimos, eso es lo que vale la vida de un soldado español de la columna Araújo.


No consta cuanto llevaban en Igueribe. Había algo más de cien útiles en el momento de salir. No parece factible que llevaran 10 pts encima.
Es posible que Benitez pensara también que si los cogían vivos (cosa muy probable), el hecho de encontrar dinero y cosas de valor "aplacaba" los instintos de los jovenlandeses, al menos de momento.
 
Correcto. Lo hice de memoria.....con un dato que me vino a la cabeza, pero que NO es de aquí. Es de otro de los vergonzosos hechos de Annual, en días posteriores. La rendición del Coronel Araujo y la matanza de sus hombres en Quebdani.

No es ése todo el dinero que hay en Quebdani. El sargento Francisco Basallo Becerra recordará que «el capitán iba pagando un duro por cada dos (hombres), diciéndoles que era para que llevaran dinero en el bolsillo a fin de que, cuando formaran fuera, los jovenlandeses les encontraran dinero por si se
evacuaba la posición». A la tropa se le ha ordenado que «se cambiase de ropa y se pusiese las mejores prendas». Luego fueron «dadas las órdenes o avisos para dejar las armas y depositarlas en el suelo, con los correajes, o arrimarlas al parapeto, cual deponen los testigos...» Dos pesetas
cincuenta céntimos, eso es lo que vale la vida de un soldado español de la columna Araújo.


No consta cuanto llevaban en Igueribe. Había algo más de cien útiles en el momento de salir. No parece factible que llevaran 10 pts encima.
Es posible que Benitez pensara también que si los cogían vivos (cosa muy probable), el hecho de encontrar dinero y cosas de valor "aplacaba" los instintos de los jovenlandeses, al menos de momento.

Si, pero en el mismo lugar - Dar Quebdani . tambien hubo comportamientos heroicos como el del capitan Amador y sus hombres como explico en mi articulo sobre Annual:

El día 24 se va a contemplar la vergüenza del intento de compra del agua a un personaje rifeño que desaparecerá después de haber cobrado 500 pesetas de adelanto así como las discusiones en torno a unas misivas remitidas por un capitán español prisionero en las que se insta a la posición a la rendición con la promesa supuesta del caíd de los Beni Said –Kaddur Namar- de dejar marchar a todos. Pero es el día 25 cuando la ignominia va a alcanzar la cumbre. Se reúne un Consejo de Guerra con numerosos oficiales y se opta por aceptar el pacto (21 votos sobre 29 según el coronel Araujo, aunque estas cifras están sujetas a sospecha) y se recaudan 5.000 pesetas que se entregan a uno de los jefes de la cábila como supuesta salvaguarda del pacto, así como se ordena a la tropa que abandone el armamento. Al poco los rifeños acceden a la posición y asesinan a la tropa indefensa, mientras el coronel y los oficiales que se agrupan en su torno (otros saben morir al lado de sus soldados) se apartan de la escena y posteriormente son puestos a salvo por el caíd Kaddur. Este episodio – uno de los más lamentables, si no el que más – del Desastre, le acarreó al coronel Araujo una condena de seis años que un indulto real anuló en 1925.
Pero en el mismo sitio y en el mismo tiempo, se dará un ejemplo completamente contrario que demuestra que cuando los jefes y oficiales españoles supieron cumplir con su deber los soldados no se quedaron atrás. Fue la hazaña de la 6ª compañía del III batallón del regimiento de Melilla que al mando del su capitán D. Enrique Amador Asín se hizo fuerte en la aguada de la posición negándose a rendirse a pesar de los requerimientos de sus indignos jefes y de los rifeños. Cuando estos asaltan la posición, la compañía arma las bayonetas y carga contra la harka pereciendo en la lucha de uno contra diez. Al capitán Amador le será concedida la Laureada.
 
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