Hulagu
¿Como ye lo tuyo, gallu?
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Estampas de Annual:
En Julio de 2021 se cumplirán 100 años del llamado "Desastre de Annual", donde unos 9000 españoles ( y algunos miles de rifeños fieles) fueron masacrados, torturados, quemados, amputados...o murieron de sed, de agotamiento....
Hubo heroísmo...pero también cobardía...enfermos arrojados de las artolas de las mulas para huir con ellas, piezas de artillería que se dejaban atrás para huir con los caballos, oficiales que huyeron abandonando a sus hombres...y otros que murieron intentando contener la marea de miedo e histeria.
Fue sucio, cruel...y puso en solfa al Ejército de Africa..mal mandado, mal entrenado..lleno de pobres que no podían librar (había en los regimientos que estaban "dentro" del RIF un 70% de analfabetos). Corrupto en muchos aspectos, clasista y con una política respecto a las cábilas demencial, armándolas en señas de buena voluntad...para dejarlas a sus espaldas con armamento.
Sirva esta primera historia para comprender el estado de aquel Ejército....el "Batallón de los no esenciales", formado en Melilla con los rancheros, carteros, ordenanzas....Sin armas..o con armas que eran más peligrosas para ellos que para el enemigo...
Y sirva la historia del último grupo que salió de Melilla...mandado por el Capitán Agustín Lopez....cojo, rellenito, mayor ya.....de la escala de Reserva y destinado en el Archivo...pero que supo morir para intentar salvar a sus hombres...para que corrieran como conejos.
Solo dos lo conseguirán: Un sargento, que volvió desmayado por el calor en una mula antes del ataque...y el soldado Martínez, que corrió como el viento y tuvo suerte. Contará su historia a principios de los años 90, con sus 90 años, al historiador Santiago Dominguez Llosa, que tuvo a bien entrevistar a los largo de tres años a los últimos supervivientes de Annual antes de que se murieran.
1.-Las compañías Eventuales. (del libro "Historia Secreta de Annual de Juan Pando".
A estos esfuerzos van a unirse las «Compañías Eventuales», integradas por los soldados en
destinos no indispensables. Son unos trescientos hombres: el batallón de los no esenciales. Van
enfermos del susto y huérfanos en lo militar, pues no están entrenados para hacer decenas de
kilómetros campo a través. Algunos salen equipados con pistolas que se encasquillan al primer tiro
y hasta son peligrosas para quien las usa —la Campogíro, ese «malísimo cacharro» como lo
calificará Ramón Solano; otros se echan al hombro viejas carabinas con munición de diferente
calibre; y unos cuantos exhiben una ridícula bayoneta por toda defensa. Su objetivo defensivo son
unas posiciones-trampa: la línea del Kert, desmanteladas desde la guerra terminada en 1912. Allí
sólo hay grajos y pacos.
Melilla se despereza. La última unidad movilizada para el frente va a partir. Son cuarenta y
cinco: los rancheros, escribientes, carteros, músicos. Hasta los centinelas han salido, dejando vacías
sus garitas. En el cuartel quedan «veinticinco hombres para su custodia» Se alinean con torpeza,
se miran de soslayo entre sí. El soldado de 2ª Andrés Martínez forma en la escuálida columna. El
jefe de todos es el capitán Agustín López, de la Escala de Reserva, jefe del Archivo.
El capitán archivero da la voz de adelante. Salen todos, los cuarenta y cinco no esenciales.
Llevan dos mulos, cargados con unos víveres, agua y unas pocas municiones. Es el 21 de julio de
1921 y de Melilla parten los últimos hombres para defender la España de Alfonso XIII en
jovenlandia. Las cuestas del Rif les ahogan, el calor les mata. Un sargento, «con un fuerte síncope»,
se desploma. Se le sube a un mulo y se le deja atrás. El capitán va el último, demorado por su
obesidad. Algunos piensan que por su ánimo. Se equivocan.
Al alcanzar la orilla derecha del Kert, sobreviene el drama: la compañía del capitán archivero se
topa con una desbandada de españoles acosados por los rifeños. (Los "no esenciales que habían salido antes) El contagio del miedo es instantáneo.
Todos corren hacia Melilla, menos su capitán. Agustín López sabe de su escasa movilidad y
escoge sitio y momento para morir. Revólver en mano se sacrifica para salvar a sus hombres. Que
no logran escapar: de los cuarenta y cinco sobrevivirán el sargento del síncope y el soldado
Martínez, quien relatará este drama a Domínguez Llosa, poco antes de morir en Melilla.
En Julio de 2021 se cumplirán 100 años del llamado "Desastre de Annual", donde unos 9000 españoles ( y algunos miles de rifeños fieles) fueron masacrados, torturados, quemados, amputados...o murieron de sed, de agotamiento....
Hubo heroísmo...pero también cobardía...enfermos arrojados de las artolas de las mulas para huir con ellas, piezas de artillería que se dejaban atrás para huir con los caballos, oficiales que huyeron abandonando a sus hombres...y otros que murieron intentando contener la marea de miedo e histeria.
Fue sucio, cruel...y puso en solfa al Ejército de Africa..mal mandado, mal entrenado..lleno de pobres que no podían librar (había en los regimientos que estaban "dentro" del RIF un 70% de analfabetos). Corrupto en muchos aspectos, clasista y con una política respecto a las cábilas demencial, armándolas en señas de buena voluntad...para dejarlas a sus espaldas con armamento.
Sirva esta primera historia para comprender el estado de aquel Ejército....el "Batallón de los no esenciales", formado en Melilla con los rancheros, carteros, ordenanzas....Sin armas..o con armas que eran más peligrosas para ellos que para el enemigo...
Y sirva la historia del último grupo que salió de Melilla...mandado por el Capitán Agustín Lopez....cojo, rellenito, mayor ya.....de la escala de Reserva y destinado en el Archivo...pero que supo morir para intentar salvar a sus hombres...para que corrieran como conejos.
Solo dos lo conseguirán: Un sargento, que volvió desmayado por el calor en una mula antes del ataque...y el soldado Martínez, que corrió como el viento y tuvo suerte. Contará su historia a principios de los años 90, con sus 90 años, al historiador Santiago Dominguez Llosa, que tuvo a bien entrevistar a los largo de tres años a los últimos supervivientes de Annual antes de que se murieran.
1.-Las compañías Eventuales. (del libro "Historia Secreta de Annual de Juan Pando".
A estos esfuerzos van a unirse las «Compañías Eventuales», integradas por los soldados en
destinos no indispensables. Son unos trescientos hombres: el batallón de los no esenciales. Van
enfermos del susto y huérfanos en lo militar, pues no están entrenados para hacer decenas de
kilómetros campo a través. Algunos salen equipados con pistolas que se encasquillan al primer tiro
y hasta son peligrosas para quien las usa —la Campogíro, ese «malísimo cacharro» como lo
calificará Ramón Solano; otros se echan al hombro viejas carabinas con munición de diferente
calibre; y unos cuantos exhiben una ridícula bayoneta por toda defensa. Su objetivo defensivo son
unas posiciones-trampa: la línea del Kert, desmanteladas desde la guerra terminada en 1912. Allí
sólo hay grajos y pacos.
Melilla se despereza. La última unidad movilizada para el frente va a partir. Son cuarenta y
cinco: los rancheros, escribientes, carteros, músicos. Hasta los centinelas han salido, dejando vacías
sus garitas. En el cuartel quedan «veinticinco hombres para su custodia» Se alinean con torpeza,
se miran de soslayo entre sí. El soldado de 2ª Andrés Martínez forma en la escuálida columna. El
jefe de todos es el capitán Agustín López, de la Escala de Reserva, jefe del Archivo.
El capitán archivero da la voz de adelante. Salen todos, los cuarenta y cinco no esenciales.
Llevan dos mulos, cargados con unos víveres, agua y unas pocas municiones. Es el 21 de julio de
1921 y de Melilla parten los últimos hombres para defender la España de Alfonso XIII en
jovenlandia. Las cuestas del Rif les ahogan, el calor les mata. Un sargento, «con un fuerte síncope»,
se desploma. Se le sube a un mulo y se le deja atrás. El capitán va el último, demorado por su
obesidad. Algunos piensan que por su ánimo. Se equivocan.
Al alcanzar la orilla derecha del Kert, sobreviene el drama: la compañía del capitán archivero se
topa con una desbandada de españoles acosados por los rifeños. (Los "no esenciales que habían salido antes) El contagio del miedo es instantáneo.
Todos corren hacia Melilla, menos su capitán. Agustín López sabe de su escasa movilidad y
escoge sitio y momento para morir. Revólver en mano se sacrifica para salvar a sus hombres. Que
no logran escapar: de los cuarenta y cinco sobrevivirán el sargento del síncope y el soldado
Martínez, quien relatará este drama a Domínguez Llosa, poco antes de morir en Melilla.