Espartano27
Madmaxista
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Cuando los hombres se pajean con la mano son unos alicaídos, unos frikazos o son virgenes. Cuando las mujeras se pajean con las decenas de juguetes sensuales que tienen a su disposicion es porque son mujeres empoderadas y libres.
Aqui tenemos a la tipica española que habla como una jodida orate mental con el pelo de colores, pintada como una fruta barata, con tatuajes y con collar de perro para que veamos que le va el sado, calificando al juguete sensual como su novio.
Por qué el succionador de clítoris es el juguete sensual favorito de las 'millennials'
«No nos da ni tiempo a reponerlo, trabajamos con unos cinco distribuidores a los que se les agotan en la propia fábrica», explica Asier Alonso, propietario del 'sex shop' La Pera, ubicado en las torres de Zabalburu. En su tienda erótica dispone de succionadores de clítoris desde hace cinco años, pero asegura que últimamente está asistiendo a un auténtico boom. «Se lo vendemos a una clienta y en menos de dos semanas nos vienen las amigas y después las amigas de las amigas...
Los chicos prefieren algo en lo que también puedan participar, pero llegan mandados por sus novias», cuenta Alonso. Eso sí, adelanta que tiene un modelo de succionador, más pequeño y compacto, que se puede usar en los encuentros sensuales sin que resulte molesto. En el 'sex shop' Fantasías, situado en la calle General Eguía número 23, también se muestran abrumados ante semejante éxito. «Solo hoy hemos vendido 14 unidades y todavía no son ni las seis de la tarde. Lo compran desde chicas de 18 años hasta mujeres de 70.»
El succionador de clítoris ha revolucionado la masturbación femenina hasta convertirse en un indispensable para muchas mujeres. La fiebre por el Satifyer, el más conocido por su publicidad en redes sociales, lleva meses prodigándose por corrillos, Instagram y chats grupales femeninos de WhatsApp. Pero, ¿por qué ha provocado un auténtico huracán? Su éxito radica en que es más o menos económico (hay modelos desde poco más de treinta euros), resulta manejable y discreto (no tiene forma de miembro viril y se carga a través del USB), y, sobre todo, se presenta como una herramienta eficaz y rápida para llegar al orgasmo en una sociedad acelerada. El 83% de las personas que lo han utilizado alcanzan el clímax en menos de dos minutos, según un estudio realizado por Platanomelón, la tienda erótica digital más popular de España. «En un minuto vi el cielo, y lo cronometré porque le había puesto un WhatsApp a mi amiga avisándole de que lo iba a probar», explicó en sus redes sociales la sexóloga, presentadora y locutora de radio Daniela Blume.
El verdadero avance del succionador de clítoris no es su capacidad para proporcionar placer en tiempo récord, sino visibilizar que para llegar al orgasmo no es necesaria la penetración. De hecho, para muchas mujeres no es suficiente con la penetración, así que buscar una postura en la que poder estimular el clítoris, ya sea manualmente, o con el uso del famoso succionador, puede ser una gran idea.
Este juguete sensual promete orgasmos en menos de dos minutos, como os decíamos antes, ¡con lo divertido que es el camino hacia él! Se maneja con la mano y a través de una suave boquilla ergonómica ofrece una succión -entendida como una pulsación- que también acaricia la cabeza visible del clítoris. Combina succión con vibración y permite regular hasta 11 velocidades. A mayor velocidad, mayor rapidez para alcanzar el orgasmo. Y claro que funciona, cómo no, si succionamos cualquier parte de nuestro cuerpo lo que ocurre fisiológicamente es que a esa zona llega mucha sangre, más de la que llegaría sin succionar. ¿Y qué pasa si hay sangre, mucha sangre? Pues que se siente más y al sentir más se llega más fácilmente al orgasmo.
La succión como fuente de placer
La succión siempre ha sido motivo de placer. Ya desde el vientre materno podemos observar con nuestras ecografías 3D, 4D… como el feto se absorbe los dedos o la mano. Nacemos y «nos enchufan» el pecho materno, con suerte, y sino a la tetina del biberón, que como es nuestra primera experiencia de succión nos sabe igual de rico.
Pero la succión no se queda ahí, porque en el futuro marcara nuestra vida. Dejamos la berza, el biberón y/o el chupete y en unos años, cada vez menos años, desgraciadamente, pasamos a fumar, ya sea tabaco, porros, pipas... ¡la cosa es seguir succionando! Esta experiencia evoca aquellos momentos placenteros de seguridad y nos acerca a esas primeras experiencias con nuestra progenitora, donde todas nuestras necesidades estaban más que cubiertas.
Con el tiempo pasamos a otro tipo de succión, más erótica o quizás, por hablar con propiedad, a una erótica más explícita. Y chupamos y succionamos los genitales de nuestras parejas sensuales, y hacemos porque nos chupen y succionen los nuestros, succionar y ser succionados. Casi en un delirio de integración corporal. Y si a esto le sumamos la tecnología… bufff esto aumenta los matices, tanto los aumenta que cualquier parecido con la realidad es mera ficción.
Y llegamos con toda esta divagación al hoy, donde nos encontramos leyendo cosas como: «¡Qué guay alcanzar el orgasmo en dos minutos! ¡Qué gozada que sin tocarnos lleguemos a un espectacular orgasmo!» Así publicitan, los interesados, el succionador de clítoris, que se ha convertido en la nueva joya de la corona del autoplacer femenino.
¿Pero qué vemos de guay y de gozada en llegar tan rápido al orgasmo? ¿Dónde queda la excitación, el juego, la integración, la evocación de la no separación entre tú y yo en nuestra succión erótica? ¿Dónde nos fusionamos, donde dejamos de ser dos para ser solo uno? ¿No jugamos a ser autosuficientes con tanto aparato? ¿No reflejamos el miedo que nos da depender del otro, por si el otro no está o deja de estar?
Miedo a la intimidad
Que sí, que ya sabemos, todo ayuda en su justa medida. ¿Pero y si la medida no es tan justa? ¿Y si vamos caminando de forma inexorable hacia la autosatisfacción sensual? Avanzamos a pasos agigantados hacia una peligrosa vía que nos lleva a no necesitar o desear al otro. Como si no fuera una gozada que te toquen, chupen, que te metan los dedos y hacer un sinfín de cochinadas súper asquerosamente deliciosas. ¿No será que cada día nos da más miedo la intimidad? ¿No será que cada día vamos más deprisa por la vida y si puedo «llegar» en dos minutos mejor que en diez porque a lo mejor no saco tiempo? Necesitamos corrernos muy rápido porque nuestro ajetreo diario no nos permite recrearnos ni regodearnos en nada. ¡Dos minutos de placer y ya estamos listas para la siguiente tarea!
Si a esto le sumamos que vivimos en una sociedad de consumo, ¿por qué no consumir orgasmos? ¡Cuantos más...mejor! Si tengo tres o cuatro mejor que dos, nos mareamos solo de pensar en números y no en calidad, calidad de sentir, calidad de calidez en el orgasmo, calidad en el relacionarnos con nuestro cuerpo, calidad en la caricia, calidad en el encuentro, da igual si es con nosotras mismas o si es en pareja.
Sin necesidad de tocarte y en dos minutos
Pero lo que nos alarma, lo que nos da miedo en realidad, no es el juguete en sí mismo, que a algunas chicas les puede ayudar mucho si es bien usado, como todo en la vida. Y que a otras nos ha gustado dentro de un contexto de juego y no usado él solo. Lo que nos llama la atención y nos aterroriza es cómo nos lo venden: que nos digan que gracias a él no hace falta tocarnos con nuestras propias manos y que con dos minutos basta para alcanzar el clímax.
El juguetito te permite llegar al orgasmo sin tocarnos directamente y nosotras… pues ya sabéis, como sexólogas que somos y trabajando en donde trabajamos, Albora Bide, vemos tantas y tantas mujeres que no se tocan o que tienen ciertas reticencias con respecto a sus genitales, que miedo nos da un juguetito que les permita querersese sin tocarse. Porque ¿para qué necesitan superarlo entonces? ¿Para qué enfrentarse a los fantasmas si podemos ignorarlos, si podemos meterlos bajo la alfombra? Pues para superar traumas, para seguir avanzando sin pesadillas, para disfrutar plenamente y conscientemente de nuestro cuerpo y del cuerpo de la otra persona, para afianzarnos y que nuestra autoestima mejore y sigamos creciendo.
Conviene recordar que los succionadores masculinos ya existían y siguen existiendo para favorecer la rigidez* y la sensibilidad. Lo que han hecho en este caso es pura adaptación del método, succionar el clítoris para irrigarlo de sangre y, por lo tanto, que este más sensible y más susceptible de llegar al orgasmo.
Los juguetes eróticos ayudan a salir de la rutina
Por otro lado, nos reconocemos a nosotras mismas como apasionadas y casi obsesas de los juguetes eróticos, porque ayudan a salir de la rutina, porque la tecnología a veces es maravillosa y nos hace sentir sensaciones diferentes a las que estábamos acostumbradas, porque nos ayuda en los procesos de excitación e incluso a llegar al orgasmo. Además, se pueden probar las sensaciones del succionador en otras zonas erógenas como los galletaes o por qué no, también en el glande del miembro viril. Lo que no nos gusta es que hagan apología de no necesitar tocarnos, eso nos da miedo. Nos asusta que si ya no es necesario tocarse con los dedos o con la boca, aquellas mujeres que llegan a nuestra consulta de Albora Bide y otras muchas que ni se atreven a venir a quitarles la sábana a sus fantasmas, no se tocarán nunca, mantendrán su «fobia» y la camuflarán con modernidad. Usemos la tecnología para ayudarnos y no para tapar. Entonces y solo entonces, valdrá la pena.
Aqui tenemos a la tipica española que habla como una jodida orate mental con el pelo de colores, pintada como una fruta barata, con tatuajes y con collar de perro para que veamos que le va el sado, calificando al juguete sensual como su novio.
Por qué el succionador de clítoris es el juguete sensual favorito de las 'millennials'
«No nos da ni tiempo a reponerlo, trabajamos con unos cinco distribuidores a los que se les agotan en la propia fábrica», explica Asier Alonso, propietario del 'sex shop' La Pera, ubicado en las torres de Zabalburu. En su tienda erótica dispone de succionadores de clítoris desde hace cinco años, pero asegura que últimamente está asistiendo a un auténtico boom. «Se lo vendemos a una clienta y en menos de dos semanas nos vienen las amigas y después las amigas de las amigas...
Los chicos prefieren algo en lo que también puedan participar, pero llegan mandados por sus novias», cuenta Alonso. Eso sí, adelanta que tiene un modelo de succionador, más pequeño y compacto, que se puede usar en los encuentros sensuales sin que resulte molesto. En el 'sex shop' Fantasías, situado en la calle General Eguía número 23, también se muestran abrumados ante semejante éxito. «Solo hoy hemos vendido 14 unidades y todavía no son ni las seis de la tarde. Lo compran desde chicas de 18 años hasta mujeres de 70.»
El succionador de clítoris ha revolucionado la masturbación femenina hasta convertirse en un indispensable para muchas mujeres. La fiebre por el Satifyer, el más conocido por su publicidad en redes sociales, lleva meses prodigándose por corrillos, Instagram y chats grupales femeninos de WhatsApp. Pero, ¿por qué ha provocado un auténtico huracán? Su éxito radica en que es más o menos económico (hay modelos desde poco más de treinta euros), resulta manejable y discreto (no tiene forma de miembro viril y se carga a través del USB), y, sobre todo, se presenta como una herramienta eficaz y rápida para llegar al orgasmo en una sociedad acelerada. El 83% de las personas que lo han utilizado alcanzan el clímax en menos de dos minutos, según un estudio realizado por Platanomelón, la tienda erótica digital más popular de España. «En un minuto vi el cielo, y lo cronometré porque le había puesto un WhatsApp a mi amiga avisándole de que lo iba a probar», explicó en sus redes sociales la sexóloga, presentadora y locutora de radio Daniela Blume.
El verdadero avance del succionador de clítoris no es su capacidad para proporcionar placer en tiempo récord, sino visibilizar que para llegar al orgasmo no es necesaria la penetración. De hecho, para muchas mujeres no es suficiente con la penetración, así que buscar una postura en la que poder estimular el clítoris, ya sea manualmente, o con el uso del famoso succionador, puede ser una gran idea.
Este juguete sensual promete orgasmos en menos de dos minutos, como os decíamos antes, ¡con lo divertido que es el camino hacia él! Se maneja con la mano y a través de una suave boquilla ergonómica ofrece una succión -entendida como una pulsación- que también acaricia la cabeza visible del clítoris. Combina succión con vibración y permite regular hasta 11 velocidades. A mayor velocidad, mayor rapidez para alcanzar el orgasmo. Y claro que funciona, cómo no, si succionamos cualquier parte de nuestro cuerpo lo que ocurre fisiológicamente es que a esa zona llega mucha sangre, más de la que llegaría sin succionar. ¿Y qué pasa si hay sangre, mucha sangre? Pues que se siente más y al sentir más se llega más fácilmente al orgasmo.
La succión como fuente de placer
La succión siempre ha sido motivo de placer. Ya desde el vientre materno podemos observar con nuestras ecografías 3D, 4D… como el feto se absorbe los dedos o la mano. Nacemos y «nos enchufan» el pecho materno, con suerte, y sino a la tetina del biberón, que como es nuestra primera experiencia de succión nos sabe igual de rico.
Pero la succión no se queda ahí, porque en el futuro marcara nuestra vida. Dejamos la berza, el biberón y/o el chupete y en unos años, cada vez menos años, desgraciadamente, pasamos a fumar, ya sea tabaco, porros, pipas... ¡la cosa es seguir succionando! Esta experiencia evoca aquellos momentos placenteros de seguridad y nos acerca a esas primeras experiencias con nuestra progenitora, donde todas nuestras necesidades estaban más que cubiertas.
Con el tiempo pasamos a otro tipo de succión, más erótica o quizás, por hablar con propiedad, a una erótica más explícita. Y chupamos y succionamos los genitales de nuestras parejas sensuales, y hacemos porque nos chupen y succionen los nuestros, succionar y ser succionados. Casi en un delirio de integración corporal. Y si a esto le sumamos la tecnología… bufff esto aumenta los matices, tanto los aumenta que cualquier parecido con la realidad es mera ficción.
Y llegamos con toda esta divagación al hoy, donde nos encontramos leyendo cosas como: «¡Qué guay alcanzar el orgasmo en dos minutos! ¡Qué gozada que sin tocarnos lleguemos a un espectacular orgasmo!» Así publicitan, los interesados, el succionador de clítoris, que se ha convertido en la nueva joya de la corona del autoplacer femenino.
¿Pero qué vemos de guay y de gozada en llegar tan rápido al orgasmo? ¿Dónde queda la excitación, el juego, la integración, la evocación de la no separación entre tú y yo en nuestra succión erótica? ¿Dónde nos fusionamos, donde dejamos de ser dos para ser solo uno? ¿No jugamos a ser autosuficientes con tanto aparato? ¿No reflejamos el miedo que nos da depender del otro, por si el otro no está o deja de estar?
Miedo a la intimidad
Que sí, que ya sabemos, todo ayuda en su justa medida. ¿Pero y si la medida no es tan justa? ¿Y si vamos caminando de forma inexorable hacia la autosatisfacción sensual? Avanzamos a pasos agigantados hacia una peligrosa vía que nos lleva a no necesitar o desear al otro. Como si no fuera una gozada que te toquen, chupen, que te metan los dedos y hacer un sinfín de cochinadas súper asquerosamente deliciosas. ¿No será que cada día nos da más miedo la intimidad? ¿No será que cada día vamos más deprisa por la vida y si puedo «llegar» en dos minutos mejor que en diez porque a lo mejor no saco tiempo? Necesitamos corrernos muy rápido porque nuestro ajetreo diario no nos permite recrearnos ni regodearnos en nada. ¡Dos minutos de placer y ya estamos listas para la siguiente tarea!
Si a esto le sumamos que vivimos en una sociedad de consumo, ¿por qué no consumir orgasmos? ¡Cuantos más...mejor! Si tengo tres o cuatro mejor que dos, nos mareamos solo de pensar en números y no en calidad, calidad de sentir, calidad de calidez en el orgasmo, calidad en el relacionarnos con nuestro cuerpo, calidad en la caricia, calidad en el encuentro, da igual si es con nosotras mismas o si es en pareja.
Sin necesidad de tocarte y en dos minutos
Pero lo que nos alarma, lo que nos da miedo en realidad, no es el juguete en sí mismo, que a algunas chicas les puede ayudar mucho si es bien usado, como todo en la vida. Y que a otras nos ha gustado dentro de un contexto de juego y no usado él solo. Lo que nos llama la atención y nos aterroriza es cómo nos lo venden: que nos digan que gracias a él no hace falta tocarnos con nuestras propias manos y que con dos minutos basta para alcanzar el clímax.
El juguetito te permite llegar al orgasmo sin tocarnos directamente y nosotras… pues ya sabéis, como sexólogas que somos y trabajando en donde trabajamos, Albora Bide, vemos tantas y tantas mujeres que no se tocan o que tienen ciertas reticencias con respecto a sus genitales, que miedo nos da un juguetito que les permita querersese sin tocarse. Porque ¿para qué necesitan superarlo entonces? ¿Para qué enfrentarse a los fantasmas si podemos ignorarlos, si podemos meterlos bajo la alfombra? Pues para superar traumas, para seguir avanzando sin pesadillas, para disfrutar plenamente y conscientemente de nuestro cuerpo y del cuerpo de la otra persona, para afianzarnos y que nuestra autoestima mejore y sigamos creciendo.
Conviene recordar que los succionadores masculinos ya existían y siguen existiendo para favorecer la rigidez* y la sensibilidad. Lo que han hecho en este caso es pura adaptación del método, succionar el clítoris para irrigarlo de sangre y, por lo tanto, que este más sensible y más susceptible de llegar al orgasmo.
Los juguetes eróticos ayudan a salir de la rutina
Por otro lado, nos reconocemos a nosotras mismas como apasionadas y casi obsesas de los juguetes eróticos, porque ayudan a salir de la rutina, porque la tecnología a veces es maravillosa y nos hace sentir sensaciones diferentes a las que estábamos acostumbradas, porque nos ayuda en los procesos de excitación e incluso a llegar al orgasmo. Además, se pueden probar las sensaciones del succionador en otras zonas erógenas como los galletaes o por qué no, también en el glande del miembro viril. Lo que no nos gusta es que hagan apología de no necesitar tocarnos, eso nos da miedo. Nos asusta que si ya no es necesario tocarse con los dedos o con la boca, aquellas mujeres que llegan a nuestra consulta de Albora Bide y otras muchas que ni se atreven a venir a quitarles la sábana a sus fantasmas, no se tocarán nunca, mantendrán su «fobia» y la camuflarán con modernidad. Usemos la tecnología para ayudarnos y no para tapar. Entonces y solo entonces, valdrá la pena.