Entrevista a Maldito Hijo de cortesana

Nos recibe Maldito Hijo de cortesana en su casa de La Floresta, modesta, pero preciosa y nos sentamos con él en una zona umbría de la zona norte de su parcela de esta maravillosa ciudad jardín, única en España. No lo vemos viejo. Tampoco joven. De pelo casi blanco y barba corta. Nos sirve Joana, su mujer, una cerveza catalana y nos ofrece un tiento de whisky excelente. No es un Macallan, pero, ¿a qué engañarnos?, tampoco somos gente de gusto selecto.


Y la entrevista se desarrolla rápidamente, porque Joana, su preciosa esposa, está preparando una paella valenciana con pollo y conejo, garrofó, ferraura y tavella a la que le queda media hora. Joana tiene una edad, habrá cumplido ya los 60, pero su esbeltez es la de una jovencita. Francamente, pocos culos hemos visto de tan exquisita presencia.


–Si se hubiera tratado de una paella de marisco, de bolets, o un arroz a banda, la hubiera cocinado yo. Pero la auténtica paella valenciana sólo la hace Joana en esta casa.


En fin, tras esa culinaria declaración de poder, y volviendo al asunto, empezamos a preguntar como ametralladoras alemanas:


–Tras lo que sabemos de las inoculaciones tóxicas de las mal llamadas banderillas y las decenas de millones de muertos que han provocado en todo el mundo, tras el desprecio que representan a la vida humana y a los derechos básicos del hombre, ¿qué nos espera, Maldito?


–Pues lo que es obvio: sé y por eso vaticino con precisión de cirujano oftalmólogo, aunque le pueda parecer un cabrón regalándole un cortauñas a un manco: Que habrá guerra nuclear en los próximos meses entre Occidente y el tándem Rusia-China. Ucrania y Taiwan son los detonantes, como el olor a juvenil shishi cachondo es el detonante de la rigidez* de un recluta. EEUU quiere y necesita esa guerra. Los norteamericanos están desesperados, han perdido la hegemonía en el mundo, no pueden seguir viviendo de imponer su depredación por la fuerza y no ven otra solución que la que les propone la Mafia Jázara: destruirlo todo, especialmente Europa, y renacer como ave fénix de las cenizas.


–No se atreverán, creo yo –oso decir–, porque eso significa la fin de hasta el último ser humano. Una guerra termonuclear sería como convertir la Tierra en un pequeño Sol.


–Pues no, querido ácrata. Será terrible, pero no tanto. La reacción en cadena no existe, de modo que no se tratará de explosiones nucleres altamente destructivas, sino de potentísimos racimos de bombas convencionales cargadas de elementos radiactivos, tal como sucedió en Hiroshima y Nagasaki. Oiga, ¿es que no lee a los técnicos de su propia publicación? Félix Udivarri, por ejemplo. Las ciudades serán como inmensos chernobyls. De paso, los ejércitos del mundo se desharán del inmenso arsenal de residuos radiactivos en forma de las inoperantes bombas B-61 y sus equivalentes rusos. A esto se le llama reciclar armamento, que viene a ser como echar la cosa al río y llamarlo alimentar a los peces.


–Vale. Eso es que los edificios quedarán en pie. Pero ¿y la gente, el pueblo, las masas desheredadas? –estoy prácticamente cagado vivo, diarréico, ante su imprevisible respuesta.


–Pues depende de lo que hayan hecho hasta ese día. Las radiaciones nucleares provocarán la fin casi inmediata de todos los medicados recientes y la enfermedad grave de los medicados alguna vez en el pasado. Las radiaciones ionizantes, no sé si lo sabe, excitan el óxido de grafeno y lo convierten en un eficaz y rápido ultraoxidante malo de células. Los no medicados resistiremos más al no tener el grafeno letal como catalizador en sangre.


–Pero ¿qué más da si estamos medicados o no, si nos llueven los isótopos radiactivos a todos?


–Es que la huída preventiva de las ciudades será imprescindible para sobrevivir. Los medicados no tendrán dónde esconderse. No habrá nada que hacer por ellos. Morirán tranquilos como ojos de vidrio mientras en la tele les sigan mintiendo. Puede que hasta aplaudan cada tarde en los balcones. Sus tragaderas no tienen límite. La Mafia Jázara controla sus mentes, sus vidas y su fin.


–Pues no veo yo que haya manera de evitar el exterminio de todos…–digo con un hilo de voz, mientras me meto un trago de whisky que apenas me consuela.


–Hay hechos objetivos: La atmósferá estará radiactivamente intoxicada. Las mascaras militares serán necesarias para sobrevivir en los lugares más contaminados, excepto en lugares especialmente preparados por las élites NF (no foreskin, sin prepucio), como Madagascar y La Patagonia, que serán algunos de sus refugios. Para ellos, esta Gran Matanza Mundial será como ir de pic-nic. Un picnic peligroso, sí, pero seguirán siendo la cabeza del león, aunque tal león parezca a esas alturas un gato con pelagra.


–Pero ¿hacia dónde nos dirige esa élite despiadada?


–Buena pregunta. Como resultado de la ejecución del Plan Maestro, la élite de la etnia elegida por Dios para poseer (y destruir a su antojo) el mundo será propietaria del planeta entero con todo lo que contiene: fauna, flora y humanidad. Para esa gente, por llamarle algo, tiene el mismo valor un árbol que un niño palestino. O sueco. Ninguno. Prueba de ello es que han ordenado destruir todos los bosques de Europa. ¿O es que no se da usted cuenta de que los incendios no se atribuyen ya a locos incendiarios, como siempre hicieron antes, sino a un gilipollesco e inexistente cambio climático? Son esas élites las que mandan arrasar los bosques y son sus vicarios los que los queman. En España, esos vicarios son agentes infiltrados en el SEPRONA.


–Pero ¿qué sentido práctico tiene para ellos todo esto, cuál es el objetivo de cargarse a la humanidad?


–Pregunta usted para qué les va a servir todo esto… Para lo mismo que al Tío Gilito sus cámaras acorazadas llenas de oro. Para nada, para disfrutar de su avaricia.





Se mete un buen trago de whisky y sigue:


–Y para ejercer el dominio total sobre la Tierra, ver cumplida la Gran Promesa de Yahweh por la que sacrificaron sus prepucios todos ellos. Como el escorpión del cuento de la rana y el río, el genocidio está en su naturaleza. Viven de generar tragedias mundiales, todas las guerras conocidas son obra suya, de todas las desgracias obtienen beneficio y, sobre todo, mayor acumulación de poder.


–¿Es posible que esos tipos no sean otra cosa que intermediarios de extraterrestres que canalizan la energía del sufrimiento humano a dimensiones distintas de las tres conocidas? –suelto la pregunta sin que estuviera en mi guión, tan nervioso estoy que echo un trago al botellín de cerveza y se me derrama por la comisura de los labios.


–Calma, amigo ácrata, que le veo a usted más lanzado que un finlandés con una jabalina. Ya he leído el artículo que tuvo los huevonazos de publicar ácratas hace pocos meses. Eso es sarama intelectual. El Gran Reseteo no es más que una maniobra para cobrar la usuraria deuda al mundo, para hacerse con la propiedad de todo, oro, acciones de grandes compañias, ahorros de la gente, inmuebles públicos y privados (1). Son monstruos, sí, pero bien terrestres; y, por lo tanto, exterminables, que es lo que tratan de ocultar detrás de esas galácticas teorías. Para orates, perdone usted: Se inventan unos alienígenas y nos distraen de la evidente solución, que es engancharlos a todos por el cuello en el primer árbol disponible.


–Menudo panorama. Tengo mujer e hijos. Hemos mantenido el coraje de no banderillarnos, nos hemos enfrentado incluso a la pérdida de un puesto de trabajo. ¿Tanto sacrificio para nada?


–Mantenga el sentido común. Si no puede usted deslumbrar con su brillantez, al menos no desconcierte con su grisalla. Usted no se ha medicado por puro egoísmo, no en un gesto humanitario. Usted sabía que banderillarse era letal. Ha hecho usted muy bien. Sé que ha tratado de salvar a cuantos ha podido, que han sido poquísimos. Sé que se ha quedado pasmado ante el borreguismo de amigos y conocidos, de hermanos, de gente a la que usted creía inteligente. ¿Sabe usted por qué? Porque la inteligencia se disuelve ante el miedo como un pedo en una corriente de aire.


–Quería decir que no servirá para nada no haberse medicado…


–¿Cómo que no? De momento, no ha muerto usted asfixiado en cualquier UCI de esos mataderos públicos que llaman hospitales. Pero hay más. Al contrario de lo que la gente cree, los que hemos rechazado las inoculaciones banderillales no vamos a ser perseguidos por ello. Si nos organizamos, y nos organizaremos a la fuerza, será bien al contrario: seremos respetados, porque armas para defendernos van a sobrar en los cuarteles sin matones que impida el acceso a las mismas (¿quiénes nos van a perseguir si policías y soldados estarán intoxicados con grafeno y más ciegos que los pollos congelados del Eroski?), no nos exterminarán porque no van a poder ni querer, sino que se nos comprará la voluntad al precio que sea para formar parte del Nuevo Orden Mundial, de la seguridad y de los ejércitos del futuro. A cambio, beneficios, viviendas y acceso mujeres para procrear, adiós al feminismo de la astuta del Suma.Todos seguiremos sin banderillar para resistir las radiaciones. Con vestimentas especiales nada llamativas, sencillas, suficientemene eficaces para que vayamos muriendo en cosa de un par de decenas de años, como los replicantes de Blade Runner. A los medicados les habrá ido mucho peor, estarán simplemente muertos, abandonados en las ciudades en las que nadie osará entrar durante los próximos 100 años. Ni siquiera vamos a enterrarlos. ¿Para qué? Sólo entraremos en las ciudades a recoger a las decenas de miles de niños pequeños que sigan vivos porque no estaban medicados y que ya no tendrán padres. Luego, a cuidarlos en nuestros campamentos, dejarlos crecer en paz hasta que puedan valerse por sí mismos.


–Lo que me dices, Maldito, me parece aterrador, una distopía inimaginable.


–¿Acaso lo que estamos viviendo ahora mismo no es una distopia inimaginable? ¿Quién shishi hubiera imaginado esto hace 10 años? ¿Quién un Gran Confinamiento Global sin causa otra que la imposición del dominio absoluto?


–Usted lo imaginó. Está puesto por escrito en sus artículos predictivos –pero me contesta con un gesto de desdén:


–Escribí esos artículos creyendo que exageraba y me quedé corto. La Historia es siempre lo mismo: una mezcla de maldad, estupidez e inocencia, lo que resume todo su misterio. Ahora esa maldad es satánica; esa estupidez, inaudita y la inocencia, la de «Copito de Nieve», el corderito de Heidi, camino del matadero. La salvación personal, familiar, grupal, étnica, será la única posible. Lo que implica adquirir un montón de habilidades que hoy no tenemos, pero que serán imprescindibles. Ni las menciono, porque si lo hago, nos cierran el blog. Las ciudades serán inmensos cementerios llenos de cadáveres momificados por las radiaciones. Y tendremos que asumir la disyuntiva: O nos dejamos sobornar y nos incorporamos al Nuevo Orden Mundial, a la seguridad y bienestar de las vidas de los únicos verdaderos hombres a ojos de Dios; o vamos a la nuestra y creamos unidades convivenciales de ayuda mutua y economía sin dinero. Viviendo al margen, no seremos un peligro para las élites, que comprarán esclavos sensuales entre los no medicados a cambio de darles una buena vida, como los esclavos griegos en la antigua Roma. ¡Menudo paso atrás civilizatorio!


–No veo cómo sobrevivir en todo caso… –digo con un hilo de voz.


–Pero ¿sabe usted, alma de cántaro, lo que ahora mismo significa sobrevivir? Sobrevivir no significa tener futuro a un decenio vista, sino no morir en los próximos días. Siempre ha sido así, excepto en el último medio siglo XX y primer decenio del XXI, el tiempo de las matanzas y las mentiras mediáticas. El medio siglo que hemos vivido a costa de la explotación y de la desgracia de los desheredados del mundo.


La comida y las aguas, como la atmósfera en las zonas de circulación de vientos, estarán contaminadas, pero no tanto como se cree. Es mucha atmósfera para tan poco material. La dilución y las lluvias lo harán llevadero. En cuanto al suelo, ya hay turismo de élite en Chernobyl hoy día. Habremos de reforzar nuestro sistema inmunitario con potentes antioxidantes, en vez de con los inoperantes medicamentos convencionales contra las radiaciones de las Big Pharma. Al cabo de un tiempo, la victoria será nuestra. Una nueva raza humana inteligente, audaz, resistente a todo y solidaria aparecerá sobre la faz de la Tierra y volverá a vivir en armonía, aunque no quede vivo más que uno de cada 15 (como nos vaticinan las Piedras de Georgia). Cuando algún prestamista judío se acerque a las inmediaciones de una de nuestras comunidades lo alejaremos a pedradas, como a los perros rabiosos.


–Habla usted de Victoria. No veo por qué van a perder esta guerra los Hijos de Dios, si lo tienen todo…


–Porque no hay más victoria que la militar, la impuesta por la violencia. Y un principio básico de toda victoria militar es ocupar el territorio vencido con población dominante. Al menos un 10%. Y la Mafia Jázara no tiene gente, consistirá en unos poquísimos millones de alicaídos, con las platanos de madera, rezando y amando ninfas bellísimas y niños indefensos. Son unos perversoss sin valores humanos, cobardes como ratas.


–En fin. Ojalá sea como dices, Maldito, y ganemos esta guerra a fin –digo mientras apuro el vaso de whisky– Como conclusión, ¿quieres añadir algo más para nuestros lectores?


–Pues nada que no sea cierto y evidente: Que el Gran Holocausto profetizado en el Pentateuco, en la Torá, se autocumplirá. Porque no hay mejor manera de predecir el futuro que inventarlo e imponerlo a sangre y fuego desde el principio, siguiendo una agenda renglón por renglón. Desde los Protocolos de los Sabios de Sión a la Agenda 2030, todas las agendas del Sanedrín Jázaro han conducido al mismo objetivo.


Termina la entrevista, nos zampamos a continuación una paella valenciana excelente con un vino rosado de Utiel-Requena realmente exquisito.


A los postres, como quiera que me ve preocupado, me dice:


–Ánimo, ácrata. No se lo tome tan mal. ¡Piense que hasta el más preciso de los cirujanos oftalmólogos deja a algún paciente tuerto! –y levanta su copa de vino para que brindemos por la vida.


Tras felicitar a Joana por su arte culinario, digno de los mejores cocineros de la Malvarrosa, nos vamos como vinimos, cargados de temores y dudas, aunque no podemos negar que Maldito ha sido claro. Todo se verá.





ÁCRATAS








NOTAS (1) Ése es el significado de la frase «En 2030 no tendrás nada y serás feliz».


Hicimos otra entrevista a Maldito hace más de 12 años, en abril de 2010. Eran otros tiempos, Maldito más joven, un nihilista, Joana no estaba con él por entonces:



Creo que forman un buen conjunto de opiniones en las que los 4 años pasados de destrucción de libertades es bien patente.

Lee este paper científico, pobre fulastre: