Otras personas que pasaban por el lugar recriminaron a la víctima que hubiera sujetado al agresor y lo acusaron de racismo, ya que los agresores son de origen árabe. En ese momento de desconcierto fue cuando el agresor con la botella aprovechó para asestarle un corte en el cuello con el cristal. Al percatarse de la proximidad de las patrullas de Policía Nacional el grupo que había intervenido ajeno a la escena salió corriendo, mientras la víctima quedó tendida en el suelo hasta ser asistida por los agentes y siendo los agresores detenidos.
Una vez en el centro médico al que el agresor tuvo que ser trasladado para tratarse de los cortes producidos por esgrimir el cristal, el detenido amenazó de fin a uno de los agentes de Policía Nacional que le custodiaba y un vigilante de seguridad del centro hospitalario.