En las tabernuchas Paco de cosa solo hay ralea, miseria humana y enfermedad

estroboscopico

Estroboscopico
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13 Mar 2022
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El típico bar, donde el camarero además es el dueño y hace las veces de cocinero guarro.

El dueño abrió el bar porque básicamente nadie le daba trabajo por su nula formación y por su pésimo desempeño, así que, qué mejor para un inútil inculto, que montar un puñetero bar Paco, de esos que la grasa chorrea por las paredes y donde en el WC siempre suele haber una cucaracha muerta.

Después está la clientela, que básicamente son una panda de desgraciados como el dueño, unos viven de la pensión de jubilación, otros de paguitas por discapacidad, otro no se sabe, alguno va allí a estar localizable en el barrio, como si aquello fuese una oficina, con el objeto de que algún vecino de la zona, le llame para cambiar un WC, pintar un piso o hacer alguna chapuza por el estilo, que lógicamente hará de fruta pena, porque tampoco es que sepa ni ganas de aprender.

Por supuesto, en ese tipo de sumideros de guano humana siempre tiene que haber un alcohólico, uno que habla a voces, da risotadas y da abrazos en la mesa cuando se emociona viendo en la TV del bar un partido de fútbol, que es el deporte rey entre los desgraciados incultos pacobariles.

También es bastante habitual que uno de los parroquianos sea un anciano con demencia, al que nadie hace puñetero caso y que tampoco nadie sabe muy bien que hace allí, porque ni habla con nadie ni tampoco consume nada y donde la única explicación que encuentro es que sea el padre que puso la pasta para que el inútil de su hijo montase el puñetero bar.

Por supuesto como no hay mucho que hacer, o más bien, nada que hacer durante todo el día, ahí se tiran las horas muertas bebiendo, hablando de estultoadas, soltando las típicas mamarrachadas sobre la política en tono chabacano, como no podía ser menos.

En definitiva, en esos bares acaba la cosa de la cosa y se deberían de cerrar por higiene social y sus clientes, enviados a picar piedra a algún remoto paraje, para que al menos no apesten a la gente que se cruzan con ellos en la vida.
 
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El típico bar, donde el camarero además es el dueño y hace las veces de cocinero guarro.

El dueño abrió el bar porque básicamente nadie le daba trabajo por su nula formación y por su pésimo desempeño, así que, qué mejor para un inútil inculto, que montar un puñetero bar Paco, de esos que la grasa chorrea por las paredes y donde en el WC siempre suele haber una cucaracha muerta.

Después está la clientela, que básicamente son una panda de desgraciados como el dueño, unos viven de la pensión de jubilación, otros de paguitas por discapacidad, otro no se sabe, alguno va allí a estar localizable en el barrio, como si aquello fuese una oficina, con el objeto de que algún vecino de la zona, le llame para cambiar un WC, pintar un piso o hacer alguna chapuza por el estilo, que lógicamente hará de fruta pena, porque tampoco es que sepa ni ganas de aprender.

Por supuesto, en ese tipo de sumideros de guano humana siempre tiene que haber un alcohólico, uno que habla a voces, da risotadas y da abrazos en la mesa cuando se emociona viendo en la TV del bar un partido de fútbol, que es el deporte rey entre los desgraciados incultos pacobariles.

También es bastante habitual que uno de los parroquianos sea un anciano con demencia, al que nadie hace puñetero caso y que tampoco nadie sabe muy bien que hace allí, porque ni habla con nadie ni tampoco consume nada y donde la única explicación que encuentro es que sea el padre que puso la pasta para que el inútil de su hijo montase el puñetero bar.

Por supuesto como no hay mucho que hacer, o más bien, nada que hacer durante todo el día, ahí se tiran las horas muertas bebiendo, hablando de estultoadas, soltando las típicas mamarrachadas sobre la política en tono chabacano, como no podía ser menos.

En definitiva, en esos bares acaba la cosa de la cosa y se deberían de cerrar por higiene social y sus clientes, enviados a picar piedra a algún remoto paraje, para que al menos no apesten a la gente que se cruzan con ellos en la vida.

Menos mal que vas tu alli, un vago parado, obeso y desagradable, sin gracias conocidas, a elevar el nivel. No se que harian sin ti siendo uno mas en el bar, seguro que te admiran enormemente, aunque sea en el mas estricto secreto.
 
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