Si alguien se cree que en apenas diez años se pasó de un país en el que apenas se conocían las drojas a otro con una epidemia de adicción a la heroína y robos de bancos de forma natural, es muy, muy inocente.
En este artículo cuentan un poquito de la verdad como "hipótesis".
https://ctxt.es/es/20180117/Politica/17297/Esteban-Ordoñez-heroina-estado-españa-arriola-droja.htm
Justo Arriola lo vivió en su propio pueblo, Elgoibar, una de las localidades más golpeadas por el sida que se contagiaban los adictos al compartir las agujas. “Hubo un bar famoso, el Lojantzi, que se convirtió en un supermercado. Era tan fácil para la gente… Yo estaba en el instituto, pero sabía perfectamente adónde tenía que ir y a quién comprar, y el cuartel que estaba al lado también lo sabía; estaba muy permitido, había interés en que se esparciera por el País Vasco”, expresa.
Arriola señala la contribución del Estado en la expansión de la sustancia en dos direcciones. Por un lado, permisividad: datos de principios de los 80 arrojaban que se detenía a un traficante de cada 150; el debate es en qué grado ocurría por carencia de recursos y de la agilidad necesarias, y en qué grado se trataba de una acción deliberada. Y, por otro lado, apunta a la implicación activa de los cuerpos policiales: “Había traficantes con licencia para traficar a cambio de dar información sobre el movimiento popular o sobre ETA. Luego había otros que pagaban grandes sumas de dinero a las fuerzas de seguridad, sobre todo, de Intxaurrondo (Guipuzkoa). Eso lo recogió el fiscal de la Audiencia Provincial de Donosti Luis Navajas en el famoso informe Navajas [1989]”.