En marzo del pasado año, mi marido y yo superamos una crisis y tuvimos un hijo. Hoy, más feliz que nunca, tengo que sufrir el acoso de mi ex.
Mi ex y yo trabajamos en el mismo hospital, allí nos conocimos durante una temporada en la que estaba aún soltera, ahora me maldigo, pero qué sabía yo. Lo tengo que ver todos los días y sufrirlo todos los días. Hace años era un chico callado, tímido y buena persona, pero se ha vuelto cínico y muy posesivo.
Antes siempre era lo mismo. Me buscaba cualquier rato, en cualquier parte de hospital, para decirme que cometía un error casada con mi marido, que estábamos hechos el uno para el otro, que dejara a mi marido, que quería verme fuera de trabajo... yo intentaba explicarle que todo acabó, pero no escuchaba. Me mandaba larguísimos whatsaps, yo siempre le contestaba lo mismo, "No lo voy a leer, lo siento" y lo borraba. Le bloqueé en el móvil el pasado junio, cuando me mandó 36 mensajes a las 2 de la mañana un viernes. Lo consideraba excesivo, pero controlable. Entendía que estuviera molesto, lo toleraba.
Mi marido fue varias veces a recogerme al hospital para intentar hablar con él. Mi ex siempre se escabulla y se niega a hablarle, siquiera. La primera vez pasó de largo y tuve que pedirle a mi marido que lo dejara, porque quiso ir detrás de él. Otras veces, se entera de que mi marido me está esperando, y se va por la puerta trasera para no encontrárselo.
Todo este acoso, yo más o menos lo soporto. Al ser en el trabajo, puedo tomar medidas para que haya gente delante casi siempre y abortar sus intentos. Pero últimamente va a más. Me he enterado de que empieza a vigilar mi casa. El sábado pasado me manda un whatsapp preguntándome que qué hacía con la luz del salón encendida a las 12 de la noche. Finge encuentros casuales en sitios que yo sé que él no va normalmente, como el Mercadona que hay cerca de mi casa, o el Telepizza donde a veces voy los viernes a pillar cena. El pasado viernes en Telepizza me llegó a agarrar del brazo para que no me fuera, gritándome que me fuera con él. Perdí los nervios y le dije que si me tocaba otra vez, lo denunciaba. Hoy aún no me lo he cruzado en el trabajo, no sé como va a reaccionar.
Yo no quiero denunciarlo, ni que tenga consecuencias en el trabajo para él. Tampoco quiero contarle a mi marido lo de la otra noche, porque es un hombre muy violento si le tocan a su gente, y es capaz de acabar teniendo problemas por liarse a tortas con mi ex. Pero así no puedo seguir. No puedo más, acabo cogiendo miedo a ir a trabajar.
Mi ex y yo trabajamos en el mismo hospital, allí nos conocimos durante una temporada en la que estaba aún soltera, ahora me maldigo, pero qué sabía yo. Lo tengo que ver todos los días y sufrirlo todos los días. Hace años era un chico callado, tímido y buena persona, pero se ha vuelto cínico y muy posesivo.
Antes siempre era lo mismo. Me buscaba cualquier rato, en cualquier parte de hospital, para decirme que cometía un error casada con mi marido, que estábamos hechos el uno para el otro, que dejara a mi marido, que quería verme fuera de trabajo... yo intentaba explicarle que todo acabó, pero no escuchaba. Me mandaba larguísimos whatsaps, yo siempre le contestaba lo mismo, "No lo voy a leer, lo siento" y lo borraba. Le bloqueé en el móvil el pasado junio, cuando me mandó 36 mensajes a las 2 de la mañana un viernes. Lo consideraba excesivo, pero controlable. Entendía que estuviera molesto, lo toleraba.
Mi marido fue varias veces a recogerme al hospital para intentar hablar con él. Mi ex siempre se escabulla y se niega a hablarle, siquiera. La primera vez pasó de largo y tuve que pedirle a mi marido que lo dejara, porque quiso ir detrás de él. Otras veces, se entera de que mi marido me está esperando, y se va por la puerta trasera para no encontrárselo.
Todo este acoso, yo más o menos lo soporto. Al ser en el trabajo, puedo tomar medidas para que haya gente delante casi siempre y abortar sus intentos. Pero últimamente va a más. Me he enterado de que empieza a vigilar mi casa. El sábado pasado me manda un whatsapp preguntándome que qué hacía con la luz del salón encendida a las 12 de la noche. Finge encuentros casuales en sitios que yo sé que él no va normalmente, como el Mercadona que hay cerca de mi casa, o el Telepizza donde a veces voy los viernes a pillar cena. El pasado viernes en Telepizza me llegó a agarrar del brazo para que no me fuera, gritándome que me fuera con él. Perdí los nervios y le dije que si me tocaba otra vez, lo denunciaba. Hoy aún no me lo he cruzado en el trabajo, no sé como va a reaccionar.
Yo no quiero denunciarlo, ni que tenga consecuencias en el trabajo para él. Tampoco quiero contarle a mi marido lo de la otra noche, porque es un hombre muy violento si le tocan a su gente, y es capaz de acabar teniendo problemas por liarse a tortas con mi ex. Pero así no puedo seguir. No puedo más, acabo cogiendo miedo a ir a trabajar.