Rusia estaba a un paso del abismo de la recesión en diciembre y ahora está ya con un pie sobre el vacío, sin embargo, la divisa del país ha cambiado su rumbo de forma radical. De desplomarse en 2014 ha pasado a ser la moneda más alcista de este año de todo el mundo.
Ninguna consigue igualar al rublo, ni siquiera se acercan las volátiles divisas africanas. La divisa rusa sube un 20% contra el euro, hasta los 57,9 rublos por euro y un 11% frente al dólar, una recuperación que todavía sorprende a los analistas.
Este cambio de tendencia se ha producido por una fuerte entrada de inversores extranjeros en el país, animados por una situación geopolítica más calmada. Aunque las sanciones siguen en vigor, el acuerdo de Minsk sirvió para sentar las bases del final del conflicto en Ucrania y escenificar un acercamiento entre Moscú y el bloque occidental. La mejora de la coyuntura política ha venido acompañada del fin de la caída del petróleo, que ha sido el gran reto al que ha tenido que enfrentarse el país. Pero el fin de la caída no significa recuperación, el precio del Brent sigue estancado por debajo de los 60 dólares, muy lejos del precio que necesita el país para cuadrar sus cuentas, que está por encima de los 100 dólares.
En este contexto, los inversores internacionales se han sentido más cómodos al llevar el dinero a Rusia. La remuneración al ahorro que ofrece el país es la más alta del mundo, con unos tipos de interés oficiales en el 14% y con el bono a 10 años del país en el 11,5%. Si se une la rentabilidad de la deuda rusa a la subida del rublo se obtiene una combinación ganadora que no alcanza prácticamente ningún otro activo financiero en el mundo. El riesgo a un nuevo vuelco político del Kremlin o un desplome del rublo puede ser el precio adecuado por conseguir una rentabilidad que supera el 30%.
Un escenario que refleja lo rápido que olvidan los inversores internacionales cuando hay rentabilidad de por medio. Poco parece importar el frenazo de la economía, los cambios de rumbo del Gobierno de Vladimir pilinguin y su coqueteo con Grecia, la volatilidad del petróleo, el rápido descenso de las reservas internacionales del Banco de Rusia, las sanciones del bloque occidental y un largo etcétera de riesgos que asume un inversor que lleva su dinero a Rusia.
La mujer de hielo
Una de las grandes valedoras del rublo en los últimos meses ha sido Elvira Nabiullina, presidenta del Banco Central de Rusia desde junio de 2013. Su liderazgo al frente de la entidad ha resultado clave para el resurgir del rublo. En diciembre de 2014, cuando el rublo se desplomó un 20% en cuatro días, Nabiullina decidió no intervenir la divisa: la institución no pelearía más contra el mercado. Para intentar frenar la salida de inversores, subió los tipos de interés desde el 10,5 al 17%.
Según informaciones de Bloomberg, un oficial de la entidad pidió a voces que interviniese, pero la banquera central de hielo decidió dejar al mercado jugar sus cartas. Finalmente, consiguió estabilizar la divisa y a día de hoy ha subido casi un 50% frente al euro desde esos mínimos de diciembre. Nabiullina ha sido una de las grandes defensoras de la flotación libre de la divisa y el tiempo está jugando a su favor.
Leer más: El rublo ruso resurge como la divisa más fuerte de 2015 - elEconomista.es El rublo ruso resurge como la divisa más fuerte de 2015 - elEconomista.es
Ninguna consigue igualar al rublo, ni siquiera se acercan las volátiles divisas africanas. La divisa rusa sube un 20% contra el euro, hasta los 57,9 rublos por euro y un 11% frente al dólar, una recuperación que todavía sorprende a los analistas.
Este cambio de tendencia se ha producido por una fuerte entrada de inversores extranjeros en el país, animados por una situación geopolítica más calmada. Aunque las sanciones siguen en vigor, el acuerdo de Minsk sirvió para sentar las bases del final del conflicto en Ucrania y escenificar un acercamiento entre Moscú y el bloque occidental. La mejora de la coyuntura política ha venido acompañada del fin de la caída del petróleo, que ha sido el gran reto al que ha tenido que enfrentarse el país. Pero el fin de la caída no significa recuperación, el precio del Brent sigue estancado por debajo de los 60 dólares, muy lejos del precio que necesita el país para cuadrar sus cuentas, que está por encima de los 100 dólares.
En este contexto, los inversores internacionales se han sentido más cómodos al llevar el dinero a Rusia. La remuneración al ahorro que ofrece el país es la más alta del mundo, con unos tipos de interés oficiales en el 14% y con el bono a 10 años del país en el 11,5%. Si se une la rentabilidad de la deuda rusa a la subida del rublo se obtiene una combinación ganadora que no alcanza prácticamente ningún otro activo financiero en el mundo. El riesgo a un nuevo vuelco político del Kremlin o un desplome del rublo puede ser el precio adecuado por conseguir una rentabilidad que supera el 30%.
Un escenario que refleja lo rápido que olvidan los inversores internacionales cuando hay rentabilidad de por medio. Poco parece importar el frenazo de la economía, los cambios de rumbo del Gobierno de Vladimir pilinguin y su coqueteo con Grecia, la volatilidad del petróleo, el rápido descenso de las reservas internacionales del Banco de Rusia, las sanciones del bloque occidental y un largo etcétera de riesgos que asume un inversor que lleva su dinero a Rusia.
La mujer de hielo
Una de las grandes valedoras del rublo en los últimos meses ha sido Elvira Nabiullina, presidenta del Banco Central de Rusia desde junio de 2013. Su liderazgo al frente de la entidad ha resultado clave para el resurgir del rublo. En diciembre de 2014, cuando el rublo se desplomó un 20% en cuatro días, Nabiullina decidió no intervenir la divisa: la institución no pelearía más contra el mercado. Para intentar frenar la salida de inversores, subió los tipos de interés desde el 10,5 al 17%.
Según informaciones de Bloomberg, un oficial de la entidad pidió a voces que interviniese, pero la banquera central de hielo decidió dejar al mercado jugar sus cartas. Finalmente, consiguió estabilizar la divisa y a día de hoy ha subido casi un 50% frente al euro desde esos mínimos de diciembre. Nabiullina ha sido una de las grandes defensoras de la flotación libre de la divisa y el tiempo está jugando a su favor.
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