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Madmaxista
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EL PRESIDENTE DE HUNGRÍA ANUNCIA QUE VETARÁ LA OPERACIÓN DE CASTIGO DE BRUSELAS
Polonia no está sola ante Bruselas: una Nación hace honor a sus antiguos lazos de hermandad
@ElentirVigo English Sab 23·12·2017 · 7:28
El miércoles la Comisión Europea activó el procedimiento para sancionar a Polonia por su reforma judicial, lo que podría dejar al país eslavo sin derecho de voto en la Unión Europea.
Lo que casi ningún medio te cuenta sobre la operación de castigo de la UE contra Polonia
El Primer Ministro polaco defiende los ‘valores cristianos’ ante la ‘falta de valores’ de Europa
Como ya he señalado, lo más chocante de esta operación de castigo es que influyentes países de la UE -entre ellos Francia y Alemania- mantienen una dudosa independencia de la Justicia, y sin embargo no son sancionados. ¿Existe en la UE una doble vara de medir?
No es la primera vez que Polonia se ve prácticamente sola
En todo caso, es evidente que la posición de Polonia es delicada. Como en otros momentos de su historia, la Rzeczpospolita se ve prácticamente sola ante el peligro. Lo estuvo cuando Rusia, Austria y Prusia se repartieron su territorio, borrándola del mapa en 1795 (irónicamente, en 1683 Austria habría sido borrada del mapa y Europa habría quedado bajo dominio turco si el rey polaco Jan III Sobieski no hubiese acudido en su ayuda, obteniendo una espectacular victoria en Kahlenberg). Dos años después de reaparecer en el mapa, en 1920 Polonia se vio invadida por el Ejército Rojo y casi ningún país acudió en su ayuda; es más, todos los embajadores -salvo el británico y el Nuncio del Papa- abandonaron Varsovia ante la proximidad de las fuerzas soviéticas. Sólo un puñado de aviadores voluntarios de EEUU, el Escuadrón Kościuszko, acudió en auxilio de los polacos, que al final, milagrosamente, vencieron a los invasores, impidiendo una oleada turística comunista de Europa.
En 1939 Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania después de que ésta invadiese Polonia, pero ni un solo pelotón francés o británico puso sus pies en suelo polaco para socorrerles (los combatientes polacos que lograron huir sí que ayudaron a la defensa de Francia en 1940, y los pilotos polacos tuvieron un papel destacado en la Batalla de Inglaterra ese mismo año para frenar los bombardeos alemanes de la isla). Tras la guerra, los aliados occidentales, que habían recibido la ayuda de Polonia (fue el cuarto país que más recursos humanos aportó al bando aliado), dejaron al pueblo polaco en manos de Stalin. Tras sacrificarse en la defensa de Francia, en Narvik, en los cielos de Inglaterra, en Tobruk, en las laderas de Montecassino, en Breda, en Ancona, en Loreto, en Berlín y en otros lugares que muchos han olvidado, tras regar Europa con sangre polaca para reconquistar la libertad de otros, a los polacos ni siquiera se les permitió participar en el Desfile de la Victoria en Londres el 8 de junio de 1946. Traición a traición, los polacos tardaron medio siglo en recuperar su libertad, reconquistada en 1989.
La antigua hermandad entre húngaros y polacos
Pero esta soledad no siempre ha sido absoluta. Desde la Edad Media los polacos mantienen una relación de camaradería y hermandad con los húngaros. Una vieja canción polaca dice lo siguiente:
Polak, Węgier — dwa bratanki,
i do szabli, i do szklanki,
oba zuchy, oba żwawi,
niech im Pan Bóg błogosławi.
Polaco y húngaro – dos hermanos,
buenos para el sable y para el vidrio,
ambos valientes, ambos animados,
qué Dios los bendiga.
En 1919 hubo un pueblo que se ofreció enviar a 30.000 combatientes para apoyar a Polonia contra los soviéticos: Hungría. Esa ayuda no pudo llegar porque Checoslovaquia no les dejaba pasar por su territorio, pero a falta de poder enviar a soldados, los húngaros enviaron armas a sus amigos polacos. En marzo de 1939, cuando los húngaros recuperaron su milenaria frontera común con Polonia en el paso de Verecke, los guardias fronterizos polacos y húngaros se abrazaron, como si fuesen hermanos que hubiesen estado separados por un largo tiempo (es el momento que refleja la foto que encabeza esta entrada). En septiembre de ese año, y a pesar de las buenas relaciones entre Hungría y Alemania, los húngaros no permitieron el paso de tropas alemanas por Verecke para invadir el sureste de Polonia. Por el mismo sitio por el que habían querido pasar los alemanes, los húngaros permitieron la huida del Gobierno de Polonia y de decenas de miles de combatientes, para continuar la lucha en Francia. En 1944, cuando los varsovianos se alzaron contra los nazis, el Ejército húngaro no sólo permitió a muchos huir, sino que además les proporcionó armas y otros suministros; algunos soldados del Ejército Real de Hungría incluso se unieron a los insurgentes polacos; siete húngaros cayeron en los combates y hoy sus cuerpos descansan en tierra polaca, junto a sus hermanos polacos.
La causa a menudo olvidada de la Revolución Húngara de 1956
Cuando en octubre de 1956 miles de polacos se lanzaron a protestar contra la opresión comunista (una revolución hoy casi olvidada, que tuvo su epicentro en Poznan y que fue brutalmente reprimida por los comunistas, con docenas de muertos), decenas de miles de húngaros se echaron a las calles en Budapest, llevando una bandera polaca hasta el monumento a József Bem, el patriota polaco que había apoyado la Revolución Húngara de 1848 (como se ve en la foto bajo estas líneas); aquel fue el comienzo de la Revolución Húngara de 1956, uno de los mayores levantamientos populares contra el comunismo. A día de hoy, ambos países celebran cada 23 de marzo su mutua amistad. Es un caso único en Europa.
El presidente húngaro sale en apoyo de Polonia
Para húngaros y polacos, socorrerse entre sí ante la adversidad se ha convertido, desde hace mucho tiempo, en una cuestión de honor. Son pueblos que han derramado juntos su sangre en defensa de la libertad. Por eso a nadie le ha de extrañar una noticia que era previsible: el presidente húngaro Viktor ha anunciado que vetará la operación de castigo de Bruselas contra Polonia. “Ni siquiera vale la pena iniciar el proceso contra Polonia ya que no hay posibilidad de llevarlo a cabo. Hungría estará allí y formará una barricada que no podrán sortear“, ha advertido Orbán, y añadió: “no se puede tomar ninguna decisión europea para castigar a Polonia, porque Hungría utilizará su derecho a evitar esto”. Además señaló con claridad que “si alguien ataca a Polonia, toda Europa central está siendo atacada. Sin Polonia no hay una Europa central fuerte“.
Una cuestión de honor en una Europa cada vez más materialista
Hay que decir que el inicio de un procedimiento formal de advertencia a Polonia debe ser aprobado por cuatro quintas partes de los 28 países miembros de la Unión Europea. Teniendo en cuenta las relaciones de servilismo que han creado Francia y Alemania con el reparto de los fondos europeos, es previsible que Bruselas cuente con ese apoyo. A continuación el asunto pasaría el Parlamento Europeo, donde las élites de Bruselas tampoco tendrán problemas para recabar los apoyos suficientes. Sin embargo, el paso final exige el apoyo unánime de los países miembros en el Consejo Europeo. Allí es donde Hungría ejercerá su derecho de veto. Y podrá hacerlo no sólo porque le asiste ese derecho, sino también la razón para ejercerlo, porque esta operación de castigo contra Polonia es un abuso en una Europa donde casi todos los sistemas judiciales están fuertemente intervenidos por la clase política; en el fondo, sólo buscaban una excusa para castigar a Polonia por su firme defensa del Cristianismo, algo intolerable para la élite progresista de Bruselas. Una élite que se cree que puede plegar a países enteros a base de amenazas de sanciones económicas, como si sólo importase eso. Para los húngaros esto es una cuestión de honor, como lo fue apoyar a los polacos contra la opresión comunista en 1956. Conviene recordarlo ahora que la Unión Europea se está pareciendo cada vez más a la Unión Soviética, incluyendo la imposición de tesis ideológicas contrarias a los valores cristianos en los que se asientan las raíces de Europa, unos valores a los que polacos y húngaros no están dispuestos a renunciar.
EL PRESIDENTE DE HUNGRÍA ANUNCIA QUE VETARÁ LA OPERACIÓN DE CASTIGO DE BRUSELAS
Polonia no está sola ante Bruselas: una Nación hace honor a sus antiguos lazos de hermandad
@ElentirVigo English Sab 23·12·2017 · 7:28
El miércoles la Comisión Europea activó el procedimiento para sancionar a Polonia por su reforma judicial, lo que podría dejar al país eslavo sin derecho de voto en la Unión Europea.
Lo que casi ningún medio te cuenta sobre la operación de castigo de la UE contra Polonia
El Primer Ministro polaco defiende los ‘valores cristianos’ ante la ‘falta de valores’ de Europa
Como ya he señalado, lo más chocante de esta operación de castigo es que influyentes países de la UE -entre ellos Francia y Alemania- mantienen una dudosa independencia de la Justicia, y sin embargo no son sancionados. ¿Existe en la UE una doble vara de medir?
No es la primera vez que Polonia se ve prácticamente sola
En todo caso, es evidente que la posición de Polonia es delicada. Como en otros momentos de su historia, la Rzeczpospolita se ve prácticamente sola ante el peligro. Lo estuvo cuando Rusia, Austria y Prusia se repartieron su territorio, borrándola del mapa en 1795 (irónicamente, en 1683 Austria habría sido borrada del mapa y Europa habría quedado bajo dominio turco si el rey polaco Jan III Sobieski no hubiese acudido en su ayuda, obteniendo una espectacular victoria en Kahlenberg). Dos años después de reaparecer en el mapa, en 1920 Polonia se vio invadida por el Ejército Rojo y casi ningún país acudió en su ayuda; es más, todos los embajadores -salvo el británico y el Nuncio del Papa- abandonaron Varsovia ante la proximidad de las fuerzas soviéticas. Sólo un puñado de aviadores voluntarios de EEUU, el Escuadrón Kościuszko, acudió en auxilio de los polacos, que al final, milagrosamente, vencieron a los invasores, impidiendo una oleada turística comunista de Europa.
En 1939 Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania después de que ésta invadiese Polonia, pero ni un solo pelotón francés o británico puso sus pies en suelo polaco para socorrerles (los combatientes polacos que lograron huir sí que ayudaron a la defensa de Francia en 1940, y los pilotos polacos tuvieron un papel destacado en la Batalla de Inglaterra ese mismo año para frenar los bombardeos alemanes de la isla). Tras la guerra, los aliados occidentales, que habían recibido la ayuda de Polonia (fue el cuarto país que más recursos humanos aportó al bando aliado), dejaron al pueblo polaco en manos de Stalin. Tras sacrificarse en la defensa de Francia, en Narvik, en los cielos de Inglaterra, en Tobruk, en las laderas de Montecassino, en Breda, en Ancona, en Loreto, en Berlín y en otros lugares que muchos han olvidado, tras regar Europa con sangre polaca para reconquistar la libertad de otros, a los polacos ni siquiera se les permitió participar en el Desfile de la Victoria en Londres el 8 de junio de 1946. Traición a traición, los polacos tardaron medio siglo en recuperar su libertad, reconquistada en 1989.
La antigua hermandad entre húngaros y polacos
Pero esta soledad no siempre ha sido absoluta. Desde la Edad Media los polacos mantienen una relación de camaradería y hermandad con los húngaros. Una vieja canción polaca dice lo siguiente:
Polak, Węgier — dwa bratanki,
i do szabli, i do szklanki,
oba zuchy, oba żwawi,
niech im Pan Bóg błogosławi.
Polaco y húngaro – dos hermanos,
buenos para el sable y para el vidrio,
ambos valientes, ambos animados,
qué Dios los bendiga.
En 1919 hubo un pueblo que se ofreció enviar a 30.000 combatientes para apoyar a Polonia contra los soviéticos: Hungría. Esa ayuda no pudo llegar porque Checoslovaquia no les dejaba pasar por su territorio, pero a falta de poder enviar a soldados, los húngaros enviaron armas a sus amigos polacos. En marzo de 1939, cuando los húngaros recuperaron su milenaria frontera común con Polonia en el paso de Verecke, los guardias fronterizos polacos y húngaros se abrazaron, como si fuesen hermanos que hubiesen estado separados por un largo tiempo (es el momento que refleja la foto que encabeza esta entrada). En septiembre de ese año, y a pesar de las buenas relaciones entre Hungría y Alemania, los húngaros no permitieron el paso de tropas alemanas por Verecke para invadir el sureste de Polonia. Por el mismo sitio por el que habían querido pasar los alemanes, los húngaros permitieron la huida del Gobierno de Polonia y de decenas de miles de combatientes, para continuar la lucha en Francia. En 1944, cuando los varsovianos se alzaron contra los nazis, el Ejército húngaro no sólo permitió a muchos huir, sino que además les proporcionó armas y otros suministros; algunos soldados del Ejército Real de Hungría incluso se unieron a los insurgentes polacos; siete húngaros cayeron en los combates y hoy sus cuerpos descansan en tierra polaca, junto a sus hermanos polacos.
La causa a menudo olvidada de la Revolución Húngara de 1956
Cuando en octubre de 1956 miles de polacos se lanzaron a protestar contra la opresión comunista (una revolución hoy casi olvidada, que tuvo su epicentro en Poznan y que fue brutalmente reprimida por los comunistas, con docenas de muertos), decenas de miles de húngaros se echaron a las calles en Budapest, llevando una bandera polaca hasta el monumento a József Bem, el patriota polaco que había apoyado la Revolución Húngara de 1848 (como se ve en la foto bajo estas líneas); aquel fue el comienzo de la Revolución Húngara de 1956, uno de los mayores levantamientos populares contra el comunismo. A día de hoy, ambos países celebran cada 23 de marzo su mutua amistad. Es un caso único en Europa.
El presidente húngaro sale en apoyo de Polonia
Para húngaros y polacos, socorrerse entre sí ante la adversidad se ha convertido, desde hace mucho tiempo, en una cuestión de honor. Son pueblos que han derramado juntos su sangre en defensa de la libertad. Por eso a nadie le ha de extrañar una noticia que era previsible: el presidente húngaro Viktor ha anunciado que vetará la operación de castigo de Bruselas contra Polonia. “Ni siquiera vale la pena iniciar el proceso contra Polonia ya que no hay posibilidad de llevarlo a cabo. Hungría estará allí y formará una barricada que no podrán sortear“, ha advertido Orbán, y añadió: “no se puede tomar ninguna decisión europea para castigar a Polonia, porque Hungría utilizará su derecho a evitar esto”. Además señaló con claridad que “si alguien ataca a Polonia, toda Europa central está siendo atacada. Sin Polonia no hay una Europa central fuerte“.
Una cuestión de honor en una Europa cada vez más materialista
Hay que decir que el inicio de un procedimiento formal de advertencia a Polonia debe ser aprobado por cuatro quintas partes de los 28 países miembros de la Unión Europea. Teniendo en cuenta las relaciones de servilismo que han creado Francia y Alemania con el reparto de los fondos europeos, es previsible que Bruselas cuente con ese apoyo. A continuación el asunto pasaría el Parlamento Europeo, donde las élites de Bruselas tampoco tendrán problemas para recabar los apoyos suficientes. Sin embargo, el paso final exige el apoyo unánime de los países miembros en el Consejo Europeo. Allí es donde Hungría ejercerá su derecho de veto. Y podrá hacerlo no sólo porque le asiste ese derecho, sino también la razón para ejercerlo, porque esta operación de castigo contra Polonia es un abuso en una Europa donde casi todos los sistemas judiciales están fuertemente intervenidos por la clase política; en el fondo, sólo buscaban una excusa para castigar a Polonia por su firme defensa del Cristianismo, algo intolerable para la élite progresista de Bruselas. Una élite que se cree que puede plegar a países enteros a base de amenazas de sanciones económicas, como si sólo importase eso. Para los húngaros esto es una cuestión de honor, como lo fue apoyar a los polacos contra la opresión comunista en 1956. Conviene recordarlo ahora que la Unión Europea se está pareciendo cada vez más a la Unión Soviética, incluyendo la imposición de tesis ideológicas contrarias a los valores cristianos en los que se asientan las raíces de Europa, unos valores a los que polacos y húngaros no están dispuestos a renunciar.