Aunque sólo fuese por cristiana compasión, alguien debiera recitar al oído de la señora Pajín aquellos versos que Jaime Gil de Biedma compuso contra sí mismo lúcida resaca mediante: "Podría recordarte que ya no tienes gracia / que tu estilo casual y que tu desenfado / resultan truculentos / cuando se tienen más de treinta años." Y es que la señora Pajín, ajena acaso a la sádica crueldad de focos, cámaras y espejos, persiste, patética, en conducirse como si aún fuera una poligonera adolescente de marcha por la ruta del bakalao perpetuo.
De ahí que no haya manera humana de apartar a la buena mujer de su monocorde ocre-ojo ciego-pedo-pis, sutil recurso con el que pretende emular al jumento de Calígula en el Senado español. Porque resulta ke a la kolega le molaría cantidá ke la peña que manda fuera más tía, asín habría un buen rollo del kopón y todo sería más chachi; el producto interior dejaría de ser tan bruto, y la renta per cápita, por fin, podría operarse de cambio seso con cargo a la Seguridad Social. En fin, contemplando a la compañera Leire, ¿qué habría pensado Lev Davídovich Bronstein, Trotsky, el mismo que escribió: "El hombre medio alcanzará bajo el socialismo la talla de un Aristóteles, de un Goethe, de un Marx. Y por encima de estas alturas, nuevas cimas se elevarán"?
Tal vez sea rasgo generacional, pero no deja de causar asombro esa audaz mezcla de maniqueísmo atroz, obscena incultura y gozosa ausencia de sentido del ridículo que retrata al personaje. Tara común, por lo demás, a la corte toda de nuevos dirigentes del PSOE, apparatchiks nacidos a la política profesional durante los estertores últimos del tardofelipismo. A diferencia del grueso de sus mayores, gentes vírgenes ya del menor rastro de experiencia biográfica extramuros de esas siglas. Seres como Pajín, como Iceta, como Madina, como Blanco, como el propio Zapatero, para los que la organización representa, simplemente, su vida.
La única vida que han conocido desde la pubertad, la única que jamás conocerán. Criaturas amantadas casi desde la misma cuna en "las pequeñas y malolientes ortodoxias", como decía Orwell. Sectarios, al fin, sin mácula, en estado químicamente puro. ¿Que quieren examinarla, dicen, de valencianidad? Mejor del Graduado Escolar, tronkos.