El porqué los cuervos han sido vistos desde siempre como criaturas malignas

En el cuervo de Edgar Allan Poe, la situación que cuenta es muy probable. Un cuervo no puede repetir frases pero si palabras. "NUNCA MAS".
Es el ejemplo perfecto de cómo un cuervo puede hacer que cages de miedo

"Abri en par los postigos y entro como si fuera amigo con revoloteo ruidoso un cuervo majestuoso. No hizo reverencia alguna, y con un aire altanero de dama o de caballero sin batir casi sus alas con la mirada despierta, salto, se posó en la puerta, luego en busto de palas....y nada más."

 
Eso seguro que ocurrió en la Sagra.

De allí Chozas de Canales es uno de los lugares más perturbadores que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.

Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.

Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué huevones quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.

Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.

Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.
Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.

El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.

El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.

Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Sagra. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché, invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza. Digo insoportable porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos semiagradables por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante —la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados— con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime. ¿Qué era —me detuve a pensar—, qué era lo que así me desalentaba en la contemplación de La Sagra? Misterio insoluble; y yo no podía luchar con los sombríos pensamientos que se congregaban a mi alrededor mientras reflexionaba.

Es mirar la zona en un mapa y ya te trepan todos los males, como raíces negras, cartografía maldita, como si de una impúdica auscultación de aullidos de galgos nocturnos en su última penúria se tratara... el mapa late envilecido.

Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.

Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...

Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.

Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.

Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.

Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.

Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.

Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.

Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.

Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.

Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.

Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.

Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.
Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.

Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la lechetera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.

¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.

Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.

El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.

Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos inanes.

Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.

Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.

Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.


Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.

Un consejo añadido os doy, para que veías que soy buena persona y que os aprecio. No vayáis nunca a La Sagra, y si vais no paréis, y si tenéis que parar por necesidad o emergencia, procurad estar lo menos posible y evitar tocar nada o relacionaros con nadie, no intentéis comprender la idiosincrasia de la gente y los motivos o razones que allí pudieran existir. Y otro consejo que va de la mano del anterior es no leer a Mister Nini, ponedle en ignorado, escrolear, pasar de él; os robará la energía vital.
Y por supuesto, bajo ningún concepto, nunca jamás de los jamases, vayáis con Mister Nini a La Sagra.

Móstoles, Alcorcón, Leganés, Getafe, Parla; son el cáncer. Hay un cinturón por la zona norte de Toledo que va desde Valmojado a Ocaña, y seguramente siga más para el norte, pero yo esa zona ya no la controlo. Hablo de Illecas, Yeles, Seseña y toda la zona de La Sagra en general. Que se podría decir que es la metástasis. Un páramo inhóspito, todo lleno de chalet adosados con setos sin cortar, renault 19 desguazados en la puerta, cada tres casas hay una a medio terminar y otra donde hay una caravana o un contenedor marítimo que sirve de vivienda. En las aceras no hay árboles, las calles son de cemento desprendido y no se ve a nadie por la calle. Uno pone malla verde del AKÍ y el otro unas lonas de publicidad para que no se vea que tiene todo el patio lleno de maleza y de cosa. En medio del secarral se levantan calles donde se supone que vive gente. ¿Pero qué clase de persona se iría a vivir en medio de un pastizal con un etniano y un rumano de vecinos? Es una zona extraña, rara, es un lugar que da miedo, un lugar poblado de espíritus, de almas en pena, de gente que se esconde de algo.
He visto zonas antiestéticas en mi vida, pero esa comarca siempre me ha parecido el lugar más perturbador en el que haya estado.

La Sagra es una comarca maldita. Debe de ser un cruce de capas tectónicas o albergar una de las puertas del infierno, pero es un lugar que da desasosiego.

Los que somos de secano cuando vemos el mar por primera vez experimentamos una sensación de insignificancia por la grandiosidad y la fuerza que tras*mite esa enorme masa de agua, el olor a libertad, la luz brillante que se refleja en el agua como un espejo, el rítmico sonido de las olas rompiendo con la costa. Uno se siente reconfortado y en paz con el universo.
En la comarca de la Sagra cuando se visita por primera vez una siente una sensación de vacío y soledad. Desasosiego y angustia al verse rodeado de secarrales yermos salpicados por urbanizaciones inhóspitas. Un calor sofocante que hace brotar al cardo borriquero por todas partes y un frío neցro, en invierno, que te llena las orejas de sabañones. Y uno se pregunta, ¿qué tipo de personas decide vivir en esta tierra maldita?

Una cosa es segura, la comarca de La Sagra es el equivalente a Las Hurdes de hace 100 años. En un área geográfica de tal antiestéticaldad que produce miedo y compasión. Es como el trastero de una casa, un lugar sucio, lleno de trastos inservibles, todo desordenado y que se mantiene oculto a las visitas por vergüenza.

Otro área maldita es la zona de Otero/El Casar de Escalona y todas las urbanizaciones infectadas de latinitos que hay a la ribera del Alberche. ¿Alguien me puede explicar qué hay de interesante en vivir en una urbanización de cosa teniendo como vecinos a latinitos? Esos seres estrafalarios deprecian la belleza de cualquier lugar donde se les vea por las calles.

El desierto, shishi, el desierto de Arabia, es visualmente más atractivo que La Sagra.. Al desierto llega David Lean y se pone a rodar Lawrence de Arabia y es capaz de sacártelo majestuoso; a La Sagra llega David Lean a rodar algo y se pega un tiro en el paladar de la pura miseria que le invade.

Por no hablar de Fuensalida: Uno de esos sitios por los que uno echa de menos tener un delorean y avisarse a si mismo 3 minutos antes de tomar la decisión de ir, gran lugar (!)

Fuensalida, lugar que tiene una lengua propia extrañísima que se parece a ratos vagamente al castellano pero no es castellano, no se confundan. Hablan tal que así en este video:


Fuensalida: Montón de solares y casas en ruinas en el pueblo. Trazado urbanístico demencial sin centro definido. Casas que se hicieron deprisa y corriendo y se empalmaron los desagües donde primero les ocurría. Caminas por sus calles en verano y los hedores que salen de los sumideros de agua de lluvia son espantosos.

jovenlandeses y gente rara a tutiplén. En el último censo había entre marroquíes y argelinos algo más de 1.000, de los cuales sólo trabajaban seis. jovenlandesas sin embargo trabajan más. En una ocasión repartí publicidad en Fuensalida y aprendí a reconocer los buzones de los jovenlandeses a mucha distancia. Si veías que el nombre estaba pintarrajeado en directamente sobre el metal del buzón con un rotulador era un jovenlandés. Es que no fallaba. Esa raza es descuidada, y eso se puede ver en detalles tan petulantes como éste.

También hay un montón de casas a mitad de construir que se quedaron así cuando explotó la burbuja inmobiliaria. Y otras terminadas donde no ha vivido nadie nunca o hay okupas. Mucha gente rara de los arrabales de madrid, paguiteros, traficantes de drojas a porrillo (el consumo de drojas en esa localidad es demencial).

Hay un barrio en esa localidad que le llaman graciosamente "El Bron" por la cantidad de ralea que hay (En referencia al Bronx, pero dicen "elbrón" porque no saben pronunciar). Están los "Pelones" que piden dinero a gritos siempre a la salida de misa.

Los autóctonos son gente desconfiada que te mirarán siempre de medio lado, que no te dirán jamás lo que piensan pero que tratarán de sonsacarte siempre. Desde el año 34 hasta las últimas elecciones municipales ganó siempre la derecha. Y ahora hay uno sociata de alcalde pero por el apoyo de ciudagramos. Es poco probable que vuelva a haber otro de izquierdas, si es que se puede llamar de izquierdas al PSOE, claro está.

Mucha gente con mucho dinero y sin estudios ni cultura ni morigeración de ninguna clase, lo cual es una combinación espantosa. Casoplones increíbles entre ruinas y casas de mal vivir. Calles enteras de casas en las que nunca ha vivido nadie. Parece a veces la pinícula "Soy Leyenda".

antiestéticaldad absoluta. El entorno es desolador. Viñas y olivares yermos en medio de una planicie que no acaba nunca, todo seco, nada agradable donde echar la vista. Mal paisaje y peor paisanaje.

Vertederos ilegales, olor de las quemas de los mismo, cementerios de neumáticos y pestazos de depuradoras.

Fábricas donde se trabaja más horas de las que se debiera sin cobrar extras y sin cotizar y donde los encargados son capaces de arrojar objetos a quienes consideran que no siguen el ritmo. En tiempos había infinidad de talleres clandestino de zapatos, creo que todavía queda uno. Hedores nauseabundos por las noches de las quemas ilegales de los residuos de la fabricación de zapatos.

En verano no refresca jamás, ni siquiera a las siete de la mañana. En invierno el frío es húmedo y cae como una losa sobre los cuerpos y las almas. Y cuando acaba la temporada de caza galgos, galgos famélicos abandonados por las calles. A montones.

No vayáis a La Sagra ni a ningún lado de Toledo Norte. No vayáis.

La autovía que va de Toledo a Tomelloso es una carretera fantasma. Ciento treinta km donde tienes que ir luchando contra el sueño. En todo el trayecto te puedes encontrar con 20 vehículos contando los dos sentidos. La primera vez que la cogí creía que me había colado y que aquello todavía no estaba abierto al público.

La zona más antiestética de toda España es la zona norte de Toledo. Es el lugar más decadente que existe en el orbe. Todo salpicado de urbanizaciones antiestéticas a medio terminar en medio de secarrales, una urbanización del territorio sin orden ni concierto, es como el vómito de un país borracho de especulación inmobiliaria.
Los que somos de secano cuando vemos el mar por primera vez experimentamos una sensación de insignificancia por la grandiosidad y la fuerza que tras*mite esa enorme masa de agua, el olor a libertad, la luz brillante que se refleja en el agua como un espejo, el rítmico sonido de las olas rompiendo con la costa. Uno se siente reconfortado y en paz con el universo.

En la comarca de la Sagra cuando se visita por primera vez una siente una sensación de vacío y soledad. Desasosiego y angustia al verse rodeado de secarrales yermos salpicados por urbanizaciones inhóspitas. Un calor sofocante que hace brotar al cardo borriquero por todas partes y un frío neցro, en invierno, que te llena las orejas de sabañones. Y uno se pregunta, ¿qué tipo de personas decide vivir en esta tierra maldita?

Los padres de Cervantes eran de Maqueda y su señora de Esquivias.Yo no entendí el Quijote hasta que fui a vivir a Toledo Norte. Don Quijote y Sancho no son arquetipos de nada sino la excusa argumental para ridiculizar a los tipejos con los que se iban encontrando. Tipos humanos que Cervantes conocía muy bien. Han pasado 4 siglos y siguen igual, no han cambiado nada.

No vayáis a la Sagra hijos míos.

Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.
 
Suena mas a prejuicio de urbanita gai que a autentico imagen popular.

Los cuervos han despertado tanto temor como simpatia y admiracion por todos los pueblos humanos, cuando aun tenian contacto con la naturaleza. Cosa normal cuando nos referimos a animales de cualidades tan remarcables.

Lo que se ha sustuido hoy por el, ay que ajco, que comen can-ne, de la nueva sociedad jolibudiana, urbanizada y castrada.
 
Una vez andando al trabajo, iba temprano cruzando un campo solo, y escucho alguien hablando, pero muy claro, y con buena dicción, y no veo a nadie...sigo mirando, y empiezo a creerme que es una radio(?) o algo asi, escondido. Era un cuervo en un túmulo. Magic.
Mi suegro tiene uno que habla. Hace el sonido de la llamada del móvil a la perfección para liar al abuelo. Es un "amigo", pero ese detalle es muy divertido.
 
Suena mas a prejuicio de urbanita gai que a autentico imagen popular.

Los cuervos han despertado tanto temor como simpatia y admiracion por todos los pueblos humanos, cuando aun tenian contacto con la naturaleza. Cosa normal cuando nos referimos a animales de cualidades tan remarcables.

Lo que se ha sustuido hoy por el, ay que ajco, que comen can-ne, de la nueva sociedad jolibudiana, urbanizada y castrada.
Creo que debe ser porque no se puede comer. No se hace comestible ni hirviéndolo varias horas. he conocido gente que vivió la postguerra y que han comido palomas, gorriones, de todo, pero dicen que un cuervo no hay forma. Supongo que es por ser carroñero.
 
El Hades, o la Sagra.














Chozas de Canales es uno de los lugares más perturbadores que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.



Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.



Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué huevones quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.



Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.



Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.

Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.



El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.



El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.



Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.



Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...



Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.



Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.



Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.



Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.



Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.



Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.



Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.



Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.



Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.



Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.



Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.

Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.



Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la lechetera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.



¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.



No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños estultoes es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.



Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.



El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.



Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos inanes.



Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.



Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.



Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.



Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.



La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.



Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.



Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.



No vayáis a la Sagra hijos míos.



Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.
 
Chozas de Canales es uno de los lugares más perturbadores que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.



Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.



Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué huevones quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.



Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.



Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.

Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.



El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.



El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.



Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.



Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...



Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.



Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.



Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.



Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.



Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.



Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.



Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.



Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.



Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.



Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.



Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.

Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.



Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la lechetera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.



¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.



No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños estultoes es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.



Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.



El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.



Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos inanes.



Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.



Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.



Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.



Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.



La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.



Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.



Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.



No vayáis a la Sagra hijos míos.



Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.
Old but gold.
 
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