El Papa Francisco pide perdón a México por los «pecados cometidos» en la Conquista española

«Tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización»

Nadie duda que algunas cosas se hicieran mal, pero lo que se pretende con estas iniciativas es que se pida perdón por la evangelización, y el Papa ha dejado claro que eso fue bueno.
 
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Me alegro que lo veas de esa manera. Yo me estaba sintiendo muy ofendido porque ya se de pie cojean los acusadores y no se puede ser más cínico, aunque poco más se puede ser celebrando 200 años del nacimiento del estado masónico de México. Mis enemigos me manejan como quieren.

El mismo titular periodístico o el mismo relato, es capaz de enfadar a unos, agradar a otros o ser indiferente. Por la fuente ya nos podemos hacer una idea del sesgo detrás de la noticia, en ocasiones muy grosero pero en otras no tanto. Al final, más que información, se vende un producto, o también, que más que admitir novedades el consumidor trata de encontrar apoyos a sus prejuicios, ideologías y deseos varios.

Este tipo de hechos como el que nos ocupa levanta pasiones en el foro, muy de derechas e incluso "tradicionalista" pero casi siempre martillo del clavo católico. No es noticia nada bueno porque a efectos de comunicación lo bueno y lo agradable, lo admirable, es cosa de flowerpower, flanders, capillitas y pusilánimes que no saben nada de la vida "real". Parece que las malas noticias venga en auxilio de vidas vacías que de ese modo se ven incluso normales: a mas cosa alrededor menos duele la cosa propia. Que nadie se quede atrás...

¿Usted confiaría en quien lava sus trapos sucios en público? ¿Daría cuartel a quien lo hace de los suyos? Por diferentes razones ninguno de los dos es merecedor de confianza. Entonces, ¿por qué hacerles caso si ya sabe a ciencia cierta que su intención verdadera no es darle una información sino ofrecerle incluso la "única" explicación posible?

Si usted es católico y sigue la vida y obra de Jesús verá que nada de lo que se le acusa al Papa Francisco es es sí una gran novedad. De todas las cosas que pudiera hacer relativas al comportamiento cristiano parece centrarse en una muy necesaria en los tiempos que vivimos: la humildad. Humildad y humillación son dos fases del mismo fenómeno: estar dispuesto a reconocer que no somos perfectos y eso implica muchas veces un daño a los demás, y vivir esa especie de desolación que se olvida de sí mismo para comprender y aceptar del otro sus motivos. Evidentemente el Papa no es Cristo, es un mortal imperfecto y por ello su imitación de Cristo nunca será perfecta, pero tampoco -mucho menos- lo somos los que prestos nos ofrecemos a juzgar todo lo juzgable incluso cuando no nos importa demasiado. Esa actitud pre-juzgadora, prejuiciosa, si lo piensa bien, es enajenante, en tanto implica poner toda la atención en sucesos y personas ajenas, no con la intención de enriquecernos sino simplemente de juzgar. Mientras juzgamos y se despliegan en nuestro corazón todos los resortes de repruebo, nos olvidamos de nuestras propias miserias. Es una ley que no es posible tras*gredir pues uno solo es nuestro espíritu y una sola su ocupación llegados a ese punto. ¿Qué puede quedar en nosotros si no somos capaces de enderezar nuestro camino? Pues sufrimiento y lo peor, desesperanza. ¿Pediría un católico en sus oraciones la fin de alguien, incluso del Papa? Como pide él mismo, rezaría por él. Si cree en el poder de la oración y tuviera razón en su demanda, verá cumplido su ruego. Si estuviera equivocado en sus inquietudes, no se habrá distanciado del Padre ni un milímetro pues al hacerlo se ha apartado de sus propios prejuicios. Se ha negado a juzgar y condenar. Está siguiendo el mandato de Cristo.

Lo demás es ruido, mucho ruido.

Incluso para juzgar a un presunto criminal se investigan sus motivos, el famoso móvil. Es decir, no se atienen solo a los "hechos", como le gusta decir a los dedos acusadores más rápidos del Oeste... ¿Se juzgan los motivos de Papa? No. Solo los hechos y en muchísimos casos tan solo las apariencias. Los motivos vienen más tarde a modo de conclusión "irrefutable". Así, el ingenuo o el impaciente ha sido captado en una corriente en la que ya no puede hacer otra cosa que dejarse llevar. Al aceptar ciertas verdades, aunque sean falsedades, necesitamos un tiempo de consolidación, un sentir que tenemos "nuestras propias ideas". No es posible vivir todo el tiempo con la sensación de que no tenemos nada claro o que somos como hojas que mueve el viento. Esa necesidad la conoce el enemigo y hace todo por venderle "claridad". Una vez ha aceptado "sus principios", no le quedará más remedio que seguir adelante. No es irreversible, gracias a Dios, pero no es fácil salir, como tampoco de las sectas...
 
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