Le recuerdo, lo habré visto un par de veces. La TV ya era vomitiva hace 20 años.
Aún así he de reconocerle el mérito. Lo poco que le oí, me pareció un gran divulgador. Yo al menos no le escuché nunca una herejía o salida de pata de banco. Su postura siempre era ortodoxa y bastante clásica, bordeando el límite eso sí. Le he escuchado a obispos y arzobispos salidas de tono mucho más vergonzantes que a este. Con la virtud adicional que no sonaba como el clérigo meapilas y plomizo que muchas veces padecemos. Empleaba un lenguaje accesible, argumentaba bien e incluso los progres en ese aspecto le respetaban, porque sabía el tono que había que usar en cada momento.
Lo malo, pues que yo creo que él siempre se imaginó como una especie de obispo del renacimiento. Cuando iban a la guerra, mantenían barraganas, tenían hijos o vivían una vida bastante alejada de lo que ahora se suele asociar al sacerdocio. La realidad es que en lugar de un cardenal de Medici o un Colonna u Orsini, terminó siendo un simple augusto de circo. Esa es su gran tragedia. Tuvo que dar el salto a algo más serio cuando tuvo oportunidad, si la tuvo. Quedarse con un poco equilibrado y un coleccionista de acondroplásicos como era Sardá simplemente le condenó para los restos.