El liberalismo o libertarianismo no tiene derecho a proteger la propiedad intelectual. Copiar no es robar, copiar no es desposeer.

Llama mucho la atención lo poco liberales que son la mayoría de los supuestos liberales:

  • En España, particularmente en la Comunidad de Madrid en la que gobiernan, no permiten apenas que se construyan casas.
  • Están a favor de limitar acceso a la información vía copyright restrictivo.
  • La mayoría sacrifican siempre su libertad por comodidad. Ejemplo: usar Windows en vez de Linux aunque Microsoft los ametralle con propaganda progre izquierdista en la esquina inferior izquierda de la barra de tareas, o en cuanto abren el navegador Edge por defecto.


El miedo a la libertad

El concepto de libertad
Fromm inicia el libro haciendo una distinción entre la libertad negativa y la libertad positiva. La primera se refiere a la emancipación de restricciones como convenciones sociales implantadas por otras personas o por la sociedad, y para obtener este tipo de libertad históricamente se ha tenido que luchar. Sin embargo, de acuerdo con Fromm, este tipo de libertad por sí sola puede ser una fuerza destructiva a menos de que esté acompañada por un elemento creativo que sería la libertad positiva. Esto necesariamente implica una conexión con los otros que va más allá de los lazos superficiales de las interacciones sociales.

En el proceso de volverse libre de la autoridad, los humanos quedan con sentimientos de desesperanza (Fromm compara esto al proceso de individualización de un niño como parte de su desarrollo) que no desaparecerán hasta que usen la libertad positiva y desarrollen un reemplazo para el orden que conocían antes. Sin embargo, un sustituto común para la libertad positiva o la autenticidad es someterse a un sistema autoritario que reemplace el orden anterior con una apariencia exterior diferente, pero con la misma función para el individuo: eliminar la incertidumbre prescribiendo qué pensar y cómo actuar.

Escapando de la libertad
La libertad negativa no es una experiencia placentera por sí misma, por lo que Fromm sugiere que muchas personas en lugar de usarla tratan de minimizar sus efectos negativos al desarrollar ideas y comportamientos que les proporcionan alguna forma de seguridad. Fromm menciona los siguientes tres comportamientos:

  1. Autoritarismo: Para Fromm la personalidad autoritaria tiene un elemento sadista y un elemento masoquista. Una persona autoritaria desea ganar control sobre los demás para tratar de imponer algún tipo de orden en el mundo y también desea someterse a una fuerza superior la cual puede ser otra persona o una idea abstracta.
  2. Destructividad: Aunque tiene algunas similitudes con el sadismo, Fromm argumenta que un sádico desea controlar mientras que una personalidad destructiva desea destruir todo lo que no pueda controlar.
  3. Conformidad: Este comportamiento se presenta cuando la gente incorpora inconscientemente las creencias, normativas y procesos de razonamiento de su sociedad y las experimenta como si fueran propias. Esto no les permite tener pensamientos libres genuinos, lo que tiende a provocar ansiedad.
Fromm examina la democracia y la libertad política y alaba los modelos de democracia moderna y de nación industrializada, pero advierte que la libertad externa proporcionada por dichos modelos no puede ser aprovechada completamente sin una libertad interior equivalente. El autor sugiere que a pesar de ser libres de influencias autoritarias, las personas que habitan en sociedades en las que operan los modelos mencionados están dominadas por los consejos de expertos y la influencia de la publicidad.
 
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  • La mayoría sacrifican siempre su libertad por comodidad. Ejemplo: usar Windows en vez de Linux aunque Microsoft los ametralle con propaganda progre izquierdista en la esquina inferior izquierda de la barra de tareas, o en cuanto abren el navegador Edge por defecto.


El miedo a la libertad

El concepto de libertad
Fromm inicia el libro haciendo una distinción entre la libertad negativa y la libertad positiva. La primera se refiere a la emancipación de restricciones como convenciones sociales implantadas por otras personas o por la sociedad, y para obtener este tipo de libertad históricamente se ha tenido que luchar. Sin embargo, de acuerdo con Fromm, este tipo de libertad por sí sola puede ser una fuerza destructiva a menos de que esté acompañada por un elemento creativo que sería la libertad positiva. Esto necesariamente implica una conexión con los otros que va más allá de los lazos superficiales de las interacciones sociales.

En el proceso de volverse libre de la autoridad, los humanos quedan con sentimientos de desesperanza (Fromm compara esto al proceso de individualización de un niño como parte de su desarrollo) que no desaparecerán hasta que usen la libertad positiva y desarrollen un reemplazo para el orden que conocían antes. Sin embargo, un sustituto común para la libertad positiva o la autenticidad es someterse a un sistema autoritario que reemplace el orden anterior con una apariencia exterior diferente, pero con la misma función para el individuo: eliminar la incertidumbre prescribiendo qué pensar y cómo actuar.

Escapando de la libertad
La libertad negativa no es una experiencia placentera por sí misma, por lo que Fromm sugiere que muchas personas en lugar de usarla tratan de minimizar sus efectos negativos al desarrollar ideas y comportamientos que les proporcionan alguna forma de seguridad. Fromm menciona los siguientes tres comportamientos:

  1. Autoritarismo: Para Fromm la personalidad autoritaria tiene un elemento sadista y un elemento masoquista. Una persona autoritaria desea ganar control sobre los demás para tratar de imponer algún tipo de orden en el mundo y también desea someterse a una fuerza superior la cual puede ser otra persona o una idea abstracta.
  2. Destructividad: Aunque tiene algunas similitudes con el sadismo, Fromm argumenta que un sádico desea controlar mientras que una personalidad destructiva desea destruir todo lo que no pueda controlar.
  3. Conformidad: Este comportamiento se presenta cuando la gente incorpora inconscientemente las creencias, normativas y procesos de razonamiento de su sociedad y las experimenta como si fueran propias. Esto no les permite tener pensamientos libres genuinos, lo que tiende a provocar ansiedad.
Fromm examina la democracia y la libertad política y alaba los modelos de democracia moderna y de nación industrializada, pero advierte que la libertad externa proporcionada por dichos modelos no puede ser aprovechada completamente sin una libertad interior equivalente. El autor sugiere que a pesar de ser libres de influencias autoritarias, las personas que habitan en sociedades en las que operan los modelos mencionados están dominadas por los consejos de expertos y la influencia de la publicidad.

¿dónde gobiernan, dices, los liberales?... no sabía yo que madrid fuera liberal y la soberanía de sus propios asuntos correspondiera al individuo... yo creía que era una socialdemocracia donde toda regulación pertenece a la administración, incluido por ejemplo dónde se construye y qué...

dicho eso, todo el mensaje se te va a la cosa ¿no?...

fromm no dice más que insensateces... la libertad negativa y la positiva son contrarias... de hecho, solo la negativa es libertad, la positiva es dotarse de capacidades a costa de las libertades de los demás...

la libertad negativa no es una experiencia placentera por sí misma... nos ha estropeado, claro que no es una experiencia placentera salir a pescar porque tienes derecho negativo a peces... lo placentero es quedarse en la playa tocándose los bemoles y luego atracar al que salió a pescar, porque tienes derecho positivo a peces...

por dios...
 
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