EXPATRIADO & EXPATRIOTA
Forero Paco Demier
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No es la inmigración, estúpido - Fernando Díaz Villanueva
Aunque ha pasado ya más de una semana, toda Europa sigue conmocionada por el atentado en la redacción de Charlie Hebdo. Los crímenes de los islamistas siempre concitan gran trompetería mediática y un sinnúmero de golpes en el pecho, condenas grandilocuentes y apelaciones compungidas a las...
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InicioEl mundoNo es la inmi gración, menso No es la inmi gración, menso
24/01/2015 Fernando Díaz Villanueva
Aunque ha pasado ya más de una semana, toda Europa sigue conmocionada por el atentado en la redacción de Charlie Hebdo. Los crímenes de los islamistas siempre concitan gran trompetería mediática y un sinnúmero de golpes en el pecho, condenas grandilocuentes y apelaciones compungidas a las libertades que aquí, en Occidente, disfrutamos pero que podríamos dejar de disfrutar en breve si estos bárbaros terminan prevaleciendo. En el caso del semanario francés no iba a ser diferente, y más habida cuenta del brutal desenlace dos días después en el supermercado judío y en aquella imprenta de las afueras de París.
Esta vez han cambiado los actores pero la cantinela ha sido la misma que en ocasiones anteriores. Los unos con el cuento de que la inmi gración –la fiel a la religión del amora y, ya metidos en harina, toda la demás– es la culpable de que sucedan estas cosas. Para acabar con el problema piden poco menos que cerrar las fronteras y llenar las garitas aduaneras con efectivos de las fuerzas especiales. Los otros posan su dedo acusador sobre los sospechosos habituales, a saber: el capitalismo y Estados Unidos (por este orden), causantes en primera y última instancia del desastre general en el que habita el mundo árabe y que, según ellos, es la progenitora nutricia de todos los radicalismos. La solución que ofrecen estos oscila entre el buenismo al uso zapaterino y la revolución bolchevique. La gran ventaja de los marxistas es que utilizan el mismo cubierto para todo: para la sopa, para el bistec y para pelar la fruta. En su mundo simplón y maniqueo los buenos son buenísimos y los malos malísimos. Por eso cualquier ganapán es capaz de hacer sesudos análisis salteados por una verborrea inconfundiblemente espesa al estilo de la que Íñigo Errejón emplea en los debates televisivos para pasmo de una audiencia que no está habituada a tantas subordinadas juntas.
La despreocupada y envejecida Europa necesita respuestas rápidas y soluciones mágicas que hagan desaparecer el mal de un golpe. La gente las compra precisamente por esa razón. El problema es que son recursos tan manidos que hasta refutarlos cansa. La inmi gración, por muy flamencos que se pongan los de Pegida y afines, no es la causante del atentado de París. Esto es un hecho. Los autores de la matanza de Charlie Hebdo, los hermanos Kouachi, no habían emigrado de ningún sitio, ya eran franceses, nacidos ambos en el mismo París, criados en un banlieu del extrarradio y educados en el sistema escolar estatal. Lo mismo puede decirse de Amedy Coulibaly, el terrorista que se atrincheró en el supermercado y que acabó con la vida de cuatro rehenes. Al parecer Coulibaly y los Kouachi se habían conocido en prisión años antes, cuando los tres cumplían condena por atraco a mano armada. En aquel entonces ni los unos ni el otro tenían la más mínima veleidad islamista. Eran quinquis sin más apellidos que los consignados en la ficha policial.