Amigos Ludovicus, Arrionda y Crozet, y a todos los ateos católicos gustovobuenistas del hilo, os comento:
Estuve hace unos años en una misa en la catedral de Mexico DF. Incienso, cirios encendidos, un órgano inmenso de bronce del S.XVI tocando a Bach; el templo abarrotado con gente agolpándose en las esquinas, indígenas en éxtasis y llorosas pero sin que se oyese una tos; en el altar mayor, el obispo con su mitra y su hábito coral, atendido por 10 sacerdotes con sus casullas doradas y unos 50 diáconos con sus dalmáticas, y un número no menor de 100 monaguillos portando cirios, cestas e inciensarios, que se despalazaban entre las masas.
Por su despliegue escénico, aquello parecía la ópera Aída. Nunca había visto nada igual.
La impresión final de esa puesta en escena era tan sobrecogedora que sentía que de un momento a otro sería arrebatado como Elías y llevado al cielo. Para colmo, la lámpara central que domina el templo, una estructura de plata de cinco o seis metros, se balanceada sola por causa de un leve terremoto que tenía lugar en ese momento.
Era una auténtica teofanía. El poder y la gloria que tras*mitía aquel acto era indescriptible... Casi sufro el síndroma de Stendahl y me desmayo. Al salir, era como regesar de una experiencia psicodélica, la sensación de haber estado en un lugar mágico e irreal, fuera del tiempo.
Cuando comparo eso a las misas con curitas progres sin sotana, haciendo homilias en el lenguaje llano de "hoy en día", asegurando que el infierno no existe y que Dios es amor, amor y amor (sobre todo por los refugees); cuando en lugar del órgano renacentista los veo coger sus guitarritas electricas para cantar "vamos juntos a la casa del señor", "imagine" o "all you need is love".... comprendes perfectamente cuál es el problema del cristianismo en Occidente. Dios no es Pop ni es minimalista ni es "cotidiano". Es barroco, antiguo, misterioso y solemne.
Benedicto comprendía el valor del rito, la magia de los oficios y la indumentaria -como demostró al organizar el pasmoso entierro de Juan Pablo II-. Pero con el montonero Sinagoglio, la Iglesia ha perdido su única oportunidad de regeneración, de volver a la manifestación de su poder y gloria sobrenatural, que se tras*mitía mediante una puesta en escena perfectamente diseñada por siglos de experiencia en psicomagia -heredada de Roma, y antes de Egipto-. Eso es lo que conmueve y lo que la gente compra, y no el sucedaneo low cost y update que ahora venden.
Pero como a Sinagoglio le ha elegido el Espíritu Santo, pues a tragar se ha dicho.
Ayer Cristina López Schlichting, entrevistando en la COPE a la autora de un libro sobre el club Bilderberg, dijo que el único que se opone a los planes de la élite es el papa Francisco. Con un par.