David Fernández Vítores es lingüista, investigador, profesor de la Universidad de Alcalá y coautor de los informes del Instituto Cervantes sobre la situación del español en el mundo. Su último libro (
'Las afueras del español') es un ensayo académico que nos acerca a los rincones más recónditos de la hispanidad, además de la crónica de un viaje por tres continentes. Hay datos sorprendentes:
la penetración del español en jovenlandia ha caído del 20% a menos del 5% en quince años; solo el 13% de los hispanos registrados para votar en Estados Unidos se considera "hispanohablante" y cada vez más creen que manejar el idioma de sus padres no es un requisito importante para mantener su identidad.
PREGUNTA. Cuando hablamos del español en el mundo solemos usar enfoques muy optimistas. Tu libro arranca con el planteamiento opuesto.
RESPUESTA. Es un viaje por los rincones más descuidados del universo hispánico. En algunos, el español ha desaparecido del habla y ya ni siquiera hay nativos, aunque todavía quede algo de la herencia cultural y pueda seguir siendo un valor para el hispanismo. Indican una presencia, aunque ya es muy leve. Se trataba también de identificar los frentes prioritarios de actuación para una futura estrategia a diseñar, por ejemplo con el Instituto Cervantes o la Real Academia. Sobre todo ahora que se está metiendo mucho dinero en la promoción del español.
P. Empiezas con el caso de Filipinas.
R. La herencia del español en
Filipinas estaba asociada a las clases altas y a quienes habían ido a la universidad. Ahora es prácticamente inexistente. No hay hablantes nativos. Los residentes extranjeros, principalmente los españoles, son el 80% de los hispanohablantes en Filipinas. Otra cosa es el criollo chabacano, que tiene una herencia muy fuerte del español, una mixtura que hace que algunos contabilicen a sus hablantes como hispanohablantes. En el Instituto Cervantes, por ejemplo, los identificamos como hablantes con competencia limitada. Por lo demás, la herencia sigue en el léxico. Un 20% de los vocablos del filipino actual proceden del español. Palabras como alkalde (alcalde), kutsara (cuchara), lababo (lavabo), mensahe (mensaje), panyo (paño) o incluso konyo (shishi).
P. Los números filipinos dan pistas sobre la evolución del idioma, incluso sobre la historia del país. Hay sonidos españoles a partir del diez, como "dose". Luego, al ir subiendo de magnitudes, aparece ya el inglés. El número mil se dice "isa thousand". ¿Sigue siendo el español un elemento identitario entre las élites filipinas?
R. Era un elemento identitario, pero está en franco declive, en retroceso total. Entre las nuevas generaciones, ninguna se identifica con el pasado de sus abuelos. Es verdad que nunca llegó a ser una lengua consolidada. Fue hacia el siglo XVIII cuando empezó a tomarse en serio como un factor de la administración central para controlar el territorio. Actualmente la presencia es muy, muy minoritaria, mientras que el inglés es omnipresente y es lengua oficial. Quizás la mayor esperanza de futuro para el español en Filipinas es que se aprenda como segunda lengua en combinación con el inglés. Recuperar la tradición hispánica de Filipinas a mí me parece totalmente imposible. Lo que pasa es que estratégicamente es muy importante tener una pauta institucional en Asia-Pacífico.
Foto: S. B.
P. ¿Cómo se ha ido perdiendo tan deprisa?
R. Fue lengua obligatoria en la universidad hasta que dejó de ser oficial, algo que ocurrió en 1987. Muchos de estos estudiantes todavía están vivos. Los más jóvenes tendrán ahora 60 años. El poso que les haya dejado ya depende de cada uno. Algunos lo entienden, otros se han olvidado...
P. ¿Incluso entre las clases más altas?
R. Era un idioma de élite, pero cada vez queda menos de eso. Era una señal de diferenciación social con respecto a las clases más humildes, pero ya ha desaparecido casi del todo. La prioridad de cualquiera es saber bien inglés. El español... pues bueno, quizá como segunda lengua. Hay una desvinculación total con el pasado español.
P. Le dedicas un capítulo al chamorro de las Islas Marianas. Dices que se suele considerar un idioma criollo de base española, o al menos con mucho léxico español.
R. La presencia española allí fue simultánea a la de Filipinas. Estaba en la ruta de la famosa 'Nao de la China'. Era un puerto de escala donde fondeaban las naves españolas. La presencia hispana fue más tardía y minoritaria. La lengua que se hablaba era el chamorro tradicional, una mezcla de varias cosas, al menos antes de que el inglés entrase arrasando todos los indigenismos, etcétera. Actualmente, se está intentando recuperar y ese chamorro se contaminó mucho de términos españoles. Si lo escuchas ahora es una mezcla muy exótica de términos malayos, polinesios, australesios, del inglés, etcétera. En estas lenguas tan minoritarias, a veces el componente identitario es más fuerte que el habla. Muchos se identifican con el chamorro, pero apenas lo saben hablar.
P. Como ocurre con muchos latinos en Estados Unidos.
R. Salvando algunas distancias, es lo mismo. Muchos se consideran hispanohablantes y después les preguntas algo y no son capaces de articular dos frases. Con el chamorro pasa un poco lo mismo y ahora se está intentando recuperar culturalmente. De todos modos son islas muy poco pobladas. Son poblaciones pequeñas y lo que se escucha cuando bajas del avión es el inglés.
"El 'spanglish' ha pasado de ser un término despectivo a una reivindicación identitaria"
P. En el caso de EEUU, creo que también tendemos a hacer una lectura muy optimista. No sé si está justificada esta percepción eufórica que viene a decir poco menos que el español va a sustituir al inglés. ¿Cómo están evolucionando las segundas y terceras generaciones?
R. Esa es la pregunta del millón. Y te puedo contestar una cosa y la contraria. Francamente, la percepción que tengo, y llevo años estudiándolo, es que efectivamente hay un optimismo excesivo con respecto al español. Las cifras avalan que el número de hablantes nativos de español en EEUU sigue creciendo. Pero muchas veces esos censos no tienen una discriminación lingüística. Me refiero a que es gente que no está claro que sepa
hablar español. Pueden sentirse hispanos, latinos, pero no hablar español. El censo dice que hay 40 millones de hablantes nativos, pero luego no evalúa sus capacidades reales. Yo creo que un porcentaje muy elevado son angloparlantes.
P. Para muchos es más una definición identitaria que una habilidad lingüística.
R. Mira, hace unos años, el número de hispanos nacidos en Estados Unidos superó por primera vez al de hispanos que habían nacido fuera de Estados Unidos. Eso para una lengua es un punto de inflexión. Y los estudios del Pew Research indican un importante cambio cultural: cada vez más personas no consideran que hablar español sea un requisito necesario para considerarse hispano. Esto es muy peligroso para el mantenimiento de una lengua.
P. Antes decías que podías responder a la pregunta de varias maneras.
R. Sí, porque hay otras tendencias más positivas. Por ejemplo, algunos hispanos siguen preocupándose porque sus hijos aprenden español, incluso en las terceras generaciones. Los llevan a clase o lo convierten en su idioma doméstico. Les hablan, a veces en mal español porque no lo practican mucho. Pero les hablan. Y hay factores políticos, obviamente. El 'spanglish' ha pasado de ser un término despectivo a una reivindicación identitaria. En el mundo de la lingüística se está debatiendo si le damos carta de naturaleza como variedad del español. Hay sentimientos encontrados. Es una decisión política, como siempre que se separa un dialecto de una lengua.
P. El napolitano es un dialecto del italiano y el gallego una lengua distinta al portugués.
R. Exactamente. ¿Dónde está la frontera? Dar carta de naturaleza al 'spanglish' podría ser un instrumento político para promocionar el español. Pero tienen que hacerlo los propios estadounidenses.
El libro 'Las afueras del español'. (S. B.)
P. Cuando Univisión decidió abrir un canal para las nuevas generaciones de latinos lo llamaron 'Fusion' y emitía en inglés. Acabaron cerrando porque no lo escuchaba casi nadie. Depende mucho de la zona geográfica, pero en muchos estados los latinos adoptan rápido el inglés.
R. Totalmente de acuerdo. No es lo mismo estar en California, Arizona, Nuevo México o Texas que en la Costa Este. Otra cosa curiosa es la idea de la frontera en ciudades gemelas como San Diego con Tijuana, Reynosa con McAllen, Laredo con Nuevo Laredo, El Paso con Ciudad Juárez. La realidad que viven de un lado y de otro de la frontera es una realidad mezclada. Todos saben si son hispanohablantes o anglófonos, pero en su día a día cambian de código al instante.
P. Otro de los discursos que solemos repetir aquí es que el español se está convirtiendo en una lengua global, como el inglés. Sin embargo, el inglés avanza como un rodillo en prácticamente todos los ámbitos: tecnología, ciencia, artes... Ni siquiera el chino puede competir.
R. Es que además creo que esta visión de confrontación es contraproducente. Es un error entrar en un terreno de competición con el inglés. Esta cosa tan francesa de la lucha de lenguas no nos interesa nada, no tenemos nada que ganar. En un juego de suma cero, nosotros vamos a perder. Uno de las grandes características del español es que es una lengua fundamentalmente nativa. Como lengua internacional no llega a los 100 millones de hablantes, pero como lengua nativa llega a los 500 millones de hablantes. Si queremos convertirla en lengua internacional más allá del ámbito hispanohablante, tendrá que ser necesariamente en combinación con el inglés. Los juntas y, oye, te sale una de las combinaciones con mayor capacidad de comunicación a nivel internacional. Esa apuesta sí se puede hacer: convertirse en la segunda lengua extranjera, como algo extra. Pero enfrentarse al inglés es absurdo. Es una batalla perdida.
P. Es imposible competir con la lengua franca contemporánea.
R. Por número de publicaciones científicas, por todo... Las cifras del español son mejores que las del francés. No es que sean malas, pero es que el inglés ha barrido. Incluso los científicos hispanohablantes publican en inglés y se mueren por publicar en inglés porque ahí está la difusión. Hay extremos que son ridículos. Hemos acabado publicando trabajos académicos sobre el mundo hispanófono... en inglés. Y se pierden matices por el camino, claro. Por resumir, yo sí considero muy importante la plataforma que supone la comunidad hispana de los Estados Unidos. Pero más como símbolo, y para la exportación del español en combinación con el inglés como fórmula perfecta. Pero obsesionarse con estas carreras no lleva a nada. No hay estrategia posible que invierta la globalización cultural. Da igual cuánto dinero gastemos en las instituciones porque las cosas van a seguir su rumbo natural.
"En Guinea Ecuatorial ni la administración se pone de acuerdo. Mucho menos los lingüistas"
P. Hablas en tu libro también de jovenlandia y el Magreb. El español allí está desapareciendo a un ritmo pasmoso.
R. El español fue lengua oficial en el protectorado español, pero después se ha producido una desvinculación gradual. Las cifras de hablantes se han desplomado. Han abandonado el español y se acabó. Hasta hace unos 20 años la vinculación era mayor y creo que parte de la culpa la tiene Internet. Antes de llegar, la vinculación cultural era mayor porque el mundo era más pequeño. Por ejemplo, una cosa que mantenía bastante arraigado el español en el Magreb, que parece muy sencilla pero no lo es, eran las antenas de televisión orientadas hacia España. Para ver el futbol, por ejemplo. Ahora la gente joven ya no necesita antenas para ver el futbol y no tiene que verlo en español. Puede escoger el inglés, el francés, el árabe...
P. ¿En serio Internet está arrasando el español en jovenlandia?
R. Hombre, hay más factores. No es obligatorio estudiar español en la universidad desde hace unos años y ahora se estudia como segunda lengua. Eso también ha hecho bastante pupa. Y eso que la acción cultural española, por motivos históricos, es donde más ha invertido. Hay centros Cervantes, academias, etcétera, que además tienen mucha demanda. Pero mira los datos: hace 20 años, en 2005, cerca de un 20% de la población podía chapurrear el español y hacerse entender. Ahora esa cifra ha bajado al 4,5%. Y poco más del uno por ciento son capaces de escribir y hablar correctamente. Es tremenda la desvinculación. Pero es que una lengua extranjera se aprende por herencia cultural, administrativa o porque hacemos un esfuerzo con una visión instrumental: viajar por el mundo, conseguir un trabajo, etcétera. Aprender un idioma es un esfuerzo titánico. El francés ya lo tienen y, antes de aprender español, se van a poner a aprender inglés.
P. Hay otro capítulo sobre Guinea Ecuatorial, donde hablan un español muy peculiar. ¿Estuviste allí también para documentar el libro, verdad?
R. En Guinea Ecuatorial ni la administración se pone de acuerdo. Mucho menos los lingüistas. La mayoría de los ecuatorianos lo consideran una lengua extranjera que casi todo el mundo conoce. Pero hay lingüistas que piensan que es una variedad del español, con sus rasgos distintivos. Yo soy más partidario de considerarlo como una variedad del español porque no hay ninguna lengua indígena que pueda sustituir al español para la comunicación interétnica. Lo que utilizan de manera vehicular, entre las distintas tribus, es el español.