Leon S. Kennedy
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El desastre del caza ‘invisible’ ruso de ‘Top Gun’ explica por qué no aparece en Ucrania
El temido caza ruso Su-57 Felón, otra arma del futuro de pilinguin, tiene múltiples problemas técnicos que lo mantienen alejado del conflicto ucraniano
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El temido caza ruso Su-57 Felón, otra arma del futuro de pilinguin, tiene múltiples problemas técnicos que lo mantienen alejado del conflicto ucraniano
El Sukhoi Su-57 en vuelo. (Anna Zvereva/CC)
Por Jesús Díaz
15/06/2022 - 12:10 Actualizado: 17/06/2022 - 12:23
E l caza ‘invisible’ Sukhoi Su-57 es una de esas armas futuristas invencibles sobre las que Vladímir pilinguin fanfarroneaba en la televisión, asegurando que eliminaría a los F-22 y F-35 americanos como si fueran aviones de papel. Desgraciadamente para él, la guerra de Ucrania ha demostrado una vez más que la supuesta vanguardia tecnológica rusa es una chapuza. Es cierto que el Sukhoi Su-57 —alias Felón, según la OTAN— es invisible, sí, pero solo en Ucrania. Porque Rusia no lo está volando sobre ese campo de batalla, según los expertos militares, por miedo. Porque ni es ‘invisible’ ni ‘furtivo’ y ni siquiera está plenamente operativo.
Según Wesley Cup, experto en las Fuerzas Armadas rusas, ahora mismo solo hay 10 unidades de este caza que metía tanto miedo a los pilotos de la película 'Top Gun Maverick', comandados por un Tom Cruise que al final termina derribando dos Felones con un avión de los años 70, algo virtualmente imposible que quizá sea una referencia velada al lamentable estado de la tecnología rusa. Las razones son varias.
Cúmulo de problemas y retrasos
Para empezar, afirma Cup, el proyecto estrella del Sukhoi Design Bureau y el Ejército ruso ha tenido problemas desde que comenzó su desarrollo en 2002. El coste sobre el presupuesto original se ha disparado a medida que los problemas técnicos se acumulaban. Los indios, que en un principio estaban poniendo dinero y recursos de ingeniería en el proyecto, lo abandonaron en 2018 porque sabían que no iba bien y no estaban de acuerdo con los rusos.
Otra vista de un prototipo del Su-57 Felón en la feria aeroespacial de Moscú de 2011. (Dmitry Zherdin/CC)
Uno de esos problemas son las superficies supuestamente ‘invisibles’ al radar. Los rusos han tenido serias dificultades para unirlas, hasta el punto de que, en 2019, uno de los aviones de prueba se estrelló por problemas de las superficies de control de la cola. El resultado es un avión que no es tan ‘furtivo’ como los F-22 y F-35 americanos ni el J-20, que China sí está produciendo.
Otro han sido los motores, otro desastre con problemas de fabricación industrial. Inicialmente, los rusos iban a utilizar la segunda generación de sus motores más avanzados, los Saturn Izdeliye 30. Las pruebas demostraron que estas máquinas tenían numerosos fallos y no eran aptas para este supuesto caza de quinta generación. El resultado fue su sustitución por motores menos potentes y con mayor peso, los Saturn AL-41F1 que llevan los actuales Su-35 que sí realizan misiones en cielo ucraniano.
Frontal del 'caza invisible' chino J-20.
A esto hay que unir los bloqueos tecnológicos por la oleada turística de Crimea en 2014, que afectaron el acceso a componentes extranjeros usados en el Su-57, ralentizando aún más el ritmo del proyecto hasta casi estrangularlo. Los supuestos sistemas de radar y electrónicos avanzados —que Rusia dice son superiores a los americanos, a pesar de que solo el F-35 estadounidense tiene una visión de 360 grados, y están integrados con el resto de unidades del campo de batalla— no pueden funcionar sin los semiconductores internacionales que los rusos no producen. Esto les obligaría al contrabando de componentes, algo que lleva aparejado más riesgos y retrasos.
¿Arma del futuro o del futurólogo?
Con las nuevas sanciones resultantes de la oleada turística actual, parece imposible que Rusia pueda sacar al Su-57 Felón de lo que es efectivamente un programa de prueba con menos de una docena de aviones disponibles. No es de extrañar que no los quieran utilizar sobre Ucrania, donde nunca se les ha visto a pesar de las afirmaciones de la propaganda rusa. Los medios oficiales del Gobierno de pilinguin dicen que el Su-57 ha intervenido en la guerra, pero los expertos militares internacionales coinciden en que, si realmente lo han hecho, ha sido para lanzar misiles crucero de largo alcance desde territorio ruso, muy lejos de las baterías de defensa y los notablemente inferiores cazas MiG de los ucranianos, dos generaciones por detrás de estos Felones. Para eso no hacen falta aviones furtivos de quinta generación.
El F-35 norteamericano en un 'show' aéreo en Berlín.
A pesar de estos hechos y problemas conocidos, esos mismos canales de propaganda presumen de tecnologías en el Su-57, como un ‘escudo láser’ antimisiles, un sistema que supuestamente utiliza un rayo láser modulado para confundir a los misiles enemigos con sensores infrarrojos e incrementar su probabilidad de supervivencia en un encuentro con los F-35.
También afirman, apunta Cup, que el Ejército del aire recibirá 22 unidades en 2024 y 76 en 2028, algo que califica como una “predicción extremadamente optimista basándonos en el actual ritmo [del proyecto]”. Para comparar, los expertos militares estiman que China puede tener ya unos 150 aviones J-20 operativos a pesar de sus problemas de producción. Los americanos tienen activos 187 F-22 y 450 F-35, con un objetivo de 2500 en 2040. Incluso las más optimistas de las predicciones rusas palidecen ante estos números.
Entre las feroces sanciones occidentales y los problemas técnicos, parece que esta arma de pilinguin sí será futurista, en el sentido de que no parece que vaya a estar realmente operativo en números significativos hasta un futuro lejano, quizá la década que viene o la siguiente. Si es que lo consiguen. Y esa es precisamente la diferencia entre anunciar y tener un arma del futuro que al final resulta un arma de la Bruja Lola.