Montaigne
J´est un autre
Los canabinoides son lipófilos, lo que quiere decir que se adhieren a los tejidos grasos. Se acumulan en el cuerpo, y tardan en ser expulsados, de ahí que no tengan síndrome de abstinencia agudo. En principio no causan daño, si no se abusa salvajemente. En caso de abuso salvaje las secuelas son espantosas. Ansiedad continua, paranoia y, finalmente, psicosis. He visto varios casos. Con abuso salvaje me refiero a fumar ocho porros de marihuana al día, por ejemplo. Un absoluto desastre psiquiátrico. El sujeto comenzó a tener cefaleas continuas, claramente causadas por el abuso o factores genéticos (su abuelo padecía migrañas) y en vez de ver claramente la causa, el sujeto se obsesiona con que son las ondas WIFI y de telefonía las causantes de dichas cefaleas. Entonces procede a controlar y vigilar a su familia (progenitora y hermano) para ver si tienen encendidos los datos del móvil, el WIFI de la casa y, en última instancia, los móviles mismos. Gritos, violencia psicológica, amenazas, abrazos en las puertas, llantos de progenitora... Hasta que un día dicho sujeto, que es músico, tiene que dormir para grabar una maqueta a la mañana siguiente. Exige a su hermano que apague el WIFI, y obviamente éste se niega (hay que decir que dicho sujeto antaño era un obseso de las conexiones WIFI, hasta el punto de comprarse amplificadcores enormes para piratear mejor la señal). El caso es que esa noche el sujeto no puede dormir porque el WIFI está encendido y lleva años fumando entre ocho-diez porros de hachís o marihuana de dudosas calidades y le da un brote, y consigue intercambiar habitaciones con su progenitora y empapela con papel albal la habitación (todo lo que estoy contando es un caso real de un muy buen amigo mío, y es algo que me afecta y me joroba, pero tengo que desahogarme), y ni con el papel albal es suficiente así que decide de manera muy desagradecida y habiendo deteriorado de manera horrible la relación con su familia, que siempre le había dado de todo, mudarse a una casa okupa llena de yonquis y locos politoxicómanos que se pinchan y fuman DMT y hay porros todo el día por todos lados. Ni que decir tiene que la salud mental del sujeto, si ya antes estaba deteriorada, es rápida y eficazmente destruida por semejante ambiente y compañías, aunque el no se pinche (que no sé si lo habrá empezado a hacer o no) y se limite a seguir fumando sus ocho-diez porros al día, mientras contempla como todo se derrumba a su alrededor, incapaz de dejar de hacerlo, paranoico, psicótico y convencido de poseer capacidades telepáticas y de sentir quién, cuándo y qué está pensando cualquier persona en cualquier momento, y al mismo tiempo buscando fuentes de ondas electromagnéticas, ya que sus cefaleas por supuesto continúan y tiene que fumar más... y el colmo llega cuando se hace novio de una francesa fruta y malnacida, mujer fatal entrada en años, y se la ama a pelo y se cree que ella le puede leer el pensamiento y que nos lo puede leer a los demás (Geraldine, si lees ésto me debes cincuenta euros o una churrupaica, astuta mentirosa de cosa).
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