El árbol que se pertenece a sí mismo

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de Complutum
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El Árbol que se pertenece a sí mismo es un roble blanco que tiene propiedad legal de sí mismo y de la tierra dentro de su base de 2,4 metros. El árbol, también llamado el Roble Jackson, está ubicado en la esquina entre South Finley y Dearing Street en Athens, Georgia, Estados Unidos. El árbol original murió en 1942, pero un árbol nuevo creció de una de sus bellotas y fue plantado en el mismo lugar. El árbol actual es referido usualmente como el Hijo del árbol que se pertenece a sí mismo. Ambos árboles han aparecido en publicaciones nacionales y el lugar en donde se encuentran es un sitio conocido.

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El árbol original en 1910

La historia más antigua sobre el árbol viene de un artículo de primera plana titulado "Hecho a sí mismo" publicado en el Athens Weekly Banner el 12 de agosto de 1890. El artículo explica que el árbol había sido ubicado en la propiedad del Coronel William Henry Jackson.1 William Jackson era el hijo del político James Jackson (quien fue soldado en la Revolución Americana, Senador y Gobernador del Estado de Georgia). Él era el hermano de Jabez Young Jackson, quien también fue miembro del Congreso. Asimismo, William Jackson fue profesor de la Universidad de Georgia, y era llamado ocasionalmente "Doctor". La naturaleza de su servicio militar y el origen del título de "Coronel" son desconocidos. Supuestamente, Jackson tenía memorias placenteras del árbol y deseaba protegerlo, así que le proporcionó la propiedad de sí mismo y la tierra a sus alrededores. Esta tras*acción se llevó a cabo entre 1820 y 1832.5 De acuerdo al artículo del periódico, el documento decía:

"Yo, W. H. Jackson, de Clarke, en una parte, y el árbol de roble ... de Clarke, de la otra parte: atestiguan, que el mencionado W. H. Jackson por la consideración, el gran cariño que le tiene al árbol mencionado, y el gran deseo de verlo protegido, por estos presentes le concede al mencionado roble la entera posesión de sí mismo y de la tierra que se encuentra a ocho pies de sí."

No está claro si la historia del Árbol que se pertenece a sí mismo comenzó con el artículo del periódico Weekly Banner o si había sido un elemento del folklore local anterior. El autor del artículo escribe que, en 1890, había pocas personas vivas que conocían la historia anterior a ese año.6

La historia del Árbol que se pertenece a sí mismo es ampliamente conocida, y casi siempre es presentada como un hecho. Sin embargo, sólo una persona — el autor anónimo de "Hecho a sí mismo"— ha dicho haber visto el documento de Jackson al roble. La mayoría de los escritores reconocen que el documento se perdió o ya no existe, si alguna vez existió. Incluso si existiera, el documento no tendría validez legal. Bajo la ley, la persona que recibe la propiedad en cuestión debe tener la capacidad legal de recibirla, y la propiedad debe ser entregada y aceptada por el receptor.7

William H. Jackson poseía la propiedad del lado opuesto del árbol de Dearing Street. Ese terreno incluye, hoy en día, el número 226 de Dearing Street, pero a principios del siglo XIX estaba designado simplemente como Lote #14. Sin embargo, el árbol está ubicado en una porción de lo que había sido el Lote #15. Jackson y su esposa Mildred, junto con J. A. Cobb, vendieron su propiedad al Dr. Malthus Ward en 1832, el mismo año citado en el documento. Los índices de bienes raíces del Condado de Clarke no contienen indicaciones de cuándo ni a quién le compró la propiedad Jackson, aunque una gran parte del terreno en esa área, supuestamente, perteneció al Mayor James Meriwether.8910 Aunque Jackson quizá haya vivido cerca del árbol en su adultez, vivió en el Condado de Jefferson durante su niñez, no en Athens, haciendo poco probable que haya pasado sus primeros veranos jugando debajo de las ramas del árbol.

Documentos recientes sugieren que el terreno donde se encuentra el árbol permanece como parte de la propiedad del número 125 de Dearing Street. Sin embargo, el mapa del terreno actual no incluye la esquina peculiar del árbol.

Esto no confirma que el árbol se pertenece a sí mismo, pero sugiere que es posible considerar que se encuentra en la servidumbre de tránsito de Finley Street. El Condado de Clarke confirma que el árbol se encuentra en el lado derecho, por lo que es aceptado por las autoridades municipales; de acuerdo a los oficiales del condado, el gobierno local y los dueños de las propiedades adyacentes en conjunto se encargan de proteger el árbol. En cuanto al documento de Jackson, un escritor declaró a principios del siglo XX: "No importa cuán confuso sea el título frente a la ley, el público lo reconoce". Con ese espíritu, el Condado y su gobierno reconocen que, a pesar de lo que diga la ley, el árbol se pertenece a sí mismo.

Después de la fin del árbol original, su pequeño terreno estuvo vacante por cuatro años. Dan Magill, un habitante del Condado, sugirió que el club de su progenitora encontrara un reemplazo para el árbol. Varios athenianos habían cultivado bellotas del árbol original. El pequeño árbol de 1.5 metros de altura perteneciente a Jack Watson fue elegido como el ideal para llevar a cabo la tras*plantación. La operación fue dirigida por Roy Bowden del Colegio de Agricultura de la Universidad de Georgia, asistido por estudiantes del Departamento de Horticultura.

El nuevo árbol fue dedicado oficialmente en una ceremonia formal el 4 de diciembre de 1946. Muchas personas importantes del Condado asistieron a la misma. El árbol sucesor es usualmente llamado el "Hijo del árbol que se pertenece a sí mismo." Actualmente, el árbol mide 15 metros de alto.

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El 4 de diciembre de 1996, el Club de Jardín del Condado creó una celebración para marcar el aniversario cincuenta de la plantación del nuevo árbol. Dan Magill, quien inspiró de joven el esfuerzo de replantación, sirvió como maestro de ceremonias.

El árbol se localiza cerca de una colina, en la intersección sur de Dearing Street y Finley Street, en un barrio residencial cerca del centro de Athens y del Campus Norte de la Universidad de Georgia. La parte de Finley Street que lleva colina arriba es la única calle remanente de Athens que está hecha de adoquín. El lote del árbol está separado de la propiedad adyacente por una entrada privada. Aunque el roble se encuentra entre muchas casas, el árbol está "abierto" al público y, regularmente, atrae turistas.

Aunque la historia del Árbol que se pertenece a sí mismo es más leyenda que historia, se ha convertido (junto con la Universidad de Georgia) en uno de los símbolos más reconocidos de Athens. Es incluido frecuentemente en ***etos de información para turistas, e incluso ha ganado reconocimiento internacional a través de publicaciones como Ripley, ¡aunque usted no lo crea!, donde ha aparecido en varias ocasiones.


Fuente: El árbol que se pertenece a sí mismo - Wikipedia, la enciclopedia libre
 
Un hilo dedicado a la historia de un árbol...
Hermosa idea...=D>
 
Tengo por ahí este libro

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Siempre me han fascinado los árboles. Su longevidad les hace ser observadores casi perennes de toda la travesía humana por la Tierra, y son unos seres con unas capacidades como ningún otro: dan cobijo, dan frutos, dan madera, dan sombra, purifican el oxígeno, estéticamente embellecen el paisaje, inspiran a artistas.

Y seguro que, de una u otra manera, conservan una memoria. Han sido testigos silenciosos de pactos, de crímenes, de amoríos, de negocios, y con la capacidad que tanto nos cuesta a los humanos de llevarse los secretos a la tumba. De ver, oír y callar.

Hay varias páginas como esta. Cuando se viaja, estos árboles son un buen punto de referencia para conocer la historia de los lugares y de admirarlos, no dejan de tener una presencia totémica de venerables y sabios ancianos de los que se puede aprender.


 
En sus copas susurran el mundo, sus raíces descansan en lo infinito, pero no se pierden en él, sino que persiguen con toda la fuerza de su existencia una sola cosa: cumplir su ley propia, que reside en ellos, desarrollar su propia forma, representarse a sí mismos. Nada hay más ejemplar y más santo que un árbol hermoso y fuerte. Cuando se ha talado un árbol y éste muestra al mundo su herida mortal, en la clara circunferencia de su cepa y monumento puede leerse toda su historia: en los cercos y deformaciones están descritos con facilidad todo su sufrimiento, toda la lucha, todas las enfermedades, toda la dicha y prosperidad, los años frondosos, los ataques superados y las tormentas sobrevividas. Y cualquier campesino joven sabe que la madera más dura y noble tiene los cercos más estrechos, que en lo alto de las montañas y en peligro constante crecen los troncos más fuertes, ejemplares e indestructibles.
Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar por ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas; predican indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida.
Un árbol dice: en mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la progenitora Tierra. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares.
Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo hasta el fin del secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es.

Herman Hesse
 
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