En su primera legislatura el gobierno ZP nos “obsequió” con las más absurdas medidas de ingeniería social, con la política “antiterrorista” más extravagante y contradictoria y con una política internacional que oscilaba entre lo grotesco y lo zafio. Y todo esto se realizaba mientras el gobierno alardeaba de “cifras macroeconómicas que mostraban la salud de la economía española”. Ya en 2006 era evidente que las perspectivas económicas se estaban ensombreciendo y que el inicio de la subida de los tipos de interés acarrearía a corto plazo el colapso de la construcción y en las inversiones en sectores ajenos a ella. Durante un año el gobierno no ha hecho nada ante una crisis de la que él es el único responsable. Una crisis que van a pagar los trabajadores españoles.
Este documento tiene como objetivos:
1.- Establecer las causas de la crisis económica
2.- Definir las características de la crisis en España
3.- Prever el desarrollo y la duración de la crisis y
4.- Definir la línea política del partido ante la crisis económica
I
Las raíces de la crisis económica
Cuando en julio de 2007 estalló en EEUU la crisis de las hipotecas subprime se produjo un nuevo toque de atención porque la situación del mercado inmobiliario español y norteamericano son extremadamente similares: se ha construido demasiado, los precios se han hinchado artificialmente, los bancos han concedido créditos con demasiada facilidad, y para colmo, las hipotecas sarama titulizadas y lanzadas a la bolsa han sido adquiridas también por bancos españoles, ignorándose en estos momentos en qué forma afectará a estas instituciones de crédito. De momento, se sabe solamente que el monto total de las subprime puede oscilar entre los 3 y los 4 billones de dólares en pérdidas.
A la crisis de las hipotecas de unieron factores diversos a partir de septiembre de 2007 que han configurado un nuevo panorama económico:
1.- Inflación provocada especialmente por el aumento en el precio de los alimentos. Tal aumento se ha producido cuando millones de hectáreas cuya producción iba a parar al mercado alimentario se han orientado hacia la producción de biocarburantes. Eso ha provocado aumentos en el precio de los piensos y de los alimentos en general, siendo un fenómeno de dimensiones planetarias.
2.- Aumento de los tipos de interés por el Banco Central Europeo. La política monetaria de la UE está orientada antes que nada a contener la inflación. La receta de manual para situaciones en las que la economía se “recalienta” es “enfriar” la economía aumendo el precio del dinero… esta política puede ser adecuada en países con una economía saneada en la que se trata solamente de reajustarla, pero no en países como España con un crecimiento económico ficticio.
3.- El aumento de los precios del petróleo. Desde hace dos años se ha llegado al punto de inflexión en el mercado petrolero. Hasta 2006 los aumentos en la demanda se compensaban con la explotación de nuevos pozos recién descubiertos, pero a partir de esa fecha, la demanda ha empezado a superar cada vez más la oferta de petróleo: ya no se localizan pozos con la facilidad que antes y el volumen de petróleo disponible en el mundo disminuye. Esto supone el fin de era del petróleo barato.
4.- Los efectos perversos de la globalización. El proceso de globalización iniciado en 1989 con la caída del Muro de Berlín, con la II Guerra del Golfo (oleada turística de Kuwait) y con la publicación de El Fin de la Historia de Francis Fukuyama, hizo creer que era posible crear un mercado mundial en el que cada país ofreciera aquello en lo que era más competitivo. Se olvidaron de que la competencia solamente es justa y posible cuando las condiciones del juego son iguales para todos, pero no cuando en algunos países de Extremo-Oriente el valor de la mano de obra y los derechos sociales son prácticamente inexistentes y, por tanto, el valor de los productos menor. Era evidente que esos países iban a acaparar en poco tiempo lo esencial de la producción de manufacturas. Eso ya ha ocurrido, pero solamente ahora empiezan a verse sus efectos más perversos. La subida del precio del petróleo hará que a corto plazo se encarezcan las manufacturas que deben llegar desde Extremo-Oriente a los mercados occidentales y, por tanto, a la destrucción de mano de obra se unirán los procesos inflacionarios, con todo lo que ello implica.
II
España en crisis económica.
Dimensiones y rasgos
Hasta aquí las causas esenciales que han precipitado la crisis económica mundial. No estamos ante una crisis económica localizada, sino ante una crisis económica global, la primera de dimensiones planetarias que, a fin de cuentas, es la crisis de la globalización. España figura entre los países menos preparados para afrontarla.
La indefensión de la economía de nuestro país se debe a varios factores:
1.- La sobredimensión de la economía especulativa, que tiene como contrapartida el abandono progresivo de la economía real. La economía especulativa se basa en el aumento ficticio de los valores de intercambio, ese aumento es sobre todo psicológico y está al margen de las leyes de la oferta y la demanda. La economía especulativa no crea riqueza, pero precipita una dinámica de compras y ventas que genera el espejismo de un movimiento económico. Al final de la economía especulativa siempre hay alguien, un último escalón, que ha comprado un bien que no sirve absolutamente para nada y que lo ha hecho muy por encima del valor real con la esperanza de, a su vez, poder revenderlo con un plus especulativo añadido. Cuando eso ocurre emerge la crisis.
2.- El ladrillo como principal foco de actividad especulativa. Solamente un visionario irresponsable podría haber admitido que el sector de la construcción iba a crecer siempre y sin interrupción, ¿hasta cuándo? ¿hasta que no hubiera un metro cuadrado en el que se pudiera construir? ¿hasta que las familias tuvieran segundas y sextas viviendas y estuvieran endeudadas por tres y cuatro hipotecas? Durante 15 años se vivió la ficción de que la construcción podía ser el sustituto de la industria pesada y de las manufacturas para absorber mano de obra y generar movimiento económico. Como era evidente, en el momento en que el mercado se saturara y los tipos de interés hicieran imposible la compra de la vivienda, la burbuja inmobiliaria generada en los últimos 15 años terminaría estallando. España está en estos momentos al borde de ese estallido. No solamente la clase política, sino los medios de comunicación, las tertulias de opinión, son responsables de haber permitido que se insertara en la opinión pública los dogmas de que “la vivienda nunca baja de precio” y “la vivienda es la forma de ahorro en España”…. Porque la vivienda SÍ puede bajar de precio (hoy se calcula que está sobredimensionada entre un 30 y un 50%) y la vivienda no es una forma de ahorro porque, a fin de cuentas ningún pequeño propietario puede prescindir del piso en el que vive. La facilidad con la que se ha desarrollado el sector de la vivienda en estos últimos 15 años se ha debido a seis causas:
a.- El aumento artificial de la población española con 6.000.000 de pagapensiones que necesitaban techo y que, además, generaban mano de obra barata que hundía el precio de los salarios. Desde 2006 una cuarta parte de las hipotecas firmadas en España se estaba concediendo a pagapensiones con apenas presentar un contrato de trabajo de seis meses, sin garantías adicionales, ni experiencia en consumo. Si aquí no ocurre en el plazo de un año un fenómeno parecido a las subprime, no se podrá evitar que buena parte de estas hipotecas se ejecuten a lo largo de 2009-2011 y esos inmuebles vuelvan al mercado inmobiliario… saturando aún más el mercado y contribuyendo al estallido de la burbuja.
b.- La complicidad de los ayuntamientos que han sacado a la venta suelo público para enjugar déficits históricos debidos a sus inversiones faraónicas, mala gestión, corrupción y a proyectos insensatos que los han endeudado hasta límites insoportables. Las reformas introducidas por el PP en la ley del suelo permiten prácticamente construir en cualquier sitio y han convertido a España en un gigantesco solar en el que campos hasta ahora fértiles han sido abandonados para ofertarlos como futuras urbanizaciones y terrenos edificables.
c.- Los bajos tipos de interés que existían entre 1996 y 2005 y que animaron a la adquisición de inmuebles de primera y segunda residencia, éstos últimos con una mentalidad especulativa: “en diez años se habrá duplicado el precio…”, “es la forma de ahorro en España…”. En el momento en el que los tipos de interés se han disparado (llevan subiendo desde 2005) los plazos de las hipotecas han ido subiendo y a medida que el mercado se ha saturado el precio del mercado ha tendido a bajar.
d.- La falta de imaginación de la clase empresarial española, especialista en ganancias a corto plazo y entre cuyos planes no figura mantener inversiones a medio y largo plazo, sino el “aquí te pillo aquí te mayo”. Esta clase empresarial se ha arrojado allí donde ha visto dinero fácil a corto plazo; ha aceptado pagar la compra del suelo a precios sobredimensionados simplemente porque calculaba en repercutir el precio del suelo en el comprador final, ha vivido del crédito en lugar de garantizar el futuro de las empresas mediante la creación de riqueza, la reserva y la prudencia inversora.
e.- El papel de la Banca que no ha dudado en conceder créditos, no por valor del 80% sino incluso del 120% del valor de las viviendas, cuya tasación se sobredimensionó hasta extremos increíbles. Pero la frivolidad de los bancos no ha radicado en conceder créditos fáciles a clientes individuales a la búsqueda de vivienda, sino sobre todo a la concesión de líneas de crédito, a menudo monstruosas, a grandes empresas constructoras ¡conscientes de que estaban comprando terrenos a precios absolutamente hinchados en relación a la lógica del mercado!
f.- La frivolidad de los últimos gobiernos del PP y del PSOE que han permitido que se hinchara la burbuja inmobiliaria hasta hacer imposible que las jóvenes parejas pudieran emanciparse y que los emancipados pudieran tener descendencia, sin prever la imposibilidad de que el boom de la construcción durara eternamente ¡y sin haber previsto un sustituto para cuando el ocaso de la construcción empezara a afirmarse! El resultado ha sido la obsolescencia del modelo económico español basado en el binomio ladrillo-especulación. Tanto el gobierno de Aznar como el de Zapatero han negligido sus responsabilidades, han optado por la vía más fácil (en la medida en que ambos han comido de la mano de los constructores, de la banca, del sector financiero y del sector hostelero) y, al final, los problemas se han ido acumulando hasta hacer imposible su resolución.
3. La desertización industrial creciente agravada por el fenómeno de la globalización pero que ya despuntó durante el felipismo cuando se produjo nuestra incorporación a Europa y se abordó el proceso de “reconversión industrial” que liquidó las industrias tradicionales de buena parte de España. Si bien es cierto que esa “reconversión” era, hasta cierto punto necesaria, no es menos cierto que se produjo sin que se dieran alternativas: liquidada la minería en Asturias, liquidados los astilleros en buena parte de España, liquidados los altos hornos… ¿cuál iba a ser la industria de sustitución? Y ese fue el problema: que no había, todo empezó y terminó –y de ahí la responsabilidad de los sindicatos y de la patronal- en negociar indemnizaciones y jubilaciones anticipadas, pero no en generar una industria que ofreciera empleo de calidad. Este proceso contribuyó a rematarlo la globalización: si imprimir más de 5.000 ejemplares de un libro es más barato en China que en España… ¿qué futuro pueden tener las imprentas españolas? Si se fabrica una tostadora más barata en Yunan (China) que en el cinturón industrial de Bilbao ¿cuál iba a ser el futuro de nuestra industria manufacturera. ¿Puede un país como España resignarse a ofrecer solamente “servicios”?
4. Ausencia de alternativas al actual modelo económico español. Los programas de los dos partidos mayoritarios en las elecciones de 2009 presentaban graves ausencias en materia de economía. Y no es raro que así fuera pues no en vano ambos son responsables solidarios de la situación creada. Ambos, no solamente han dado el visto bueno a una economía especulativa basada en el ladrillo, sino que sus dirigentes han figurado entre sus primeros beneficiarios hasta el punto de que buena parte de la pesada, gris y paquidérmica burocracia de los partidos se financia con cargo a las “donaciones” llegadas del ladrillo. Pero ese modelo económico ya no da más de sí: Zapatero puede establecer un plan para que el Estado compre suelo hoy en manos de las promotoras, puede apoyar por todos los medios a las constructoras como no haría con ningún otro sector económico o industrial… pero todo eso es inútil: se han construido muchas más viviendas de las que el mercado podía absorber, el precio se ha elevado demasiado y el suelo del que disponen las constructoras ha sido adquirido a precios demasiado caros para que ahora –aun con ayudas oficiales- pueda ser rentable construir y vender a precios asequibles para el comprador. Ese modelo económico está muerto y dentro de poco estará felizmente enterrado… pero el gobierno es el único que no lo ha advertido. Pero no existe modelo económico de sustitución y, aun cuando existiera, para poder aplicarlo serían necesarios entre 5 y 7 años. Así pues, el problema no es sólo la obsolescencia del modelo económico español, sino la ausencia de un modelo de sustitución.
III
Tiempos, duración y consecuencias de la crisis
A la vista de todo lo anterior, estamos en condiciones de afirmar:
1.- Esta no es una crisis como las demás, es mucho más grave que cualquier otro que se haya producido desde 1929.
2.- Es una crisis de gravedad extrema ante la que ninguno de los dos grandes partidos tiene solución.
3.- No es una crisis coyuntural, sino estructural cuya fuente última es la globalización.
4.- La crisis, común a todos los países, afectará de una manera más dura a España a causa de su particular modelo económico.
5.- Será la primera crisis que se producirá con 6.000.000 de pagapensiones y
6.- Será la primera gran crisis económica ante la cual ni el gobierno ni la oposición hayan ofrecido soluciones.
En estos momentos estamos viviendo los primeros momentos de la crisis. Ésta hunde sus raíces en los años del “pelotazo”, bajo el felipismo, en donde se generó una nueva jovenlandesal en España: enriquecimiento rápido en el menor tiempo posible aunque se realice a costa de la desgracia de otros.
El cambio del PSOE por el PP en 1996 no alteró en absoluto esta concepción que había impregnado también a las altas esferas del PP habituadas a coquetear en las esferas municipales y autonómicas con la patronal de la construcción. El PP ni estuvo interesado ni tuvo talla ni ambiciones entre 1996 y 2004 para oponerse a los designios de la globalización internacional ni a las grandes patronales de construcción, hostelería y agraria que indujeron al gobierno Aznar a practicar el desinterés por la riada migratoria que entonces se inició y que contribuyó a pulverizar los salarios y a aumentar los beneficios de estas patronales.
Cuando en 2006 el sector de la construcción empezó a dar las primeras muestras de agotamiento ya era tarde para reaccionar y el propio gobierno amparado en cifras macroeconómicas que todavía le eran favorables no creyó siquiera en la proximidad de una crisis, a pesar de que era claro que el modelo económico basado en la construcción se agotaba. En el último trimestre de 2007 ya era evidente para quien tuviera ojos y quisiera ver que la economía mundial en pleno podía entrar en crisis a la vista del aumento del precio del petróleo y de que en los EEUU ya había estallado la crisis de las subprime.
Pero, oficialmente, los seis primeros meses de 2008 son los que el gobierno, a despecho de todas las advertencias de los técnicos e incluso de la opinión pública, se negaba a reconocer la existencia de una crisis económica, acaso porque alardeaba de que su gran éxito de gestión –y único éxito- era la economía, y prefirió mentir mientras se mantuvieron abiertas las urnas, o bien –y es muy probable- porque desconocía incluso la gravedad de la situación y creía imposible que se produjera un desplome económico. Ya fuera por mentirosos o por incompetentes, el caso es que en julio de 2008 incluso los ministros y el propio ZP que hasta hacía solamente unas semanas tenían prohibido el vocablo “crisis”, empiezan a utilizarlo.
Zapatero intenta, con todo, sembrar “pensamiento positivo” y “tranquilidad”. No hay caso, las cifras son suficientemente elocuentes de la situación: con la cesta de la compra que ha aumentado de precio un tercio en apenas un año, con una inflación que destroza un 5% el poder adquisitivo de los salarios, con un paro en aumento asindótico, con cifras de cierres de empresas como no se vivían desde 1992, con el cerrojazo del crédito bancario, con una bolsa tambaleante, con un PIB –el famoso PIB zapateriano- estancado y dentro de poco negativo, las dudas estriban en si al cerrar 2008 se alcanzarán los 3.000.000 de parados y a lo largo de 2009 se llegará a los 4.000.000, record histórico en España, o se alcanzarán antes.
La verdadera crisis se iniciará en el mes de septiembre cuando muchas empresas hayan aprovechado el cierre estival para desaparecer pura y simplemente. La sangría va a ser particularmente dura con el pequeño comercio como lo ha sido hasta ahora para la construcción. Por lo demás, parece difícil que las promotoras mantengan los proyectos de construcción mientras no consigan liquidar su cartera. Dicho con otras palabras: cuando a lo largo del verano y en otoño concluyan las obras actualmente en curso, la caída de actividad en el sector puede alcanzar un 30% de los niveles actuales generando un paro sin precedentes que da la razón a la CEOE cuando habla de entre 3 y 4.000.000 de parados.
En estas circunstancias es inevitable que se produzca el estallido de la burbuja inmobiliaria:
- existe un parque de 1.000.000 de viviendas nuevas a la venta
- existe un parque de 500.000 viviendas de segunda mano a la venta
- están en curso de construcción 250.000 viviendas
- existen en torno a 150.000 hipotecas de las que se duda que puedan seguir pagando mientras persista la crisis y no bajen los tipos de interés.
Todo esto genera casi dos millones de viviendas situadas en oferta… con una demanda hundida, desmotivada y que ya no está en condiciones de comprar una vivienda ni siquiera firmando créditos a 50 años. Es inevitable –repetimos, absolutamente inevitable- que entre otoño y primavera se produzca el desplome del precio de la vivienda.
En este momento, todos los “agentes sociales” del sector (gobierno, constructores, inmobiliarias, notarías, bancos, entidades de gestión de créditos, etc.), todos, absolutamente todos, prefieren optar por llamamientos a la calma y asegurar que toda va bien y que el reajuste va a ser mesurado. Mienten para evitar que cunda el pánico entre los propietarios y que se decidan a vender sus viviendas a precios de remate. Es cuestión de tiempo: se ha construido demasiado, en cantidades muy superiores a lo que podía absorber el mercado luego, es cuestión de tiempo, que el propio mercado se autorregule. No va a ser raro que el precio se desplome entre un 20 y un 30% del que tenía en 2006-7.
Pero éste será solamente el signo de que hemos entrado en la segunda fase de la crisis, la fase crítica. ¿Por cuánto tiempo se prolongará? Sabemos que afectará entre 3 y 4.000.000 de trabajadores, sabemos que destruirá casi completamente al sector de la construcción e incluso puede afectar no solo a los rendimientos de la Banca sino sobre todo a la cotización de los bancos en la bolsa. Sabemos también que no existe un modelo económico alternativo y sabemos también que el gobierno ni siquiera se lo plantea. Pues bien, la crisis durará hasta que el gobierno de turno –éste o el que seguirá, y resulta muy difícil que Zapatero sobrevivirá a esta crisis- planifique un nuevo modelo económico español y a partir de ahí –si el modelo es racional y muestra eficacia y viabilidad- habrá que esperar otros cinco años hasta que surta los primeros efectos benéficos. No es raro que algunos analistas económicos prolonguen la crisis actual en España hasta el 2014 o el 2015. Y estas fechas parecen bastante razonables.
Pero las consecuencias de la crisis van a resultar nefastas para el conjunto de la población española y sus consecuencias van a ser políticas, sociales y étnicas:
- O bien los “agentes sociales” toman la iniciativa ante la crisis o se van a ver desbordados por una masa trabajadora, poco y mal encuadrada por los sindicatos, convertidos en máquinas de gestión de los propios fondos que reciben del Estado a cambio de su silencio.
- Van a ser las clases más modestas las que soportarán la crisis desencadenada por la clase política y por la clase económica, desde la burguesía media hasta la clase trabajadora y especialmente los jóvenes a los que se les va a ofrecer más de lo mismo: contratos en precario, salarios de miseria, inseguridad laboral, recortes en las prestaciones sociales y sanitarias.
- La clase política va a quedar un poco más –si cabe- desacreditada ante la población lo que hará que aumente los niveles de abstención y el voto de protesta en las elecciones. El hecho de que el PSOE y el PP sean co-responsables de la crisis y que carezcan de soluciones siendo, en definitiva, las dos caras de una misma moneda, les van a hurtar apoyo e intención de voto.
- Se va a generar un nuevo modelo de sociedad que dejará atrás la llamada “sociedad de los tres tercios” que se preveía desde finales de los años 80: no va a ser un tercio de la población el que viva cómodamente sino sectores mucho menores, al tiempo que va a aumentar el número de ciudadanos próximos al umbral de la pobreza o bajo el listón de la pobreza, a lo que habrá que sumar un porcentaje de población viajero que constituirá una bolsa completamente diferenciada e inintegrable que previsiblemente no dejará de crecer. La cúspide de la pirámide estará formada por los funcionarios de los partidos y los detentadores del capital, una estructura burocrática que intentará gobernar en santa alianza y procurar que la crisis les afecte lo menos posible.
Existe la posibilidad –no remota- de que el gobierno Zapatero sea completamente incapaz de afrontar la crisis con un mínimo de rigor, disciplina y seriedad y todos sus esfuerzos de aquí a 2012 se orienten hacia mantenerse en el poder mediante medidas oportunistas y demagógicas, creyendo ¡sinceramente! que la crisis amainará en la segunda parte de la legislatura y, por tanto, no hará falta entrar en reformas estructurales profundas. Entre eso y apoyos a la patronal de la construcción, es posible que el gobierno quede satisfecho. Pero se equivoca: ni la crisis va a remitir antes de que termine la legislatura, ni unas pocas medidas van a hacer perdonar a Zapatero el que lograra mantenerse en el poder el 9-M gracias a un muerto (el ex concejal Isaías Carrasco) y a una mentira mil veces repetida (la inexistencia de la crisis económica). Hoy, el Zapaterismo aparece como un patético cadáver en putrefacción que ni siquiera es capaz de advertir que uno tras otro, todos sus tópicos han fracasado y que carece de proyecto y de futuro.
Este documento tiene como objetivos:
1.- Establecer las causas de la crisis económica
2.- Definir las características de la crisis en España
3.- Prever el desarrollo y la duración de la crisis y
4.- Definir la línea política del partido ante la crisis económica
I
Las raíces de la crisis económica
Cuando en julio de 2007 estalló en EEUU la crisis de las hipotecas subprime se produjo un nuevo toque de atención porque la situación del mercado inmobiliario español y norteamericano son extremadamente similares: se ha construido demasiado, los precios se han hinchado artificialmente, los bancos han concedido créditos con demasiada facilidad, y para colmo, las hipotecas sarama titulizadas y lanzadas a la bolsa han sido adquiridas también por bancos españoles, ignorándose en estos momentos en qué forma afectará a estas instituciones de crédito. De momento, se sabe solamente que el monto total de las subprime puede oscilar entre los 3 y los 4 billones de dólares en pérdidas.
A la crisis de las hipotecas de unieron factores diversos a partir de septiembre de 2007 que han configurado un nuevo panorama económico:
1.- Inflación provocada especialmente por el aumento en el precio de los alimentos. Tal aumento se ha producido cuando millones de hectáreas cuya producción iba a parar al mercado alimentario se han orientado hacia la producción de biocarburantes. Eso ha provocado aumentos en el precio de los piensos y de los alimentos en general, siendo un fenómeno de dimensiones planetarias.
2.- Aumento de los tipos de interés por el Banco Central Europeo. La política monetaria de la UE está orientada antes que nada a contener la inflación. La receta de manual para situaciones en las que la economía se “recalienta” es “enfriar” la economía aumendo el precio del dinero… esta política puede ser adecuada en países con una economía saneada en la que se trata solamente de reajustarla, pero no en países como España con un crecimiento económico ficticio.
3.- El aumento de los precios del petróleo. Desde hace dos años se ha llegado al punto de inflexión en el mercado petrolero. Hasta 2006 los aumentos en la demanda se compensaban con la explotación de nuevos pozos recién descubiertos, pero a partir de esa fecha, la demanda ha empezado a superar cada vez más la oferta de petróleo: ya no se localizan pozos con la facilidad que antes y el volumen de petróleo disponible en el mundo disminuye. Esto supone el fin de era del petróleo barato.
4.- Los efectos perversos de la globalización. El proceso de globalización iniciado en 1989 con la caída del Muro de Berlín, con la II Guerra del Golfo (oleada turística de Kuwait) y con la publicación de El Fin de la Historia de Francis Fukuyama, hizo creer que era posible crear un mercado mundial en el que cada país ofreciera aquello en lo que era más competitivo. Se olvidaron de que la competencia solamente es justa y posible cuando las condiciones del juego son iguales para todos, pero no cuando en algunos países de Extremo-Oriente el valor de la mano de obra y los derechos sociales son prácticamente inexistentes y, por tanto, el valor de los productos menor. Era evidente que esos países iban a acaparar en poco tiempo lo esencial de la producción de manufacturas. Eso ya ha ocurrido, pero solamente ahora empiezan a verse sus efectos más perversos. La subida del precio del petróleo hará que a corto plazo se encarezcan las manufacturas que deben llegar desde Extremo-Oriente a los mercados occidentales y, por tanto, a la destrucción de mano de obra se unirán los procesos inflacionarios, con todo lo que ello implica.
II
España en crisis económica.
Dimensiones y rasgos
Hasta aquí las causas esenciales que han precipitado la crisis económica mundial. No estamos ante una crisis económica localizada, sino ante una crisis económica global, la primera de dimensiones planetarias que, a fin de cuentas, es la crisis de la globalización. España figura entre los países menos preparados para afrontarla.
La indefensión de la economía de nuestro país se debe a varios factores:
1.- La sobredimensión de la economía especulativa, que tiene como contrapartida el abandono progresivo de la economía real. La economía especulativa se basa en el aumento ficticio de los valores de intercambio, ese aumento es sobre todo psicológico y está al margen de las leyes de la oferta y la demanda. La economía especulativa no crea riqueza, pero precipita una dinámica de compras y ventas que genera el espejismo de un movimiento económico. Al final de la economía especulativa siempre hay alguien, un último escalón, que ha comprado un bien que no sirve absolutamente para nada y que lo ha hecho muy por encima del valor real con la esperanza de, a su vez, poder revenderlo con un plus especulativo añadido. Cuando eso ocurre emerge la crisis.
2.- El ladrillo como principal foco de actividad especulativa. Solamente un visionario irresponsable podría haber admitido que el sector de la construcción iba a crecer siempre y sin interrupción, ¿hasta cuándo? ¿hasta que no hubiera un metro cuadrado en el que se pudiera construir? ¿hasta que las familias tuvieran segundas y sextas viviendas y estuvieran endeudadas por tres y cuatro hipotecas? Durante 15 años se vivió la ficción de que la construcción podía ser el sustituto de la industria pesada y de las manufacturas para absorber mano de obra y generar movimiento económico. Como era evidente, en el momento en que el mercado se saturara y los tipos de interés hicieran imposible la compra de la vivienda, la burbuja inmobiliaria generada en los últimos 15 años terminaría estallando. España está en estos momentos al borde de ese estallido. No solamente la clase política, sino los medios de comunicación, las tertulias de opinión, son responsables de haber permitido que se insertara en la opinión pública los dogmas de que “la vivienda nunca baja de precio” y “la vivienda es la forma de ahorro en España”…. Porque la vivienda SÍ puede bajar de precio (hoy se calcula que está sobredimensionada entre un 30 y un 50%) y la vivienda no es una forma de ahorro porque, a fin de cuentas ningún pequeño propietario puede prescindir del piso en el que vive. La facilidad con la que se ha desarrollado el sector de la vivienda en estos últimos 15 años se ha debido a seis causas:
a.- El aumento artificial de la población española con 6.000.000 de pagapensiones que necesitaban techo y que, además, generaban mano de obra barata que hundía el precio de los salarios. Desde 2006 una cuarta parte de las hipotecas firmadas en España se estaba concediendo a pagapensiones con apenas presentar un contrato de trabajo de seis meses, sin garantías adicionales, ni experiencia en consumo. Si aquí no ocurre en el plazo de un año un fenómeno parecido a las subprime, no se podrá evitar que buena parte de estas hipotecas se ejecuten a lo largo de 2009-2011 y esos inmuebles vuelvan al mercado inmobiliario… saturando aún más el mercado y contribuyendo al estallido de la burbuja.
b.- La complicidad de los ayuntamientos que han sacado a la venta suelo público para enjugar déficits históricos debidos a sus inversiones faraónicas, mala gestión, corrupción y a proyectos insensatos que los han endeudado hasta límites insoportables. Las reformas introducidas por el PP en la ley del suelo permiten prácticamente construir en cualquier sitio y han convertido a España en un gigantesco solar en el que campos hasta ahora fértiles han sido abandonados para ofertarlos como futuras urbanizaciones y terrenos edificables.
c.- Los bajos tipos de interés que existían entre 1996 y 2005 y que animaron a la adquisición de inmuebles de primera y segunda residencia, éstos últimos con una mentalidad especulativa: “en diez años se habrá duplicado el precio…”, “es la forma de ahorro en España…”. En el momento en el que los tipos de interés se han disparado (llevan subiendo desde 2005) los plazos de las hipotecas han ido subiendo y a medida que el mercado se ha saturado el precio del mercado ha tendido a bajar.
d.- La falta de imaginación de la clase empresarial española, especialista en ganancias a corto plazo y entre cuyos planes no figura mantener inversiones a medio y largo plazo, sino el “aquí te pillo aquí te mayo”. Esta clase empresarial se ha arrojado allí donde ha visto dinero fácil a corto plazo; ha aceptado pagar la compra del suelo a precios sobredimensionados simplemente porque calculaba en repercutir el precio del suelo en el comprador final, ha vivido del crédito en lugar de garantizar el futuro de las empresas mediante la creación de riqueza, la reserva y la prudencia inversora.
e.- El papel de la Banca que no ha dudado en conceder créditos, no por valor del 80% sino incluso del 120% del valor de las viviendas, cuya tasación se sobredimensionó hasta extremos increíbles. Pero la frivolidad de los bancos no ha radicado en conceder créditos fáciles a clientes individuales a la búsqueda de vivienda, sino sobre todo a la concesión de líneas de crédito, a menudo monstruosas, a grandes empresas constructoras ¡conscientes de que estaban comprando terrenos a precios absolutamente hinchados en relación a la lógica del mercado!
f.- La frivolidad de los últimos gobiernos del PP y del PSOE que han permitido que se hinchara la burbuja inmobiliaria hasta hacer imposible que las jóvenes parejas pudieran emanciparse y que los emancipados pudieran tener descendencia, sin prever la imposibilidad de que el boom de la construcción durara eternamente ¡y sin haber previsto un sustituto para cuando el ocaso de la construcción empezara a afirmarse! El resultado ha sido la obsolescencia del modelo económico español basado en el binomio ladrillo-especulación. Tanto el gobierno de Aznar como el de Zapatero han negligido sus responsabilidades, han optado por la vía más fácil (en la medida en que ambos han comido de la mano de los constructores, de la banca, del sector financiero y del sector hostelero) y, al final, los problemas se han ido acumulando hasta hacer imposible su resolución.
3. La desertización industrial creciente agravada por el fenómeno de la globalización pero que ya despuntó durante el felipismo cuando se produjo nuestra incorporación a Europa y se abordó el proceso de “reconversión industrial” que liquidó las industrias tradicionales de buena parte de España. Si bien es cierto que esa “reconversión” era, hasta cierto punto necesaria, no es menos cierto que se produjo sin que se dieran alternativas: liquidada la minería en Asturias, liquidados los astilleros en buena parte de España, liquidados los altos hornos… ¿cuál iba a ser la industria de sustitución? Y ese fue el problema: que no había, todo empezó y terminó –y de ahí la responsabilidad de los sindicatos y de la patronal- en negociar indemnizaciones y jubilaciones anticipadas, pero no en generar una industria que ofreciera empleo de calidad. Este proceso contribuyó a rematarlo la globalización: si imprimir más de 5.000 ejemplares de un libro es más barato en China que en España… ¿qué futuro pueden tener las imprentas españolas? Si se fabrica una tostadora más barata en Yunan (China) que en el cinturón industrial de Bilbao ¿cuál iba a ser el futuro de nuestra industria manufacturera. ¿Puede un país como España resignarse a ofrecer solamente “servicios”?
4. Ausencia de alternativas al actual modelo económico español. Los programas de los dos partidos mayoritarios en las elecciones de 2009 presentaban graves ausencias en materia de economía. Y no es raro que así fuera pues no en vano ambos son responsables solidarios de la situación creada. Ambos, no solamente han dado el visto bueno a una economía especulativa basada en el ladrillo, sino que sus dirigentes han figurado entre sus primeros beneficiarios hasta el punto de que buena parte de la pesada, gris y paquidérmica burocracia de los partidos se financia con cargo a las “donaciones” llegadas del ladrillo. Pero ese modelo económico ya no da más de sí: Zapatero puede establecer un plan para que el Estado compre suelo hoy en manos de las promotoras, puede apoyar por todos los medios a las constructoras como no haría con ningún otro sector económico o industrial… pero todo eso es inútil: se han construido muchas más viviendas de las que el mercado podía absorber, el precio se ha elevado demasiado y el suelo del que disponen las constructoras ha sido adquirido a precios demasiado caros para que ahora –aun con ayudas oficiales- pueda ser rentable construir y vender a precios asequibles para el comprador. Ese modelo económico está muerto y dentro de poco estará felizmente enterrado… pero el gobierno es el único que no lo ha advertido. Pero no existe modelo económico de sustitución y, aun cuando existiera, para poder aplicarlo serían necesarios entre 5 y 7 años. Así pues, el problema no es sólo la obsolescencia del modelo económico español, sino la ausencia de un modelo de sustitución.
III
Tiempos, duración y consecuencias de la crisis
A la vista de todo lo anterior, estamos en condiciones de afirmar:
1.- Esta no es una crisis como las demás, es mucho más grave que cualquier otro que se haya producido desde 1929.
2.- Es una crisis de gravedad extrema ante la que ninguno de los dos grandes partidos tiene solución.
3.- No es una crisis coyuntural, sino estructural cuya fuente última es la globalización.
4.- La crisis, común a todos los países, afectará de una manera más dura a España a causa de su particular modelo económico.
5.- Será la primera crisis que se producirá con 6.000.000 de pagapensiones y
6.- Será la primera gran crisis económica ante la cual ni el gobierno ni la oposición hayan ofrecido soluciones.
En estos momentos estamos viviendo los primeros momentos de la crisis. Ésta hunde sus raíces en los años del “pelotazo”, bajo el felipismo, en donde se generó una nueva jovenlandesal en España: enriquecimiento rápido en el menor tiempo posible aunque se realice a costa de la desgracia de otros.
El cambio del PSOE por el PP en 1996 no alteró en absoluto esta concepción que había impregnado también a las altas esferas del PP habituadas a coquetear en las esferas municipales y autonómicas con la patronal de la construcción. El PP ni estuvo interesado ni tuvo talla ni ambiciones entre 1996 y 2004 para oponerse a los designios de la globalización internacional ni a las grandes patronales de construcción, hostelería y agraria que indujeron al gobierno Aznar a practicar el desinterés por la riada migratoria que entonces se inició y que contribuyó a pulverizar los salarios y a aumentar los beneficios de estas patronales.
Cuando en 2006 el sector de la construcción empezó a dar las primeras muestras de agotamiento ya era tarde para reaccionar y el propio gobierno amparado en cifras macroeconómicas que todavía le eran favorables no creyó siquiera en la proximidad de una crisis, a pesar de que era claro que el modelo económico basado en la construcción se agotaba. En el último trimestre de 2007 ya era evidente para quien tuviera ojos y quisiera ver que la economía mundial en pleno podía entrar en crisis a la vista del aumento del precio del petróleo y de que en los EEUU ya había estallado la crisis de las subprime.
Pero, oficialmente, los seis primeros meses de 2008 son los que el gobierno, a despecho de todas las advertencias de los técnicos e incluso de la opinión pública, se negaba a reconocer la existencia de una crisis económica, acaso porque alardeaba de que su gran éxito de gestión –y único éxito- era la economía, y prefirió mentir mientras se mantuvieron abiertas las urnas, o bien –y es muy probable- porque desconocía incluso la gravedad de la situación y creía imposible que se produjera un desplome económico. Ya fuera por mentirosos o por incompetentes, el caso es que en julio de 2008 incluso los ministros y el propio ZP que hasta hacía solamente unas semanas tenían prohibido el vocablo “crisis”, empiezan a utilizarlo.
Zapatero intenta, con todo, sembrar “pensamiento positivo” y “tranquilidad”. No hay caso, las cifras son suficientemente elocuentes de la situación: con la cesta de la compra que ha aumentado de precio un tercio en apenas un año, con una inflación que destroza un 5% el poder adquisitivo de los salarios, con un paro en aumento asindótico, con cifras de cierres de empresas como no se vivían desde 1992, con el cerrojazo del crédito bancario, con una bolsa tambaleante, con un PIB –el famoso PIB zapateriano- estancado y dentro de poco negativo, las dudas estriban en si al cerrar 2008 se alcanzarán los 3.000.000 de parados y a lo largo de 2009 se llegará a los 4.000.000, record histórico en España, o se alcanzarán antes.
La verdadera crisis se iniciará en el mes de septiembre cuando muchas empresas hayan aprovechado el cierre estival para desaparecer pura y simplemente. La sangría va a ser particularmente dura con el pequeño comercio como lo ha sido hasta ahora para la construcción. Por lo demás, parece difícil que las promotoras mantengan los proyectos de construcción mientras no consigan liquidar su cartera. Dicho con otras palabras: cuando a lo largo del verano y en otoño concluyan las obras actualmente en curso, la caída de actividad en el sector puede alcanzar un 30% de los niveles actuales generando un paro sin precedentes que da la razón a la CEOE cuando habla de entre 3 y 4.000.000 de parados.
En estas circunstancias es inevitable que se produzca el estallido de la burbuja inmobiliaria:
- existe un parque de 1.000.000 de viviendas nuevas a la venta
- existe un parque de 500.000 viviendas de segunda mano a la venta
- están en curso de construcción 250.000 viviendas
- existen en torno a 150.000 hipotecas de las que se duda que puedan seguir pagando mientras persista la crisis y no bajen los tipos de interés.
Todo esto genera casi dos millones de viviendas situadas en oferta… con una demanda hundida, desmotivada y que ya no está en condiciones de comprar una vivienda ni siquiera firmando créditos a 50 años. Es inevitable –repetimos, absolutamente inevitable- que entre otoño y primavera se produzca el desplome del precio de la vivienda.
En este momento, todos los “agentes sociales” del sector (gobierno, constructores, inmobiliarias, notarías, bancos, entidades de gestión de créditos, etc.), todos, absolutamente todos, prefieren optar por llamamientos a la calma y asegurar que toda va bien y que el reajuste va a ser mesurado. Mienten para evitar que cunda el pánico entre los propietarios y que se decidan a vender sus viviendas a precios de remate. Es cuestión de tiempo: se ha construido demasiado, en cantidades muy superiores a lo que podía absorber el mercado luego, es cuestión de tiempo, que el propio mercado se autorregule. No va a ser raro que el precio se desplome entre un 20 y un 30% del que tenía en 2006-7.
Pero éste será solamente el signo de que hemos entrado en la segunda fase de la crisis, la fase crítica. ¿Por cuánto tiempo se prolongará? Sabemos que afectará entre 3 y 4.000.000 de trabajadores, sabemos que destruirá casi completamente al sector de la construcción e incluso puede afectar no solo a los rendimientos de la Banca sino sobre todo a la cotización de los bancos en la bolsa. Sabemos también que no existe un modelo económico alternativo y sabemos también que el gobierno ni siquiera se lo plantea. Pues bien, la crisis durará hasta que el gobierno de turno –éste o el que seguirá, y resulta muy difícil que Zapatero sobrevivirá a esta crisis- planifique un nuevo modelo económico español y a partir de ahí –si el modelo es racional y muestra eficacia y viabilidad- habrá que esperar otros cinco años hasta que surta los primeros efectos benéficos. No es raro que algunos analistas económicos prolonguen la crisis actual en España hasta el 2014 o el 2015. Y estas fechas parecen bastante razonables.
Pero las consecuencias de la crisis van a resultar nefastas para el conjunto de la población española y sus consecuencias van a ser políticas, sociales y étnicas:
- O bien los “agentes sociales” toman la iniciativa ante la crisis o se van a ver desbordados por una masa trabajadora, poco y mal encuadrada por los sindicatos, convertidos en máquinas de gestión de los propios fondos que reciben del Estado a cambio de su silencio.
- Van a ser las clases más modestas las que soportarán la crisis desencadenada por la clase política y por la clase económica, desde la burguesía media hasta la clase trabajadora y especialmente los jóvenes a los que se les va a ofrecer más de lo mismo: contratos en precario, salarios de miseria, inseguridad laboral, recortes en las prestaciones sociales y sanitarias.
- La clase política va a quedar un poco más –si cabe- desacreditada ante la población lo que hará que aumente los niveles de abstención y el voto de protesta en las elecciones. El hecho de que el PSOE y el PP sean co-responsables de la crisis y que carezcan de soluciones siendo, en definitiva, las dos caras de una misma moneda, les van a hurtar apoyo e intención de voto.
- Se va a generar un nuevo modelo de sociedad que dejará atrás la llamada “sociedad de los tres tercios” que se preveía desde finales de los años 80: no va a ser un tercio de la población el que viva cómodamente sino sectores mucho menores, al tiempo que va a aumentar el número de ciudadanos próximos al umbral de la pobreza o bajo el listón de la pobreza, a lo que habrá que sumar un porcentaje de población viajero que constituirá una bolsa completamente diferenciada e inintegrable que previsiblemente no dejará de crecer. La cúspide de la pirámide estará formada por los funcionarios de los partidos y los detentadores del capital, una estructura burocrática que intentará gobernar en santa alianza y procurar que la crisis les afecte lo menos posible.
Existe la posibilidad –no remota- de que el gobierno Zapatero sea completamente incapaz de afrontar la crisis con un mínimo de rigor, disciplina y seriedad y todos sus esfuerzos de aquí a 2012 se orienten hacia mantenerse en el poder mediante medidas oportunistas y demagógicas, creyendo ¡sinceramente! que la crisis amainará en la segunda parte de la legislatura y, por tanto, no hará falta entrar en reformas estructurales profundas. Entre eso y apoyos a la patronal de la construcción, es posible que el gobierno quede satisfecho. Pero se equivoca: ni la crisis va a remitir antes de que termine la legislatura, ni unas pocas medidas van a hacer perdonar a Zapatero el que lograra mantenerse en el poder el 9-M gracias a un muerto (el ex concejal Isaías Carrasco) y a una mentira mil veces repetida (la inexistencia de la crisis económica). Hoy, el Zapaterismo aparece como un patético cadáver en putrefacción que ni siquiera es capaz de advertir que uno tras otro, todos sus tópicos han fracasado y que carece de proyecto y de futuro.