Fue una cosa porque odiaba a los inútiles de los profesores, despreciaba el alcohol y otras sustancias y, generalmente, también despreciaba a la gente de mi edad, a los que veía como NPCs. También por mis inseguridad y ansiedad en general. No salía así que no conocía gente nueva más allá de las clases y los amigos de mi novia (a la que dejé pronto, por NPC).
Así que, un buen día, mandé la universidad y toda esa gente a tomar por el ojo ciego.
En retrospectiva, donde todo parece más sencillo, me habría gustado quedarme y tocarle mucho más los huevones y las fétidas charovulbas a los profesores incompetentes y soberbios, salir y hartarme a amar mujers, tirarme en la hierba del campus con los auriculares, descubriendo nueva música y crear conexiones genuinas con alguna gente (por probabilidad, algún no-NPC tenía que haber), en vez de haberme pasado esos años encerrado en casa.
El tiempo cumplido en la guandoca salta y te aprieta el pescuezo. Es una mezcla de nostalgia por lo no vivido y...
Los primeros 20 son una época especial, donde todavía eres un niño y también ya un adulto, pero hay que vivirla.