Desvelan la mayor vergüenza de la República: «Quiso vender parte de España a Hitler y Mussolini»

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Desvelan la mayor vergüenza de la República: «Quiso vender parte de España a Hitler y Mussolini»

Cartas, informes oficiales... Tras quince años de investigación, Manuel Aguilera desvela la 'Operación Schulmeister'

Manuel P. Villatoro
Manuel P. Villatoro

Cuán vergonzoso no sería el pacto, que las cúpulas más altas y corruptas de la Segunda República se negaron a dejar constancia de él en los informes oficiales. Aunque quedaron algunas migajas que seguir hasta el camino de la traición. En 1950, Federica Montseny, la que fuera ministra de Sanidad y Asistencia Social de la administración de Francisco Largo Caballero, escribió una carta inocente a Burnett Bolloten en la que hablaba sobre su etapa en el Gobierno, la «democracia dirigida» que quería instaurar el comunismo en España y mil cosas más. El jugo estaba casi al final: «En aquellos días hubo [...] una tendencia a iniciar diálogo con el propio Hitler, cediéndole las Baleares o las Canarias, a cambio de toda ayuda a Franco».

Montseny admitía también que «no se hizo estado en acta ni nota alguna» sobre ello en el Consejo de Ministros y rogaba a su interlocutor «reserva y cuidado al tratar este asunto». Mala cosa hizo dejándolo sobre blanco si quería mantener el secreto. No contaba con que, en 2005, un español hallaría el documento en la Universidad de Stanford. «Aquella era la prueba que demostraba que la República había intentado vender parte de España al fascismo». El que habla a ABC es Manuel Aguilera, periodista y doctor en Historia. En sus palabras, la política sólo se equivocó en una cosa: el pacto no estaba centrado en el 'Führer', sino en el 'Duce'. Es por ello que ha titulado su nuevo ensayo ' El oro de Mussolini' (Arzalia).

Desesperación

El plan, desconocido hasta que lo desempolvó Aguilera, fue un síntoma de la desesperación que bullía en una República sobrepasada a todos los niveles. A principios de 1937, el Gobierno de Francisco Largo Caballero adolecía de hombres y material. Tan solo arribaban hasta la península las Brigadas Internacionales y la anémica ayuda soviética. A cambio, el fascismo europeo abrazaba efusivo la sublevación. Y no solo el nazismo. «Mussolini entregó un cheque en blanco a Franco. Al final de la guerra había enviado más de 700 aviones, 78.000 soldados del ejército regular, carros de combate, armamento y munición», incide el autor. Lo hizo en gran parte a crédito: sin pedir una lira de adelanto.

Carta original de Federica Montseny en la que habla sobre el inicio de las conversaciones con Hitler

Carta original de Federica Montseny en la que habla sobre el inicio de las conversaciones con Hitler - Fotografía cedida por el autor


La maniobra diplomática más arriesgada de la República vino envuelta en sombrero y gabardina de espía. En enero, el embajador de España en París, el socialista Luis de Araquistáin, puso a los servicios secretos a trabajar convencido de que no había más solución que comprar la retirada fascista. Partidario de que Hitler y Mussolini no ayudaban a Franco por razones ideológicas, sino económicas, inició la 'Operación Schulmeister', nombre en clave de José Chapiro, el agente encargado de mover los hilos. Y como moneda de cambio, el jovenlandia español. Aquello era un secreto a voces. «Tenía el visto bueno del presidente Largo Caballero y del Ministro de Asuntos Exteriores Julio Álvarez del Vayo, pero también la complicidad de Azaña», añade Aguilera.

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Chapiro era un buen agente, aunque no infalible. El autor admite que «mantuvo cuatro reuniones con los italianos y tres con los alemanes entre enero y abril de 1937», pero que no consiguió que aceptaran jovenlandia. La única opción que dieron los germanos fue quedarse con las Canarias; sin embargo, desistieron cuando la República se negó a dejar el trato por escrito. Schulmeister focalizó entonces sus esfuerzos en el ‘Duce’. «Mussolini llegó a plantearse el trato a cambio de crear una colonia de 100.000 italianos y un mínimo de dos bases aéreas en las islas». Poco le importaba la ideología de unos y otros; si ganaba la República, le bastaba con un pacto de no agresión y tener el control del Mediterráneo.

Para no querer dejar constancia de nada, volaron los informes. Chapiro describió con pelos, señales y lo que se terciase dos de los encuentros con los agentes italianos. El más importante, en Mónaco. Su superior, Araquistáin, hizo lo propio. Esas son las citadas migajas que ha seguido Aguilera y que le han permitido completar el intrincado rompecabezas. Por si fuera poco, el autor ha corroborado que el Consejo de Ministros barruntó la posibilidad de ceder a las exigencias, aunque los siempre efectivos servicios secretos ingleses destaparon el asunto y el 'Duce' no tuvo más remedio que negarlo todo. «Es imposible saber hasta dónde llegaron las negociaciones, lo que es seguro es que avanzaron mucho», sentencia.

Misterioso final

Pero la partida todavía no había terminado. Aguilera ha descubierto también que Mussolini, hambriento de obtener la ventaja geoestratégica en el Mediterráneo Occidental, recurrió a un plan mucho más sibilino: adquirir propiedades privadas de manera secreta en Mallorca. Su idea era replicar un modelo colonial que ya había probado con cierto éxito en Túnez. «En la práctica se correspondía con una penetración económica, cultural y militar». Así, y siempre según Aguilera, Italia se hizo con la tercera finca más grande de la isla, de unos 18 kilómetros cuadrados. «El plan, que he hallado en documentación archivada en Roma, demuestra que querían enviar allí a 100.000 combatientes y construir 20 casas coloniales». Con todo, admite que todavía quedan misterios por resolver. «Desconozco si el Estado italiano sabe que tiene propiedades aquí a través de testaferros».

Mapa italiano Mallorca La Albufera

Mapa italiano Mallorca La Albufera - Fotografía cedida por el autor

La República, por su parte, cambió de estrategia. En mayo, Azaña derribó el Gobierno de Largo Caballero a pesar de que este había solicitado mantenerse en la poltrona para concluir la operación. No le sirvió de nada. Araquistáin fue despedido, lo mismo que Schulmeister. El juego de espías había terminado. El nuevo gabinete de Negrín dio por sentado que Mussolini no quería cooperar e intentó acercarse a Gran Bretaña y Francia. A ellos les ofreció Menorca, pero no cuajó. En parte fue una suerte para la integridad territorial. Y es que, más allá de que ganaran unos u otros, Aguilera tiene una cosa clara: «La soberanía nacional es lo más importante que tiene un país y los territorios de las Baleares y las Canarias son tan importantes como los de la península».
 
No se si entendí bien...¿estaba la República negociando con territorios controlados por los nacionales?.

Hombre, los alemanes y los italianos no eran tan iluso, Canarias y Mallorca eran nacionales, ¿como iban a entregar algo que no controlaban?. Suena a intento de bombachada desesperada, por lo que dice a los ingleses sí le ofrecian Menorca, algo que sí tenian, con esos no había bromas.
 
No se si entendí bien...¿estaba la República negociando con territorios controlados por los nacionales?.

Hombre, los alemanes y los italianos no eran tan iluso, Canarias y Mallorca eran nacionales, ¿como iban a entregar algo que no controlaban?. Suena a intento de bombachada desesperada, por lo que dice a los ingleses sí le ofrecian Menorca, algo que sí tenian, con esos no había bromas.

Se supone que entregarían esos territorios una vez hubieran vencido al bando nacional.
 
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