Señor Ayn Randiano: ésto es un argumento sofista:
Aplicado su sofisma al pié de la letra, ninguna técnica analítica, ni en medicina, ni en biología, ni en química, prueba nada. Les ruego disculpas si lo que escribo es un tocho, pero para explicarme me veo obligado a hablar de estadística y de probabilidad. Ningún análisis, ni ningún instrumento de medida, pretende ser exacto al 100%. El laboratorio mejor acreditado del mundo, cuando le dice que, analizado el contenido en la sustancia X en tal muestra, sale un resultado de 0,6 ppm con un límite de detección LD<0,01 ppm, lo que le está diciendo exactamente es que existe una probabilidad del 95% de que el resultado esté dentro del intervalo entre 0,59 y 0,61 ppm. Existe una pequeña probabilidad, menor cuanto más nos alejemos de dicho valor de 0,6 ppm, de que el resultado esté notoriamente por encima o por debajo. ¿Les suena la distribución normal y la campana de Gauss? Pues esa es la distribución que siguen los resultados de cualquier aparato de medida o de cualquier análisis. Siempre existe una pequeñísima probabilidad de que el test del VIH deje de detectar a un portador de anticuerpos, o de que salga un falso positivo sobre alguien que no es portador. Como las muestras siempre se deben de tomar por duplicado, puede repetirse el mismo análisis en otro laboratorio acreditado, y entonces la probabilidad de que los dos laboratorios se hayan equivocado por lo mismo es una probabilidad bajísima multiplicada por una probabilidad bajísima, lo que da prácticamente 0.
Si se aplicara el test del VIH a la detección del mal de ojo, obtendríamos una distribución de positivos y negativos completamente aleatoria y con nula correlación con el suceso "tener mal de ojo", lo que indicaría que el test del VIH NO prueba que nadie tenga mal de ojo. En cambio, si se aplica el test del VIH a la detección de anticuerpos del VIH, un laboratorio acreditado obtendrá resultados con una probabilidad razonablemente grande de aciertos.
Su insistencia en la evidencia absoluta, y en la carga de la prueba para quien afirma, podrían ser válidos en un proceso penal, a la hora de determinar si un acusado es inocente o culpable, pero la ciencia no pretende tener la exactitud absoluta; le basta un grado razonable de error, siempre que ese error pueda estimarse estadísticamente.
Esto es una cuestión epistemológica básica: No se pueden probar afirmaciones negativas. Sólo afirmaciones positivas. ¿Discrepa usted?. Bien: Pruébeme usted que los "tests de VIH" no prueban que alguien tiene "mal de ojo". No puede probarlo usted, ¿verdad?. Igualmente yo no puedo probar que no detectan realmente "VIH".
Los "tests de VIH" son tan útiles para detectar "VIH" como para detectar "mal de ojo".
Aplicado su sofisma al pié de la letra, ninguna técnica analítica, ni en medicina, ni en biología, ni en química, prueba nada. Les ruego disculpas si lo que escribo es un tocho, pero para explicarme me veo obligado a hablar de estadística y de probabilidad. Ningún análisis, ni ningún instrumento de medida, pretende ser exacto al 100%. El laboratorio mejor acreditado del mundo, cuando le dice que, analizado el contenido en la sustancia X en tal muestra, sale un resultado de 0,6 ppm con un límite de detección LD<0,01 ppm, lo que le está diciendo exactamente es que existe una probabilidad del 95% de que el resultado esté dentro del intervalo entre 0,59 y 0,61 ppm. Existe una pequeña probabilidad, menor cuanto más nos alejemos de dicho valor de 0,6 ppm, de que el resultado esté notoriamente por encima o por debajo. ¿Les suena la distribución normal y la campana de Gauss? Pues esa es la distribución que siguen los resultados de cualquier aparato de medida o de cualquier análisis. Siempre existe una pequeñísima probabilidad de que el test del VIH deje de detectar a un portador de anticuerpos, o de que salga un falso positivo sobre alguien que no es portador. Como las muestras siempre se deben de tomar por duplicado, puede repetirse el mismo análisis en otro laboratorio acreditado, y entonces la probabilidad de que los dos laboratorios se hayan equivocado por lo mismo es una probabilidad bajísima multiplicada por una probabilidad bajísima, lo que da prácticamente 0.
Si se aplicara el test del VIH a la detección del mal de ojo, obtendríamos una distribución de positivos y negativos completamente aleatoria y con nula correlación con el suceso "tener mal de ojo", lo que indicaría que el test del VIH NO prueba que nadie tenga mal de ojo. En cambio, si se aplica el test del VIH a la detección de anticuerpos del VIH, un laboratorio acreditado obtendrá resultados con una probabilidad razonablemente grande de aciertos.
Su insistencia en la evidencia absoluta, y en la carga de la prueba para quien afirma, podrían ser válidos en un proceso penal, a la hora de determinar si un acusado es inocente o culpable, pero la ciencia no pretende tener la exactitud absoluta; le basta un grado razonable de error, siempre que ese error pueda estimarse estadísticamente.