Empecé a leer a Fernando del Pino en 2021, en plena efervescencia banderillal. Me sorprendió que alguien de su posición fuera tan crítico con la verdad oficial y con los mantras inapelables de aquel momento. Quizá fuera porque se trata de un señor que no depende de sacar brillo las botas de políticos de turno, tiene su vida más que resuelta. Desde luego, cultura, sentido común y facilidad de comunicación no le falta. Ojalá hubiera muchos como él.
Siempre he sentido recelo de las élites de todo tipo, pero con el tiempo y lo vivido me da por pensar que quizá no fuera tan malo el tener a una élite de Fernandos del Pino al mando. Gente con sentido común, con bagaje cultural, profesional y personal, que no necesitan devorar las arcas públicas porque ya tienen su sustento y el de los suyos asegurado. Gente que nos diga la verdad, que nos trate con respeto y que proponga un proyecto de sociedad fuerte y con futuro, que tomen decisiones pensando en veinte, treinta o más años vista. Aunque sean duras y no gusten demasiado, pero que al menos sean la base de un futuro mejor, al menos de un futuro.
Quizá sea pedir demasiado, sabiendo que no hay sistema perfecto. Pero ¿acaso es mejor el sistema que sufrimos, los sinvergüenzas a los que dejamos que nos timen y nos envilezcan día tras día?
Ya os digo, me estoy haciendo mayor...