castguer
Madmaxista
Los lamentos sirven de bien poco, y mucho menos los argumentos “ad formam”. Lo que está ocurriendo hoy en España tenía que pasar tarde o temprano. Y la izquierda no es el móvil primero de esta catástrofe. Lo son todos: del rey abajo. La traición de la tras*ición a la hermosa idea de la ruptura democrática es hija de la doble felonía del monarca. La chapuza de la Constitución inventa las Autonomías, instaura toda esta realidad de subvención y pontifica el régimen parlamentario -que, como todo régimen parlamentario desde Walpole, es foco de corrupción- y el Estado de partidos. “No se engañe nadie no”; no asistimos a la corrupción de ninguna forma elevada, no hubo nunca tiempos mejores. Todo, en España, nació podrido.
Sin embargo, consciente de que estamos a un paso de cruzar el punto de no retorno, todavía adivino un resquicio -acaso embeleco- para la esperanza. Pues, aunque parezca increíble, España tiene una solución que, desde hace tiempo, aparece y desaparece ante nuestros ojos como el vuelo del vilano en primavera: la “melior pars” -si es que aún existe- de la sociedad civil ha de trascender el discurso ideológico, superar el embrujo partidista de la izquierda sectaria y de la derecha “atapuerquense”, desconfiar de los cantos de sirena que provienen de partidos de nuevo cuño -chupópteros también de este régimen de cartón piedra-, abandonar el ingenuo discurso que clama por la llegada de políticos honestos, echarse a los tibios y descreídos a la espalda y reclamar lo único que pondría fin a este eterno final que nos va asfixiando poco a poco: la libertad política.
DerArtS
Sin embargo, consciente de que estamos a un paso de cruzar el punto de no retorno, todavía adivino un resquicio -acaso embeleco- para la esperanza. Pues, aunque parezca increíble, España tiene una solución que, desde hace tiempo, aparece y desaparece ante nuestros ojos como el vuelo del vilano en primavera: la “melior pars” -si es que aún existe- de la sociedad civil ha de trascender el discurso ideológico, superar el embrujo partidista de la izquierda sectaria y de la derecha “atapuerquense”, desconfiar de los cantos de sirena que provienen de partidos de nuevo cuño -chupópteros también de este régimen de cartón piedra-, abandonar el ingenuo discurso que clama por la llegada de políticos honestos, echarse a los tibios y descreídos a la espalda y reclamar lo único que pondría fin a este eterno final que nos va asfixiando poco a poco: la libertad política.
DerArtS