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Madmaxista
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Diseccionamos el programa electoral de los jovenlandesados en aquellas áreas en las que se planteó su entrada en el Ejecutivo.
Pablo Iglesias no será ministro, ni Irene Montero vicepresidenta. Al menos por ahora. En septiembre, ya veremos. Las negociaciones para un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos han fracasado. Y sí, se ha hablado mucho de cargos y de nombres propios. Pero no podemos olvidar el contenido. Lo sustancial. Las propuestas.
Como explican Cristina Losada y Alberto Penadés, nunca ha habido un gobierno de coalición en la UE formado exclusivamente entre socialistas y comunistas. Ni siquiera aquel primer Ejecutivo de François Miterrand de comienzos de los años 80 era como éste que proyectaban Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, porque en aquel caso había otros partidos involucrados. Por una parte, parece que a los socialdemócratas europeos no les atrae demasiado la posibilidad de compartir en exclusiva el Consejo de Ministros a unos tipos poco preparados, en muchas ocasiones sin ninguna experiencia de gestión y con propuestas que ya parecían antiguas en 1989.
Desde el lado de la extrema izquierda, entrar en un Gobierno como socio minoritario puede ser un arma de doble filo: durante unos años pisas moqueta y ganas relevancia, pero también perderás la pureza ideológica ante tu electorado al que tendrás que explicar por qué se aprueban o no se aprueban determinadas medidas. Y casi siempre, en las siguientes elecciones, el socio minoritario sale trasquilado. Quizás por eso el empeño de Podemos en crear una especie de Gobierno B, en el que los ministros de uno y otro partido marchasen en paralelo, cerca pero sin tocarse.
Mientras tanto, los españoles se preguntan qué habrían hecho los ministros de Podemos si hubieran llegado al poder. Por ahora, es una incógnita. Eso sí, las peticiones de ministerios de los de Iglesias no son producto de la casualidad. Hablamos de carteras clave en el área económica, con mucho presupuesto y competencias muy relevantes. Con una enorme capacidad para intervenir el mercado, las relaciones laborales y la vida de las empresas.
Para los seguidores de Podemos, éste será un resumen de lo que España se pierde. Los que temían la llegada de la dupla Iglesias-Montero al Consejo de Ministros pensarán "de la que nos hemos librado".
Las propuestas
Dividimos las propuestas en cinco apartados. Los que corresponden con los cinco ministerios incluidos en el documento que filtró el PSOE con las exigencias de Podemos. Y tomamos como referencia el programa de la formación de extrema izquierda para las elecciones del pasado abril.
- Ministerio de Trabajo, Seguridad Social y Lucha contra la Precariedad
En este punto, el objetivo está claro. Podemos quiere "derogar las dos reformas laborales, de Zapatero y Rajoy". Por aquí se intuye el primer elemento de fricción con sus posibles socios. Porque en cada punto del programa en el que se habla del tema, se asocian las reformas aprobadas en 2011 y 2013, por PP y PSOE. Tanto en lo que hace referencia al coste del despido, como en lo que tiene que ver con la negociación colectiva. Podemos quiere cargárselo todo.
De hecho, en las modalidades de contratación y coste del despido, Podemos pide ir más allá de lo que había vigente hasta 2011. No les gusta que se diga esto, pero lo cierto es que plantea un modelo de relaciones laborales más parecido al que salió del franquismo que a cualquiera que haya vigente en la Europa actual. Así, la contratación temporal sería casi imposible: se prohíben los contratos de menos de un mes, se obliga a hacer fijo a los seis meses de contrato y se amenaza con inspecciones a las empresas que despidan temporales para comprobar que no se hace para evitar hacerlos fijos.
Evidentemente, este endurecimiento contra los contratos temporales no va en la línea de promover una contratación indefinida algo más flexible (similar al contrato único propuesto por Ciudadanos), sino todo lo contrario. Podemos pide endurecer las causas de despido objetivo para hacer más complicado recurrir a esta herramienta. Por lo tanto, lo que tendríamos es un encarecimiento muy importante de la contratación, menos flexibilidad para hacer frente a imprevistos en las empresas y un mercado laboral más rígido.
Además, en este mismo sentido, Podemos propone "recuperar el poder de la negociación colectiva, devolviendo a los sindicatos la fuerza que les quitaron las reformas de Zapatero y de Rajoy", otorgando prioridad a los convenios sectoriales sobre los de empresa (más poder para las centrales sindicales frente a los sindicatos de empresa) y retomando la ultraactividad de los convenios (un arma de bloqueo para los sindicatos, que pueden exigir lo que deseen en la negociación, porque mientras no haya acuerdo, se mantiene el convenio anterior).
Pero hay más en este Ministerio. Podemos también propone una "jornada laboral de 34 horas semanales (siete horas de lunes a jueves y seis horas los viernes), sin reducción de salario, y reorganización de los tiempos de trabajo, ocio y cuidados". Puede que a algunos les suene bien, pero en realidad es un aumento de costes muy importante para unas empresas españolas que no andan precisamente sobradas en productividad y competitividad.
A los autónomos, se les promete que cotizarán por los "ingresos realmente obtenidos". En el programa electoral se asocia esta promesa a los autónomos de muy bajos ingresos que, efectivamente, verían una reducción de su cuota. A cambio, más del 85% de los trabajadores por cuenta ajena verían un incremento en lo que pagan mes a mes.
Por último (y hablamos de una selección de artículos, en el programa hay mucho más), Podemos introduce una de esas medidas que pueden pasar desapercibidas, porque suenan a lo ya escuchado, pero que tendrían un enorme impacto. Así, la formación jovenlandesada propone que se considere "discriminación salarial una brecha de más del 20% en las retribuciones de las empresas, de manera que deberán justificarlas ante los tribunales". O lo que es lo mismo, cualquier empresa en la que esto ocurra (el 20% de diferencia) se considerará culpable por defecto y tendrá que demostrar su inocencia. Es decir, se invierte la carga de la prueba, con una consecuencia indeseada muy posible: habrá empresas que se pensarán mucho contratar mujeres con baja cualificación, porque sólo por tenerlas en plantilla se podría ampliar la brecha estadística y tener un problema con la inspección.
En pensiones, Podemos pide derogar la reforma de 2013 (es decir, acabar con cualquier medida de control del gasto) y subir las mínimas y no contributivas (erosionando, todavía más, el carácter contributivo del sistema). Además, propone cambiar las reglas de cálculo para que los nuevos jubilados puedan elegir los años para el cómputo de su base (de nuevo, más gasto). Y, por supuesto, eliminar los topes de cotización (sin tocar la pensión máxima, es decir, sistema todavía menos contributivo) y acabar con los incentivos fiscales a los planes de pensiones.
Por cierto, para cerrar este capítulo, una curiosidad: las políticas activas de empleo, ese conejo que se sacó de la chistera Podemos justo antes de la segunda votación, el pasado jueves, sólo tienen una mención en el programa electoral, en el apartado dedicado a los españoles que viven fuera y quieren retornar. No hay nada sobre el tema en el resto del documento ni propuestas concretas para mejorar la formación de parados o los trabajadores. Es extraño que cobrara tanta importancia a última hora.
Libre mercado
Pablo Iglesias no será ministro, ni Irene Montero vicepresidenta. Al menos por ahora. En septiembre, ya veremos. Las negociaciones para un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos han fracasado. Y sí, se ha hablado mucho de cargos y de nombres propios. Pero no podemos olvidar el contenido. Lo sustancial. Las propuestas.
Como explican Cristina Losada y Alberto Penadés, nunca ha habido un gobierno de coalición en la UE formado exclusivamente entre socialistas y comunistas. Ni siquiera aquel primer Ejecutivo de François Miterrand de comienzos de los años 80 era como éste que proyectaban Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, porque en aquel caso había otros partidos involucrados. Por una parte, parece que a los socialdemócratas europeos no les atrae demasiado la posibilidad de compartir en exclusiva el Consejo de Ministros a unos tipos poco preparados, en muchas ocasiones sin ninguna experiencia de gestión y con propuestas que ya parecían antiguas en 1989.
Desde el lado de la extrema izquierda, entrar en un Gobierno como socio minoritario puede ser un arma de doble filo: durante unos años pisas moqueta y ganas relevancia, pero también perderás la pureza ideológica ante tu electorado al que tendrás que explicar por qué se aprueban o no se aprueban determinadas medidas. Y casi siempre, en las siguientes elecciones, el socio minoritario sale trasquilado. Quizás por eso el empeño de Podemos en crear una especie de Gobierno B, en el que los ministros de uno y otro partido marchasen en paralelo, cerca pero sin tocarse.
Mientras tanto, los españoles se preguntan qué habrían hecho los ministros de Podemos si hubieran llegado al poder. Por ahora, es una incógnita. Eso sí, las peticiones de ministerios de los de Iglesias no son producto de la casualidad. Hablamos de carteras clave en el área económica, con mucho presupuesto y competencias muy relevantes. Con una enorme capacidad para intervenir el mercado, las relaciones laborales y la vida de las empresas.
Para los seguidores de Podemos, éste será un resumen de lo que España se pierde. Los que temían la llegada de la dupla Iglesias-Montero al Consejo de Ministros pensarán "de la que nos hemos librado".
Las propuestas
Dividimos las propuestas en cinco apartados. Los que corresponden con los cinco ministerios incluidos en el documento que filtró el PSOE con las exigencias de Podemos. Y tomamos como referencia el programa de la formación de extrema izquierda para las elecciones del pasado abril.
- Ministerio de Trabajo, Seguridad Social y Lucha contra la Precariedad
En este punto, el objetivo está claro. Podemos quiere "derogar las dos reformas laborales, de Zapatero y Rajoy". Por aquí se intuye el primer elemento de fricción con sus posibles socios. Porque en cada punto del programa en el que se habla del tema, se asocian las reformas aprobadas en 2011 y 2013, por PP y PSOE. Tanto en lo que hace referencia al coste del despido, como en lo que tiene que ver con la negociación colectiva. Podemos quiere cargárselo todo.
De hecho, en las modalidades de contratación y coste del despido, Podemos pide ir más allá de lo que había vigente hasta 2011. No les gusta que se diga esto, pero lo cierto es que plantea un modelo de relaciones laborales más parecido al que salió del franquismo que a cualquiera que haya vigente en la Europa actual. Así, la contratación temporal sería casi imposible: se prohíben los contratos de menos de un mes, se obliga a hacer fijo a los seis meses de contrato y se amenaza con inspecciones a las empresas que despidan temporales para comprobar que no se hace para evitar hacerlos fijos.
Evidentemente, este endurecimiento contra los contratos temporales no va en la línea de promover una contratación indefinida algo más flexible (similar al contrato único propuesto por Ciudadanos), sino todo lo contrario. Podemos pide endurecer las causas de despido objetivo para hacer más complicado recurrir a esta herramienta. Por lo tanto, lo que tendríamos es un encarecimiento muy importante de la contratación, menos flexibilidad para hacer frente a imprevistos en las empresas y un mercado laboral más rígido.
Además, en este mismo sentido, Podemos propone "recuperar el poder de la negociación colectiva, devolviendo a los sindicatos la fuerza que les quitaron las reformas de Zapatero y de Rajoy", otorgando prioridad a los convenios sectoriales sobre los de empresa (más poder para las centrales sindicales frente a los sindicatos de empresa) y retomando la ultraactividad de los convenios (un arma de bloqueo para los sindicatos, que pueden exigir lo que deseen en la negociación, porque mientras no haya acuerdo, se mantiene el convenio anterior).
Pero hay más en este Ministerio. Podemos también propone una "jornada laboral de 34 horas semanales (siete horas de lunes a jueves y seis horas los viernes), sin reducción de salario, y reorganización de los tiempos de trabajo, ocio y cuidados". Puede que a algunos les suene bien, pero en realidad es un aumento de costes muy importante para unas empresas españolas que no andan precisamente sobradas en productividad y competitividad.
A los autónomos, se les promete que cotizarán por los "ingresos realmente obtenidos". En el programa electoral se asocia esta promesa a los autónomos de muy bajos ingresos que, efectivamente, verían una reducción de su cuota. A cambio, más del 85% de los trabajadores por cuenta ajena verían un incremento en lo que pagan mes a mes.
Por último (y hablamos de una selección de artículos, en el programa hay mucho más), Podemos introduce una de esas medidas que pueden pasar desapercibidas, porque suenan a lo ya escuchado, pero que tendrían un enorme impacto. Así, la formación jovenlandesada propone que se considere "discriminación salarial una brecha de más del 20% en las retribuciones de las empresas, de manera que deberán justificarlas ante los tribunales". O lo que es lo mismo, cualquier empresa en la que esto ocurra (el 20% de diferencia) se considerará culpable por defecto y tendrá que demostrar su inocencia. Es decir, se invierte la carga de la prueba, con una consecuencia indeseada muy posible: habrá empresas que se pensarán mucho contratar mujeres con baja cualificación, porque sólo por tenerlas en plantilla se podría ampliar la brecha estadística y tener un problema con la inspección.
En pensiones, Podemos pide derogar la reforma de 2013 (es decir, acabar con cualquier medida de control del gasto) y subir las mínimas y no contributivas (erosionando, todavía más, el carácter contributivo del sistema). Además, propone cambiar las reglas de cálculo para que los nuevos jubilados puedan elegir los años para el cómputo de su base (de nuevo, más gasto). Y, por supuesto, eliminar los topes de cotización (sin tocar la pensión máxima, es decir, sistema todavía menos contributivo) y acabar con los incentivos fiscales a los planes de pensiones.
Por cierto, para cerrar este capítulo, una curiosidad: las políticas activas de empleo, ese conejo que se sacó de la chistera Podemos justo antes de la segunda votación, el pasado jueves, sólo tienen una mención en el programa electoral, en el apartado dedicado a los españoles que viven fuera y quieren retornar. No hay nada sobre el tema en el resto del documento ni propuestas concretas para mejorar la formación de parados o los trabajadores. Es extraño que cobrara tanta importancia a última hora.
Libre mercado