DE FERNANDO VII A FELIPE VI, EL AUSENTE, QUE BIEN SE TERMINARÁ DE GANAR EL APODO SINO INTERVIENE CON LA CONSTITUCIÓN EN LA MANO...

qaral

Himbersor
Desde
21 Ago 2021
Mensajes
2.401
Reputación
1.321
FERNANDO VII
El infame rey español que traicionó a su pueblo y pidió ser hijo adoptivo de Napoleón
El 11 de diciembre de 1813 el «Pequeño corso» devolvió el trono al monarca que -en 1808- le había entregado el país en bandeja junto a Carlos IV
En las Abdicaciones de Bayona, Carlos IV y Fernando VII aceptaron dinero y tierras a cambio de ceder España a los franceses

En las Abdicaciones de Bayona, Carlos IV y Fernando VII aceptaron dinero y tierras a cambio de ceder España a los franceses ABC
Manuel P. Villatoro

MANUEL P. VILLATORO

15/12/2015
Actualizado 29/02/2016 a las 13:25h.
«Su Majestad el rey Carlos […] ha resuelto ceder, como cede por el presente, todos sus derechos sobre el trono de España y de las Indias a Su Majestad el emperador». Con estas palabras fue con las que, en 1808, Carlos IV (rey hasta entonces de una buena parte de la Península Ibérica y aún una considerable extensión de América) otorgó a Napoleón el trono de España. Decisión a la que posteriormente se unió también su hijo Fernando , un « lamebotas » destacado de Bonaparte que ya había demostrado sobradamente su sumisión a él en otras tantas ocasiones. Padre y retoño hicieron entonces posible que el frances fuese dueño y señor de este país y de sus gentes. Un suceso más conocido a día de hoy como las « Abdicaciones de Bayona » y que supuso la venta (con escasas condiciones) de los restos del imperio. La decisión, posteriormente, no resultaría rara. Y es que, tanto Carlos como Fernando se destacaron como unos adoradores del frances. El primero, tratándole como a un Dios en la Tierra cuando el pueblo se alzó en su contra y, el segundo, solicitando ser hijo adoptivo suyo .
NOTICIAS RELACIONADAS
La historia de estos dos monarcas podría haber quedado olvidada en los más profundo de cajón de las infamias de nuestro país. Sin embargo, esta semana vuelve a estar alumbrada por la actualidad debido a que el pasado 11 de diciembre se cumplieron 202 años desde que Napoleón Bonaparte -experto en lograr por las malas (y en muy pocas ocasiones por las buenas) todo aquello que deseaba- tuvo que tragarse su orgullo entre baguette y baguette y devolver el trono de España a Fernando VII. Todo ello, después de haber sido expulsado a base de fusil, bayoneta, cañón y sangre rojigualda de estos lares. Aquel día, con todo, volvió a la Península un monarca que -aunque deseado , como bien decía su apodo- no había tenido reparo ninguno en plegarse a los deseos del franchute cinco años atrás y cederle por las buenas el territorio español. De hecho, lo que él no fomentó en ningún caso por su poder (la resistencia contra los franceses) lo tuvieron que hacer las gentes de este país mediante narices. Así pues, fue el pueblo el que se enfrentó a la « Grande Armée » del « Pequeño corso » y le devolvió de una patada a París.

La primera traición, la de Carlos IV
Para hallar la primera traición de estos líderes a España es necesario retroceder en el tiempo hasta el final del siglo XVIII. Por entonces dominaba nuestro país Carlos IV ... o más bien su valido, Manuel Godoy . Este español era un Guardia de Corps -Guardia Real- venido a más gracias a que, según las tonadillas populares, solía dar « ajipedobes » a la reina María Luisa de Parma sebo de pija » leído al revés -los españoles nunca nos henos destacado por la sutilidad-). Fuera por lo que fuese (por su valía o por bajarle las enaguas a la, según se dice en las crónicas de la época, feísima reina consorte ) lo cierto es que por aquellos años este militar andaba «sisando» el trono al torpe de Carlos. Este, por su parte, andaba más preocupado por cazar en su coto que por los asuntos de gobierno. De hecho, solo metía su morro real de por medio cuando podía sacar algún rédito para su familia. Un monarca bastante corto de entendederas, vaya. O eso opinan algunos historiadores como Roberto Blanco quien, en su obra « Antimitología política de México », le califica de « menso, fistro y cornudo ».
En esas andábamos por tierras españolas cuando a los franceses se les ocurrió armar un barullo de esos que marcan una época alzándose en una Revolución contra sus monarcas : Luis XVI y María Antonieta . Reyes a los que -por cierto- decapitaron con el curioso invento del doctor Joseph-Ignace Guillotin (la guillotina , para entendernos). Aquello no gustó demasiado a las potencias monárquicas tradicionales -entre ellas España- que, con más miedo que el que un buque hispano cargado de oro tenía en el siglo XVI al pirata Francis Drake , decidieron aliarse para dar hasta en el corvejón a la nueva «France». Armados hasta los dientes y deseosos de vengar a los reyes francess fallecidos, los generales hispanos iniciaron la oleada turística del territorio enemigo en 1793 . La contienda, que comenzó bien, acabó en desastre. «La guerra se desarrolló en dos campañas. La de 1793, dirigida entre otros por el General Ricardos , tuvo lugar en el Rosellón francés, región que España había cedido a Francia por el tratado de los Pirineos (1659). La segunda campaña, 1794-1795, estuvo marcada por los éxitos del ejército francés y la oleada turística de Figueras, San Sebastián, Bilbao y Vitoria », explica la historiadora Elena Castro Oury en su obra « La Guerra de la Independencia española ».
Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, valido del rey y -extraoficialmente- amante de la reina

Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, valido del rey y -extraoficialmente- amante de la reina WIKIMEDIA
Cuando los franceses, gritando las premisas de su Revolución al viento, llegaron casi hasta Miranda del Ebro, la situación se puso tensa y Godoy, mandatario en ausencia casi perpetua de Carlos IV (quien probablemente andaría cazando) tuvo que meterse entre pecho y espalda su repruebo a los galos y firmar con ellos la paz de forma independiente a las potencias con las que estaba aliada España. Lo cierto es que a la monarquía no le vino mal aquello, pues los franchutes se marcharon con la « Liberté, égalité, fraternité » a otra parte y devolvieron casi todo el territorio conquistado a la corona. Eso sí, hubo que admitir a su gobierno como lícito y darles parte de Santo Domingo . Pero amigo, el que algo quiere (que se largasen, en este caso), algo le cuesta. Todo aquello quedó sellado mediante la paz de Basilea, en la que -a pesar de salir bien parados- hubo que bajarse las «culottes» ante su gobierno. «Así empezó una etapa de sumisión. España quedaba ligada a Francia por los términos de la paz […] España se convertía además en mediadora entre la Francia Revolucionaria y dos de sus oponentes […] La guerra no había sido nada beneficiosa para España », añade la experta.
Con estos antecedentes cabría esperar que Godoy y Carlos IV hubiesen acabado hasta el sombrero uno, y hasta el cetro el otro, de tanto frances por aquí y «fraternité» por allá, pero nada más lejos. Así lo demostró el que, en 1800 , el monarca se aliase con los franceses de nuevo (y a pesar de la vergüenza del último tratado de paz) en contra de Inglaterra por su propio interés familiar. «A cambio de la isla de Elba , de la Luisiana americana y de seis navíos que le cedía España, Francia debía convertir a los duques de Parma, Luis y María Luisa de Borbón (hija de Carlos IV) en reyes de un territorio más amplio», destaca Castro Oury. En resumen, el rey (de quien se dice que odiaba la política, que llevaba una cornamenta más grande que un alce y que parecía no enterarse del sermón ni la mitad) vendió una parte del país y se merendó su orgullo para poder situar a su pequeña en una posición de importancia. Todo ello, con Napoleón Bonaparte de por medio, un gran artista en todo lo referente a las mentiras políticas y el arte del engaño. Cabe decir que este pacto, llamado el Tratado de San Ildfonso , terminó llevando a una buena parte de la Armada de su Católica Majestad al infierno.
La segunda infamia: Fontainebleau
En la segunda traición colaboró más activamente Fernando, entonces príncipe. Con todo, fue perpetrada principalmente por la pasividad de Carlos IV y el interés de Godoy. Independientemente de la razón que la motivara, en ella se volvió a vender a España a los franceses. Para encontrar este episodio en las páginas de la historia no es necesario avanzar mucho más allá del Tratado de San Ildefonso. Tan solo hay que llegar hasta 1807 . Por entonces la situación no había mejorado demasiado para la maltrecha España. Y es que, tras ser vencida por los galos, el monarca se había visto obligado a plegarse a los deseos del ya líder de la «France» Napoleón Bonaparte, deseoso con dar en todo el morro a los infames lords ingleses que se pavoneaban de él mientras tomaban el té de las cinco.
El 27 de octubre se firmó el Tratado de Fontainebleau con Bonaparte
 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 

Luis del. Pino el que quería la banderilla obligatoria piensa que Fernando VII fue un gran rey.
@qaral
 
Volver