De Alemania viene el cambio

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Madmaxista
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¿Es Alemania el país de dónde va a venir el cambio en Europa? No me gusta Alemania, no simpatizo con los alemanes, pero llevo un tiempo leyendo noticias de ese país, y de ideas creadas por los germanos.

En España se defecan ideas desde la izquierda que hay que seguir sin razonarlas, simplemente hay que asumirlas. Es de allí de donde vienen algunos intelectuales que despiertan ante el espectáculo esperpéntico del suicidio europeo.

Un intelectual alemán, Rolf Peter Sieferle, ha levantado la liebre en su país, unos meses después de irse de este mundo. La censura tan tenaz como criminal que sufrimos en Europa ha intentado hacer desaparecer su figura como intelectual y sobre todo sus libros, pero esta vez no solo no lo han conseguido, sino que su último libro publicado a título póstumo ha sido el primero de la lista de los más vendidos: Finis Germania.

Alemania se diluye en la oleada turística fiel a la religión del amora, su cultura y su historia van desapareciendo ante la llegada masiva de millones de fiel a la religión del amores con la imprescindible ayuda de los dirigentes europeos, y con la complicidad de la sociedad alemana, fistro como nunca ha habido en ese país. Me suena bastante esto.

Artículo de Eduardo Arroyo:

Es curioso notar lo bien que funciona la censura en nuestro occidente democrático. La primera razón por la que funciona tan bien es que, oficialmente, no existe. Pero sí que existe y goza de excelente salud. Uno de los países en los que mejor funciona es también uno de los más corruptos, al menos intelectualmente hablando: la República Federal de Alemania. Es este un país en el que lo “políticamente correcto” –es decir, la censura que ejercen las tesis de izquierda asumidas por todo el espectro ideológico- cuenta con la protección del sistema entero que, si es preciso, se defiende con el código penal. Puede ocurrir, sin embargo, que el pobre diablo que lo sufre es muy conocido y, en ese caso, todos conspiran para imponer una impenetrable cortina de silencio.

Este es exactamente el caso de Rolf Peter Sieferle, cuya reciente obra “Finis Germania” acaba de sufrir las iras de la podrida república federal. Para suerte de Sieferle, dos asuntos hacen de él un auténtico “caso especial”: primero, Sieferle se suicidó en septiembre de 2016 –y por consiguiente la obra tiene carácter póstumo; segundo, Sieferle era y es un autor consagrado, socialista en su juventud, y reconocido historiador, pionero en la metodología de la investigación histórica de asuntos tan dispares como las cuestiones medioambientales, Karl Marx o la revolución conservadora después de la Primera Guerra Mundial. Por su peso intelectual fue nombrado asesor de Angela Merkel sobre medio ambiente.

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Pero Sieferle no parecía comulgar mucho con lo que decían los periódicos. Por ejemplo, con motivo de la crisis de los refugiados escribió que “una sociedad que ya no puede distinguir entre ella misma y las fuerzas que pretenden disolverla está viviendo jovenlandesalmente más allá de sus posibilidades”. Estas opiniones le valieron la cólera del “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, verdadero “dobermann” de la corrección política. La puntilla ha llegado de la mano de otro libro suyo, “Finis Germania”, que ha llegado al número 9 de la famosa lista de libros de no-ficción del mes más vendidos. Con solo esto el escándalo tenía que estallar. “Die Zeit” ha calificado el libro de “obscenidad”, el “Berliner Zeitung” ha hablado del “declive intelectual” de Sieferle y el “Süddeutsche Zeitung” ha intentado desdecirse de cualquier tipo de alabanza pasada. Incluso ha desaparecido la lista del libro de no-ficción del mes hasta nueva orden.

Pero por desgracia para los burócratas del régimen, la gente no ha seguido sus sugerencias y el libro ha llegado a venderse al ritmo de 250 ejemplares por hora. Ha alcanzado el número 1 de la lista de los más vendidos del portal “amazon” en alemán y ahí se ha mantenido durante dos semanas hasta que el editor se ha quedado sin copias. Con esta obra ha subido también sus ventas en “amazon” el otro trabajo póstumo de Sieferle, “Das Migrationsproblem” (El problema de la inmi gración), una obra crítica en la que el autor se pregunta si la llegada de pagapensiones es compatible con el mantenimiento del Estado de Bienestar.

¿Cuál es el pecado de este autor? Para saberlo basta leer entre líneas en otro pozo infecto de los tiempos que corren: “The New York Times”. El pasado 8 de julio, Christopher Caldwell escribió un artículo titulado “el último antihéroe intelectual alemán”, donde aparecen algunas claves del asunto. Por lo pronto, aunque en “Das Migrationsproblem” el autor haga afirmaciones no muy “correctas”, es en “Finis Germania” donde la gota ha colmado el vaso. Al parecer Sieferle, socialista en los 60, muestra inquietud por el futuro de Alemania. Para Caldwell, el mismo título del

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libro “evoca un miedo o paranoia que se encuentra repartido por toda la historia alemana”. Tras la afirmación gratuita sobre una presunta irracionalidad de los alemanes, Caldwell expone las razones de Sieferle y, desde luego, pueden ser cualquier cosa menos un miedo irracional o una paranoia. Por ejemplo, la senescencia del pueblo alemán es un problema auténtico. El autor, Sieferle, culpa a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial de instigar en el pueblo alemán la idea de que hay algo pre-moderno en la esencia de Alemania. Manifiesta su desacuerdo y dice que esto puede decirse, por ejemplo, de Rusia, pero no de Alemania. Además, dice Caldwell, el autor “se muestra crítico con la cultura de la memoria del Holocausto tras la Segunda Guerra Mundial y la acusa de presentar las características de una religión. Los pecados del país se toman por únicos y absolutos, más allá de cualquier redención o comparación”. Por esta razón, “los alemanes aparecen en esta narrativa como los enemigos absolutos de la humanidad común… Este papel es hereditario. Hay alemanes cuyos abuelos no habían nacido cuando terminó la guerra y sin embargo ellos deben asumir también el papel”. El colmo de la incorrección es que Sieferle relaciona esta cultura de la culpa eterna e irredimible con la última crisis de los refugiados. Según Cladwell, “él [Sieferle] creía que la auto-demonización de Alemania no dejaba otra opción que decir ‘sí’ a un millón de refugiados que querían entrar en Europa en 2015 y que su llegada era insostenible. Independientemente de que él tuviera o no razón, esta opinión era mantenida por muchos alemanes y no era necesariamente una vaga expresión de ánimo”.

Lo llamativo de toda este asunto es que “Finis Germania” supone un cambio de rumbo de la intelectualidad centroeuropea, liderada por Alemania en primer lugar. Porque cuando todo la “nomenklatura” académica, mediática e intelectual querían arrojar a Sieferle a los infiernos y a la marginación, el público alemán, reeducado por los vencedores desde hace 70 años, se sacudió el bolsillo y fue masivamente a comprar un libro maldito. Esto demuestra que algo se mueve en el mundo y que hay fuerzas que el “establishment” procurará por todos los medios que no lleguen jamás a cristalizar en una fuerza política capaz de salirse del rebaño. Pero mire el lector por donde, parece que las cosas les han salido mal y parece que por fin puede discutirse acerca de ciertos temas prohibidos y espinosos (sobre todo para algunos). Yo de momento, ya he encargado mi “Finis Germania”. Será una forma de practicar alemán este verano mucho más interesante que cualquier curso intensivo. Haga usted lo mismo si tiene ocasión.


Artículo en El Confidencial del movimiento que se está creando en Alemania y que se fundamenta en las ideas de Rolf Peter Sieferle:


“El nacionalsocialismo, más concretamente Auschwitz, se ha convertido en el último mito de un mundo racionalizado al cien por cien. Un mito es una verdad que está más allá de discusión. No necesita justificarse, bien al contrario: el solo atisbo de la duda, presente en la relativización, significa un serio asalto contra el tabú que lo protege. ¿Acaso no se ha amenazado con castigar la 'mentira de Auschwitz' como una especie de blasfemia?”
Este es uno de los párrafos de 'Finis Germania', el libro póstumo que el historiador e intelectual alemán Rolf Peter Sieferle dejó escrito antes de suicidarse en septiembre de 2016. Se trata de un breve ensayo de apenas 100 páginas que, como su propio título indica, advierte del ocaso de Alemania como nación. Las razones que ofrece Sieferle en su disertación coinciden con los argumentos ofrecidos por las llamadas Nuevas Derechas alemanas: la migración masiva, los refugiados, la falta de patriotismo, el avance de la multicultaridad en detrimento de la población autóctona y los valores tradicionales alemanes, el presunto antigermanismo, generado por la cultura de la constante revisión de la historia reciente de un país marcado por el nacionalsocialismo y el Holocausto, acabarán irremediablemente con Alemania, con su historia, con su cultura.
“La responsabilidad de los judíos en la crucifixión del Mesías no fue reconocida por ellos. Los alemanes, que reconocen su responsabilidad sin piedad, tienen sin embargo que desaparecer de la historia, convertirse en un perpetuo mito para expiar su culpa”, escribe Sieferle en otro párrafo en el que deja meridianamente claro su mensaje: la relativización de los crímenes nacionalsocialistas y el revisionismo histórico marcan un libro que incluso recibió alabanzas por parte de articulistas de la prensa conservadora española.

El libro de Sieferle habría sido una simple anécdota, un inadvertido giro ultraderechista de un intelectual alemán durante sus últimos días de vida, si 'Finis Germania' no se hubiera colado de lleno y durante varias semanas de este año en la lista de los títulos más vendidos de la plataforma Amazon en Alemania después de que un crítico literario del referencial semanario 'Der Spiegel' lo incluyese en las recomendaciones editoriales de la publicación. El director de la revista decidió finalmente sacarlo de esa lista y reprender públicamente al articulista. Pero la polémica estaba servida en un país en el que revisionismo histórico quedó excluido del consenso político a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial y desde la misma fundación de la República Federal de Alemania en 1949. Eso parece estar cambiando.
Götz Kubitschek no duda en calificar el escándalo generado por la obra de Sieferle como todo un éxito de la editorial Antaios, que él mismo dirige desde Schnellroda, un pequeño pueblo situado en el Estado germanooriental de Sajonia-Anhalt. Kubitschek es la gran referencia intelectual de las llamadas Nuevas Derechas alemanas, que tienen al movimiento islamófobo Pegida y al partido Alternativa para Alemania como principales arietes de una relativamente exitosa revolución hipernacionalista e ultraconservadora tras décadas de intentos infructuosos en un país que parecía medicado contra aventuras ultraderechistas.
A la pregunta de si la nueva intelectualidad de las llamadas Nuevas Derechas está en disposición de pelear por la hegemonía cultural (y política) de Alemania, Kubitschek responde a este periodista: “Por supuesto. Fíjense en el reciente escándalo generado por el 'caso Sieferle': la reacción del 'establishment' es patética, histérica, de pánico y clínica. Ello me demuestra cuán exitosamente podemos provocar”. El escándalo generado es, en su opinión, la prueba de que el consenso de postguerra alemán muestra grietas. Pegida, AfD y el propio 'caso Sieferle' son solo síntomas de ello.
¿Quién es Kubitschek?
La pregunta sobre la biografía de Kubitschek se hace inevitable. Nacido en 1970 en el sur de Alemania, este teniente del ejército alemán en la reserva estudió germanística, geografía y filosofía en Hanóver y Heidelberg. En la década de los noventa fue redactor del semanario Junge Freiheit, referencial en las Nuevas Derechas y considerado actualmente la publicación orgánica de AfD. En el año 2000 funda la editorial Antaios, a partir de la cual comienza a construir un polo intelectual ultraderechista del que hoy forman parte la publicación 'Sezession' o el think tank Institut für Staatspolitik (IfS). Kubitschek es muy cercano a los líderes del ala etnonacionalista de Alternativa para Alemania Björn Höcke y André Poggenburg.
Kubitschek también tiene conexiones con la plataforma civil Ein Prozent, cuyo objetivo es movilizar al uno por ciento de la población alemana contra la política migratoria de Gobierno de Angela Merkel, así como con el Movimiento Identitario, grupo juvenil que este verano fletó un barco para frenar la inmi gración en el Mediterráneo en un intento de “defender Europa”.

Para Kubitschek, el objetivo de este polo intelectual ultraderechista es claro: “Las Nuevas Derechas son un cuestionamiento fundamental de la hegemonía cultural de la izquierda”, declara a El Confidencial. Esta revolución neoconservadora e hipernacionalista asume curiosamente una premisa teórica acuñada por el intelectual marxista italiano Antonio Gramsci: solo desde la hegemonía cultural se pueden alcanzar mayorías sociales y políticas.
Entre otros conceptos, Kubitschek defiende el “etnopluralismo”, que intenta recuperar el patriotismo alemán apartándose de los clásicos postulados nazis que defienden la superioridad racial aria: “Este concepto se basa en el convencimiento de que la diversidad del mundo se fundamenta en la diversidad de sus pueblos y de que no puede haber superioridad de unos pueblos sobre otros, sino más bien una igualdad de derechos y un aprecio fundamental, siempre y cuando los pueblos defiendan y desarrollen su cultura, permanezcan en sus espacios y respeten a sus vecinos”, contesta Kubitschek en un cuidado y elegante alemán. “Al fin y al cabo, el etnopluralismo es un concepto defensivo, un concepto humilde y moderado para un pueblo y un continente que están envejeciendo. Los pueblos jóvenes, dinámicos y expansivos no se comportan de forma etnopluralista, y Europa obviamente tampoco se comportó de manera etnopluralista en su fase de superioridad y expansión”.
AfD como última oportunidad
El tiempo se agota para Alemania. Es el profundo convencimiento de los integrantes de las Nuevas Derechas, especialmente de aquellos que rechazan el concepto moderno de ciudadanía y defienden en su lugar la pertenencia a una nación por derecho sanguíneo. El partido AfD es visto de alguna manera por Kubitschek y otras figuras destacadas de las Nuevas Derechas como la última oportunidad para frenar el ocaso de Alemania y preservar el pueblo alemán, precisamente el mensaje que trajo consigo la obra de Sieferle Finis Germania. AfD supone para ellos un cambio de paradigma en el tablero político alemán. “AfD es la prueba político-partidaria de ese cambio de paradigma, no el inicio del mismo”, asegura Kubitschek. “AfD tiene ante sí un camino duro, tiene que sostenerse en la industria política y comportarse como un partido. Y efectivamente, se nos hace tarde. Si AfD fracasase, no sería posible hacer mucho más a través de vías político-partidarias”.
Es especialmente llamativo que en un país como Alemania, cuyos indicadores macroeconómicos apuntan a una buena salud estructutal, un partido ultraderechista como AfD esté luchando por convertirse en la tercera fuerza del arco parlamentario. Así lo apuntan las encuestas de intención de voto. De no haber sorpresas de última hora, el Bundestag contará a partir del próximo 24 de septiembre, fecha de las elecciones federales, con una bancada ultraderechista en sus entrañas, algo inédito en la historia reciente del país. Un fenómeno al que ha contribuido, sin lugar a dudas, la lucha por la hegemonía cultural protagonizada durante la última década por Kubitschek y los suyos.
Un reciente informe de la fundación Hans-Böckler, dependiente de la principal central sindical de Alemania, indica los motivos que llevarán previsiblemente a un par de millones de alemanes a votar por AfD en las próximas elecciones federales: la mayoría de votantes del partido ultra, perteneciente a la clase media del país, asegura contar con una buena situación económica; sin embargo, comparten un común denominador: tienen miedo al futuro, son pesimistas militantes. Si Alemania continúa por la senda actual, creen, el país se precipitará irremediablemente al precipicio, a la Finis Germania.
Para responder a la pregunta de hasta qué punto el pueblo alemán está realmente en peligro, Götz Kubitschek recupera un cita del siglo pasado del intelectual ultraconservador alemán Carl Schmitt: “El hecho de que un pueblo no tenga la fuerza o la voluntad de mantenerse en la esfera de los político no significa que la política desaparezca del mundo. Solo desaparece un pueblo débil”. Un párrafo que contextualiza el actual miedo reinante en un segmento nada poco apreciable del electorado alemán.


No seáis el español medio y leed los artículos que son muy interesantes.
 
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De Alemania solo salen Reichs y Führers. Nada bueno. Lo último, recoger a todos los terroristas de ISIS de Siria con el rollo del niño muerto.

¿ Por qué se empeña en demostrar lo orate que es?

Alemania ha dado grandes genios a la humanidad. Hoy no es la sombra de lo que fue. Alemania es una colonia usana. Al nivel de Puerto Rico. Y EWspaña ni te cuento. Siglos llevamos siendo gobernados por marranos. Franco incluido.
 
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