Darwin y el Darwinismo: un mito con los pies de barro.

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Pues nada, que me faltaba la confirmación de si todos esos estudiosos británicos de latín, griego, teología y con inquietudes naturalistas había leído o tenido acceso a la teoría de la evolución “Logos spermatikos” de los antiguos griegos o a las “rationes seminales” de san Agustín. Y bueno, que ya la tengo, son las maravillas del internés.

Antes que nada recordar esas teorías.

El “Logos spermatikos” es una teoría evolutiva que precede a Darwin en más de 2.000 años y que básicamente se resume en lo siguiente: “principios creadores u operativos: la physis (φύσις) se desarrolla según un plan que se halla en los logoi spermatikoi y que se realiza a medida que van surgiendo las cosas. El pneuma contiene las semillas de todas las cosas, y todo cuanto existe, ha existido o existirá, está contenido en dichas semillas, de forma que la realidad es un despliegue determinista de las potencialidades contenidas en ellas. De esta manera, un único logos (λόγος) universal, físicamente constituido por el fuego, contiene en sí todas las formas de las cosas.”

San Agustín, santo católico que precede a Darwin en más de 1.000 años, traduce y acomoda a las ideas cristianas la mayor parte de las tesis del neoplatonismo, los logoi spermatikoi están latentes en los elementos cósmicos como semillas de todas las cosas que nacen a la vida corporal. Según él, Dios creó el mundo por su palabra, y depositó en la materia las razones seminales de todos los seres futuros. S. Agustín afirma en su teoría que las “rationes seminales” son los gérmenes de las cosas, las cosas en su potencialidad que está hecha. Aquí están las cosas que han de ser pero que no han sido hechas. Estas rationes (razones) son invisibles y se desarrollan en el medio adecuado o, por el contrario, pueden, sin las circunstancias precisas, no desarrollarse o desaparecer. No son pasivas y tienden al autodesarrollo. San Buenaventura, que aceptó esta doctrina, las comparó con el pimpollo de una rosa, que sin ser aún rosa, está ésta comprendida en él. Agustín no podía utilizar el término “seminales” pues en Gen. 1. 11 se afirma que Dios produjo la hierba verde antes que las semillas de éstas. Así queda que Dios crea las razones seminales, de éstas se deriva el trigo y de aquí, en último lugar las semillas que recomienzan el ciclo.

Pues resulta que un tal William Paley publicó en 1802 un libro con el título “TEOLOGÍA NATURAL”uno de los tratados clásicos en defensa de la adaptación biológica como prueba del diseño divino a través de las leyes naturales (Logos spermatikos y “rationes seminales” a tutiplén jo,jo,jo) . Al parecer dicho libro deleitó a nuestro Darwin y ejerció una influencia fundamental en su pensamiento (Wikipedia dixit). Pues bien, en dicho libro se dicen cosas como las siguientes (juzgue el lector si no se inspira en dichas teorías):

Ha querido Dios ceñir su poder a ciertos límites designados por las leyes generales de la materia, la gravedad, la impenetrabilidad, las leyes del movimiento, la reflexión, la refracción, la constitución de los fluidos. elásticos y no elásticos, la tras*misión de los sonidos, las leyes del magnetismo y de la electricidad, y probablemente otras que aun ignoramos.

Todas estas son leyes generales; pero cuando se trata de un fin particular, se consigue, como lo hemos visto en el ojo, por la interposición de un aparato que corresponde á aquellas leyes, y que satisface la exigencia que de ellas resulta ; no por medio de una nueva ley, ni por la suspensión de la que existe, ni ampliándolas, reduciéndolas ó amoldándolas á la ocasión presente ; porque la naturaleza propende constantemente á mantenerlas y conservarlas.

Ya hemos dicho que Dios pone límites á su poder, dentro de los cuales ejerce y nos ostenta su sabiduría. Bajo este principio podemos imaginar que establecidas aquellas leyes, y limitaciones, y dispuestos, digámoslo así, aquellos materiales, Dios obró como si hubiera confiado á otro ser la creación del Universo, con aquellos elementos y bajo aquellas condiciones, en cuyo caso es necesario el amaño, y queda cierta latitud para emplearle.

De estos agentes subalternos puede haber muchos, y varias clases de ellos. No damos esta opinión como doctrina filosófica, ni religiosa ; pero decimos que el asunto puede considerarse bajo este punto de vista ; porque si suponemos que la verdad obra en virtud de las leyes generales, es lo mismo para nuestro modo de raciocinar que si hubiera prescrito estas leyes á otro. Se ha dicho que el problema de la creación era : dada la atracción, y el movimiento hacer con ellos el mundo ; y nos parece falsa esta idea si se explica con la doctrina que acabamos de exponer.”

“EL artificio y amaños que hemos notado en el ojo y la oreja no se pueden atribuir á la mera generación ; como, en la suposición con que empezamos de un reloj que produjese otro, no podría explicarse la invención de su mecanismo por el encaje, movimiento y proporción de las ruedas. La cuestión de quién inventó y manejó este amaño siempre quedaría pendiente. Comenzamos por la fructificación de las plantas. ¿ Puede dudarse que la simiente de cada una de ellas contiene en sí una organización particular? Ya sea que la planta se halle provista de todos los medios necesarios para desenvolverse y nutrirse, ya se adopte para ello cualquiera otra suposición ; lo cierto es que el grano de su semilla tiene una organización, sea cual fuere, de la cual debe resultar un renuevo. Pregunto: ¿la parte que produjo el renuevo tiene parte en la invención de la organización interna de este renuevo? Claro es que no : así como en el supuesto que hicimos antes, de que un reloj produjese otro, el reloj productor no tendría parte ninguna en el mecanismo de que debía resultar el nuevo. El inventor y el artífice del primer reloj , introduciendo en él un mecanismo de que debiese resultar un segundo reloj , sería realmente tan inventor del segundo como del primero : porque la acción, el efecto, el uso de este segundo reloj, serían resultados del plan, de la inteligencia y del trabajo que hizo el primero. Lo mismo sucede exactamente en la planta y en el pimpollo que de ella nace. Ambas son máquinas organizadas, substancias pasivas que no conocen su movimiento, y por consiguiente, son incapaces de intención y designio: instrumentos y nada más.”

Otra lectura que fascinó a nuestro Darwin fue John Herschel y su discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural, que describía la última meta de la filosofía natural como la comprensión de estas leyes a través del razonamiento inductivo basado en la observación. Darwin se carteó con este hombre pero al parecer la fascinación no fue mutua meparto:. Lo que viene a continuación puede parecer un pequeño ladrillo (otro) pero les aseguro que es altamente interesante:

John Herschel impulsó el desarrollo de la fotografía astronómica descubriendo nuevas técnicas de fijación e incorporando la nueva tecnología a la vieja astronomía, pero fue, sobre todo, un científico moderno y un líder intelectual en su tiempo. Nombrado miembro de la Royal Society de Londres en 1813, con sólo 21 años, por sus originales trabajos en Matemáticas, incorporó el estudio sistemático del hemisferio Sur a la astronomía europea, completando varios catálogos del cielo norteño con los objetos observados desde Ciudad del Cabo. Allí se interesó vivamente por la historia natural, lo que le llevó a considerar el problema del origen de las especies como "el misterio de los misterios" y a publicar el capítulo de Geografía Física en la octava edición de la Enciclopedia Británica, donde expuso sus ideas acerca de la evolución. Obtuvo cinco medallas de la Royal Society, la orden de caballero, la presidencia de la British Association y de la Royal Astronomical Society. En 1830 ya había plasmado la esencia de su pensamiento científico en la obra A preliminary discourse on the study of the natural philosophy. (Un discurso preliminar sobre el estudio de la Filosofía Natural).

Un ejemplar de este libro cayó en manos de un estudiante de Cambridge llamado Charles Darwin, quien algunos años después proclamó en su Autobiography que ningún otro libro excepto la Personal Narrative de Alexander von Humboldt le había influido tan profundamente en su formación como naturalista. Darwin fue herscheliano en su construcción del origen de las especies, teniendo su selección natural el marchamo de vera causa de la evolución y aplicando la argumentación de analogía en su análisis de los procesos de selección natural y artificial. Pero sobre todo fue un entusiasta admirador del pensador, del filósofo de la ciencia, lo que le llevó a escribir en el prefacio del libro Sobre el origen de las especies: "Estos hechos me parecieron arrojar un poco de luz sobre el origen de las especies, ese misterio de los misterios como ha sido llamado por uno de nuestros mayores filósofos".

Herschel estaba incluido en la lista de los primeros receptores del Origen de las especies, quienes recibieron su ejemplar acompañado de una carta de presentación por parte del autor. Sin embargo, la respuesta del astrónomo no fue lo entusiasta que Darwin esperaba, como se deduce de la carta que escribió al geólogo Charles Lyell: "Me ha llegado por otros canales, que Herschel dice de mi libro 'que es una ley hecha a sencillas y a locas (higgledy-piggledy)'.meparto: No sé que quiere decir con exactitud pero evidentemente es muy despectivo".

El diseño inteligente de Herschel chocaba frontalmente con el materialismo filosófico de Darwin, quien en su carta de agradecimiento al recibo de la Geografía Física del primero escribe: "[... no puedo ver ningún diseño en las variaciones estructurales de los animales en su estado natural, donde aquellas que fueron útiles para el animal se preservaron, y aquellas otras inútiles o perjudiciales fueron eliminadas. Pero debo pedirle disculpas ya que esto le incomoda" meparto:

https://www.pasajealaciencia.es/2009/volumen2/pdf/darwin-herschel.pdf

Normal, querido Herschel. Darwin en su teoría evolutiva se había olvidado del Logos (Software/propiedades de la materia) como causa evolutiva impulsora de cualquier cambio. Lo que hizo Darwin con su teoría evolutiva fue centrar el mecanismo evolutivo en lo que llamó “Selección Natural”, es decir, en la supervivencia del más apto. De modo que la teoría evolutiva de Darwin convertía a la consecuencia de los supuestos cambios beneficiosos (“supervivencia del más apto”) en la causa de esos cambios graduales meparto:, una pura y absurda perversión. Ni que decir tiene que la herencia darwiniana no es más que otra apelación al Logos/propiedades de la materia que son los que realmente pueden hacer posible que esos cambios beneficiosos se mantengan y pasen de una generación a otra.
 
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