hemingway
Madmaxista
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Estas imágenes nos afectan a nosotros, que conservamos nuestro razocinio relativamente intacto. Al ciudadano medio, que está manipulado, estrogenizado y alienado, estas imágenes no lo sacarán de su burbuja.
Y es que no hay ser más patético que el hombre moderno actual, que no es hombre, sino una negación en si misma de todos los atributos masculinos que han caracterizado al mismo a lo largo de los tiempos y sociedades.
Fortaleza, intransigencia, territorialidad... son valores típicamente masculinos que han sido tirados por la borda y sustituidos por una masa ideológica amorfa y multicolor femenina con sabor a dulce que, en la práctica, inhabilita e inutiliza a cualquier ser humano que lo porte.
Pensad, ¿Cuales son los valores que nos dictan? Tolerancia, respeto, diálogo, igualdad... Pero el HOMBRE, en mayúsculas, como dueño de su destino y creador del orden ha sido siempre todo lo contrario. Ha sido siempre intolerante con aquellos que lo contrarían, irrespetuoso con los que no siguen su sagrado mandato, ha rechazado ser dialogante y ha pasado a la acción desde el primer momento, ha impuesto un orden inspirado en su divina conciencia...
Urge más que nunca un renacer espiritual del hombre y de la nación blanca civilizada. La revolución, o la semilla de la misma, comenzará en los corazones de los hombres. Solo el sujeto revolucionario puede llevar a cabo la revolución. Necesitamos reprogramarnos para reprogramas a otros y, en última instancia, al mundo. Necesitamos recuperar los valores que nos hicieron fuertes, valores humanos, tan antiguos como nuestra existencia en este cruel y despiadado planeta.
Y es que no hay ser más patético que el hombre moderno actual, que no es hombre, sino una negación en si misma de todos los atributos masculinos que han caracterizado al mismo a lo largo de los tiempos y sociedades.
Fortaleza, intransigencia, territorialidad... son valores típicamente masculinos que han sido tirados por la borda y sustituidos por una masa ideológica amorfa y multicolor femenina con sabor a dulce que, en la práctica, inhabilita e inutiliza a cualquier ser humano que lo porte.
Pensad, ¿Cuales son los valores que nos dictan? Tolerancia, respeto, diálogo, igualdad... Pero el HOMBRE, en mayúsculas, como dueño de su destino y creador del orden ha sido siempre todo lo contrario. Ha sido siempre intolerante con aquellos que lo contrarían, irrespetuoso con los que no siguen su sagrado mandato, ha rechazado ser dialogante y ha pasado a la acción desde el primer momento, ha impuesto un orden inspirado en su divina conciencia...
Urge más que nunca un renacer espiritual del hombre y de la nación blanca civilizada. La revolución, o la semilla de la misma, comenzará en los corazones de los hombres. Solo el sujeto revolucionario puede llevar a cabo la revolución. Necesitamos reprogramarnos para reprogramas a otros y, en última instancia, al mundo. Necesitamos recuperar los valores que nos hicieron fuertes, valores humanos, tan antiguos como nuestra existencia en este cruel y despiadado planeta.