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La xenofobia daña todas las rutas biológicas del cerebro, lo que explicaría por qué las minorías discriminadas sufren más patologías física y mentales.
El racismo no es sólo desprecio y humillación, sino también enfermedad. Las actitudes xenófobas favorecen la aparición y el desarrollo de algunas de las dolencias más graves que puede sufrir el ser humano. La ciencia venía hablando desde hace años de que la discriminación por motivos de raza, origen, sesso o religión contribuye a la aparición de los más graves trastornos físicos y mentales. Depresión, obesidad y adicción a todo tipo de sustancias están estrechamente ligadas con el sufrimiento desencadenado por el rechazo y la segregación racial. Ahora se sabe que el daño infringido es mucho mayor de lo que se suponía. El racismo también está íntimamente ligado con la aparición de la inflamación, un fenómeno que se relaciona con las patologías que más dan el pasaporte, que son los cánceres y las enfermedades cardiovasculares.
Las conclusiones de esta investigación, realizada en Estados Unidos, se publican en la revista 'Biological Psyquiatry', donde se recogen las investigaciones que intentan explicar los trastornos psiquiátricos a partir de argumentos biológicos. Los autores del trabajo, realizado en Estados Unidos, describen el impacto que los problemas de salud relacionados con la discriminación tiene en el microbioma cerebro-intestino (BGM, por sus siglas en inglés), que es algo que se ha puesto muy de moda en el mundo de la ciencia. Aunque el estudio se ha realizado con un grupo muy reducido de personas, sus hallazgos están llamados a cambiar la manera en que hasta ahora se había venido viendo el impacto del racismo en la salud. «La muestra es relativamente pequeña, pero estamos ante un trabajo pionero, porque analiza el efecto específico de la experiencia de la discriminación en distintas rutas biológicas, entre ellas la que conecta el cerebro con los marcadores inflamatorios y el microbioma», valora el especialista Guillermo Lahera Forteza, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá y jefe de sección del hospital Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares. «Han abierto una interesante línea de investigación que puede arrojar luz sobre por qué las minorías étnicas discriminadas tienen muchos más problemas de salud física y mental. Necesitamos más estudios biológicos como este, que analicen los factores ambientales, más allá de la genética», considera el experto.
Los microbios de las tripas
El denominado eje cerebro-intestino constituye uno de los campos de investigación que más interés despierta en los últimos tiempos. La ciencia está convencida de que existe un vínculo muy estrecho entre los millones de microbios que pueblan los intestinos –que se forman a través de la dieta, la medicación tomada y los hábitos de vida– y el mejor o peor funcionamiento del sistema nervioso central.
Dicho de otra forma, nuestro bienestar físico y emocional depende en gran medida tanto del cerebro como de las tripas. ¿Por qué? Porque uno y otras están íntimamente conectados a través de tres vías: el nervio vago, que es el nervio craneal más largo, el sistema inmune y el circulatorio. La conexión entre los intestinos y el cerebro es tan estrecha que, por ejemplo, el consumo de determinados alimentos –la conocida como 'comida sarama'– favorece un peor estado de ánimo, incluso la depresión.
El nuevo estudio, realizado en la ciudad de Los Ángeles (EEUU) con 154 adultos de orígenes asiático-estadounidenses, hispanos, neցros y blancos, revela que la discriminación genera una importante «inflamación sistémica» gracias a esa conexión intestino-cerebral. Por eso, el racismo no sólo favorece la aparición de los problemas de salud ya conocidos, sino también de enfermedades potencialmente mortales. La inflamación que desencadena se extiende por todos los órganos, a todo el cuerpo.
Sentimientos dañados
Esa inflamación, cuyo conocimiento constituye otra de las grandes áreas de estudio de la medicina actual, es un respuesta natural del sistema inmunitario para reparar tejidos dañados. El asunto es que cuando se vuelve crónica se convierte en un problema de salud grave.
Los investigadores llegaron a estas conclusiones tras analizar imágenes de resonancia magnética para ver el vínculo entre la discriminación y la conectividad cerebral, muestras de sangre para evaluar los marcadores inflamatorios y fecales para clasificar la población microbiana y sus metabolitos. «No nos sorprendería que la exposición al racismo llegue a afectar a cómo nos sentimos y afrontamos otras tensiones de la vida», valoró el investigador Tien Dong. «En el futuro, cada vez más estudios analizarán el vínculo biología-ambiente y vulnerabilidad», concluye Lahera Forteza.
Por qué las personas víctimas de racismo sufren más enfermedades | El Correo
La xenofobia daña todas las rutas biológicas del cerebro, lo que explicaría por qué las minorías discriminadas sufren más patología física y mental
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