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Las terrazas de la Plaza Mayor de Madrid quedarán desmontadas a partir de este martes a las 17.00 horas y hasta las 00.00 horas debido a la cena de los asistentes a la Cumbre de la OTAN en el Palacio Real, según han confirmado a EL MUNDO fuentes del Área de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid. Los 19 establecimientos no cierran, pero tendrán limitada su actividad: solo podrán operar y servir mesas en el interior.
El espacio de las terrazas estará ocupado por los vehículos de las delegaciones que acuden a este encuentro internacional. Desde el Ayuntamiento afirman que se trata de una medida con doble función: "Para que aparquen los coches de los invitados y por motivos de seguridad". Eso no impide, aseguran "que la gente circule por los soportales".
A partir de las 17 horas se recogerá todo el mobiliario "y se apilará en el exterior de los locales", afirma el presidente del Gremio de Restauradores de la Plaza Mayor, José Antonio Aparicio, quien valora esta medida como "justificada, debido a la envergadura de la celebración, pero no negociada".
Reconoce que "se pierden siete horas de trabajo en las terrazas, que supone la mayor parte de venta en el día". El presidente de los hosteleros asegura que "aceptan y obedecen la norma" pero no pueden olvidarse las pérdidas en el exterior.
Además, manifiesta que más allá de las indicaciones recibidas "acerca del teletrabajo y la movilidad", de momento Hostelería Madrid no ha recibido "ninguna directriz de que haya que cerrar, en ningún caso, restaurantes y bares de la ciudad".
INCERTIDUMBRE EN HUERTAS
"La llamada al teletrabajo por parte del Ayuntamiento, las restricciones de movilidad, incluso también cierto descenso del turismo" son los efectos adversos de la celebración de la Cumbre que ha advertido el director general de Hostelería Madrid, Juan José Blardony. Tanto el entorno del centro de la capital como los negocios de restauración que rodean a Ifema ya se están viendo afectados por las consecuencias de este evento.
No saben qué va a pasar a partir de hoy, nadie se lo ha dicho. "Esperemos que no ocurra nada raro", dice Simona, trabajadora de la empresa catalana Turrones Vicens, que está en paseo del Prado, a cinco minutos andando del hotel Ritz, zona que permanecerá acordonada. Sin embargo, ella abrirá "mientras no nos llegue lo contrario".
"No cierra ningún restaurante ni bar que yo conozca porque no nos han dicho nada", comenta el propietario de la Cervecería Cervantes, Lauren, al que esta situación le recuerda a otras ya vividas.
Asegura que lleva desde el año 83 en la calle duque de Medinaceli y ha abierto el bar en circunstancias similares: "Cuando viene un jefe de estado también acordonan la zona". Sin embargo, Lauren asegura que "están dándole tanto bombo a esto que no se sabe qué va a pasar" y abrirá "aunque sea con problemas".
"PLAN DE INMOVILIDAD"
El propio alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, se ha referido al dispositivo de seguridad previsto como "plan de inmovilidad" porque reconoce que "va a ser muy complicado moverse por la ciudad de Madrid". En el caso de los hosteleros, las dificultades no solo están en que los clientes puedan acceder a los establecimientos.
La incertidumbre se extrapola a que les lleguen los suministros. "¿Los proveedores podrán venir?" se preguntaba Óscar, el encargado del conocido bar La Dolores. Ha intentado adelantar provisiones porque no sabe si los tras*portistas podrán acceder a la plaza Jesús, pero asegura que "no todo se puede anticipar". "El pan no lo puedo pedir un lunes y que aguante hasta el miércoles", lamenta.
Por ello, el encargado de La Dolores señala que le consta que "muchos bares en Huertas cerrarán". "Igual, de repente nos bloquean, a saber, aquí no ha venido nadie a decirme qué tengo que hacer, pero no puedo no abrir", confiesa. Una reflexión repetida en este barrio, muy próximo a algunos de los hoteles en los que se alojarán los asistentes a la Cumbre.
En principio en el eje que va desde Castellana hasta Atocha los horarios de cortes intermitentes aproximados serán de 8.00 a 23.00 horas -el día 28 y 29- y de 8.00 a 16.00 - el día 30-, aunque habrá momentos puntuales en los que el tráfico estará completamente restringido y, por seguridad, no se avisará con antelación.
- ¿Abrís estos días?
- Si no abro no como.
Lo dice Alfredo, propietario de Casa Merani, un bar en la calle Cervantes. "En teoría tendrían que dejar pasar aunque sea a la gente que tenga una reserva". "No esperamos que se llene el bar, ni mucho menos, pero al menos esperamos que los vecinos puedan venir".
En el otro punto caliente del dispositivo de seguridad en la capital, al lado de Ifema, ya están notando los efectos del trabajo desde casa. "Todos los días hay muchos desayunos, pero hoy no ha venido nadie. A los de oficinas, nuestros principales clientes, les han dado teletrabajo toda la semana", apunta Rubén, el encargado de uno de los establecimientos de la zona, que va a abrir igualmente, pero no espera "ganancias".
La incertidumbre en la hostelería, según reconoce el presidente del Gremio de Restauradores de la Plaza Mayor, "es normal estos días", pero hace una llamada a la esperanza: "El efecto inmediato de la Cumbre para muchos no será positivo, pero sí creemos que refuerza, a futuro, la imagen de Madrid".
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El espacio de las terrazas estará ocupado por los vehículos de las delegaciones que acuden a este encuentro internacional. Desde el Ayuntamiento afirman que se trata de una medida con doble función: "Para que aparquen los coches de los invitados y por motivos de seguridad". Eso no impide, aseguran "que la gente circule por los soportales".
A partir de las 17 horas se recogerá todo el mobiliario "y se apilará en el exterior de los locales", afirma el presidente del Gremio de Restauradores de la Plaza Mayor, José Antonio Aparicio, quien valora esta medida como "justificada, debido a la envergadura de la celebración, pero no negociada".
Reconoce que "se pierden siete horas de trabajo en las terrazas, que supone la mayor parte de venta en el día". El presidente de los hosteleros asegura que "aceptan y obedecen la norma" pero no pueden olvidarse las pérdidas en el exterior.
Además, manifiesta que más allá de las indicaciones recibidas "acerca del teletrabajo y la movilidad", de momento Hostelería Madrid no ha recibido "ninguna directriz de que haya que cerrar, en ningún caso, restaurantes y bares de la ciudad".
INCERTIDUMBRE EN HUERTAS
"La llamada al teletrabajo por parte del Ayuntamiento, las restricciones de movilidad, incluso también cierto descenso del turismo" son los efectos adversos de la celebración de la Cumbre que ha advertido el director general de Hostelería Madrid, Juan José Blardony. Tanto el entorno del centro de la capital como los negocios de restauración que rodean a Ifema ya se están viendo afectados por las consecuencias de este evento.
No saben qué va a pasar a partir de hoy, nadie se lo ha dicho. "Esperemos que no ocurra nada raro", dice Simona, trabajadora de la empresa catalana Turrones Vicens, que está en paseo del Prado, a cinco minutos andando del hotel Ritz, zona que permanecerá acordonada. Sin embargo, ella abrirá "mientras no nos llegue lo contrario".
"No cierra ningún restaurante ni bar que yo conozca porque no nos han dicho nada", comenta el propietario de la Cervecería Cervantes, Lauren, al que esta situación le recuerda a otras ya vividas.
Asegura que lleva desde el año 83 en la calle duque de Medinaceli y ha abierto el bar en circunstancias similares: "Cuando viene un jefe de estado también acordonan la zona". Sin embargo, Lauren asegura que "están dándole tanto bombo a esto que no se sabe qué va a pasar" y abrirá "aunque sea con problemas".
"PLAN DE INMOVILIDAD"
El propio alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, se ha referido al dispositivo de seguridad previsto como "plan de inmovilidad" porque reconoce que "va a ser muy complicado moverse por la ciudad de Madrid". En el caso de los hosteleros, las dificultades no solo están en que los clientes puedan acceder a los establecimientos.
La incertidumbre se extrapola a que les lleguen los suministros. "¿Los proveedores podrán venir?" se preguntaba Óscar, el encargado del conocido bar La Dolores. Ha intentado adelantar provisiones porque no sabe si los tras*portistas podrán acceder a la plaza Jesús, pero asegura que "no todo se puede anticipar". "El pan no lo puedo pedir un lunes y que aguante hasta el miércoles", lamenta.
Por ello, el encargado de La Dolores señala que le consta que "muchos bares en Huertas cerrarán". "Igual, de repente nos bloquean, a saber, aquí no ha venido nadie a decirme qué tengo que hacer, pero no puedo no abrir", confiesa. Una reflexión repetida en este barrio, muy próximo a algunos de los hoteles en los que se alojarán los asistentes a la Cumbre.
En principio en el eje que va desde Castellana hasta Atocha los horarios de cortes intermitentes aproximados serán de 8.00 a 23.00 horas -el día 28 y 29- y de 8.00 a 16.00 - el día 30-, aunque habrá momentos puntuales en los que el tráfico estará completamente restringido y, por seguridad, no se avisará con antelación.
- ¿Abrís estos días?
- Si no abro no como.
Lo dice Alfredo, propietario de Casa Merani, un bar en la calle Cervantes. "En teoría tendrían que dejar pasar aunque sea a la gente que tenga una reserva". "No esperamos que se llene el bar, ni mucho menos, pero al menos esperamos que los vecinos puedan venir".
En el otro punto caliente del dispositivo de seguridad en la capital, al lado de Ifema, ya están notando los efectos del trabajo desde casa. "Todos los días hay muchos desayunos, pero hoy no ha venido nadie. A los de oficinas, nuestros principales clientes, les han dado teletrabajo toda la semana", apunta Rubén, el encargado de uno de los establecimientos de la zona, que va a abrir igualmente, pero no espera "ganancias".
La incertidumbre en la hostelería, según reconoce el presidente del Gremio de Restauradores de la Plaza Mayor, "es normal estos días", pero hace una llamada a la esperanza: "El efecto inmediato de la Cumbre para muchos no será positivo, pero sí creemos que refuerza, a futuro, la imagen de Madrid".
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