Cómo el prono se instala en tu cerebro (y se vuelve una adicción)

Israel Gracia

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Las condiciones de vida actuales difieren enormemente del entorno en donde evolucionó la especie humana hace unos 200 mil años. Los instintos de caza-recolección que evolucionaron en la sabana del sur muy sur funcionan hoy día en un ambiente diferente, sobreexcitados en forma permanente. Y es que la evolución biológica de la especie no puede mantener el ritmo del “desarrollo” humano.

POR RONY TRUJILLO / 1 ABRIL, 2016

ESTA ES UNA OPINIÓN

Ver pronografía es una experiencia altamente deseable y potencialmente adictiva, pero...
FOTO: FLICKR, TAYMAZ VALLEY
La evolución tiene sus propios tiempos. En la actualidad, a pesar de nuestro asombroso progreso tecnológico y de la tras*formación masiva de prácticamente todos los ecosistemas terrestres, nuestros cerebros son los mismos que los de nuestros ancestros cazadores-recolectores, con la única diferencia de que éstos se encuentran expuestos a un continuo e infinito flujo de estímulos sensoriales novedosos.
En 1973, el biólogo neerlandés Nikolaas Tinbergen recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, junto a los zoólogos austriacos Konrad Lorenz y Karl von Frisch, por sus trabajos sobre comportamiento animal. Tinbergen dedicó buena parte de su carrera a estudiar los mecanismos biológicos que son la base de los instintos, experimentando sistemáticamente con caracteres que desencadenaban respuestas instintivas específicas. Esto le permitió hacer un notable descubrimiento: los instintos no tienen límites. La respuesta instintiva se desencadenará aunque el estímulo sea exagerado o poco realista.
Tinbergen y sus estudiantes diseñaron estímulos artificiales para sus experimentos y encontraron conductas sorprendentes: aves que abandonaban sus propios bemoles, pálidos y pequeños, para empollar bemoles de yeso grandes y brillantes; mariposas macho que optaban por tratar de aparearse con mariposas de cartón en lugar de con las hembras de su propia especie, impulsadas por el patrón de marcas más definido de las primeras; aves cantoras que preferían alimentar títeres de polluelos, con picos más anchos y gente de izquierdas, antes que a sus propios polluelos; peces territoriales que gastaban su energía atacando peces de madera con vientres más coloridos, ignorando a los machos rivales de su especie. Tinbergen acuñó el término estímulo supernormal para referirse a estímulos que desencadenan una respuesta instintiva que va más allá de su propósito evolutivo, o incluso, en contra de él. Es el mismo mecanismo que hace que un insecto vuele hacia su propia incineración, atraído por la luz de una vela.
No cabe la menor duda que desde el punto de vista evolutivo, los seres humanos somos criaturas fascinantes: una especie con un desarrollo cerebral tal que le permite crear sus propios estímulos supernormales. ¡Y vaya si los hemos creado! Televisión, videojuegos, internet, comidas más dulces, saladas o grasosas como nunca en la historia de la humanidad. Y por supuesto, hemos inventado la pronografía, el estímulo supernormal por excelencia al encontrarse asociado al instinto de conservación de la especie.
Al abordar la pronografía, no persigo ningún fin religioso o jovenlandesalista. Tampoco pretendo emitir juicio de valor alguno respecto a ella, a pesar del hecho de que un alto porcentaje del material pronográfico que se encuentra hoy día en internet, expone prácticas sensuales que se mezclan con diversas formas de violencia contra la mujer. Mi objetivo es exponer, de la manera más objetiva posible, las profundas implicaciones biológicas que parece tener el uso excesivo de la pronografía en el cerebro humano.
Desde el punto de vista neurobiológico, el deseo para la búsqueda de sesso proviene de un neurotransmisor llamado dopamina, el cual amplifica la región central de lo que en biología evolutiva se conoce como el cerebro primitivo: el circuito de recompensa. El rol evolutivo de la dopamina es el de “motivar” la obtención de recompensas necesarias para la supervivencia y reproducción de un individuo, como comida y sesso. También está relacionada con la búsqueda de nuevas experiencias, con el deseo de novedad. Por su naturaleza funcional, relacionada a comportamientos de búsqueda, deseo y anticipación, la dopamina es la molécula implicada en las conductas adictivas.
La permanente disponibilidad, gratuidad, fácil acceso, relativa privacidad e infinita novedad de la pronografía en internet, ofrece al usuario la posibilidad única de liberar elevadas cantidades de dopamina por períodos extremadamente largos de tiempo, lo que la convierte en una experiencia altamente deseable y potencialmente adictiva. Para entender de mejor manera este fenómeno, debemos considerar el principio de neuroplasticidad, que se refiere al potencial de las células cerebrales para crear nuevas conexiones y romper las antiguas. El uso habitual de la pronografía ocasiona hiperactividad en el circuito de recompensa del cerebro, liberando grandes cantidades de dopamina. Este flujo neuroquímico “convence” al cerebro de que ver prono es de alguna manera útil para la supervivencia o reproducción del individuo, lo que provoca que se consoliden conexiones neuronales que favorecerán la repetición de esta actividad en el futuro. Además, estas conexiones parecen fortalecerse aún más cuando el usuario acostumbra a llegar al orgasmo durante sus sesiones de prono. Básicamente, el uso repetido de la pronografía ha reprogramado el cerebro, en un ejemplo clásico de condicionamiento pavloviano.
Actualmente, cada vez son más los estudios que proporcionan evidencia científica sobre el impacto biológico profundo que tiene el uso de la pronografía en el cerebro, incluyendo investigaciones de prestigiosas instituciones como la Universidad de Cambridge (Inglaterra) o el Instituto Max Planck (Alemania). Y es que parece ser que el uso compulsivo de la pronografía llena todos los requisitos para ser considerado como una adicción, incluyendo el desarrollo de tolerancia, la progresiva necesidad de más estímulo para liberar la misma cantidad de dopamina. En el caso de la pronografía, la tolerancia no sólo se manifiesta en un uso más frecuente y prolongado, sino que también en la búsqueda de prono cada vez más extremo y bizarro.
Todo lo descrito con anterioridad complementa la evidencia empírica de numerosas personas alrededor del mundo, principalmente hombres, quienes se han visto afectados negativamente por el uso compulsivo de la pronografía. Páginas como yourbrainonporn.com, nofap.com o rebootnation.com se encuentran llenas de testimonios de adolescentes, jóvenes y adultos que han visto sus vidas afectadas en mayor o menor medida por el uso del prono. Como resulta lógico pensar, la mayoría de los efectos negativos que reportan estos usuarios son de tipo sensual: dificultad para excitarse con una pareja real a pesar de encontrarla atractiva (ningún problema para alcanzar erecciones viendo prono), bajo deseo sensual, incapacidad de mantener una rigidez* al ponerse un condón, disfunción sensual, dificultad para alcanzar el clímax en pareja, masturbación frecuente con poca o nula satisfacción, entre otros.
Es importante destacar que cada vez son más los adolescentes y jóvenes que están sufriendo de estos problemas sensuales, provocados por un uso compulsivo de pronografía que ha reconectado su cerebro para favorecer esta conducta. La situación es más seria si tomamos en cuenta que para muchos de estos jóvenes y adolescentes, sus primeras experiencias “sensuales” se están llevando a cabo frente a su teléfono o computadora, lo que provoca que su instinto sensual esté prácticamente “secuestrado” por la pronografía. Las buenas noticias son que debido al principio de neuroplasticidad, es posible reorganizar las conexiones cerebrales para responder instintivamente a estímulos sensuales reales nuevamente, siempre y cuando cese la disponibilidad del estímulo supernormal.
El uso adictivo de la pronografía no sólo tiene implicaciones neurofisiológicas, sino que también repercute en el ámbito emocional, conductual y social del individuo. Muchos usuarios habituales reportan problemas de ansiedad, depresión, fatiga, irritabilidad o falta de concentración. Además, la pronografía representa generalmente una visión sesgada sobre el sesso, lo que puede afectar negativamente el desarrollo psicológico de jóvenes y adolescentes. Preocupaciones acerca del tamaño del miembro viril son recurrentes en hombres. Asimismo, muchas veces se generan expectativas irreales sobre lo que el sesso es basado en los performances de actores y actrices prono. Además, como ya se mencionó anteriormente, mucha de la pronografía actual hace apología de conductas violentas contra la mujer.
Además de presentar las implicaciones biológicas que tiene el uso de la pronografía en el cerebro humano, quiero remarcar la importancia que tiene en jóvenes y adolescentes una educación sensual científica y laica, en el contexto del siglo XXI. Por los argumentos anteriormente expuestos, no podemos permitir que sea la pronografía la que juegue el papel de educadora sensual de las nuevas generaciones, como tampoco podemos ignorar el hecho de que prácticamente todo el mundo está siempre a un click de distancia de cualquier contenido sensual de forma gratuita y sin ninguna restricción.
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No trolleo:

Me apunto en una agenda los días que veo prono, igual que mucha gente que sigue una dieta se apunta los días que se la saltan. Más o menos caigo en la tentación cada 15 días, pero no es una regla fija: igual estos dos últimos días he visto prono (anteayer y ayer), que igual he estado mes y medio sin verlo.

Estoy de acuerdo con vosotros, y no me creo que nadie de aquí prefiera cascársela a través de una pantalla que tener sesso con una mujer de carne y hueso (pareja formal, rollete o cortesana), no por mero placer sensual sino por sentirse realizado y contento con uno mismo. Me vais a negar que el prono crea frustraciones personales...
 
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