“No hay pozo del que no puedas salir”, nos dijo Carl Jung, “siempre que hagas el esfuerzo correcto en el lugar correcto, lograrás emerger. Pero deberás avanzar con devoción y diligencia”. Las lecciones del célebre psiquiatra suizo siempre nos son de utilidad.
“¿Cómo es la forma correcta de vivir? ¿Qué deben hacer las personas para tener una vida feliz y eludir toda dificultad y sufrimiento?”. Estas y otras preguntas fueron las que recibió Carl Jung en 1933 en una carta por parte de una mujer. Era común que tanto admiradoras como pacientes del padre de la psicología psicoanalítica le enviaran correspondencia de manera habitual.
A estas profundas cuestiones le respondió con una misiva sincera y reflexiva que empezaba del siguiente modo: “Estimada señora V, sus preguntas no tienen respuesta porque quiere saber cómo se debe vivir. Pero en realidad, uno vive como puede”. Tras este encabezamiento se iniciaba una interesante disertación que enlazaba con su teoría de la individuación.
Las personas, según Jung, tenemos como fin último unir todas esas piezas rotas que arrastramos en nuestro interior. Solo cuando unamos todos los fragmentos de nuestro ser, incluidas esas áreas más oscuras, daremos forma a una psique más fuerte y a un yo más luminoso. Esa versión de nosotros mismos más integrada, saludable y preparada nos permitirá encarar el difícil viaje de la vida…
La correspondencia que mantuvo Carl Jung con sus amigos, pacientes y admiradores nos proporciona una variedad de ideas sobre la génesis de sus teorías.
El río de la vida según Carl Jung
Un modo de conocer aún más la personalidad y el legado teórico de Carl Jung es leyendo su correspondencia. El libro Selected Letters of C.G. Jung nos ofrece esta oportunidad. En esta cuidada selección podemos navegar entre esas décadas de su vida comprendidas entre 1909 y 1961, época trascendental para comprender su legado, su personalidad y su mirada aventajada y sabia.
Quien se sumerja en esta lectura descubrirá un tema recurrente entre este conjunto de cartas. Fueron muchas las personas que buscaban su consejo sobre cómo cruzar el río de la vida. Esperaban que el fundador de la psicología profunda les revelara cómo tener una existencia más digna y feliz. El ser humano suele temblar ante tanta incertidumbre y desafíos, ansiando siempre una brújula experta que los guíe.
Carl Jung era ese faro que, con su lucidez, procuró ser un guía para cientos de personas que solicitaban su consejo. Sin embargo, en sus cartas, nunca ofreció guías concretas sobre cómo alcanzar la felicidad o cómo vivir de manera correcta. Jung invitaba a la reflexión, a despertar el sentido crítico y a que cada cual realizara un viaje a su propio interior. Ahí donde según él residían todas las respuestas.
Para quien desee entender el sentido de la vida, debe tener algo muy presente, según Carl Jung. No hay un camino preconcebido para nadie, cada cual se verá en unas condiciones y circunstancias únicas. Es aquí donde toma prestada una idea que ya señaló Nietzsche en su momento: nadie puede construirnos un puente sobre el que solo nosotros habremos de cruzar en soledad el río de la vida.
¿Dónde nos deja esto entonces? ¿Si estamos solos en nuestras trayectorias personales y ante nuestras adversidades, qué hacer ante semejante escenario? La reflexión que nos ofrece Jung es sencilla. Nadie sabe de antemano qué va a suceder y de nada sirve especular sobre cómo deberíamos vivir, basta solo con atrevernos a existir.
Nuestra tarea como seres humanos es permitir que lo inconsciente se haga consciente, entender qué esconde nuestra “sombra” y solo así entender nuestro auténtico ser y sus intereses. Ese será el principio de todo, el inicio de la individuación y de la libertad para cruzar el río de la vida.
Según Jung, no existe un camino único y definido para el individuo que se le prescriba o que sea el adecuado. Cada cual hace el suyo.
Cómo avanzar en nuestra existencia cuando nos acompaña la angustia
En febrero de 1934, Carl Jung recibió la carta de un hombre que sufría. Atenazado por la ansiedad y la angustia, le decía sentir numerosos arrepentimientos, puesto que la suya había sido una vida mal vivida. El célebre psiquiatra no dudó en responderle de manera amable, cercana y con la luminosa inteligencia que le definía.
Nadie puede enderezar una vida mal administrada, empezó señalando Jung, pero todos podemos salir del pozo en el que nos encontramos. Hay que hacerlo sabiendo cuál es la dirección correcta y administrando bien nuestros esfuerzos. De lo contrario, recaeremos de nuevo en la oscuridad. Asimismo, en ese necesario viaje a la individualización, es necesario actuar con diligencia y devoción, actuando siempre con buena voluntad.
El ser humano se encuentra en cada pequeña cosa que hace y es así como nos vamos conociendo y revelando. Para cruzar el viaje de la vida, cuando nos acompaña la angustia y el arrepentimiento, hay que aceptar todo lo sucedido. Todos tenemos una sombra, insistía Jung, y cuanto más oculta está de la vida consciente del individuo, más de color y más densa es.
Revelarla, traerla a la luz, nos permitirá mirar el horizonte con mayor esperanza, sintiéndonos más realizados. Es así como se difumina la ansiedad y los arrepentimientos pesan menos. Es así como se avanza al ser guiados por una voz interna, por ese arquetipo del sabio que nos susurra a cada paso lo siguiente: haz lo correcto y tras*forma la experiencia cotidiana en sabiduría.
“¿Cómo es la forma correcta de vivir? ¿Qué deben hacer las personas para tener una vida feliz y eludir toda dificultad y sufrimiento?”. Estas y otras preguntas fueron las que recibió Carl Jung en 1933 en una carta por parte de una mujer. Era común que tanto admiradoras como pacientes del padre de la psicología psicoanalítica le enviaran correspondencia de manera habitual.
A estas profundas cuestiones le respondió con una misiva sincera y reflexiva que empezaba del siguiente modo: “Estimada señora V, sus preguntas no tienen respuesta porque quiere saber cómo se debe vivir. Pero en realidad, uno vive como puede”. Tras este encabezamiento se iniciaba una interesante disertación que enlazaba con su teoría de la individuación.
Las personas, según Jung, tenemos como fin último unir todas esas piezas rotas que arrastramos en nuestro interior. Solo cuando unamos todos los fragmentos de nuestro ser, incluidas esas áreas más oscuras, daremos forma a una psique más fuerte y a un yo más luminoso. Esa versión de nosotros mismos más integrada, saludable y preparada nos permitirá encarar el difícil viaje de la vida…
“Estimada señora V,
Sus preguntas no tienen respuesta porque quiere saber cómo se debe vivir. Uno vive como puede. No existe un camino único y definido para el individuo que se le prescriba o que sea el adecuado. Si eso es lo que quiere, será mejor que se una a la Iglesia Católica, donde te dicen qué es qué. Además, este camino encaja con el camino promedio de la humanidad en general”.
-Carl Jung, correspondencia del 15 de diciembre de 1933-
La correspondencia que mantuvo Carl Jung con sus amigos, pacientes y admiradores nos proporciona una variedad de ideas sobre la génesis de sus teorías.
El río de la vida según Carl Jung
Un modo de conocer aún más la personalidad y el legado teórico de Carl Jung es leyendo su correspondencia. El libro Selected Letters of C.G. Jung nos ofrece esta oportunidad. En esta cuidada selección podemos navegar entre esas décadas de su vida comprendidas entre 1909 y 1961, época trascendental para comprender su legado, su personalidad y su mirada aventajada y sabia.
Quien se sumerja en esta lectura descubrirá un tema recurrente entre este conjunto de cartas. Fueron muchas las personas que buscaban su consejo sobre cómo cruzar el río de la vida. Esperaban que el fundador de la psicología profunda les revelara cómo tener una existencia más digna y feliz. El ser humano suele temblar ante tanta incertidumbre y desafíos, ansiando siempre una brújula experta que los guíe.
Carl Jung era ese faro que, con su lucidez, procuró ser un guía para cientos de personas que solicitaban su consejo. Sin embargo, en sus cartas, nunca ofreció guías concretas sobre cómo alcanzar la felicidad o cómo vivir de manera correcta. Jung invitaba a la reflexión, a despertar el sentido crítico y a que cada cual realizara un viaje a su propio interior. Ahí donde según él residían todas las respuestas.
El camino de la vida lo construyes tú“Nadie puede construirte el puente sobre el cual tú, y solo tú, debes cruzar el río de la vida”.
-Friedrich Nietzsche-
Para quien desee entender el sentido de la vida, debe tener algo muy presente, según Carl Jung. No hay un camino preconcebido para nadie, cada cual se verá en unas condiciones y circunstancias únicas. Es aquí donde toma prestada una idea que ya señaló Nietzsche en su momento: nadie puede construirnos un puente sobre el que solo nosotros habremos de cruzar en soledad el río de la vida.
¿Dónde nos deja esto entonces? ¿Si estamos solos en nuestras trayectorias personales y ante nuestras adversidades, qué hacer ante semejante escenario? La reflexión que nos ofrece Jung es sencilla. Nadie sabe de antemano qué va a suceder y de nada sirve especular sobre cómo deberíamos vivir, basta solo con atrevernos a existir.
Nuestra tarea como seres humanos es permitir que lo inconsciente se haga consciente, entender qué esconde nuestra “sombra” y solo así entender nuestro auténtico ser y sus intereses. Ese será el principio de todo, el inicio de la individuación y de la libertad para cruzar el río de la vida.
“Si quieres seguir tu camino individual, es el camino que te haces a ti mismo, que nunca está prescrito, que no sabes de antemano, y que simplemente surge por sí mismo cuando pones un pie delante del otro”.
-Carl Jung, correspondencia del 15 de diciembre de 1933-
Según Jung, no existe un camino único y definido para el individuo que se le prescriba o que sea el adecuado. Cada cual hace el suyo.
Cómo avanzar en nuestra existencia cuando nos acompaña la angustia
En febrero de 1934, Carl Jung recibió la carta de un hombre que sufría. Atenazado por la ansiedad y la angustia, le decía sentir numerosos arrepentimientos, puesto que la suya había sido una vida mal vivida. El célebre psiquiatra no dudó en responderle de manera amable, cercana y con la luminosa inteligencia que le definía.
Nadie puede enderezar una vida mal administrada, empezó señalando Jung, pero todos podemos salir del pozo en el que nos encontramos. Hay que hacerlo sabiendo cuál es la dirección correcta y administrando bien nuestros esfuerzos. De lo contrario, recaeremos de nuevo en la oscuridad. Asimismo, en ese necesario viaje a la individualización, es necesario actuar con diligencia y devoción, actuando siempre con buena voluntad.
El ser humano se encuentra en cada pequeña cosa que hace y es así como nos vamos conociendo y revelando. Para cruzar el viaje de la vida, cuando nos acompaña la angustia y el arrepentimiento, hay que aceptar todo lo sucedido. Todos tenemos una sombra, insistía Jung, y cuanto más oculta está de la vida consciente del individuo, más de color y más densa es.
Revelarla, traerla a la luz, nos permitirá mirar el horizonte con mayor esperanza, sintiéndonos más realizados. Es así como se difumina la ansiedad y los arrepentimientos pesan menos. Es así como se avanza al ser guiados por una voz interna, por ese arquetipo del sabio que nos susurra a cada paso lo siguiente: haz lo correcto y tras*forma la experiencia cotidiana en sabiduría.
Cómo cruzar el río de la vida según Carl Jung
“¿Cómo es la forma correcta de vivir? ¿Qué deben hacer las personas para tener una vida feliz y eludir toda...
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