Todos rechazamos el maltrato hacia los animales que en nuestro país está penalizado desde 1954; pero eso dista de la cosmovisión que subyace en este tipo de iniciativas. Al Nuevo Orden Mundial no le alcanza con la visión antropocéntrica que desplazó a la teocéntrica, necesita avanzar más. Decía Gorbachev al presentar la Carta de la Tierra en 1997, que había que ayudar a la humanidad a cambiar esta visión porque se necesitaba hacer la tras*ición de la idea del hombre como rey de la naturaleza a la convicción de que el hombre forma parte de ella.
Elevar a los animales a la categoría de «personas», implica desligar la noción de persona de la de trascendencia y reducir el valor de cada ser humano, lo que le abre las puertas al control demográfico. Sorprende que este nexo no haya sido advertido por la autora del proyecto que siempre ha defendido con firmeza el valor inviolable de la vida humana.
Tal como denunciara el P. Juan Claudio Sanahuja, la ONU se ha empeñado en esta subversión ideológica del orden del cosmos que trató de imponer especialmente desde sus conferencias internacionales sobre medioambiente y desarrollo.
«Desde hace tiempo la opinión pública está siendo sometida a un lavado de cerebro que trata de sustituir el concepto de respeto debido a la naturaleza, de raíz eminentemente cristiana, con los esquemas ecologistas de la nueva ideología del humanismo inmanentista» (.) «En los documentos internacionales se llama claramente a este empeño, proceso de reingeniería social. Por un lado, se pretende salvar de un supuesto exterminio, por ejemplo, a las focas, ballenas, gorilas… por otro, no sólo se justifica, sino que se tiene como una obligación ‘natural` procurar y provocar un verdadero y propio holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto» (
Noticias Globales nº 82, 4 de agosto de 1998).
«La nueva ideología está impedida de distinguir entre el ser humano y la bestia. No es infrecuente, por ejemplo, que en documentales de televisión sobre la vida silvestre, producidos por National Geographic, Audubon Society o la BBC, se llame al chimpancé ‘nuestro hermano’ o ‘nuestro primo’ y, en general, no sólo se culpe al hombre de algunos desmanes que son ciertos, sino que se lo presente por definición como ‘el enemigo’ de la naturaleza -el máximo depredador-, sin reconocer su dignidad trascendente y poniéndolo en pie de absoluta igualdad con los otros seres vivos, distinto de ellos sólo por pequeños porcentajes de ADN». (
Noticias Globales nº 473, 6 de enero de 2002)