Bueno las casas de antes ventilaban que daba gusto, o sea que el monoxido de carbono se iba rápido.
No sé yo. Era pequeña, unos tres años, y unos vecinos ancianos que recuerdo con mucho cariño, me subían a su casa. Recuerdo estar sentada junto a su mesa camilla, en una cocina, y caerme redonda. Como fin debe de ser dulce. Un mareíllo y ya está. Lo que me dan miedo son las llamas en las faldillas de las mesas.