Cardenal Cisneros, el Richelieu español

david53

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El próximo 8 de noviembre se cumple uno de esos aniversarios redondos que tanto alimentan a la cultura española: el Centenario de la fin del cardenal Cisneros, personaje fundamental de nuestra historia. Los actos que lo recuerdan están a la altura

En Sigüenza se acaba de prorrogar hasta diciembre la exposición Cisneros: de Gonzalo a Francisco que, desde el pasado mayo, se puede ver en la catedral, el Museo Diocesano y el casco antiguo de la ciudad. Los promotores de la muestra han querido poner de relieve la relación de Cisneros con Sigüenza y la provincia de Guadalajara, recordando que fue sucesivamente arcipreste de Uceda, capellán mayor y canónigo de la catedral de Sigüenza y franciscano observante en el convento de La Salceda de Tendilla. Junto a algunos lugares de la catedral, ligados al paso de Cisneros (el coro, la Capilla del Doncel, el Púlpito de la Epístola, la Portada de la Capilla de la Anunciación o la Puerta de la Cadena), se pueden ver trajes y otros objetos de época en otras zonas de la catedral. En el Museo Diocesano se exhiben una serie de obras propias o traídas ex profeso para la exposición. El Ayuntamiento, por su parte, ha elaborado una Ruta de Cisneros.

El pasado día 17 se inauguró en la Universidad de Alcalá de Henares otra exposición: Cisneros, hombre de Iglesia, hombre de Estado, organizada por la universidad y Acción Cultural Española y compuesta por una serie de grandes paneles que recorren su polifacética vida. Como reza su epitafio en la Capilla de San Ildefonso: "Fui fraile, capitán, obispo y cardenalicio padre. Es más, gracias a mi firmeza, se unió a la cogulla la corona cuando, gobernando como rey, me obedecía España". Todo eso fue el que, por su preeminencia entre sus pares, fue conocido como "el cardenal de España".

Un acercamiento a esa vida larga, compleja y contradictoria puede hacerse en la novela de Pedro Miguel Lamet (El tercer rey, La Esfera de los Libros) que ha sido recientemente presentada por el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. El título de la novela se justifica porque Cisneros, que vivió en la época de los Reyes Católicos llegó a ser, de facto, el tercer rey de aquella España incipiente, tras Isabel y Fernando. "Me gusta hablar sobre personajes de ayer que enseñan mucho sobre los de hoy", dijo en la presentación Lamet, para quien "el cardenal Cisneros ilumina la función del político actual". En esa apreciación no está sólo el novelista. Entre los estudiosos, es muy mayoritaria, si no unánime, la convicción de que Cisneros fue un precursor, con una idea del Estado como institución al servicio de la función pública, en una época en que estos servidores públicos lo eran más del rey que del Estado.

Lamet, que recurre al clásico relato retrospectivo, partiendo del momento en que un moribundo Cisneros, llevado en parihuelas, acude a recibir al joven Carlos que viene a ocupar el trono (o los tronos) de España, pone el acento en lo complejo y contradictorio de una trayectoria que, en la novela, rememora su secretario, Francisco Ruiz. "Era un personaje raro, le tocaron tiempos muy recios y fue muy duro. Por eso nunca prosperaron los intentos para beatificarlo", dijo Lamet, que añadió: "Cisneros es un personaje que suscita toda suerte de tópicos, pero fue un hombre íntegro, un personaje cautivador, que provoca fascinación y rechazo. Es, en sí mismo, un personaje de novela, incansable trabajador, apenas comía y apenas dormía. Después de estudiar todo lo que se ha escrito sobre él, sigo sin conocerlo".

Los intentos para beatificarlo no prosperaron, como dice Pedro Miguel Lamet. Pero el caso es que, durante mucho tiempo después de su fin, aquí se le vio más como hombre de iglesia y presunto santo que como el político que también fue. En Francia, sin embargo, como ha contado, por ejemplo, el historiador Joseph Pérez, autor de una biografía del cardenal, fue puesto como modelo de político, por encima incluso de Richelieu (el chovinismo no funcionó por una vez). "Richelieu remedó lo que hizo Cisneros sin llegar a lo que él llegó; y Talleyrand lee la biografía de Cisneros para aprender el oficio de hombre de Estado", ha dicho Joseph Pérez.

Religioso y político, fue también militar, místico y promotor y editor de una obra símbolo del humanismo español, la Biblia Políglota Complutense. Nacido en Torrelaguna en 1436, se hizo sacerdote tras estudiar Derecho. Se sabe poco de las primeras décadas de su vida. Un hecho esencial tuvo lugar en 1484, cuando él se acercaba a la cincuentena. Ese año experimentó una suerte de conversión que le hizo abandonar el trabajo jurídico y entrar en la orden franciscana, concretamente en la rama más estricta. Tomó el nombre de Francisco, dejando el suyo de Gonzalo, y adoptó una vida acorde a su nuevo estado, de pobreza, austeridad y espiritualidad.

Esa vida no le impidió un imparable ascenso. En 1492 es nombrado confesor de la reina Isabel. En 1495, arzobispo de Toledo; regente en 1506 con motivo del inesperado fallecimiento de Felipe I (el Hermoso, para entendernos), e inquisidor general y cardenal al año siguiente. El carácter contradictorio, señalado por todos los que se han acercado a su figura, es patente a la vista de estos datos. No buscó esos cargos políticos, su vocación seguía siendo la de un seguidor del poverello de Asís. Pero, como escribe Joseph Pérez, "dio la impresión de que el mando supremo le correspondía como si hubiera nacido para ejercerlo".

Y por cierto que lo ejerció a fondo. Empeñado en cristianizar a la población de la Granada recién (re)conquistada, su actitud de dureza -especialmente contra los cristianos pasados al islam, los llamados elches- provocó una rebelión morisca. Nombrado capitán general de la expedición a Orán de 1509 (Cisneros asumió la política expansiva de la corona de Castilla), la preparó como un verdadero profesional, reclutó un ejército a sus expensas y, una vez tomada la ciudad, entró en ella con la espada encima del hábito franciscano. Y en sus últimos años, siendo de nuevo regente a la fin de Fernando el Católico, reprimió con dureza las revueltas que surgieron.

Cardenal Cisneros, el Richelieu español | Cultura Home | EL MUNDO
 
Comparar a Cisneros con Richelieu es como comparar a Dios con un etniano.
Cisnero fue un hombre de estado de verdad y al que le importaban sus subditos y tenía una rectitud jovenlandesal insuperable. Toda la obra de Cisneros es por y para España.
Richelieu fue una rata tocapelotas que por su propia incompetencia creo una guerra civil de la leche en Francia que si no llega a ser por pura potra de un arcabuzazo acabaría el y todo su sequito de ratas ahorcados.
Richelieu tenía tan poca integridad que era un cardenal católico qud pedía ayuda a España mientras financiaba a los perros Suecos para causar uno de los genocidios menos hablados de toda la historia. Y cuando sus chacales fueron parados decidió atacar a España que le había apoyado. Lo gracioso es que si no hubiera sido por los catalanes y los portugueses el lechón hubiera acabado en la horca.
Tuvo demasiada suerte ese lechón poco agradable durante toda su vida
 
Como curiosidad, el Portaviones Francés hoy llamado Charles de Gaulle (buena elección a mi entender) en su fase de proyecto tenía previsto llamarse Richelieu. Tal vez por Dumas (el de los 3 mosqueteros) o por lo dicho arriba, se decidieron por cambiar el nombre.
 
Yo nací en Torrelaguna hijo de un padre aldeano, que no es ser ya una mas dos veces castellano. Y como Castilla es llano que no acaba ni empieza nada sabe de bonanza señor, sino de firmeza.
(No sé si ésto es de Pemán).

Bueno, pues de Torrelaguna ni el polvo -dijo El Cardenal sacudiéndose las sandalias cuando, más cabreao que una mona, salía del pueblo.
Y es que El Cardenal quiso poner universidad en su pueblo, igual que el Felipe Gonzalez llevara el primer tren de alta velocidad al suyo. Pero encontró oposición, trabas e inconvenientes por parte de sus vecinos y la montó en Alcalá de Henares. La antigua Complutum de los romanos.

Quién la ha visto y quién la ve Merimé.

Las malas lenguas dicen que murió envenenado con una trucha y fue el que mejor respondía al qui prodest policial cuando la prematura fin de Felipe el Hermoso
-Niño, no bebas agua muy fría mientras estés sudando coñe -nos decían nuestras abuelas.

Otra frase que también se le atribuye al Cardenal es: "Éstos son mis poderes". Que la pronunció cuando los nobles cuestionaron su regencia.
Hay que decir que los Reyes Católicos fueron quienes más castillos mandaron derruir. Con ello se acababa definitivamente la edad media y entrábamos en la edad moderna. No es nada bueno que los nobles, más parecidos entonces a los actuales señores de la guerra que a nuestros aristócratas, levantiscos o no, tuvieran puntos fuertes donde refugiarse o desde los que cuestionar la autoridad de los reyes.

Total que cuando alguien le dijo que con qué autoridad reclamaba la regencia él los acercó a una ventana y es dijo: éstos son mis poderes. Y lo que había abajo de la ventana era una feroz tropa armada y formada.

Y nadie osó cuestionar su autoridad.




Este mismo episodio quiso repetirlo alopécico Sotelo 500 años después frente a Arzalluz

Xabier_Arzalluz.jpg


Por aquel entonces el tío Arzalluz aún no había hablado del factor de appartheid RH ése, pero en cambio sí que solía decir: 'los revoltosillos ésos' cuando quería referirse a los de siempre.

No sé qué prerrogativa vino a pedir por aquí, o fue que le llamaron para concedérsela, o tal vez quisieron negociar con él no sé qué paces con, se entiende que, el enemigo.

Total que don Leopoldo, queriendo imitar al Cardenal Cisneros cuando impuso su legitimidad sobre los nobles en los primeros años del siglo XVI, le dijo al tío Arzalluz acercándolo a la ventana: 'Éstos son mis poderes'.

Pero al otro lado de la ventana no había una feroz tropa armada y formada, sino la garita de los guardias civiles que custodiaban esa parte del edificio, y ni siquiera andaban por allí abajo en ese momento porque estarían de ronda o de cambio de turno o en cualquier otro menester de la guardia palaciega. Total que el tío Arzalluz se asomó y no vió nada.

Joer, cómo habemos poco equilibrado desde don Gimenez de Cisneros a alopécico Sotelo.
Del cómo hemos poco equilibrado desde don Leopoldo para acá, ... no quiero ni pensar.

Allah ahkbar.

______
FREE ZOUHAM o abandonad toda esperanza.
 
Como curiosidad, el Portaviones Francés hoy llamado Charles de Gaulle (buena elección a mi entender) en su fase de proyecto tenía previsto llamarse Richelieu. Tal vez por Dumas (el de los 3 mosqueteros) o por lo dicho arriba, se decidieron por cambiar el nombre.

Ya hubo buques capitales franceses que se llamaron Richelieu. El acorazado de la segunda guerra mundial, y otro en tiempos del segundo imperio.

Llamarlo Charles de Gaulle es un cacicada muy habitual en Francia en el último siglo. Y que por desgracia, la armada española ha imitado.
 
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