SMOG
¡Bola de fuego!
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Pues opino que Perjuro I ha sido el monarca perfecto para los españoles: los unos censuran sus desmanes con gran vehemencia, mientras felan a Antonio «el Guapo» y a su cohorte de chorizos día sí y día también, y los otros, por su parte, se ufanan de que sus impuestos se destinasen a pagar las barraganas reales, al grito de «¡Qué macho, cómo estaba la Bárbara, si yo pudiera también lo haría!».
En definitiva, un monarca sin dignidad para reinar sobre un pueblo indigno.
Adenda:
Presidente de las Cortes: «EN NOMBRE DE DIOS Y SOBRE LOS SANTOS EVANGELIOS, ¿JURÁIS LEALTAD A SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO Y FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO NACIONAL?».
Príncipe Don Juan Carlos: «SI, JURO LEALTAD A SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO Y FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MOVIMIENTO NACIONAL».
Presidente de las Cortes: «SI ASÍ LO HICIÉREIS, QUE DIOS OS LO PREMIE, Y SI NO, OS LO DEMANDE».
En esta vida todo llega, también el castigo de Dios para aquellos que juran en falso en su nombre y sobre los Santos Evangelios, y tú, traidor mil veces a la obra del hombre a quien le debías el trono, ya has sido exiliado por tu propio hijo y pasarás a la historia como un cliente corrupto, a la altura del ignominioso Fernando VII.
En definitiva, un monarca sin dignidad para reinar sobre un pueblo indigno.
Adenda:
Presidente de las Cortes: «EN NOMBRE DE DIOS Y SOBRE LOS SANTOS EVANGELIOS, ¿JURÁIS LEALTAD A SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO Y FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO NACIONAL?».
Príncipe Don Juan Carlos: «SI, JURO LEALTAD A SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO Y FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MOVIMIENTO NACIONAL».
Presidente de las Cortes: «SI ASÍ LO HICIÉREIS, QUE DIOS OS LO PREMIE, Y SI NO, OS LO DEMANDE».
En esta vida todo llega, también el castigo de Dios para aquellos que juran en falso en su nombre y sobre los Santos Evangelios, y tú, traidor mil veces a la obra del hombre a quien le debías el trono, ya has sido exiliado por tu propio hijo y pasarás a la historia como un cliente corrupto, a la altura del ignominioso Fernando VII.
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