Caitlin jovenlandesan: "He tenido sesso con un montón de hombres y eso no me convierte en una astuta"

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Caitlin jovenlandesan: "He tenido sesso con un montón de hombres y eso no me convierte en una astuta"

¿Puede una novela sobre el sexismo y el acoso resultar rabiosamente divertida?
Sí, si quien la escribe es Caitlin jovenlandesan, que en Cómo ser famosa retrata con humor y retranca la escena musical londinense de los años 90
<HIT>Antonio</HIT> Moreno 29.01.2020 Barcelona Cataluña. Entrevista a...

Caitlin jovenlandesan, ayer en Barcelona ANTONIO MORENO MUNDO

El éxito, el dinero y la fama no han logrado domesticar un ápice a la irreverente, impúdica y escatológica Caitlin jovenlandesan (Brigthon, 1975), que sigue escribiendo sobre chicas divertidas, listas y salvajes a las que la vida enseña dos cosas: a quererse a sí mismas y sacarse de encima a los petulantes que se encuentran por el camino. Su última novela, Cómo ser famosa (Anagrama), vuelve a ser sospechosamente autobiográfica: la protagonista, Johanna, deja el provinciano Wolverhampton (donde jovenlandesan creció) y aterriza en el Londres de 1994 en plena fiebre britpop para labrarse una carrera como periodista musical. Igual que jovenlandesan, que empezó a trabajar en la revista Melody Maker a los 16.

Cómo ser famosa va sobre muchas cosas: es una carta de amor a los fans (incluso una defensa de la groupie adolescente), una crónica sobre los efectos de la fama y una crítica al britpop, al que jovenlandesan recuerda como un sarampión nacionalista y un «enamoramiento colectivo y homoerótico de Oasis», el grupo que, como Blur, hizo de canciones sobre «jugar al fútbol en el parque, beber cerveza bajo el sol y fumarse un pitillo», pura cultura lad, himnos que rebosaban épica a base de estribillos sobre «emborracharse el viernes, colocarse el sábado y abrazar a tus amigos cuando sale el sol el domingo». «Hasta que no cumplí los 30 no entendí cuánta misoginia había en el britpop», confiesa jovenlandesan. «Hoy tienes a Lena Dunham o Fleabag, pero entonces nadie hablaba de lo que significaba ser una chica».

Pero el verdadero tema de la novela son dos cosas que, aunque ya existían en los 90, nadie por entonces llamaba por su nombre: el consentimiento y la pronovenganza. «Andy Warhol tenía esa famosa frase sobre los 15 minutos de fama y con las redes sociales es más cierta que nunca: cualquier puede subir una foto o un tweet y que se haga viral. Y muchas mujeres consiguieron esa fama gracias a la pronovenganza. Me interesaba hablar de ello en los 90, cuando no teníamos el vocabulario feminista de ahora», afirma jovenlandesan, que escribió la novela en plena eclosión del MeToo, «cuando mujeres de todo el mundo estaban teniendo la misma idea; fue como si nos hubieran puesto una alarma a todas a la vez». Cómo ser famosa iba a ser una novela sobre lo raro y doloroso que es ser una celebridad «y que gente que no te conoce de nada te odie», explica, «hasta que me di cuenta de que eso sólo le podría interesar a tres personas: Bono, Adele y Rihanna».

En la novela, una mala experiencia sensual de Johanna difundida en vídeo acaba siendo la comidilla de la escena hasta que ella decide, como se dice ahora, adueñarse de la narrativa del asunto. jovenlandesan recalca lo importante que es contar «toda la historia» porque «muchas veces, cuando escuchamos relatos del MeToo o Harvey Weinstein nos faltan muchas partes, sólo oímos el cómo acabó alguien en una habitación». Y añade: «No es tan sencillo como decir: ¡no entres ahí, es peligroso!

Los motivos, el sistema y la estructura que te ha llevado ahí son mucho más complejos. Es como si en una guerra le echaras la culpa a un soldado al que le vuelan las piernas. Verdad que no le dirás: ¿qué hacías allí?, ¡era peligroso, haberte dedicado a otra cosa! Todo es más complicado».
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Catlin jovenlandesan.ANTONIO MORENOMUNDO

Igual que sucede en la novela, jovenlandesan vivió una experiencia similar en su juventud con un cómico («Como han probado Louis CK, Aziz Ansari y Bill Cosby, son unos chungos») y eso la llevó a escribir sobre la vergüenza sensual. «Es algo que entraña una dinámica muy extraña. Es algo que te dan, te dicen que has hecho algo malo... pero es erróneo guardar ese secreto, hay que hacer justo lo contrario: devolverlo, porque es el otro, el que la ha provocado, el que debe sentir esa vergüenza». El depredador de jovenlandesan iba «a por las chicas que acaban de llegar a la ciudad», como ella. «Quería explicar cómo se sobrevive a tener sesso con un vampiro».

«En los 90 había muy pocas mujeres en la industria de la música y los rumores eran habituales», recuerda. «Era normal, por ejemplo, salir de un concierto a fumarte un cigarrilo con alguien y que luego se comentara que le habías hecho una felación. Y era imposible tener sesso sin más, porque siempre se convertía en una historia. Te avergonzabas por no tener sesso y por tener demasiado, al final pensabas: ¿qué diferencia hay entre una virgen, una frígida o una astuta? Yo he tenido sesso con un montón de hombres y eso no me convierte en una astuta, me convierte en una experta en sesso. Tenemos que dejar de usar la palabra astuta».
jovenlandesan tiene dos hijas de 16 y 18 años y, cosas de la nostalgia, adoran el britpop. «Yo les digo que en aquella época las fans adolescentes estaban mal vistas, no como ahora. Las dos están obsesionadas con Justine Frischmann, yo siempre les cuento que su padre solía jugar al fútbol con Damon Albarn y que en los partidos Justine y yo fumábamos y comentábamos nuestras respectivas cistitis. Mientras los chicos hablaban de dónde conseguir la mejor cocaína, nosotras hablábamos de antibióticos. Eso fueron los 90: el lavabo de chicas, antes de internet, era donde se pasaba la información importante, el 'no vayas con ese chico, es peligroso'. Ser chica es vivir con un radar constante. Después volvías a la sala y tenías que hacer ver que eras un supermachote».

Pese al sexismo de la época, jovenlandesan recuerda lo fascinante que fue vivir un fenómeno protagonizado por la clase trabajadora blanca. «Todo el mundo quería parecerlo, hasta los pijos de Eton fingían el acento de Manchester para ser cool. Hace poco le preguntaron a Damon Albarn si volvería con Blur y dijo que ni hablar porque los conciertos eran muy nacionalistas y ahora, con el Brexit, sería insportable».



Caitlin jovenlandesan: "Hasta que no cumplí los 30 no entendí cuánta misoginia había en el britpop"



Vamos a ponerlo al revés, según opiniones vertidas por hombres del montón, a ver que tal

"Me he amado a más mujeres que Julio Iglesias, y eso no me convierte en un con poca gracia"


Démosle otra vuelta al concepto...


"No he catado hembra en mi vida y eso no me convierte en un perdedor"

¿Qué tal? ¿Raro, verdad? pensando: pensando:

Y otra más
"Me la pela lo que hagáis y dejéis de hacer, y eso no me convierte en un misógino"

También resulta "raro"

Evidentemente la primera sabemos que casi nadie la diría... pero...

Si a mi como hombre no debe importarme con cuantos tíos se haya acostado ésta señora (y no sólo eso, si no que tengo que aplaudirlo y hablar de ello BIEN siempre)
¿Por qué a ustedes, señoras, les importa lo que un hombre ame o deje de amar?

Incluso me atrevería a darle otra vuelta de tuerca más.

"Vivo solo, soy pobre, y eso no me convierte en un forzador sociopata y machista"
(¿Ah, que "es que esoo no es lo mismoooo", no?)

Como dirían aquellos "No exagereu senyora juesaaa, no exagereuuu"

Ya..

¿Y si yo dijese ésto?
Vamos a probar
Atentos:

"Tengo una fortuna en bitcoins y estoy harto de que las mujeres solo me quieran por mi pasta"


¿Malo también no?

Ahá

Me flipa lo que yo llamo la segunda paradoja de la doble jovenlandesal.

(La primera, o paradoja simple de la doble jovenlandesal es muy sencilla: "Soy completamente independiente, liberada, adulta, madura y responsable, pero otro debe financiarme, otro debe liberarme, otro debe tutelarme, y otro debe hacerse cargo de mis errores y faltas".)

Hablemos de la otra, de la segunda paradoja:

No es solo el tema de la primera paradoja, ni tampoco del "Haz lo que yo digo, no lo que yo hago", o el aspecto del "double standar" (bueno si e mujer, nefasto si es hombre), es que la doble jovenlandesal, siendo una locura dual, simplista, y de un infantilismo totalitario y liberticida, es eminentemente UNILATERAL.

Ahí reside la segunda paradoja de la doble jovenlandesal, que también es doble dentro de su simplismo.


- Solo hay una forma de ver las cosas
- Solo si es si
- Solo lo que yo digo vale
- Si yo digo que hay algo malo es que es malo


No se establece una reflexión sobre "las razones" que convierten un objeto (o un sujeto) en algo MALO.

En todo caso se establece un "pseudo-raciocinio" lleno de palabrería post-moderna y pseudo-científica, que alberga en su seno los parámetros demenciales de una NEO-RELIGIÓN láica y bastante chapucera.

Y que, además, desde el punto de vista del mero sentido común (y hasta del antropológico!) es un puñetero INSULTO A LA INTELIGENCIA.

Pero nada...
A seguir viendo "First-dates", a votar lo que dice la tele, y a llorar en Tinder...
 
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Las mujeres británicas no son como el buen vino...
 
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