Polietileno
Madmaxista
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Muy viejo no puede ser el adagio cuando el terrorismo nació, como terrorismo de estado, bajo la revolución francesa y no tomó la forma moderna hasta finales del siglo XIX.
Si bombardeas un país, matas a su gente y el enemigo no tiene una forma de responder que se ajuste a las normas de la convención de Ginebra; lo apropiado es que ese enemigo reconozca su derrota y presente la rendición incondicional.
Si así fuera EEUU no habría ganado la guerra ni a Alemania ni a Japón.
En el momento de los bombardeos regían las leyes internacionales para tiempos de guerra firmadas en La Haya en 1899, 1907 y la ley sobre la guerra aérea firmada en 1923.
* Art. XXIII de la ley de 1899 puede leerse: Los derechos de los contendientes para dañar al enemigo no pueden ser ilimitados (esto ya lo expresó Kant).
* Art. XXV de la misma ley: Está prohibido el ataque o bombardeo de ciudades y aldeas indefensas.
Estos artículos se reiteran en la revisión de 1907.
En 1927 en artículo XXII queda como sigue: Queda prohibido el bombardeo aéreo con motivo de aterrorizar a la población civil, así como la destrucción de sus propiedades y la agresión a los no combatientes.
Artículo XXIV 1.- El bombardeo aéreo es legítimo solamente cuando está dirigido a un objetivo militar, es decir, objeto del cual su destrucción o inutilización constituiría una ventaja en la contienda.
2.- Tal bombardeo es legítimo solamente cuando está dirigido exclusivamente en los objetivos siguientes: fuerzas militares, construcciones militares; establecimientos militares o depósitos; fábricas y centros importantes que se acredite trabajan para el ejército fabricando armas, munición o suministros militares; líneas de la comunicación o tras*porte usados con propósitos militares.
3.- Se prohíbe el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios no inmediatamente próximos a las operaciones militares terrestres. En los casos donde los objetivos especificados en el párrafo 2 estén situados de modo que sea imposible diferenciar a la población civil de la instalación militar, el avión debe abstenerse de bombardear.
4- En las inmediaciones de las operaciones militares terrestres, el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios con la condición legítima de que allí se concentran efectivos militares, se efectuará teniendo respeto al peligro que representa para la población civil.
El 1 de septiembre de 1939, el presidente de EE.UU. Franklin D. Roosevelt envió un escrito de súplica a los estados contendientes en la recién iniciada Segunda Guerra Mundial cuyo primer párrafo es el siguiente:
El presidente de los Estados Unidos a los gobiernos de Francia, de Alemania, de Italia, de Polonia y de su majestad Británica, 1 de septiembre de 1939.
El bombardeo aéreo despiadado contra civiles en poblaciones sin defensas en el tras*curso de las hostilidades que han existido en medio mundo durante los últimos años, que ha producido el dolor y la fin a millares de hombres indefensos, mujeres, y niños, han afectado a los corazones de cada hombre y mujer civilizados, y producido una profunda sacudida en la conciencia de la humanidad.
Franklin D. Roosevelt.
En aquel tiempo, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki ya tenían la consideración de crímenes contra la humanidad. La consideración de si acortaron o no la contienda es irrelevante: los contendientes en una guerra no gozan de derechos ilimitados y las vidas de la población civil es un bien que hay que preservar por encima de cualquier consideración. Aun así, el acto de lanzar las bombas, aunque es considerado por muchos como crimen de guerra, contra la humanidad y genocidio, sigue hasta la fecha sin ser realmente condenado o castigado.
Tampoco valen los atenuantes, porque en los crímenes contra la humanidad no existen los atenuantes. Hoy, todos los esfuerzos de la comunidad internacional van encaminados a que actos parecidos no se repitan.
Bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki - Wikipedia, la enciclopedia libre