BRUTAL artículo de Enrique de Diego sobre la falacia de las cuotas de refugiados

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Madmaxista
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17 May 2014
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Artículo-reportaje especial: La falacia suicida de las cuotas

Europa está enferma terminal de buenismo, esa época en el 2020 de la que yo le hablo en la que emociones y sentimientos se imponen sobre la razón hasta la completa abjuración, cuando ha de ser la razón la que controle y ordene los sentimientos, con capacidad para analizar y prever las consecuencias de los actos, de las decisiones, no sólo las inmediatas, sino también las a medio y largo plazo. Una parte de Europa –y esa desunión ya entraña la ruptura de una Unión Europea que aspiraba a la ‘unidad política’ y que mantiene, por ejemplo, una ministra de Exteriores de un convoy descarrilado- ha mostrado una elogiable emoción humanitaria, muy calentada por altas dosis de emotividad catódica. Ángela Merkel ha liderado esa pulsión ‘solidaria’ de modo que se ha mostrado orgullosa de la respuesta de los alemanes –recibiendo con aplausos a los refugiados a la estación de Munich- y ha impuesto –en comandita con un desmerecido François Hollande- un sistema de cuotas, diseñado desde la burocracia de Bruselas, que resultará un sonoro fracaso, que provocará mucho más sufrimiento humano del que trata de evitar y que no responde a ningún criterio racional y obvia casi todos los datos de la realidad y de la experiencia. En el caso de España –a la que tocaría acoger 15.000 ‘refugiados’- se da el patente contrasentido de que mantiene sendas vallas en Ceuta y Melilla, para frenar precisamente la presión de una migración invasiva, y que, sin embargo, deberá recibir a los mismos, por otras fronteras, con el beneplácito de la Unión Europea, que se está saltando todas sus normativas.

Todos quieren ir a Alemania

El sistema de cuotas ha sido rechazado con firmeza por Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, que se muestra dispuesta a recibir cristianos pero no a fiel a la religión del amores, que tendrían muy difícil integración. Esta importante fisura es ya un jirón esperanzador en las pretensiones tiránicas del europeísmo burocrático, aureolado de histeria jovenlandesal. Como bien ha dicho Viktor Orban, presidente de Hungría y prácticamente el único que mantiene la dignidad en esta Europa zaherida y atormentada por intensos complejos de culpa que a sí misma se infringe, “se trata de un problema alemán y no europeo”. Eso es completamente cierto. A pesar del interés de nuestras autonomías y de muchos ayuntamientos por acoger a los ‘refugiados’, nadie quiere venir al Madrid de Manuela Carmena –a pesar de sus carteles de bienvenida- ni a la caótica Barcelona de Ada Colau –donde los pagapensiones del top manta apedrean a los mossos-, sino que la riada humana, que no sólo viene de Siria sino todo el mundo islámico, y sólo del mundo islámico, quieren recalar en Alemania (en todo caso, en Suecia). Resulta difícil imaginar cómo se va a poder torcer la voluntad de quienes han recorrido miles de kilómetros. Tampoco resulta fácil deducir con qué criterios se va a discriminar el reparto ni cómo se va a realizar. ¿Por qué unos van a ir a Francia y otros a España y otros a Malta? Es un despropósito de tal calibre que provoca estupefacción y muestra en las manos tan inútiles en que están las sociedades europeas y el fracaso sistémico de la Unión Europea.

Burócratas trazando planes sobre mapas desconociendo la realidad

Los burócratas se sientan en sus cómodos sillones y trazan planes sobre sus mapas, como viejos generales rejuvenecidos, y arreglan el mundo desconociendo la realidad. Tengo delante un reportaje con el testimonio de una familia siria, de diez miembros, que vive en Alcobendas y lo primero que dice es que quiere ir a Alemania, a pesar de un año de ayudas públicas, de que una ONG pagó varios meses de alquiler, de otras ayudas municipales y alimenticias. No muestran agradecimiento alguno, sino que se quejan de que España las ayudas son pocas. La razón para querer ir a Alemania es sencilla y la puede entender incluso un burócrata de Bruselas o incluso el melifluo Vicente Vallés: en Alemania son tres los años de ayudas. Reivindican que en todos los países, “las ayudas deberían ser iguales”… que en Alemania. ¿Qué harán los desquiciados burócratas de Bruselas y santa Ángela Merkel de los refugiados para convencer a quince mil para que se vengan con Rita Maestre cuando los que llevan aquí tiempo desean fervientemente marcharse a las orillas del Rin? ¿Un sorteo? ¿Con qué criterios? ¿Por orden alfabético, como en la antigua mili? El sistema tan demencial que va a provocar desastres inenarrables. ¿Habrá que fletar autobuses o trenes recorriendo Europa, con listados, y mediante coacción policial?

El efecto llamada de santa Ángela Merkel de los refugiados

Hasta ahora, confieso, tendía a situar a Angela Merkel como la tuerta de una Europa de políticos cegatos y trincones. Me equivocaba. Su actuación es de una irresponsabilidad infantil y superlativa, con un efecto llamada abrumador y demoledor. Es altamente probable que su irracional comportamiento, su supina incompetencia pretenda exorcizar los muy intensos y oscuros complejos de culpa post-hitlerianos del pueblo alemán, y ya he leído que se la compara con Oskar Schlinder. Lo que está perpetrando es un proceso de ingeniería social que, de llevarse a efecto, arrasará Alemania, haciéndola irreconocible y conflictiva en grado sumo, y acabará con lo que queda de ese tinglado burocrático que los políticos se han montado bajo el nombre de Unión Europa, que es una traición en toda regla al Tratado de Roma como explico en mi anterior artículo. Puesta al borde del abismo, Ángel Merkel chapotea con inconsciencia: “lo que vivimos ahora es algo que nos seguirá ocupando los próximos años, nos cambiará como sociedad y queremos que el cambio sea positivo”. Este tipo de buenismos irreflexivos sumen a las sociedades en brumosas y circulares pesadillas.

No son refugiados, ¡vienen para quedarse!

Porque, por de pronto, ¿se trata de refugiados? Una parte, no, y otra parte, sí y no. La primera condición del refugiado es huir de una situación de peligro en la que existe riesgo para su supervivencia. Esa un parte la cumple. La segunda, es que desean volver a su nación de origen, en cuanto el conflicto se resuelva y se hayan modificado las condiciones que les obligaron a abandonar sus hogares. Y esa segunda condición, no la cumple ninguno. ¡Vienen para quedarse! Y eso no lo quieren pensar ni los azorados burócratas de Bruselas ni nuestros cortoplacistas politicastros. La riada, además, viene de todas partes, de Somalia, de Libia, de Afganistán, del Magreb, de Nigeria, de Senegal, de todo el mundo islámico, en suma. Se pretende llevarnos a Eurabia con cargo al contribuyente ‘solidario’. La pretensión de Mariano Rajoy, siempre a las órdenes de Ángela Merkel, de diferenciar entre ‘refugiados’ e ‘pagapensiones económicos’, es de un cartesianismo falaz, para entrar en el terreno de la estricta estupidez. Mariano Rajoy usa mucho los términos ‘sensatez’ y ‘sentido común’, porque son cualidades de las que, con demasiada frecuencia, carece. La referida familia de Siria, sita en Alcobendas, no muestra el más mínimo interés en volver, nunca, a Siria. Han dejado de ser refugiados para pasar a ser emigrantes, acicateados por el “sueño alemán”. Insisto: refugiado es el que aspira a volver, entraña un elemento de temporalidad, que no existe en ninguno de los que ponen su pie en Siracusa, en Lesbos o deambulan por Macedonia, Serbia y Hungría. Quienes se disponen a perpetrar este desastre, cuyas consecuencias futuras no van a ser en ningún caso halagüeñas, hacen continua referencia a una “Europa de valores” o a “nuestros valores”, pero no estamos ante otra cosa que ante una inmensa incompetencia devenida en histeria jovenlandesal. La larga etapa de falta completa de principios, de desfonde en el relativismo jovenlandesal, hace a Europa proclive e indefensa a intensas e irreflexivas histerias jovenlandesales, adobadas con elevadas dosis de atenazantes complejos de culpa.

No son 150.000, mentira, son millones, decenas de millones

Esa cifra de 150.000 ‘refugiados’ a repartir es, además, una grosera mentira de falsarios contumaces. Reconocen que representa menos de un tercio de los que ya han llegado a la Europa comunitaria, con lo que habría que establecer de inmediato nuevas cuotas, pues las imágenes hirientes de los emotivos telediarios seguirían e incluso subirían de nivel, ante la discriminación ejercida sobre los que no entrarían en el primer reparto. En realidad, como ha declarado el presidente húngaro, Viktor Orban, que me merece todos los respetos, “en Bruselas me han dado la cifra de medio millón, pero esto es sólo el principio, esto va a parar, porque van a venir millones y decenas de millones”. ¿Esto es asumible? ¿En qué consiste el cambio para años avizorado por la histriónica y desbordada santa Ángela Merkel de los refugiados? La oposición alemana ya está pidiendo “un tope” y el alcalde de Munich ya ha dicho que hay que ver cuántos vienen y para qué vienen. E incluso algunos empiezan a tener en cuenta si en esta supuesta libre circulación de las personas, en este acabar con las fronteras, en este cosmopolitismo solidario irrestricto, no se infiltrarán algunos yihadistas. Lo que están haciendo los burócratas de Bruselas y los políticos europeos es un “efecto llamada” devastador que va a convertir la riada en torrentera y maremoto. La idea de que una nación como Alemania ofrece ayudas durante tres años es una llamada a la despoblación mundial. Ángela Merkel –con perdón- o se ha vuelto sencilla o no coordina desde hace tiempo. Y la utopía de que Europa declara abolidas sus fronteras es el aliño irresistible para un brebaje explosivo, que en su irrealidad, provocaría conflictos tan previsibles como indeseados de imaginar. No es el asunto para bromas, pero este “vente a Alemania, Pepe (ahora Muhamad o Alí)”, está resonando por todo el planeta y encuentra un eco atronador en todos los informativos, que se golpean con la misma fuerza pasional y emotiva que una manada de gorilas. ¡Los burócratas de Bruselas se van a tener que dedicar, de continuo, a sus planes de cuotas! Los cálculos oficiales establecen que Alemania recibirá este año 800.000 peticiones de asilo y santa Ángela Merkel de los refugiados dice que puede con todos, con lo que la cifra se irá multiplicando exponencialmente: esto no es una crisis coyuntural, ni de un día, ni de un telediario, sino para todos los días, para todos los años, para siempre y, con el añadido, de que vienen –todos- para quedarse. No sólo es el fin de Europa, tal y como la conocemos, sino un desastre sin paliativos para los que están y para los que llegan. La ONU dice que es preciso destinar fondos para escolarizar a ¡un millón de niños sirios! Y ¿cuántos millones más de África y de Oriente Medio?

Histeria jovenlandesal teledirigida y televisada

Europa sería un gran campo de refugiados y de residencias de pagapensiones, dependientes de los fondos públicos, sin ningún futuro para esos niños que, con toda lógica, tanta ternura provocan. Y, ese panorama, proyectado en el tiempo, ¿qué estabilidad, qué cohesión ofrecería a las sociedades europeas? ¿guerras étnicas o religiosas? En esta histeria jovenlandesal teledirigida y televisada, se pasa de largo, se oculta, que la integración de la población fiel a la religión del amora en las naciones europeas ha resultado un fracaso, de manera muy clara en la segunda generación. Y lejos de reconocer ese error patente y evidente, se pretende intensificar en proporciones inmensas. Porque esa integración –tan cacareada- no existe, es un completo fracaso. Todos los atentados cometidos en las últimas décadas lo han sido por pagapensiones fiel a la religión del amores o por sujetos de la segunda generación, ya con la nacionalidad: los trenes de Atocha, el Metro de Londres, el ataque a la revista Charlie Hebdo… ¿Todo esto no ha de ser tenido en cuenta? ¿Hemos de seguir jugando, con soberana estupidez, a repetir los mantras de la islamofilia, de lo islámicamente correcto, según lo cual nada de todo esto tiene que ver con el islam, ni con sus enseñanzas, a pesar de que su libro rezuma repruebo y sangre? Porque antes de que estas multitudes llegaran desde Siria, lo que ha habido –y hay- es un turismo sanguinario de jóvenes fiel a la religión del amores hacia Siria para decapitar y lanzar a gayses desde las azoteas a gayses? Jóvenes que han estudiado en las escuelas europeas y se han beneficiado de ayudas sociales. Y también familias. Se calcula que a enrolarse en el estado islámico, para perpetrar su sadismo coránico, han ido más de tres mil “europeos”. En estos mismos días de histeria y desfonde jovenlandesal, en el que Europa tiembla dispuesta a claudicar, una Europa sin valores reales, David Cameron ha anunciado que sus drones han apiolado a dos asesinos en serie en Siria, pero nacidos en Reino Unido, y en España, al menos, se ha detenido a dos jóvenes que querían ir a Siria.

Reventando el Estado asistencial

El que desde Bruselas, con ataque directo a las soberanías nacionales, se proponga eliminar todas las normativas sobre inmi gración, para establecer la suicida utopía de que Europa no tiene fronteras, que se proclama la libre circulación de todas las personas, el que se haya llegado a tal desfachatez y a tal pulsión de suicidio colectivo, se debe también a que se ha ido produciendo una paulatina evolución desde el Estado de bienestar al Estado asistencial. En el Estado de bienestar, el Estado impone su monopolio o, al menos su hegemonía, para ofrecer sus servicios a quienes contribuyen. Esto ya es bastante cuestionable e ineficiente. El Estado asistencial es que los poderes públicos ofrecen sus servicios a quienes no contribuyen. El Estado como una especie de ONG bienintencionada dedicada a desincentivar el trabajo y el esfuerzo, con una gravosa trama desestructuradora de “servicios sociales” –uno de los males más corrosivos de nuestras decadentes sociedades- y ahora dispuesta a demoler las sociedades mismas en su textura vital y en su misma capacidad de supervivencia. Porque eso es lo que nos estamos jugando: la supervivencia. Ni Europa puede dejar de tener fronteras, ni tampoco tiene la capacidad de alimentar y acoger a todos los desheredados del mundo, sin venirse abajo con los desheredados dentro.

Toda la verdad sobre Aylan, frente a la ignorancia mediática

Lo que ha hecho cambiar posturas de gobiernos, lo que ha provocado esta histeria jovenlandesal –llena de hipocresía, como luego veremos- ha sido la foto de un niño ahogado en una playa de Turquía, recogido por un policía turco. El nombre de ese niño en el que se han concentrado y resumido todas las tragedias es Aylan. Y ha sido enterrado en su tierra natal, la ciudad de Kobane. No es un niño sirio, sino que propiamente es un niño kurdo. Por de pronto, ese policía turco está reprimiendo a los kurdos, los aviones de Turquía –con el beneplácito de la OTAN- están bombardeando a los kurdos y Kobane es un nombre altamente significativo. Kobane es la gran victoria de los kurdos contra el estado islámico, contra esa canalla de furor genocida en la que luchan “europeos” ‘formados’ en las escuelas de Francia, Inglaterra, España o en la Alemania de santa Ángela Merkel de los refugiados. Kobane fue asediada por el estado islámico desde el 16 de septiembre de 2014 hasta el 26 de enero de 2015, en que fue liberada por el heroico esfuerzo de las YPG (Unidades de Protección del Pueblo) kurdas, tras cruentos combates. Ese día Polat Can, portavoz de las YPG de Kobane, emitió el siguiente comunicado: “Felicitaciones a toda la Humanidad, al Kurdistán y al pueblo de Kobane por esta liberación”. En los primeros compases del asedio, el estado islámico llegó a anunciar la toma de la ciudad, lo que, de haber sido cierto, hubiera conllevado el exterminio de todos sus jovenlandesadores (y de Aylan, por tanto). El presidente del Gobierno integrista y fanático de Turquía, Erdogan llegó, con indisimulada satisfacción, a dar por buena la noticia de la caída de Kobane. El estado islámico recibía, al fin y al cabo, provisiones, pertrechos y nuevos combatientes desde Turquía. Pero los kurdos resistieron. Las jóvenes kurdas formaron su propia compañía de combate, especialmente temida, pues los integristas creen que quieren muere por la bala de una mujer no va a su extraño cielo, que más parece una casa de latrocinio. Kobane, con mejor o peor fortuna, ha sido llamada la “Stalingrado kurda”. El simbolismo es tal que, en junio de 2015, llegando de nuevo desde Turquía, los asesinos del estado islámico se infiltraron en Kobane, vestidos como peshmergas (milicianos kurdos, los que desafían a la fin) y mataron a ciento veinte personas, entre ellos muchos niños, muchos Aylan, que nadie ha llorado en Europa, que no han salido en ningún informativo. Y todos esos niños muertos lo han sido con la complicidad de ese policía turco que recoge el cuerpo de Aylan en la playa, con el respaldo del gobierno turco. Ni un dedo se movió para reconstruir Kobane, destruida completamente hasta los cimientos. No hubo ayuda internacional de ningún tipo. No se socorrió a Aylan, ni a su familia, ni al resto de familias. Un acto en solidaridad con Kobane realizado en una localidad turca próxima a la frontera fue el escenario de un atentado suicida del estado islámico que provocó la fin de treinta activistas humanitarios. La respuesta de Turquía: ¡atacar a los kurdos, bombardearlos! apiolar más kurdos como Aylan. Y ello, con el respaldo de la OTAN. Los kurdos, los únicos que están siendo eficaces contra la barbarie del estado islámico.

Dosis superlativas de hipocresía

Para muchos lectores, toda esta historia épica de Kobane será completamente desconocida y eso dice mucho de la desinformación a la que están siendo sometidas nuestras sociedades por unos medios de comunicación sin profesionalidad, en los que medran mediocres y pelota, tras décadas de adulación y sometimiento al poder político y a los partidos de esta partitocracia que ha generado una casta, sólo atenta a sus intereses, mientras no resuelve problema alguno, y crea algunos nuevos, tal vez irresolubles en el futuro, como la utopía de una Europa sin fronteras. Ignorancia que lleva a presentar a Aylan como un niño sirio, lo cual es una media verdad; es decir, la peor de las mentiras. Pero la mentira domina hoy por completo en los medios de comunicación españoles y europeos. El Para Francisco ha dicho que acogerá “refugiados” en el Vaticano y las diócesis españolas están ofreciendo sus seminarios vacíos para acogerlos, al tiempo que interpelan a los poderes públicos para incrementar su histeria jovenlandesal. Brilla en esa actitud el mejor espíritu evangélico de las Bienaventuranzas. Pero, ¿por qué, a cuento de qué ese tremendo silencio sobre el genocidio de los cristianos en Siria, en Irak, en Sudán, en Nigeria, en Pakistán, en muchas naciones fiel a la religión del amoras? ¿Por qué esa falta de caridad con los hermanos martirizados? ¿Por qué ni tan siquiera se piden oraciones por ellos? ¿Por qué no ha habido movilización alguna, ni tan siquiera condena? ¿Por qué ha callado el Papa, el Vaticano, y todos los obispos, sin excepción alguna, ante esa terrible persecución, en la que se cuelgan, se queman, se despedazan, se entierras vivos a los cristianos? ¡Mártires que nunca serán canonizadas y que no merecen espacio alguno en ninguna homilía ni un resquicio en la oración de los fieles! ¡Ah! Ellos no merecían que se les abrieran las puertas de esos seminarios vacíos, ni las puertas del Vaticano. Sólo en Irak, de 1.400.000 cristianos que había, quedan menos de 400.000. Muchos han tenido que emigrar, pero muchos han sido asesinados. El gobernador kurdo de Kirkuk ha declarado fiesta oficial la Navidad como rechazo a esa persecución inmisericorde. El Papa Francisco ha pedido “misericordia”. ¿Por qué no la ha pedido para sus ovejas? En Siria, aldeas enteras de cristianos han sido masacradas, todos sus habitantes han sido asesinados, y no se ha dado una sola imagen en un telediario, no han merecido ni una crónica, ni una pequeña noticia. ¡Cuánta hipocresía!
Hace poco he visionado una deficiente película que narra el asesinato por integristas islámicos, en Argelia, de seis monjes cistercienses de la ‘Comunidad del Atlas¡. Doble mérito en su martirio, porque nunca serán canonizados. O Ashia Bibi, que sufre cadena perpetua, en Pakistán, porque tuvo la osadía de decirles a unas convecinas que la insultaban que “Cristo murió en la Cruz por nosotros, ¿qué ha hecho Mahoma?”. Delito de blasfemia, condena a fin, conmutada, tras la presión internacional, por la fin en vida en una celda ínfame. ¿Por qué, por qué el silencio de los pastores? ¿Por miedo a los lobos?

Barack Obama y Arabia Saudí, culpables

No vienen sólo de Siria. Vienen de todas partes. De todo el mundo islámico, porque el islam es un completo fracaso. Pero también llegan, obviamente, de Siria. En Siria hay un régimen despótico, pero en el que, por ejemplo, podían vivir y vivían en paz los cristianos, que ahora son exterminados. La de Siria es una guerra provocada por Barack Obama –el personaje más nefasto desde la segunda guerra mundial, resumen y consumación de toda la inmundicia y la estupidez de lo políticamente correcto- y Arabia Saudí. Ahora, cuatro años, 1640 días después, del inicio de la guerra, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo –España ha poco equilibrado tanto que tiene a este frívolo proteico de canciller- declara que es preciso negociar con Bassar Al Ashad, que es quien tiene la “legitimidad”, quien se sienta en la ONU, y abrir un proceso de reconciliación y de elecciones, una especie de tras*ición (la marisabidilla de Soraya Saénz de Santamaría, una completa incompetente, ha puntualizado que “quien era el problema (sobre Ashad), no puede ser la solución)”. Aquella terrible estupidez de la “primavera árabe”, lanzada por Obama, y financiada por los Saud, ha devenido en un invierno integrista de sadismo coránico y en un éxodo sin precedentes. Estados Unidos y Europa llevan tiempo apoyando de hoz y coz a los integristas, esa es la verdad. Hubo que asesinar a Gadafi, que era, en sus últimos años, un dictador bastante benévolo, y que financiaba a manifiestos corruptos como Nicolás Sarkozy, para sumir a Libia en el caos, con dos gobiernos en permanente guerra civil, con señores de la guerra tribales y con una rama del estado islámico que decapita a cristianos coptos. Y para ese desastre sin paliativos, para esa absoluta canallada, se movilizó a la OTAN que puso las bombas, los barcos y los aviones. ¿Con qué objetivo? ¿Para qué, incapaz Rajoy, participó España? Y ¿por qué no se informa de lo que sucede en Libia, una intervención precedida por otro ataque de histeria jovenlandesal de los medios mentirosos y desinformadores?

¿Qué lo que sucede realmente en Siria

Lo de Siria ni tan siquiera es propiamente una guerra civil. Esos que púdicamente se denominan yihadistas –para obviar lo de fiel a la religión del amores- del estado islámico y del Frente Al Nusra –Al Qaeda- son de todo menos sirios; son tunecinos, de Mali, marroquíes, españoles, británicos, franceses, alemanes. Siria era un régimen despótico de partido único, pero en el que había suficiente tolerancia para que pudieran vivir los cristianos y los drusos y los kurdos y para que nadie tuviera que exiliarse. Un régimen controlado por una rama chíi, los ismaelíes, que representan el 20% de la población y que como minoría amenazada infiltraron el partido Baas y enviaron a sus vástagos a las academias militares para controlar el Ejército. Un 20% que no está dispuesto a ser exterminado y que ha plantado batalla, con el apoyo de Irán, de Hizbollá y de Rusia, donde Vladimir pilinguin parece ser uno de los pocos dirigentes del mundo con voluntad e ideas claras. No sólo esta parodia de potencia que es Estados Unidos con Obama inició la guerra de Siria, y toda la desestabilización de las naciones árabes, con eso tan demencial de la “primavera árabe”, es que hay que recordar que Obama estuvo a punto de bombardear al Ejército sirio e implicarse militarmente en la caída de Al Assad, porque éste había tenido la osadía de resistir y enfrentarse al estado islámico, del que una buena parte de sus miembros iniciales fue entrenado en Arabia Saudí por los norteamericanos. Apoyo que se mantuvo hasta que se proclamó el califato, lo que significa que se exige la sumisión de los Saud. Obama no sólo lanzó a los integristas contra las dictaduras militares, básicamente laicas, sino que además se ha implicado en el secular y enconado conflicto entre suníes y chíies, que surge de la misma herencia de Mahoma, entre los partidarios de la monarquía hereditaria, que hubiera recaído en su yerno, Alí, hasta que sus descendientes fueron exterminados, con Huseyn, tras la derrota en las llanuras de Kerbala, y los de la monarquía electiva, de Abu Bakr y los cuatro primeros califas. Y esa falaz primavera ha provocado y está provocando un diabólico baño de sangre. No es que Obama sea el AntiCristo, dada su infinita estupidez, su completa tontuna, pero hace méritos. Y menos mal que el general Al Sisi paró el desastre en Egipto, con sus ochenta y cuatro millones de habitantes.
Ahora, empezando por el frívolo lenguaraz Margallo, se pide una intervención en Siria, aunque en esta degradación de las mentes, en este maremágnum de sentimentalistas petulantes chocando unos con otros, no se sabe cuál sería el objetivo. ¿O es que no recordamos que a esos criminales de sadismo coránico del estado islámico se les llamaba “rebeldes”, como si fueran guerrilleros de la libertad? Y ¿por qué hubo que empezar este desastre? ¿para que los Saud exterminaran a los chíies sirios para seguir imponiendo su wahabismo, porque en Arabia Saudí se decapita igual y por los mismos motivos que el estado islámico? Intervenir, por supuesto, contra el estado islámico. Pero, entonces, ¿por qué Turquía, miembro de la OTAN, está bombardeando, todos los días, a los kurdos, que eran precisamente los que estaban venciendo al estado islámico? Bien parece que el mundo se ha salido de sus goznes y todo Occidente está gobernado por consumados fulastres. Hay que intervenir y hay que hacerlo a favor de Bassar Al Ashad, que es, por cierto, un hombre decente, mucho más decente e infinitamente más tolerante que los Saud.

Efectos colaterales: El auge de los partidos patrióticos

Las buenas intenciones de las decisiones políticas con frecuencia cosechan efectos colaterales, efectos perversos. Lesbos, en Grecia, ha sido presentada como un caso emocionante de solidaridad, pero su alcalde está pidiendo ya soluciones, porque los comercios se están hundiendo, convertida la isla de la poetisa lésbica en cabeza de puente de la inmi gración invasiva. No llega el turismo y sólo hacen negocio quienes venden tiendas de campaña y kebabs. Hungría, que ha tenido la decencia de cumplir la legalidad, y frenar la riada hacia Alemania, frente a la dejación de Macedonia y Serbia, cosecha las diatribas. Un espectador español que se siente ante el televisor es groseramente manipulado con sobredosis de jovenlandesalina, recibiendo la falsa impresión de que toda Europa está sacudida por una histeria jovenlandesal unánime. Nada más lejos de la realidad. Aunque en España esté prohibido citarla, la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen acaba de dar un mitin multitudinario en Marbella, en el que ha reiterado que el tratado de Schengen debe ser abolido, que se debe volver a las fronteras nacionales puesto que eso de la Unión Europa las está debilitando hasta pretender borrarlas, que “es trágico que haya pueblos en la miseria, pero también que nuestro país se hunda en ella”, que no se debe recibir a ningún clandestino (eso de los refugiados) y que decir que van a encontrar trabajo “es escupir a los parados franceses”, que son más de seis millones y cada vez son más. Y desmontando la Unión Europea, en sus cimientos originarios, que fueron el pacto entre Alemania y Francia, entre Konrad Adenauer y Charles de Gaulle (ante ellos, los actuales dirigentes son pigmeos), Marine Le Pen ha afirmado que Alemania quiere “esclavos”. Y Marine Le Pen encabeza las encuestas para las presidenciales de 2018 con el 29%, mientras el fatuo François Hollande, se hunde hasta el 17%. En Austria, Henz-Christien Strache, líder del FPO, pide la militarización de la frontera y afirma que está en peligro “nuestra cultura cristiano-occidental”. Strache es candidato a la alcaldía de Viena, en las elecciones que se celebrarán en un mes. Las encuestas le dan como ganador. El gobierno austriaco se ha visto obligado a lamentar que Alemania está haciendo un efecto llamada y ha cerrado la frontera sobre el fin de semana. La histeria jovenlandesal que agita como el baile de San Vito a los partidos tradicionales, conservadores y socialistas, tiene excepciones, los partidos que suelen denominarse a sí mismos como ‘identitarios’ o también patrióticos, y que son denominados, con intenciones diabolizadoras, como ‘extrema derecha’, pero que en muchos aspectos son variopintos, desde liberales-populistas hasta filofascistas. Amanecer Dorado entra más dentro de la segunda definición. Con sus dirigentes encarcelados, las elecciones anticipadas en Grecia serán un buen barómetro para conocer el incremento o no de votos por la crisis migratoria. En las anteriores polarizadas elecciones en torno a la deuda y el rescate, fueron la tercera fuerza política. El UKIP británico fue la primera fuerza en las elecciones europeas, pero sucumbió en el sistema mayoritario en las elecciones legislativas, donde sólo obtuvo un diputado, pero cosechó cuatro millones de votos, la tercera fuerza, y ha condicionado la política de David Cameron, que ha cerrado el paso de Calais y convocará el próximo año un referéndum sobre la permanencia en una Unión Europea, que hace aguas por los cuatro costados y que ha poco equilibrado en la cloaca burocrática de Bruselas. Suecia, el segundo destino añorado por la riada de pagapensiones, está de vuelta: la llamada extremaderecha ya lideraba las encuestas antes de que estallara la púdicamente denominada crisis migratoria. También la extrema derecha encabeza las encuestas en Noruega y Dinamarca.

Regresión brutal hacia guerras étnicas y religiosas en el interior de Europa

Estamos en un momento crucial de este viejo continente. Se está decidiendo su futuro para varias generaciones. Europa no puede demoler sus fronteras. Declarar que cualquiera puede traspasarlas no es una utopía bienpensante, es una locura. Pretender que esa degeneración en Estado asistencial puede acoger, alimentar y subvencionar a todos los desheredados del mundo es simplemente un suicidio, el suicidio de Europa. Nadie puede pasar las fronteras ilegalmente. Bruselas no puede pretender acabar con las soberanías nacionales porque ello, más bien, conllevará el final de Bruselas, que se ha convertido en un tremendo lastre. Nadie va a ninguna parte con buenismos, histerias jovenlandesales y todo el cúmulo de estupideces de lo políticamente correcto, que ha dominado durante demasiado tiempo la escena. Es preciso acabar con el estado islámico y plantar cara a los orondos señores de La Meca. Hay que apoyar, sin remilgos, a Bassar Al Ashad, como está haciendo Rusia, que no es el enemigo, como pretende Obama. Turquía debe dejar de bombadear a los kurdos o echarla de la OTAN y, por supuesto, no es Europa. ¿Por qué abriendo las fronteras y siguiendo con este alucinado efecto llamada evitaríamos la fin de Aylan o las de los que mueren ahogados en el Mediterráneo? No, con esa histeria jovenlandesal, con tanta hipocresía irreflexiva, con quimeras imposibles y desestabilizadoras, la riada humana será cada vez mayor y las muertes, cada vez más. Y al final de ese túnel, no es descartable una regresión histórica brutal hacia guerras étnicas y religiosas en el interior de Europa. Alemania parece dispuesta a iniciar la tercera guerra mundial, esta vez a base de buenismo.

Fuente: Artíojo ciego-reportaje especial: La falacia suicida de las cuotas
 
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Acojona bastante pero es lo que nos espera.

A mi me acojonaba mas el ver como mucha gente se cegaba a lo evidente, haciendo lo blanco/neցro y negando la evidencia, porque hasta ahora los musuls iban de tapadillo sin mostrar realmente sus intenciones reales.

Ahora parece haber consenso y la inmensa mayoria de los españoles -por sus comentarios en la calle y en los foros los conocereís- están muy en contra de la oleada turística del Islam.

Sin miedo si estamos todos juntos en esto.
 
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