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La ex mujer del CEO de Microsoft, uno de los hombres más ricos del mundo, cuenta cómo vivió su matrimonio y su maternidad y por último su divorcio.
El de las autobiografías es uno de los géneros literarios más vendidos y leídos, y a él se han apuntado desde políticos a deportistas, artistas o empresarios. Y, cada vez más, numerosas mujeres que han estado siempre en segundo plano están levantando la voz para contar sus propias experiencias al lado de hombres célebres conocidos mundialmente. Si hace unos meses fue Michelle Obama la que publicó sus memorias, ahora lo hace otra mujer muy influyente, Melinda Gates, la esposa del fundador y CEO de Microsoft, Bill Gates.
El matrimonio tiene una fortuna estimada por Forbes en 95.7000 millones de dólares (85.700 millones de euros), una de las más grandes del mundo, y es considerado uno de los más influyentes no solo por su labor empresarial en la firma tecnológica, sino también por su labor filantrópica en la Fundación Bill y Melinda Gates. Pero, además, tienen una familia formada por tres hijos a los que la empresaria ha sacado adelante a veces sin ayuda de su ex esposo, tal y como revela en 'The moment of lift'.
En esta autobiografía, Melinda cuenta cómo fue el nacimiento de sus hijos y cómo estos cambiaron su vida, hasta llegar a abandonar su carrera en Microsoft, donde entró en 1987 y donde conoció a su hoy ex esposo. Los Gates son padres de Jennifer, Rory y Phoebe, los cuales ya son mayores y se valen por sí mismos. Si bien cuando eran pequeños, Melinda llegó a sentirse sola en su crianza. Sobre todo cuando nació la primera.
"Cuando tuvimos a Jenn, por primera vez me sentí sola en nuestro matrimonio", revela Melinda en el libro, señalando que en esa época Bill estaba muy ocupado y todo el mundo quería reunirse con él, lo que llevó a su esposa a pensar que "igual quería tener hijos en la teoría, pero no en la práctica". Además, relata que al poco tiempo se mudaron a la casa que el empresario se empezó a construir cuando estaba soltero, la cual no le gustaba.
"Vivíamos en una bonita casa de tamaño familiar que habíamos elegido tras comprometernos, pero un año y medio después nos mudamos a esa casa enorme a la que yo no quería irme. Por primera vez pensé que no estábamos en la misma sintonía respecto a lo que queríamos", confiesa Melinda. Ese fue el desencadenante de su crisis personal, la cual le sirvió para descubrir qué quería hacer con su vida.
"Ya no era una ejecutiva de negocios de informática. Era una progenitora con un niño pequeño y un marido que estaba ocupado y viajando mucho, nos mudábamos a una casa gigantesca y me preguntaba qué pensaría la gente de mí, porque esa casa no era yo", revela la filántropa, quien añade que eso supuso una especie de viaje personal para ella que le hizo crecer. Su "ascenso" -de ahí el nombre de su libro-, que desembocó en la fundación que hoy dirige y que tantos logros ha conseguido desde que se fundara en el año 2000.
"Nadie se va de la cocina hasta que sale mamá"
En el libro, Melinda cuenta cómo tras tener a su hija decidió dejar su carrera para centrarse en el bebé, "algo que nos podíamos permitir gracias a que el negocio iba muy bien". Según desvela, esta decisión la tomó de forma consciente y sabiendo que dejaba su carrera detrás, y aunque no se arrepiente, confiesa que se vio en la tesitura de tener que elegir entre su carrera y su familia. Por ello la fundación es tan importante para ella, pues supuso su vuelta al trabajo.
En esa labor de progenitora, Melinda tuvo varios encontronazos con su ex marido debido a que su importante cargo hacía que apenas tuviera tiempo para ayudarle con los niños a medida que iban creciendo. Aunque sabe que al abandonar su carrera asumía más responsabilidades con los niños que Bill, asegura que era "mucho trabajo". "Llevarles al médico, a la escuela, a las clases extraescolares, a las fiestas de sus amigos y de la familia, como bodas, graduaciones...", destaca Gates.
Sin querer victimizarse, asegura que se llegó a ver desbordada, lo que le llevó a pedir a su ex marido ayuda en muchas ocasiones porque no podía más. De hecho, indica que cuando la niña mayor empezó la guardaría, tenía que conducir dos veces al día durante 40 minutos para llevarla, algo que era demasiado para ella sola, por lo que pidió a su marido que se ocupara de llevarla algunos días.
Un comportamiento que tuvo efecto dominó, pues un día Melinda acudió a recoger a la niña y de repente vio a multitud de padres recogiendo a los niños, algo que no había visto hasta entonces. Le preguntó a otra progenitora que a qué se debía y le dijo que sucedía desde que Bill había empezado a llevar a Jenn, lo que da buena cuenta de lo influyente que es el empresario.
Otro comportamiento al que Melinda tuvo que poner freno durante esos años fue a su labor en la cocina, la cual su familia daba por hecho que le correspondía a ella. Una noche, estaban cenando y se quedó sola en la cocina limpiando la cena de toda la familia, lo que le hizo rebelarse y decir a su exmarido y sus tres hijos: "Nadie sale de la cocina hasta que no lo hace mamá", una forma de reclamar su atención y su ayuda en las tareas domésticas.
En este libro, Melinda Gates 'desnuda' su vida familiar y muestra cómo a pesar de ser multimillonaria, sufre en su hogar las mismas vicisitudes que cualquier otra mujer. Como cualquier progenitora trabajadora, la esposa del fundador de Microsoft ha tenido que sacrificar muchos aspectos de su vida para llegar a todo, algo que intenta cambiar desde su trabajo filantrópico.
Hoy su exmarido ha emitido un comunicado:
"Después de 27 años... no creemos en que podamos seguir juntos como pareja en la siguiente fase de nuestras vidas."
El de las autobiografías es uno de los géneros literarios más vendidos y leídos, y a él se han apuntado desde políticos a deportistas, artistas o empresarios. Y, cada vez más, numerosas mujeres que han estado siempre en segundo plano están levantando la voz para contar sus propias experiencias al lado de hombres célebres conocidos mundialmente. Si hace unos meses fue Michelle Obama la que publicó sus memorias, ahora lo hace otra mujer muy influyente, Melinda Gates, la esposa del fundador y CEO de Microsoft, Bill Gates.
El matrimonio tiene una fortuna estimada por Forbes en 95.7000 millones de dólares (85.700 millones de euros), una de las más grandes del mundo, y es considerado uno de los más influyentes no solo por su labor empresarial en la firma tecnológica, sino también por su labor filantrópica en la Fundación Bill y Melinda Gates. Pero, además, tienen una familia formada por tres hijos a los que la empresaria ha sacado adelante a veces sin ayuda de su ex esposo, tal y como revela en 'The moment of lift'.
En esta autobiografía, Melinda cuenta cómo fue el nacimiento de sus hijos y cómo estos cambiaron su vida, hasta llegar a abandonar su carrera en Microsoft, donde entró en 1987 y donde conoció a su hoy ex esposo. Los Gates son padres de Jennifer, Rory y Phoebe, los cuales ya son mayores y se valen por sí mismos. Si bien cuando eran pequeños, Melinda llegó a sentirse sola en su crianza. Sobre todo cuando nació la primera.
"Cuando tuvimos a Jenn, por primera vez me sentí sola en nuestro matrimonio", revela Melinda en el libro, señalando que en esa época Bill estaba muy ocupado y todo el mundo quería reunirse con él, lo que llevó a su esposa a pensar que "igual quería tener hijos en la teoría, pero no en la práctica". Además, relata que al poco tiempo se mudaron a la casa que el empresario se empezó a construir cuando estaba soltero, la cual no le gustaba.
"Vivíamos en una bonita casa de tamaño familiar que habíamos elegido tras comprometernos, pero un año y medio después nos mudamos a esa casa enorme a la que yo no quería irme. Por primera vez pensé que no estábamos en la misma sintonía respecto a lo que queríamos", confiesa Melinda. Ese fue el desencadenante de su crisis personal, la cual le sirvió para descubrir qué quería hacer con su vida.
"Ya no era una ejecutiva de negocios de informática. Era una progenitora con un niño pequeño y un marido que estaba ocupado y viajando mucho, nos mudábamos a una casa gigantesca y me preguntaba qué pensaría la gente de mí, porque esa casa no era yo", revela la filántropa, quien añade que eso supuso una especie de viaje personal para ella que le hizo crecer. Su "ascenso" -de ahí el nombre de su libro-, que desembocó en la fundación que hoy dirige y que tantos logros ha conseguido desde que se fundara en el año 2000.
"Nadie se va de la cocina hasta que sale mamá"
En el libro, Melinda cuenta cómo tras tener a su hija decidió dejar su carrera para centrarse en el bebé, "algo que nos podíamos permitir gracias a que el negocio iba muy bien". Según desvela, esta decisión la tomó de forma consciente y sabiendo que dejaba su carrera detrás, y aunque no se arrepiente, confiesa que se vio en la tesitura de tener que elegir entre su carrera y su familia. Por ello la fundación es tan importante para ella, pues supuso su vuelta al trabajo.
En esa labor de progenitora, Melinda tuvo varios encontronazos con su ex marido debido a que su importante cargo hacía que apenas tuviera tiempo para ayudarle con los niños a medida que iban creciendo. Aunque sabe que al abandonar su carrera asumía más responsabilidades con los niños que Bill, asegura que era "mucho trabajo". "Llevarles al médico, a la escuela, a las clases extraescolares, a las fiestas de sus amigos y de la familia, como bodas, graduaciones...", destaca Gates.
Sin querer victimizarse, asegura que se llegó a ver desbordada, lo que le llevó a pedir a su ex marido ayuda en muchas ocasiones porque no podía más. De hecho, indica que cuando la niña mayor empezó la guardaría, tenía que conducir dos veces al día durante 40 minutos para llevarla, algo que era demasiado para ella sola, por lo que pidió a su marido que se ocupara de llevarla algunos días.
Un comportamiento que tuvo efecto dominó, pues un día Melinda acudió a recoger a la niña y de repente vio a multitud de padres recogiendo a los niños, algo que no había visto hasta entonces. Le preguntó a otra progenitora que a qué se debía y le dijo que sucedía desde que Bill había empezado a llevar a Jenn, lo que da buena cuenta de lo influyente que es el empresario.
Otro comportamiento al que Melinda tuvo que poner freno durante esos años fue a su labor en la cocina, la cual su familia daba por hecho que le correspondía a ella. Una noche, estaban cenando y se quedó sola en la cocina limpiando la cena de toda la familia, lo que le hizo rebelarse y decir a su exmarido y sus tres hijos: "Nadie sale de la cocina hasta que no lo hace mamá", una forma de reclamar su atención y su ayuda en las tareas domésticas.
En este libro, Melinda Gates 'desnuda' su vida familiar y muestra cómo a pesar de ser multimillonaria, sufre en su hogar las mismas vicisitudes que cualquier otra mujer. Como cualquier progenitora trabajadora, la esposa del fundador de Microsoft ha tenido que sacrificar muchos aspectos de su vida para llegar a todo, algo que intenta cambiar desde su trabajo filantrópico.
Hoy su exmarido ha emitido un comunicado:
"Después de 27 años... no creemos en que podamos seguir juntos como pareja en la siguiente fase de nuestras vidas."