El creador de la 'bombilla eterna': "Se está invirtiendo en aparatos para que se estropeen"
Benito Muros lleva años trabajando para intentar luchar contra la obsolescencia programada que practican la mayoría de fabricantes, una práctica que obliga a cambiar los productos que han sido 'creados' con una vida útil cuantificable. Su particular visión le ha acarreado importantes amenazas.
Laura Díez
Hace años que los consumidores vienen quejándose de la poca vida útil que tienen aparatos y electrodomésticos que antes podían durar casi el triple de tiempo. Se averían, se estropean, y sale más barato adquirir uno nuevo que repararlo. Es lo que se conoce como obsolescencia programada, un concepto que surgió el siglo pasado y que supone planificar el fin de la vida útil de un producto para que se vuelva viejo, no funcional o inservible después de un tiempo de vida calculado previamente por el fabricante.
El objetivo de este nuevo modelo económico es el lucro inmediato, dejando de lado el respeto al ser humano o al medio ambiente, ya que cada producto que se vuelve obsoleto supone contaminación para deshacerse de él. Así lo explica el Movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP), que pretende cambiar el sistema para que los productos estén diseñados y hechos para que duren siempre y no se obligue a renovarlos innecesariamente.
El proyecto para luchar contra la obsolescencia programada parte de la premisa de que pese a los avances tecnológicos, los productos duraban más hace años
El principal impulsor de esta nueva filosofía es Benito Muros, un ingeniero que tras 9 años de investigación logró sacar al mercado una 'bombilla eterna', creada con materiales que le garantizan una vida útil de 100 años. "Como es difícil comprobar esto, hemos fijado una garantía de 25 años encendidas las 24 horas al día para las bombillas que distribuimos", matiza el creador.
Muros lideró el proyecto de investigación que partía de la premisa de que pese a los avances tecnológicos, antes los productos duraban más. Como punto de partida, viajó al parque de bomberos Livermore en California para informarse sobre una bombilla que llevaba encendida 111 años de manera ininterrumpida. Pese a que no vivían ya los creadores, pudo contactar con conocidos y descendientes para conseguir las bases de su proyecto, que culminaría con la bombilla que ahora distribuye OEP Electrics, la única marca en el mercado sin obsolescencia programada.
Según ellos mismos explican, la bombilla en cuestión responde a la necesidad actual de comprometerse con el medio ambiente, ya que no genera residuos, emite hasta un 70% menos de CO2 y además permite un ahorro que en un principio era del 92%, pero que ahora han aumentado al 96% respecto a las incandescentes. "Las bombillas cuestan 25 euros más IVA, y en ellas cada pieza es reparable. Si se estropea por un fallo de funcionamiento, se la recogemos y la reparamos. Si se rompe por negligencia del consumidor, se repara igualmente, y éste pagaría el coste de los materiales reparables, entre 0,25 céntimos y 2 euros", explica Muros.
En la propia web ofrecen un cuadro en el que se puede hacer un cálculo aproximado del ahorro que supondría en diferentes negocios el uso de este tipo de bombillas.
Sentimiento de estafa
Benito Muros, afincado en Barcelona, contaba a Vozpópuli que en el año que van a cumplir en el mercado el próximo abril han ido ampliando su presencia entre los consumidores. "Recibimos una media de 150 pedidos entre particulares, gente normal, que por sus mensajes dicen estar hartos de que les engañen. Realmente nos están estafando, porque lo que hacemos nosotros es aplicable a todos los productos. El principio es el mismo, todo lo que tiene circuitos o chips funciona igual, sólo hay que adaptarse a esos aparatos y buscar otros materiales que no se estropeen", defiende.
"Realmente nos están estafando. Se invierte en hacer cosas que duren menos, se calculan las averías en el tiempo", explica Muros
El creador de la 'bombilla eterna' justifica sus palabras en cuanto al 'engaño al consumidor': "Hoy se invierte en hacer que las cosas duren menos, que se estropeen. No lo digo yo, lo dicen las personas de mi equipo que trabajan además en multinacionales que practican la obsolescencia programada. Invierten en hacer que las cosas duren un tiempo determinado, calculan las averías en el tiempo, y al final llega un momento en el que le dicen al consumidor que sale más caro arreglar un producto que comprar uno nuevo. Y lo compramos", relata.
Principios difíciles y amenazas de fin
El propio Muros explicaba a este diario que le había costado muchísimo sacar adelante este proyecto, llegando incluso a plantearse tirar la toalla. Todo lo hizo con financiación propia, y en los 10 años que ha tardado en ponerlo en marcha, calcula que ha invertido unos dos millones de euros. "Hemos logrado ampliar el mercado, tenemos una sucursal en Panamá que distribuye por Latinoamérica, y en abril por primera vez vamos a poder vender nuestros productos en una cadena de venta en España -hasta ahora era sólo vía internet o en la propia fábrica en Cornellà (Barcelona)-. También el mes que viene empezaremos a colaborar con la Universidad de Barcelona, que nos propuso investigar en I+D+i, con nuevos materiales y tecnologías", describe con ilusión.
"Me dejaron un mensaje en el teléfono de casa amenazando también a mi familia, y hubo un tiempo en que llevaba a mis hijos al colegio acompañado por los Mossos"
Pero como bien explica Muros, los principios de su bombilla fueron momentos complicados en los que llegó a recibir amenazas de fin que provenían de los competidores del sector. "La más fuerte fue el 26 de enero del año pasado, cuando me dejaron un mensaje en el contestador de casa en el que aludían también a mi familia ("Señor Muros, usted no puede poner en el mercado sus sistema de iluminación. Usted y su familia serán aniquilados", según dejó constancia en el notario). Hubo un tiempo en que yo llevaba a mis hijos al colegio acompañado por los Mossos d´Esquadra. Antes había tenido dos avisos a mi teléfono móvil desde números anónimos. Llegaron a citarme en un lugar en Francia al que no acudí por consejo de los Mossos, que me explicaron que al ser fuera de su competencia ya tendrían que avisar a la Interpol y que no había tiempo. Fueron ellos los que me aconsejaron que lo hiciese público en los medios, y la verdad es que desde febrero no he tenido más problemas", confesaba.
Sin embargo, pese al cese de las amenazas este ingeniero cuenta que todavía pelea casi a diario con gente que intenta desprestigiarle en internet, algunos de ellos identificados como distribuidores de bombillas 'de las principales marcas' que no quiere desvelar pero que ya tiene denunciados.
Mientras este tipo de problemas se solucionan, Muros defiende que su proyecto sigue logrando avances importantes. De momento, existen ya siete hoteles en España (seis en Cataluña y uno en Toledo) que utilizan para casi toda su iluminación este tipo de bombillas, al igual que algunas sedes de la Generalitat e incluso concesionarios de vehículos. "En España, con un mercado de 46 millones de bombillas al año, nosotros vendemos 80.000, y aún no hace un año que estamos distribuyendo", puntualiza.
El ingeniero es muy claro contestando a la última pregunta, si le ha merecido la pena todo el esfuerzo: "A nivel económico, no. Si medimos la satisfacción personal, sí, estoy muy contento. Espero que podamos dejarles un nuevo modelo a nuestros hijos", sentenciaba.
Uno de los documentales que explican cómo funciona la obsolescencia programada: "El motor secreto de la economía".
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