Carrus Magníficus
Madmaxista
Empiezo con una curiosidad que me encontré por esas carreteras perdidas de Brasil, en el estado de Espirito Santo. Paseaba yo por un mercadillo local me topo con esta rareza:
Cachaça La Espanhola. Con la flamenca y todo. La joya venia como en la foto, en una botella de plástico y con una pegatina mal colocada. Tiene toda la pinta de un paisano que fue para aquellas bandas y que hizo algo que le recordase a la patria de la que salió, con un gusto paco para el marketing.
La cachaça es un aguardiente de caña de azúcar fermentado, típico de Brasil, de alta graduación. Lo normal son 38 a 42 grados. Tomada de forma descuidada sube rápidamente, siendo la susodicha el combustible principal de muchas de las peleas, matanzas, desafectos... con final gore que pueblan páginas internet afuera.
Pero esta era fuertecilla, 49.2 grados:
La cata: tras tomarla sentí como si fueran desconectando las papilas gustativas mientras que un ardor medio subía por la cavidad bucal. Garganta abajo la situación no fue mejor, siendo ese mismo ardor el que tomo cuenta de todo para, posteriormente, notar los toques de madera de umburana (cerejeira), material típico con el que se hacen los toneles para destilados.
El segundo vaso no trajo mejoras, sutilezas o notas diferentes.
Para tomarla, la recomiendo solo como mera curiosidad, no para apreciarla con el paladar. Le doy un 4 de 10, siendo generoso.
Cachaça La Espanhola. Con la flamenca y todo. La joya venia como en la foto, en una botella de plástico y con una pegatina mal colocada. Tiene toda la pinta de un paisano que fue para aquellas bandas y que hizo algo que le recordase a la patria de la que salió, con un gusto paco para el marketing.
La cachaça es un aguardiente de caña de azúcar fermentado, típico de Brasil, de alta graduación. Lo normal son 38 a 42 grados. Tomada de forma descuidada sube rápidamente, siendo la susodicha el combustible principal de muchas de las peleas, matanzas, desafectos... con final gore que pueblan páginas internet afuera.
Pero esta era fuertecilla, 49.2 grados:
La cata: tras tomarla sentí como si fueran desconectando las papilas gustativas mientras que un ardor medio subía por la cavidad bucal. Garganta abajo la situación no fue mejor, siendo ese mismo ardor el que tomo cuenta de todo para, posteriormente, notar los toques de madera de umburana (cerejeira), material típico con el que se hacen los toneles para destilados.
El segundo vaso no trajo mejoras, sutilezas o notas diferentes.
Para tomarla, la recomiendo solo como mera curiosidad, no para apreciarla con el paladar. Le doy un 4 de 10, siendo generoso.