Reconquista de Sevilla (1248)
SANTANDER
El actual escudo de Santander representa, al igual que el de otros muchos municipios de la costa de Cantabria, la reconquista de Sevilla por parte de marineros cántabros al mando del almirante Ramón de Bonifaz y Camargo en el año 1248 durante el reinado del Rey Fernando III de Castilla. En él figuran la Torre del Oro sevillana, y la nave en la que Ramón de Bonifaz y sus hombres rompieron las cadenas que unían Sevilla con Triana, el 3 de mayo de 1248.
AVILÉS
En este escudo se representa la reconquista de Sevilla y la rotura de las cadenas que protegían la ciudad, por parte de marineros Asturianos y cántabros al mando del almirante Ramón de Bonifaz y Camargo el 3 de mayo de 1248 durante el reinado del Rey Fernando III de Castilla. En él figuran la Torre del Oro sevillana y la nave, cuya proa portaba una sierra, en la que el capitán avilesino Ruí Pérez, también conocido como Ruí González y sus hombres rompieron las cadenas que unían Sevilla con Triana.
LAREDO
La parte histórica del escudo reproduce el emblema de la reconquista de Sevilla por marinos cántabros, en 1248, con la torre (representando la Torre del Oro) y las naves que rompiero con su proa las cadenas que cerraban el paso por el río Guadalquivir. Por ese tras*cendental suceso, a cuyo fin contribuyeron las villas gallegas y del Cantábrico, aportando las naves y sus dotaciones, las cadenas que rompieron las naves de Bonifaz pasaron a figurar en la heráldica de muchas de aquellas villas marineras.
Iglesia de Santa MAría de la Asunción, en Laredo
Reconquista de Sevilla - Wikipedia, la enciclopedia libre
Antes de iniciar la toma de Sevilla era preciso tomar la cercana fortaleza de San Juan de Aznalfarache, cosa que el rey encargó al caballero de la Orden de Santiago Pelay Pérez Correa.
la fortaleza servía para proteger la curva del río a la altura de Tablada y, sin este enclave de la religión del amor, los barcos cristianos eran ya libres de entrar hasta la propia ciudad de Sevilla que, de otro lado, también estaba debidamente fortificada y protegida, incluso en la parte del cauce de su río con la enorme Torre del Oro en una de sus orillas.
Había frecuentes salidas de la caballería fiel a la religión del amora de Sevilla que provocaban el aprovisionamiento de los sitiados y, además, vigilar las 24 horas del día una ciudad tan grande era muy complicado. La ciudad amurallada tenía más de 300 hectáreas, 7.400 metros de murallas, 12 puertas y tres postigos. Era la ciudad más grande que había cercado jamás un contingente cristiano, mucho más grande que grandes villas de la época como Toledo, Córdoba o Valencia. Por esto, pidió que se hicieran expediciones de castigo a la Orden de Santiago por el Aljarafe y las haciendas de la ribera del Guadalquivir, que aún no habían sido sometidas y abastecían a Sevilla con gran ayuda del puente de barcas. Además, desde ese puente podrían entrar suministros desde el Reino de Niebla.
La llegada a primeros de 1248 de Alfonso X el Sabio con Don Diego López de Haro, que venían de la reconquista de Murcia, con muchos hombres, caballos y milicias permitió a Fernando III estrechar el cerco y evitar el suministro de agua por los caños de Carmona.
Sin embargo, la zona del puente de barcas, al oeste, y la zona noreste de la ciudad seguían sin un bloqueo efectivo.
Hay dos hipótesis. Una es que se sacaron las dos naves del río y se remontaron por tierra sobre troncos de árboles. Los barcos serían lanzados río abajo aprovechando, además, vientos del noreste para darles más impulso. La otra consiste en que los buques entraron en el puerto de la ciudad aprovechando un fuerte viento de poniente rompiendo la cadena que unía la Torre del Oro con la orilla opuesta y, posteriormente, remontaron el río hasta el Puente de Barcas rompiéndolo también
Entraran por el sur o por el norte, en lo que hay consenso es en que el 3 de mayo partieron los buques para la operación soportando en esta batalla el ataque con flechas de los jovenlandeses y brulotes con fuego griego. Un buque iba dirigido por Ruí Pérez y el otro por el Almirante Bonifaz, que mandaba la flota. El primer buque impactó contra el puente sin resultado, pero el segundo, dirigido por el propio Bonifaz, logró partir la cadena y "fue a dar de frente un tal golpe que se pasó clara de la otra parte". Con la ruptura del puente de barcas se logró aislar Sevilla del Aljarafe.