Rodrigo Chulo
Himbersor
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Cuando era niño, ya soñaba el doctor Ballesta con ser médico. Sólo para ayudar a que la gente no se muriera. Como si la inmortalidad se pudiera alcanzar. “Cosas de crío, ya sabe”. Lo cierto es que este prestigioso cirujano vio la fin de cerca siendo muy niño, en Macael, provincia de Almería, donde su padre era el médico del pueblo. Por él y por la fin o la inmortalidad, viene todo lo de la medicina. Después llegarían la laparoscópica que desarrolló junto a un grupo de médicos extranjeros, las miles de operaciones, los avances en el tratamiento de la obesidad, las enseñanzas, los premios… También después, vendría la operación de Teo.
El doctor Carlos Ballesta, especializado en cirugía general y del aparato digestivo y director del centro médico que lleva su nombre -Centro Laparoscópico Dr. Ballesta- fue quien operó el pasado mes de mayo a aquel chico de Turís (Valencia) de 35 años que pesaba casi 400 kilos y que nadie quería operar por temor a que muriese. Teo pesa hoy la mitad de aquellos kilos, pero todavía tiene que seguir un tratamiento y unas pautas de vida para seguir mejorando.
“Una amiga me llamó para que lo viera -a Teo-. Fui a Valencia, le conocí, estudié el caso y decidí operarle. Le trasladamos a Granada, al Hospital HLA Inmaculada -donde el doctor tiene ubicada una de sus clínicas- y allí le intervenimos el pasado mes de mayo”, explica a EL ESPAÑOL recordando lo mal que estaba Teo cuando le vio por primera vez. “No es justo que porque una persona pese más 200 kilos, la dejemos en su casa sin hacer nada por ella”.
Pero esto, lo de Teo es lo último o de lo último que ha hecho este galeno a quien se le considera el padre de la cirugía laparoscópica moderna. Así que vayamos al principio y viajemos 70 años atrás en el tiempo. Primero a Canarias, después a Almería, luego a Granada, Barcelona… y al resto del mundo.
Todo comenzó en las canteras de Almería
Nació a finales de los años 40, en Tejeda, provincia de Las Palmas. “Fue por casualidad, por accidente. Mi padre estaba desterrado allí por la dictadura, y en Canarias nacimos dos hermanos y yo. Estuve en Tejeda sólo un par de años o menos, recuerdo, pero uno nunca debe renunciar de sus orígenes. Yo estoy orgulloso de haber nacido allí. Tanto que hace unos 10 o 12 años me hicieron algo así como ‘hijo predilecto’”. Pero toda su familia nace y pace en la provincia de Almería, ligada toda ella a los pueblos de “la cuenca del río Almanzora”, donde se encuentran las famosas canteras del mármol. Y allí en Macael -un pueblo, hoy, de casi 6.000 habitantes- fue donde nació su “afición” por la medicina.
Su padre era el médico del pueblo y como tal hacía de todo, cuenta el doctor, más aún en aquellos años, aunque él era especializado en traumatología. Como en Macael había canteras de mármol, en aquél tiempo sucedían accidentes muy graves e importantes: explosiones, heridas difíciles, piernas amputadas… “Lo peor era ver morir a la gente. Yo iba con mi padre y le veía coser y restaurar las heridas y todo aquello me llamó mucho la atención. Todo eso fue lo que me hizo aficionarme a la medicina. Cuando era pequeño decía que, algún día, de mayor, lucharía para que la gente no se muriese. Ya ves, como si pudiéramos ser inmortales. Y ahí, es donde realmente, empezó todo”.
Después del bachillerato, se fue a estudiar Medicina a la Universidad de Granada, porque era la facultad más cercana a su casa. Allí se licenció en 1973 después de cursar la carrera en 5 años, en vez de en 6. Su expediente, confiesa, era brillante. Pero, el doctor Ballesta no se dedicó sólo a estudiar en sus años de universidad. “Era el delegado de facultad y en el año 68 montaba barricadas. ¡Los grises venían y nos daban unas leches que pa qué!”.
Después se marchó a Barcelona, “porque entonces las comunicaciones no eran como ahora y Barcelona estaba muy bien comunicada con Europa”-e hizo allí dos especialidades: medicina interna, en el Hospital Sagrado Corazón y cirugía general y del aparato digestivo, en el Hospital Príncipe de España (lo que es hoy, el Hospital Universitario de Bellvitge), centro, este último, donde trabajó durante 23 años, hasta el 2002.
“Me gustaba mucho operar, pero entonces en España no teníamos dinero para irnos fuera y ver operar a los mejores. Así que en el año 83 fundé la primera Video-Revista de Cirugía que funcionó durante 25 años. Llegó a editarse en inglés, francés, italiano y castellano. De este modo, cualquier médico de España podía ver operar al profesor más famoso del mundo. Y esto supuso un avance muy importante en la medicina”.
Contribuyó a la creación de la laparoscopia
En año olímpico y con la ‘Expo’ de Sevilla triunfando entre españoles y extranjeros, Ballesta se va a Francia, comisionado por la Generalitat de Catalunya, “para iniciar en el marco del acuerdo Catalunya-Midi-Pyrénées, el desarrollo de las técnicas laparoscópicas para posteriormente introducir en España las técnicas de cirugía laparoscópicas complejas”. La laparoscopia es una cirugía mínimamente invasiva que “supone menos infecciones, menos dolor y una recuperación más rápida. Todo ventajas”, explica el experto.
Así que “me fui a Toulouse, que es donde está la fábrica más importante de aviones de Francia y allí junto con 6 ó 7 médicos de nivel mundial desarrollamos la cirugía de la laparoscopia. Fuimos los pioneros. ¡Desarrollamos hasta los instrumentos para poder realizar las operaciones! Una vez hecho, volví a Barcelona y allí, en el hospital de Bellvitge montaron un quirófano experimental y desde el 92 hasta el 2000 impartí cursos para enseñar la práctica con cerdos, a otros médicos de España, y también de Suramérica”. Más tarde, se fue a impartir esos cursos por América Latina y a expandir allí la técnica de laparoscopia.
“Paralelamente a esto, yo en mis vacaciones me iba a ayudar a la gente y enseñaba en otros hospitales. Gratis. Operábamos a personas que tenían necesidades y así lo hice en muchos países de Latinoamérica y también en sitios como Argelia o el Yemen. He estado en muchos países y he formado a más de 1000 cirujanos, por lo menos, y todo eso me ha enriquecido mucho como persona. La medicina es un don que Dios nos da pero que no nos pertenece, que no es nuestro. Por ello, debemos enseñar a los demás. Es un testigo que tenemos que pasar porque aquí, en la vida, sólo estamos de paso. Y enseñando es la única manera que tenemos de ayudar a toda la sociedad”.
Y así ha recorrido medio mundo, operando y enseñando a los demás. Su labor humanitaria y docente se ha extendido por medio mundo. Por esto, tal vez, o además de, se considera un apasionado de la cultura. Y un acérrimo “enamorado” de Granada. Tanto es así construyó en esta ciudad la Fundación Carlos Ballesta . “Para que todo el mundo conozca el desarrollo de la cultura del reino de Granada. Para promover, realizar, apoyar y financiar, la difusión de la historia de esta tierra”. Porque como dice, “es mejor darle a un niño un libro que darle un trozo de pan”, porque es más importante darle un soporte para que coma durante toda la vida que darle algo de comer durante, sólo, unas horas. Algunas de sus obras históricas: Beatriz de Salcedo, la esclava blanca, Diego Hurtado de Mendoza o El Misterio del Carmen.
Este galeno ha escrito además más de medio centenar de publicaciones científicas, ha presentado ponencias y comunicaciones y ha sido profesor en varias universidades, incluida la de Barcelona. Dentro de todos sus premios y reconocimientos a lo largo de toda su trayectoria, también se encontrar el ser ‘doctor honoris causa’ de varias universidades extranjeras. Entre ellas, la Universidad de Medicina y Farmacia Grigore T. Popa (lasi, Rumanía), en el año 2001’ y en la Universidad de San Agustín de Arequipa de Perú, también en 2001.
Curando la obesidad y la diabetes
El doctor Ballesta fue primero que desarrollar las técnicas de la cirugía de la obesidad por laparoscopia en España. En el año 95, operó a la primera persona de obesidad en España con cirugía laparoscópica. La chica tenía 23 años y pesaba 180 kilos. Desde entonces, dice, lleva una vida totalmente normal. El doctor iba a operar a su progenitora que padecía un cáncer, pero ella le pidió que también operase a su hija. Y así lo hizo. Desde entonces, el doctor interviene todos los casos de obesidad más difíciles e imposibles que se pueden operar, como el de Teo.
Desde que en 2002, el doctor dejó el Hospital de Bellvitge, opera ya en su propia clínica -Centro Laparoscópico Dr. Ballesta- otorgado como “centro de Excelencia en Cirugía Bariátrica y Metabólica”, siendo pioneros en cirugía Laparoscópica en España en el tratamiento de la obesidad y de la diabetes. El centro está ubicado en tres sedes españolas: en Barcelona, dentro de la Clínica Teknon, en Granada desde hace 6 años, dentro del Hospital HLA Inmaculada y en Madrid, en el HLA La Moncloa, que se abrirá del todo este próximo mes de septiembre (antes, en Madrid, el centro estaba en La Ruber).
El Dr. Carlos Ballesta en el quirófano
Desde entonces, el doctor y su equipo han realizado más de 40.000 cirugías por laparoscopia y más de 3000 intervenciones de obesidad y diabetes. “La mitad de los pacientes que son obesos, tienen diabetes. Nos dimos cuenta de que operando a estos pacientes obesos, curábamos también la diabetes”. Por tanto, nos percatamos de que “a través de la cirugía metábolica podemos curar la diabetes tipo II”. Una enfermedad que padecen en España más de 6 millones de personas: “Estoy convencido de que será la operación más común que se haga en 10 años, dentro de las operaciones de digestivos”, asegura el doctor.
Divorciado. con tres hijos (una de ellas, también cirujana) y con una mujer a la que adora y acompaña en cada paso de su camino y su profesión, confiesa que para él -además de su familia- lo más importante son sus pacientes y su trabajo. Desde que era pequeño, cuando soñaba en aquellas canteras de mármol con ayudar a la gente a no morir. “Soy un poco especial, pero yo sólo vivo por y para la medicina”, finaliza.
Ballesta, el doctor milagro: el hijo del médico del pueblo que hace adelgazar a obesos de 400 kilos
El doctor Carlos Ballesta, especializado en cirugía general y del aparato digestivo y director del centro médico que lleva su nombre -Centro Laparoscópico Dr. Ballesta- fue quien operó el pasado mes de mayo a aquel chico de Turís (Valencia) de 35 años que pesaba casi 400 kilos y que nadie quería operar por temor a que muriese. Teo pesa hoy la mitad de aquellos kilos, pero todavía tiene que seguir un tratamiento y unas pautas de vida para seguir mejorando.
“Una amiga me llamó para que lo viera -a Teo-. Fui a Valencia, le conocí, estudié el caso y decidí operarle. Le trasladamos a Granada, al Hospital HLA Inmaculada -donde el doctor tiene ubicada una de sus clínicas- y allí le intervenimos el pasado mes de mayo”, explica a EL ESPAÑOL recordando lo mal que estaba Teo cuando le vio por primera vez. “No es justo que porque una persona pese más 200 kilos, la dejemos en su casa sin hacer nada por ella”.
Pero esto, lo de Teo es lo último o de lo último que ha hecho este galeno a quien se le considera el padre de la cirugía laparoscópica moderna. Así que vayamos al principio y viajemos 70 años atrás en el tiempo. Primero a Canarias, después a Almería, luego a Granada, Barcelona… y al resto del mundo.
Todo comenzó en las canteras de Almería
Nació a finales de los años 40, en Tejeda, provincia de Las Palmas. “Fue por casualidad, por accidente. Mi padre estaba desterrado allí por la dictadura, y en Canarias nacimos dos hermanos y yo. Estuve en Tejeda sólo un par de años o menos, recuerdo, pero uno nunca debe renunciar de sus orígenes. Yo estoy orgulloso de haber nacido allí. Tanto que hace unos 10 o 12 años me hicieron algo así como ‘hijo predilecto’”. Pero toda su familia nace y pace en la provincia de Almería, ligada toda ella a los pueblos de “la cuenca del río Almanzora”, donde se encuentran las famosas canteras del mármol. Y allí en Macael -un pueblo, hoy, de casi 6.000 habitantes- fue donde nació su “afición” por la medicina.
Su padre era el médico del pueblo y como tal hacía de todo, cuenta el doctor, más aún en aquellos años, aunque él era especializado en traumatología. Como en Macael había canteras de mármol, en aquél tiempo sucedían accidentes muy graves e importantes: explosiones, heridas difíciles, piernas amputadas… “Lo peor era ver morir a la gente. Yo iba con mi padre y le veía coser y restaurar las heridas y todo aquello me llamó mucho la atención. Todo eso fue lo que me hizo aficionarme a la medicina. Cuando era pequeño decía que, algún día, de mayor, lucharía para que la gente no se muriese. Ya ves, como si pudiéramos ser inmortales. Y ahí, es donde realmente, empezó todo”.
Después del bachillerato, se fue a estudiar Medicina a la Universidad de Granada, porque era la facultad más cercana a su casa. Allí se licenció en 1973 después de cursar la carrera en 5 años, en vez de en 6. Su expediente, confiesa, era brillante. Pero, el doctor Ballesta no se dedicó sólo a estudiar en sus años de universidad. “Era el delegado de facultad y en el año 68 montaba barricadas. ¡Los grises venían y nos daban unas leches que pa qué!”.
Después se marchó a Barcelona, “porque entonces las comunicaciones no eran como ahora y Barcelona estaba muy bien comunicada con Europa”-e hizo allí dos especialidades: medicina interna, en el Hospital Sagrado Corazón y cirugía general y del aparato digestivo, en el Hospital Príncipe de España (lo que es hoy, el Hospital Universitario de Bellvitge), centro, este último, donde trabajó durante 23 años, hasta el 2002.
“Me gustaba mucho operar, pero entonces en España no teníamos dinero para irnos fuera y ver operar a los mejores. Así que en el año 83 fundé la primera Video-Revista de Cirugía que funcionó durante 25 años. Llegó a editarse en inglés, francés, italiano y castellano. De este modo, cualquier médico de España podía ver operar al profesor más famoso del mundo. Y esto supuso un avance muy importante en la medicina”.
Contribuyó a la creación de la laparoscopia
En año olímpico y con la ‘Expo’ de Sevilla triunfando entre españoles y extranjeros, Ballesta se va a Francia, comisionado por la Generalitat de Catalunya, “para iniciar en el marco del acuerdo Catalunya-Midi-Pyrénées, el desarrollo de las técnicas laparoscópicas para posteriormente introducir en España las técnicas de cirugía laparoscópicas complejas”. La laparoscopia es una cirugía mínimamente invasiva que “supone menos infecciones, menos dolor y una recuperación más rápida. Todo ventajas”, explica el experto.
Así que “me fui a Toulouse, que es donde está la fábrica más importante de aviones de Francia y allí junto con 6 ó 7 médicos de nivel mundial desarrollamos la cirugía de la laparoscopia. Fuimos los pioneros. ¡Desarrollamos hasta los instrumentos para poder realizar las operaciones! Una vez hecho, volví a Barcelona y allí, en el hospital de Bellvitge montaron un quirófano experimental y desde el 92 hasta el 2000 impartí cursos para enseñar la práctica con cerdos, a otros médicos de España, y también de Suramérica”. Más tarde, se fue a impartir esos cursos por América Latina y a expandir allí la técnica de laparoscopia.
“Paralelamente a esto, yo en mis vacaciones me iba a ayudar a la gente y enseñaba en otros hospitales. Gratis. Operábamos a personas que tenían necesidades y así lo hice en muchos países de Latinoamérica y también en sitios como Argelia o el Yemen. He estado en muchos países y he formado a más de 1000 cirujanos, por lo menos, y todo eso me ha enriquecido mucho como persona. La medicina es un don que Dios nos da pero que no nos pertenece, que no es nuestro. Por ello, debemos enseñar a los demás. Es un testigo que tenemos que pasar porque aquí, en la vida, sólo estamos de paso. Y enseñando es la única manera que tenemos de ayudar a toda la sociedad”.
Y así ha recorrido medio mundo, operando y enseñando a los demás. Su labor humanitaria y docente se ha extendido por medio mundo. Por esto, tal vez, o además de, se considera un apasionado de la cultura. Y un acérrimo “enamorado” de Granada. Tanto es así construyó en esta ciudad la Fundación Carlos Ballesta . “Para que todo el mundo conozca el desarrollo de la cultura del reino de Granada. Para promover, realizar, apoyar y financiar, la difusión de la historia de esta tierra”. Porque como dice, “es mejor darle a un niño un libro que darle un trozo de pan”, porque es más importante darle un soporte para que coma durante toda la vida que darle algo de comer durante, sólo, unas horas. Algunas de sus obras históricas: Beatriz de Salcedo, la esclava blanca, Diego Hurtado de Mendoza o El Misterio del Carmen.
Este galeno ha escrito además más de medio centenar de publicaciones científicas, ha presentado ponencias y comunicaciones y ha sido profesor en varias universidades, incluida la de Barcelona. Dentro de todos sus premios y reconocimientos a lo largo de toda su trayectoria, también se encontrar el ser ‘doctor honoris causa’ de varias universidades extranjeras. Entre ellas, la Universidad de Medicina y Farmacia Grigore T. Popa (lasi, Rumanía), en el año 2001’ y en la Universidad de San Agustín de Arequipa de Perú, también en 2001.
Curando la obesidad y la diabetes
El doctor Ballesta fue primero que desarrollar las técnicas de la cirugía de la obesidad por laparoscopia en España. En el año 95, operó a la primera persona de obesidad en España con cirugía laparoscópica. La chica tenía 23 años y pesaba 180 kilos. Desde entonces, dice, lleva una vida totalmente normal. El doctor iba a operar a su progenitora que padecía un cáncer, pero ella le pidió que también operase a su hija. Y así lo hizo. Desde entonces, el doctor interviene todos los casos de obesidad más difíciles e imposibles que se pueden operar, como el de Teo.
Desde que en 2002, el doctor dejó el Hospital de Bellvitge, opera ya en su propia clínica -Centro Laparoscópico Dr. Ballesta- otorgado como “centro de Excelencia en Cirugía Bariátrica y Metabólica”, siendo pioneros en cirugía Laparoscópica en España en el tratamiento de la obesidad y de la diabetes. El centro está ubicado en tres sedes españolas: en Barcelona, dentro de la Clínica Teknon, en Granada desde hace 6 años, dentro del Hospital HLA Inmaculada y en Madrid, en el HLA La Moncloa, que se abrirá del todo este próximo mes de septiembre (antes, en Madrid, el centro estaba en La Ruber).
El Dr. Carlos Ballesta en el quirófano
Desde entonces, el doctor y su equipo han realizado más de 40.000 cirugías por laparoscopia y más de 3000 intervenciones de obesidad y diabetes. “La mitad de los pacientes que son obesos, tienen diabetes. Nos dimos cuenta de que operando a estos pacientes obesos, curábamos también la diabetes”. Por tanto, nos percatamos de que “a través de la cirugía metábolica podemos curar la diabetes tipo II”. Una enfermedad que padecen en España más de 6 millones de personas: “Estoy convencido de que será la operación más común que se haga en 10 años, dentro de las operaciones de digestivos”, asegura el doctor.
Divorciado. con tres hijos (una de ellas, también cirujana) y con una mujer a la que adora y acompaña en cada paso de su camino y su profesión, confiesa que para él -además de su familia- lo más importante son sus pacientes y su trabajo. Desde que era pequeño, cuando soñaba en aquellas canteras de mármol con ayudar a la gente a no morir. “Soy un poco especial, pero yo sólo vivo por y para la medicina”, finaliza.
Ballesta, el doctor milagro: el hijo del médico del pueblo que hace adelgazar a obesos de 400 kilos