castguer
Madmaxista
La película
Según propaga la agencia EFE desde Washington el pasado 28 de diciembre, la película Avatar, con sus imágenes en 3-D y efectos especiales espectaculares, continúa en primer lugar en las sales de cine de EEUU al recaudar 75 millones de dólares durante un fin de semana. Una muy buena película para la masa que no desea estar desalienada ni redimida por nadie, y que muy contenta en su Mercado pletórico va al cine a evadirse y gozar de la phantasmata propia de la mentira absoluta del cine y a sabiendas de que lo es. La responsabilidad del pueblo democrático no pasa por las amarguras de la cruda realidad de la vida. Mientras se pueda, que se preocupen los representantes políticos suyos, que para eso son sus representantes... Esto es la democracia de masas. Esta es la responsabilidad aquí y ahora.
El film Avatar tiene sin embargo unas connotaciones antropológicas muy apreciadas para la ironía y la crítica del Espacio antropológico del MF y vamos a procurar desentrañar estas facetas suyas en la medida de nuestras fuerzas que, a mi modo de ver, no son del todo desconocidas por el Sr. James Cameron.
Nada que ver esta phantasmática película con las otras no menos fantásticas de Cameron como fueron las de Rambo, Terminator o Aliens. En estas películas los terrestres aún somos «los buenos» y los alienígenas son los rotundamente malos. Con Avatar las cosas no son como antes, pues los terricolas pasamos a ser los malos, los malísimos, y los alienígenas pasan a ser los buenos, los puros. Es lo que vende.
Este film, rodado con la última tecnología en 3D, nos traslada a otro mundo, hasta el año 2154. El mundo falso de James Cameron no se opone a ningún cielo: «Regnum meum non est de hoc mundo» (Juan, 18: 36){1}, sino que él mismo es un cielo delirante, un Olimpo desmadrado de phantasía, lo que no significa que su película sea una «mala» película.
Para nada analizaremos los aspectos técnicos de la película. Sólo atenderemos a sus contenidos semánticos de relaciones phantasmales, pues no hay posibilidad de vincular nada de lo que sale en pantalla con algo de la realidad material del mundo real nuestro que pudiera explicar el supuesto mundo de Cameron o Pandora fuera del mundo segundogenérico propio de la imaginis. Únicamente es en el eje pragmático donde podemos encontrar los signos del film, sus antropomorfismos y sus homomorfismos relacionados con algún tipo de «ideología» presente nuestra o de nuestras formas materiales segundogenéricas. Es lo propio del género de la ciencia ficción. Por tanto es esencial saber que la «realidad» de la película, de cualquier película, está inmersa en el más craso subjetivismo (ideología) y que ese es su principal cometido: despertar expectación de una realidad de contenidos phantasmales, falsos: «Si suprimimos a los sujetos operatorios, el mundo, en cuanto mundus adspectabilis, des-aparecería.»{2} La realidad es también ideología, la ideología es también una realidad –material–, por muy sarama que fuere.
Pandora
Hace décadas que la impura humanidad irredenta agotó todos los santos recursos naturales de la gaiana y torturada Tierra y busca en lo profundo del espacio infinito, aún no mancillado por el implume avariento vertical, sus fuentes energéticas, sus pecaminosas fuentes energéticas para poder proseguir su desenfrenada expansión y camino hacia la profetizada hecatombe (¿el 2012 de los mayas?) que trae el no reconocer nunca que la sabiduría verdadera (mágica) se esconde siempre en el espléndido Arbol puesto por Dios en cualquier maravilloso Paraíso. Ha encontrado esta humanidad insaciable un filón en el lejano Pandora, un basto y puro e incólume y virginal planeta en el que yace el fantástico unobtainium, un preciado metal con una increíble capacidad para generar energía y que se paga en el mercado terrícola a millones de dólares. Por supuesto los americaniyis han de «tomar la tierra» de Pandora para –como siempre– agotar el unobtainium y todo lo demás que en ella exista, como corresponde a los pervertidos humanos ávidos de dinero, de depredación y de conquista inmersos en la Gran Equivocación burguesa del progreso económico. «Ellos, los americaniyis terrícolas –les dice advirtiendo a los na'vis el avatar del traidor de Epimeteo/Jake–, ya acabaron con toda la hierba en la lejana Tierra y ahora quieren hacer lo mismo con la virginal Pandora.» (Este fantástico Pandora no es ni tiene nada que ver con el real y minúsculo satélite pastor que tiene solamente 84 kilómetros de anchura y que hace su órbita alrededor de Saturno en el exterior de sus anillos, y que fue fotografiado por la nave Cassini en el 2004.)
Seguramente el Pandora/Nomos del director James Cameron ha sido elegido también por sus raíces míticas griegas: Prometeo (otra luna de Saturno) robó la esencia de la energía, de Helios (el Sol) a los dioses para entregarla a los avarientos hombres... (El petróleo de Irak como culpabilidad colectiva de un pueblo alicio que desea fervientemente un mundo sin polémica política y sin guerras, no anda muy lejos en los estudios de prospección de mercado por la productora para el seguro taquillaje de la película: se va hacia el cliente pánfilo/ecologista en lugar de esperar que sea el cliente el que encuentre su idóneo producto y con ello se le conforma y refuerza en sus idealistas creencias.) El fuego de Prometeo es aquí el muy apreciado unobtainium: Por la culpa de Prometeo, Zeus se enfureció y ordenó la creación de una mujer que fue llenada de virtudes por diferentes dioses. Prometeo advirtió a Epimeteo (que es otra luna de Saturno) no aceptar ningún regalo de los dioses, pero Epimeteo/Jake no escuchó a su hermano terrícola y aceptó a Pandora, enamorándose de ella y finalmente tomándola como esposa. Es el no va más de la traición a la progenitora Tierra suya. Gaia o Gea está ya muerta y olvidada y hay que buscarse otra novia virgen y pura, exenta del horror mercantil humano.
Hasta entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo, pero Pandora abrió de nuevo el ánfora que contenía todos los males, entre ellos el mal de la traición del Jake/Epimeteo liberando a todas las desgracias humanas (la avaricia, el crecimiento, la riqueza, la explotación, la pobreza, la polución, la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, el crimen, &c,). Pandora cerró el ánfora justo antes de que la esperanza saliera. Pues la esperanza siempre se deja para el final y para las partes segunda y tercera posibles del film, que seguramente será otra saga más.
El avatar
Jake Sully (Sam Worthington) es un veterano de guerra que ha quedado parapléjico. Su hermano gemelo Tommy ha muerto asesinado, y Jake tiene la oportunidad de sustituirlo en una difícil misión. El joven voluntario es trasladado al planeta Pandora, un nuevo mundo habitado por la raza alienígena de los Na´vi: un pueblo de humanoides guerreros, de aspecto felino, que usa flechas envenenadas en una neurotoxina y cabalga sobre reptiles voladores dominándolos con un «vínculo» al modo de bridas. Son muy difíciles de apiolar... Una vida termina, y otra empieza.... La Tierra agotada se deja atrás y delante se abre la exuberante y pura Pandora.
El americaniyi Sully no habitará en Pandora con su identidad terrestre (esto es un lastre para los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra). En realidad, su identidad (su «avatar») se implanta artificialmente en un na’vi. Estamos ya aparentemente fuera del «espacio antropológico» nuestro, pues la esencia de Jake/Epimeteo es ya puramente angular para el espectador, es puramente animalesca y alienígena, aunque en Pandora los «alienígenas» son los terrícolas, ya que la relación humana o circular no es posible por lo nefasta que es para el universo entero. Estamos ante la pervertida e invertida y completa identificación humana con los gatitos y perritos falderos: una deshumanización, una demonización de lo humano como contrapunto dicotómico a la deificación de los bichos, opuesta totalmente a la concepción de los da repelúsntes «bichos» en el film District 9 de Neill Blomkamp. En Avatar los bichos, los na´vi, son bonitos y simpáticos y suplen en su simpatía y por su simpatía a los antipáticos humanos cuya cúspide de brutalidad es el egregio Coronel Quaritch, el jefe de seguridad de la base minera en Pandora. Si en District 9 los aliénigenas son los «enfermos» que vienen de un planeta enfermo, aquí en Avatar los enfermos y los que vienen de un planeta enfermo son también los alienígenas, sólo que esta vez estos extrapandorianos son los «enfermos humanos» que vienen del enfermo planeta Tierra.
La culpa es del defectuoso hombre (Homo) que no tiene remedio, pues como se sabe desde Calderón, el pecado del hombre es haber nacido{3}. Se trata de una trasmutación para olvidar el presente y el pasado feroz (?) del Homo sapiens sapiens sobre la desgastada y agotada Tierra. Estamos pues –como no podía ser menos y como defecto feroz que somos– entre animalitos antropomórficos que ya no son ni «fieras», y que miran, piensan y hablan como humanos, a los cuales hemos hecho humanos, estamos entre númenes refluyentes irreales que nos recuerdan mucho a nuestros da repelúsntes gatitos y babosos perritos falderos terrícolas y númenes reales con los cuales ya hace tiempo que hablamos amistosamente de lo muy majos que son ellos en comparación a nosotros, los podridos y avarientos humanos. Los Na'vi son gatos/perrunos alargados con ojos semi-humanos y orejas a lo Leonard Nimoy, con gracioso regazo abajo del sacro o rabadilla y una trenza arriba en la nuca de la cual salen los filamentos nerviosos que los vincula entre sí y al resto de bichos de su inmenso y bonito planeta.
Esto del «vínculo» tiene su miga. Lo único que los diferencia del los gatos y cortesananos caseros terrestres es que ni orinan ni defecan, o por lo menos eso en el film, gracias a Dios, no se nos muestra, como se nos muestra tan a menudo por nuestras meadas calles de la apestosa Tierra.
La doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver), o Gracia Augusta, es una botánica sumamente decidida e idealista y seguramente una fanática vegetariana experta en la botánica de Pandora a la que le gustan más las plantas que las personas, es ella quien guía los pasos de Jake/Sully/Epimeteo en su prodigiosa aventura. Colabora en el proyecto de Grace un antropólogo (interpretado por Joel David Moore) que también se interesa –como todos los antropólogos– por la civilización Na´vi, esto es, por cualquier civilización que no sea la suya. La doctora Grace Augustine es otra bióloga decreciente y traidora, ya que puede más su antropologismo anti-Imperio y verdulero que su patriotismo.
tras*formado en un extraterrestre de una estatura quebradiza y piel azulada, Epimeteo/Jake pasa a integrarse en la cultura de Pandora para lo cual ha de aprender el lenguaje de estos buenazos bichos con el objeto maléfico y capitalista de largarlos por las buenas del Paraíso y soplarles el preciado unobtainium que se encuentra casualmente bajo el árbol sagrado{4}. Ahí surge el romance y la contradicción con sus orígenes humanos, pues el infiltrado, y a la postre traidor, llega a enamorarse de una esbelta gatuna alienígena, la gatilla/perrunilla o cortesanana con pelanas rastas de Neytiri (papel interpretado por Zoë Saldaña).
Por desgracia, el planeta atesora el ya dicho valioso mineral unobtainium, y eso motiva que la gran corporación terrícola encargada de colonizarlo tenga otros planes. Al frente de la fuerza militar de los americaniyis –si no entendí mal– que protege ese proyecto se sitúa el jefe de seguridad Coronel Quaritch (Stephen Lang), un tipo duro que desconoce la derrota, y que lidera las fuerzas de seguridad como si fuera un cruel señor de la guerra estilo Apocalipsis Now. Los americaniyis son la viva encarnación del mal y se nos muestran aquí como los «malos» o «los otros», como un reflejo de la conciencia culpable del también pueblo mojigato americano/americaniyi o como el intento de siempre de impregnar de esta ideología de purezas ecologistas y pacifistas al mundo entero. Es lo que vende una vez dado por supuesto el demoniaco y apocalíptico cambio climático, y dados los supuestos fiascos del Imperio en Vietnam o Irak o de la guerra «injusta».
Hemos de pararnos en esto del «avatar». Hemos de saber qué es un avatar... El RAE no dice que un avatar es el descenso o encarnación de un dios, o una fase, un cambio, una vicisitud (vicissitudo), y en la religión hindú es la encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú. Por tanto un «avatar» es una reencarnación, una tras*formación sobrenatural o por lo menos excepcional, como excepcional es la ocupación de un na´vi creado por la ingeniería genética con la mente del Jake/Sully y destinado en el guión a ser el «mahdi», el redentor de los na´vi de la opresión de los infectos terrícolas.
Por tanto ya tenemos al marine de la Navy Jake/Sully reencarnado en un Na´vi muy especial que dará traidoramente jaque mate a las fuerzas del Mal, esta vez encarnadas en sus propios excompatriotas que aún no se han hecho y convertido al claro obamismo supuestamente pacífico (pudiera parecer que James Cameron parte de ese supuesto obamismo, ya que este obamismo forma parte del paquete ideológico del presente). Pero un «avatar» como el Jake/Sully es antes que nada la encarnación del dios mismo de los Na’vi, algo parecido a un mahdi moruno, un redentor anhelado que viene a proteger el luminoso Árbol sagrado de la Pacha Mama (el árbol del Edén), el árbol de los Na’vi... Y la Pacha Mama es un dios femenino, de la tierra/Pandora, que produce, que engendra. Su jovenlandesada está –dicen– en el Carro Blanco (Nevado de Cachi), y se cuenta que en la cumbre hay un lago que rodea a una isla. Esta isla es habitada por un toro de astas doradas que al bramar emite por la boca nubes de tormenta al igual como el caballo/dragón o monstruo volador de Jake/Sully/Epimeteo. Acaso este toro hasta vuele como el superpajarraco del marine de la Na’vi Jake/Sully cuando ya domina los aires de Pandora/tierra.
Muere –como manda el guión– el manchado y parapléjico terrícola, pero queda el purísimo avatar que ama a la na’viera gatuna más esbelta que una caña de absorber refrescos. Los yacimientos de la pura Pandora solucionarían los problemas energéticos de la podrida Tierra, pero la ambición minera de los humanos en su «dimensión circular» se topa en su carrera hacia la subanimalidad con un problema: los na´vi, los nativos gatunos de este salvaje Planeta y su mahdi que les declara la jihad pandoriana. Una rudimentaria tribu de misinos compuesta por seres azulados de tres metros de altura con rasgos humanos y felinos y con unas increíbles capacidades físicas y sensoriales, suprahumanas, casi angelicales, ya que hasta vuelan por los aires en unos feroces bichos sin plumas.
El vínculo
La traición a su propia ..............................................
Molk: Avatar y sus mitos
Según propaga la agencia EFE desde Washington el pasado 28 de diciembre, la película Avatar, con sus imágenes en 3-D y efectos especiales espectaculares, continúa en primer lugar en las sales de cine de EEUU al recaudar 75 millones de dólares durante un fin de semana. Una muy buena película para la masa que no desea estar desalienada ni redimida por nadie, y que muy contenta en su Mercado pletórico va al cine a evadirse y gozar de la phantasmata propia de la mentira absoluta del cine y a sabiendas de que lo es. La responsabilidad del pueblo democrático no pasa por las amarguras de la cruda realidad de la vida. Mientras se pueda, que se preocupen los representantes políticos suyos, que para eso son sus representantes... Esto es la democracia de masas. Esta es la responsabilidad aquí y ahora.
El film Avatar tiene sin embargo unas connotaciones antropológicas muy apreciadas para la ironía y la crítica del Espacio antropológico del MF y vamos a procurar desentrañar estas facetas suyas en la medida de nuestras fuerzas que, a mi modo de ver, no son del todo desconocidas por el Sr. James Cameron.
Nada que ver esta phantasmática película con las otras no menos fantásticas de Cameron como fueron las de Rambo, Terminator o Aliens. En estas películas los terrestres aún somos «los buenos» y los alienígenas son los rotundamente malos. Con Avatar las cosas no son como antes, pues los terricolas pasamos a ser los malos, los malísimos, y los alienígenas pasan a ser los buenos, los puros. Es lo que vende.
Este film, rodado con la última tecnología en 3D, nos traslada a otro mundo, hasta el año 2154. El mundo falso de James Cameron no se opone a ningún cielo: «Regnum meum non est de hoc mundo» (Juan, 18: 36){1}, sino que él mismo es un cielo delirante, un Olimpo desmadrado de phantasía, lo que no significa que su película sea una «mala» película.
Para nada analizaremos los aspectos técnicos de la película. Sólo atenderemos a sus contenidos semánticos de relaciones phantasmales, pues no hay posibilidad de vincular nada de lo que sale en pantalla con algo de la realidad material del mundo real nuestro que pudiera explicar el supuesto mundo de Cameron o Pandora fuera del mundo segundogenérico propio de la imaginis. Únicamente es en el eje pragmático donde podemos encontrar los signos del film, sus antropomorfismos y sus homomorfismos relacionados con algún tipo de «ideología» presente nuestra o de nuestras formas materiales segundogenéricas. Es lo propio del género de la ciencia ficción. Por tanto es esencial saber que la «realidad» de la película, de cualquier película, está inmersa en el más craso subjetivismo (ideología) y que ese es su principal cometido: despertar expectación de una realidad de contenidos phantasmales, falsos: «Si suprimimos a los sujetos operatorios, el mundo, en cuanto mundus adspectabilis, des-aparecería.»{2} La realidad es también ideología, la ideología es también una realidad –material–, por muy sarama que fuere.
Pandora
Hace décadas que la impura humanidad irredenta agotó todos los santos recursos naturales de la gaiana y torturada Tierra y busca en lo profundo del espacio infinito, aún no mancillado por el implume avariento vertical, sus fuentes energéticas, sus pecaminosas fuentes energéticas para poder proseguir su desenfrenada expansión y camino hacia la profetizada hecatombe (¿el 2012 de los mayas?) que trae el no reconocer nunca que la sabiduría verdadera (mágica) se esconde siempre en el espléndido Arbol puesto por Dios en cualquier maravilloso Paraíso. Ha encontrado esta humanidad insaciable un filón en el lejano Pandora, un basto y puro e incólume y virginal planeta en el que yace el fantástico unobtainium, un preciado metal con una increíble capacidad para generar energía y que se paga en el mercado terrícola a millones de dólares. Por supuesto los americaniyis han de «tomar la tierra» de Pandora para –como siempre– agotar el unobtainium y todo lo demás que en ella exista, como corresponde a los pervertidos humanos ávidos de dinero, de depredación y de conquista inmersos en la Gran Equivocación burguesa del progreso económico. «Ellos, los americaniyis terrícolas –les dice advirtiendo a los na'vis el avatar del traidor de Epimeteo/Jake–, ya acabaron con toda la hierba en la lejana Tierra y ahora quieren hacer lo mismo con la virginal Pandora.» (Este fantástico Pandora no es ni tiene nada que ver con el real y minúsculo satélite pastor que tiene solamente 84 kilómetros de anchura y que hace su órbita alrededor de Saturno en el exterior de sus anillos, y que fue fotografiado por la nave Cassini en el 2004.)
Seguramente el Pandora/Nomos del director James Cameron ha sido elegido también por sus raíces míticas griegas: Prometeo (otra luna de Saturno) robó la esencia de la energía, de Helios (el Sol) a los dioses para entregarla a los avarientos hombres... (El petróleo de Irak como culpabilidad colectiva de un pueblo alicio que desea fervientemente un mundo sin polémica política y sin guerras, no anda muy lejos en los estudios de prospección de mercado por la productora para el seguro taquillaje de la película: se va hacia el cliente pánfilo/ecologista en lugar de esperar que sea el cliente el que encuentre su idóneo producto y con ello se le conforma y refuerza en sus idealistas creencias.) El fuego de Prometeo es aquí el muy apreciado unobtainium: Por la culpa de Prometeo, Zeus se enfureció y ordenó la creación de una mujer que fue llenada de virtudes por diferentes dioses. Prometeo advirtió a Epimeteo (que es otra luna de Saturno) no aceptar ningún regalo de los dioses, pero Epimeteo/Jake no escuchó a su hermano terrícola y aceptó a Pandora, enamorándose de ella y finalmente tomándola como esposa. Es el no va más de la traición a la progenitora Tierra suya. Gaia o Gea está ya muerta y olvidada y hay que buscarse otra novia virgen y pura, exenta del horror mercantil humano.
Hasta entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo, pero Pandora abrió de nuevo el ánfora que contenía todos los males, entre ellos el mal de la traición del Jake/Epimeteo liberando a todas las desgracias humanas (la avaricia, el crecimiento, la riqueza, la explotación, la pobreza, la polución, la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, el crimen, &c,). Pandora cerró el ánfora justo antes de que la esperanza saliera. Pues la esperanza siempre se deja para el final y para las partes segunda y tercera posibles del film, que seguramente será otra saga más.
El avatar
Jake Sully (Sam Worthington) es un veterano de guerra que ha quedado parapléjico. Su hermano gemelo Tommy ha muerto asesinado, y Jake tiene la oportunidad de sustituirlo en una difícil misión. El joven voluntario es trasladado al planeta Pandora, un nuevo mundo habitado por la raza alienígena de los Na´vi: un pueblo de humanoides guerreros, de aspecto felino, que usa flechas envenenadas en una neurotoxina y cabalga sobre reptiles voladores dominándolos con un «vínculo» al modo de bridas. Son muy difíciles de apiolar... Una vida termina, y otra empieza.... La Tierra agotada se deja atrás y delante se abre la exuberante y pura Pandora.
El americaniyi Sully no habitará en Pandora con su identidad terrestre (esto es un lastre para los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra). En realidad, su identidad (su «avatar») se implanta artificialmente en un na’vi. Estamos ya aparentemente fuera del «espacio antropológico» nuestro, pues la esencia de Jake/Epimeteo es ya puramente angular para el espectador, es puramente animalesca y alienígena, aunque en Pandora los «alienígenas» son los terrícolas, ya que la relación humana o circular no es posible por lo nefasta que es para el universo entero. Estamos ante la pervertida e invertida y completa identificación humana con los gatitos y perritos falderos: una deshumanización, una demonización de lo humano como contrapunto dicotómico a la deificación de los bichos, opuesta totalmente a la concepción de los da repelúsntes «bichos» en el film District 9 de Neill Blomkamp. En Avatar los bichos, los na´vi, son bonitos y simpáticos y suplen en su simpatía y por su simpatía a los antipáticos humanos cuya cúspide de brutalidad es el egregio Coronel Quaritch, el jefe de seguridad de la base minera en Pandora. Si en District 9 los aliénigenas son los «enfermos» que vienen de un planeta enfermo, aquí en Avatar los enfermos y los que vienen de un planeta enfermo son también los alienígenas, sólo que esta vez estos extrapandorianos son los «enfermos humanos» que vienen del enfermo planeta Tierra.
La culpa es del defectuoso hombre (Homo) que no tiene remedio, pues como se sabe desde Calderón, el pecado del hombre es haber nacido{3}. Se trata de una trasmutación para olvidar el presente y el pasado feroz (?) del Homo sapiens sapiens sobre la desgastada y agotada Tierra. Estamos pues –como no podía ser menos y como defecto feroz que somos– entre animalitos antropomórficos que ya no son ni «fieras», y que miran, piensan y hablan como humanos, a los cuales hemos hecho humanos, estamos entre númenes refluyentes irreales que nos recuerdan mucho a nuestros da repelúsntes gatitos y babosos perritos falderos terrícolas y númenes reales con los cuales ya hace tiempo que hablamos amistosamente de lo muy majos que son ellos en comparación a nosotros, los podridos y avarientos humanos. Los Na'vi son gatos/perrunos alargados con ojos semi-humanos y orejas a lo Leonard Nimoy, con gracioso regazo abajo del sacro o rabadilla y una trenza arriba en la nuca de la cual salen los filamentos nerviosos que los vincula entre sí y al resto de bichos de su inmenso y bonito planeta.
Esto del «vínculo» tiene su miga. Lo único que los diferencia del los gatos y cortesananos caseros terrestres es que ni orinan ni defecan, o por lo menos eso en el film, gracias a Dios, no se nos muestra, como se nos muestra tan a menudo por nuestras meadas calles de la apestosa Tierra.
La doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver), o Gracia Augusta, es una botánica sumamente decidida e idealista y seguramente una fanática vegetariana experta en la botánica de Pandora a la que le gustan más las plantas que las personas, es ella quien guía los pasos de Jake/Sully/Epimeteo en su prodigiosa aventura. Colabora en el proyecto de Grace un antropólogo (interpretado por Joel David Moore) que también se interesa –como todos los antropólogos– por la civilización Na´vi, esto es, por cualquier civilización que no sea la suya. La doctora Grace Augustine es otra bióloga decreciente y traidora, ya que puede más su antropologismo anti-Imperio y verdulero que su patriotismo.
tras*formado en un extraterrestre de una estatura quebradiza y piel azulada, Epimeteo/Jake pasa a integrarse en la cultura de Pandora para lo cual ha de aprender el lenguaje de estos buenazos bichos con el objeto maléfico y capitalista de largarlos por las buenas del Paraíso y soplarles el preciado unobtainium que se encuentra casualmente bajo el árbol sagrado{4}. Ahí surge el romance y la contradicción con sus orígenes humanos, pues el infiltrado, y a la postre traidor, llega a enamorarse de una esbelta gatuna alienígena, la gatilla/perrunilla o cortesanana con pelanas rastas de Neytiri (papel interpretado por Zoë Saldaña).
Por desgracia, el planeta atesora el ya dicho valioso mineral unobtainium, y eso motiva que la gran corporación terrícola encargada de colonizarlo tenga otros planes. Al frente de la fuerza militar de los americaniyis –si no entendí mal– que protege ese proyecto se sitúa el jefe de seguridad Coronel Quaritch (Stephen Lang), un tipo duro que desconoce la derrota, y que lidera las fuerzas de seguridad como si fuera un cruel señor de la guerra estilo Apocalipsis Now. Los americaniyis son la viva encarnación del mal y se nos muestran aquí como los «malos» o «los otros», como un reflejo de la conciencia culpable del también pueblo mojigato americano/americaniyi o como el intento de siempre de impregnar de esta ideología de purezas ecologistas y pacifistas al mundo entero. Es lo que vende una vez dado por supuesto el demoniaco y apocalíptico cambio climático, y dados los supuestos fiascos del Imperio en Vietnam o Irak o de la guerra «injusta».
Hemos de pararnos en esto del «avatar». Hemos de saber qué es un avatar... El RAE no dice que un avatar es el descenso o encarnación de un dios, o una fase, un cambio, una vicisitud (vicissitudo), y en la religión hindú es la encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú. Por tanto un «avatar» es una reencarnación, una tras*formación sobrenatural o por lo menos excepcional, como excepcional es la ocupación de un na´vi creado por la ingeniería genética con la mente del Jake/Sully y destinado en el guión a ser el «mahdi», el redentor de los na´vi de la opresión de los infectos terrícolas.
Por tanto ya tenemos al marine de la Navy Jake/Sully reencarnado en un Na´vi muy especial que dará traidoramente jaque mate a las fuerzas del Mal, esta vez encarnadas en sus propios excompatriotas que aún no se han hecho y convertido al claro obamismo supuestamente pacífico (pudiera parecer que James Cameron parte de ese supuesto obamismo, ya que este obamismo forma parte del paquete ideológico del presente). Pero un «avatar» como el Jake/Sully es antes que nada la encarnación del dios mismo de los Na’vi, algo parecido a un mahdi moruno, un redentor anhelado que viene a proteger el luminoso Árbol sagrado de la Pacha Mama (el árbol del Edén), el árbol de los Na’vi... Y la Pacha Mama es un dios femenino, de la tierra/Pandora, que produce, que engendra. Su jovenlandesada está –dicen– en el Carro Blanco (Nevado de Cachi), y se cuenta que en la cumbre hay un lago que rodea a una isla. Esta isla es habitada por un toro de astas doradas que al bramar emite por la boca nubes de tormenta al igual como el caballo/dragón o monstruo volador de Jake/Sully/Epimeteo. Acaso este toro hasta vuele como el superpajarraco del marine de la Na’vi Jake/Sully cuando ya domina los aires de Pandora/tierra.
Muere –como manda el guión– el manchado y parapléjico terrícola, pero queda el purísimo avatar que ama a la na’viera gatuna más esbelta que una caña de absorber refrescos. Los yacimientos de la pura Pandora solucionarían los problemas energéticos de la podrida Tierra, pero la ambición minera de los humanos en su «dimensión circular» se topa en su carrera hacia la subanimalidad con un problema: los na´vi, los nativos gatunos de este salvaje Planeta y su mahdi que les declara la jihad pandoriana. Una rudimentaria tribu de misinos compuesta por seres azulados de tres metros de altura con rasgos humanos y felinos y con unas increíbles capacidades físicas y sensoriales, suprahumanas, casi angelicales, ya que hasta vuelan por los aires en unos feroces bichos sin plumas.
El vínculo
La traición a su propia ..............................................
Molk: Avatar y sus mitos